Capítulo 79
Oliver me ayuda
“Me da tranquilidad que la predicción sea sobre él y,
además, con algo positivo. Es todo lo opuesto a su hermana.
No me creo que sean hermanos, y menos todavía que sean gemelos…”
Han despedido a uno de los contables de la oficina. No sé ni su nombre, la verdad, pero esto me da dos informaciones que no me pasan por alto: la primera, que no deben de haber despedido a Hugo. El departamento de contabilidad lo llevan Eric, Hugo y este otro chico al que han despedido. Dudo que dejen a Eric solo con todo un departamento, aunque viniendo de Ignacio, tampoco me extrañaría demasiado. Y luego, la segunda, es que Ignacio vuelve a tener poder sobre los despidos, pese a la rebelión de Elías de hace dos días. Todavía no ha despedido a nadie de mi departamento, pero es posible que lo haga hoy o mañana, ya que lo más normal es que despida a una persona por departamento.
Mi ansiedad me acompaña todo el día en la jornada laboral, y después lo sigue haciendo en el camino de vuelta a casa. Estoy pensando en pasar por la cafetería donde suelo encontrar a Estrella. Hoy es jueves y seguro que no está, pero sí que me puedo tomar la pócima esa rara que se inventó y que venden ahí.
Cuando entro en el local, sí que veo a una cara conocida. Una que no me sorprende ver. Oliver está sentado en una pequeña mesa para dos, jugando con el móvil, me parece. Me asomo por detrás y, en efecto, está muy absorto jugando a uno de esos juegos que dan recompensas diarias y que en el fondo se juegan de manera automática, o al menos eso parece desde fuera.
—¿Va bien la partida? —pregunto.
Oliver pega un bote y se gira asustado, como si le sorprendiese que existan más humanos en la Tierra, además de él.
—¡Izan! Me has asustado. Estaba en mi mundo.
—Ya te veo, ya. Acaba, acaba.
—Dame un momento.
Oliver hace unas pocas gestiones más con el juego durante los siguientes veinte segundos, y luego guarda el teléfono. Sé que son veinte segundos porque me gusta contar lo que tarda la gente en hacerme esperar. No es nada personal ni lo quiero recriminar después, solo me gusta.
—¿Quieres sentarte? —me pregunta.
—Claro.
Me siento y miro la carta. En realidad, es algo raro que estemos él y yo solos, sin nadie más del mercado alrededor.
Desde hace tiempo, procuro ver a Oliver como ese amigo del mercado, introvertido y simpático, y no como el hermano de Nora. Si bien es verdad que siempre se ha mostrado mucho más favorable a mí que a su hermana, con la que parece que no se lleva nada bien, a veces tengo pensamientos intrusivos. Pienso que Oliver no debería estar en mi vida, porque si está, entonces Nora seguirá estando cuando quiera. Él no tiene la culpa de tener la hermana que tiene. Más bien al contrario, porque él, pese a la hermana que tiene, es una buena persona y es agradable conmigo.
—Quería pedirte perdón por lo del otro día, Izan…
—¿Por lo que pasó en el mercado?
—Sí. No pude frenarla. Nora hace lo que le da la gana. Sabe que no quiero que se meta con mis amigos, pero si ella cree que tiene que hacerlo, lo hace…
—¿Te sigues llevando mal con ella?
—Cada vez peor. Y, encima, además de atacaros a ti y a Lydia, el otro día también le habló mal a Anna. Cada vez me siento más inseguro con ella.
Recuerdo que Nora siempre decía que le tenía mucho cariño a su hermano y que tenía que cuidarle, aunque él no lo quisiera. No sé en qué punto estará esa parte de su relación tóxica en estos momentos, ya que han pasado más de cinco años desde que compartió esas palabras conmigo.
Charlamos un rato. Es agradable hablar con él. Estoy acostumbrado a gente mucho más extrovertida, intensa o que le gusta tomarme el pelo, pero con Oliver puedo hablar más tranquilo y seguro.
—¿Has probado el café de achicoria?
—Creo que sé lo que es —porque el calendario me avisó que lo tomaría con él y con Anna. Pasado mañana, de hecho—. Pero nunca lo he probado.
—En la cafetería de Julia tienen, y yo no lo sabía. Es una de las bebidas favoritas de Anna. Me la recomendó el otro día, y ahora me cuesta pedir cualquier otra cosa.
—Como el café, pero sin las mierdas del café, ¿no? —digo, sintetizando lo poco que sé de eso.
—¡Exacto!
—Igual me viene bien…
Oliver me mira con preocupación. Ha levantado las cejas, y creo que eso significa que está sintiendo mucha pena por mí. Tal vez se siente incluso culpable.
—¿Estás así por lo de mi hermana?
—Bueno… Por lo de tu hermana, por un amigo mío que está en problemas, porque a lo mejor me despiden del trabajo… Y no me acuerdo ya de cuantas cosas más, porque mi cabeza no lo puede procesar todo, la verdad…
—¡Perdón! —Oliver empieza a ponerse nervioso—. Creo que me estoy metiendo donde no me llaman. No tienes que contarme nada si no quieres.
—Tampoco es que te haya contado gran cosa. Si tuviera que desglosar cada tema, estaríamos aquí hasta mañana.
—A mí no me importa. Hoy quería pasar la tarde fuera de casa sin ningún plan en concreto. Solo me quería alejar de mi madre un rato.
Es verdad. Oliver vive con su madre. En teoría, también vive con Nora, aunque ella pasa varias temporadas fuera de casa, o al menos eso ocurría hasta 2019, y nunca sabían dónde estaba. Las especulaciones principales eran que se iba con su abuela o que se iba con un novio que tenía por ahí. Ahora no sé si Nora y Oliver viven juntos, pero parece ser que Oliver sigue con su madre.
No sé qué pensar sobre la madre de estos dos. Se nota que ha tenido algún tipo de trauma. Está siempre nerviosa, callada y con la mirada perdida. A mí siempre me ignoró. Oliver siente pena por ella, pero creo que también hay mala relación. Nora me contó una vez que su madre no les dejaba hablar con su padre. No tengo ni idea de qué pasó con el padre de Nora y Oliver, pero no tienen contacto con él. Por lo visto, para Nora, eso es algo del todo irrelevante. Incluso parece que disfruta hablando del tema. Para Oliver, por otro lado, creo que es un tema duro. Por el momento, no me atrevo a preguntarle nada más sobre su familia.
Le cuento alguno de mis problemas en mayor profundidad. Siempre evitando los que salpiquen un poco más al calendario o a la mafia loca que va contra Frank, ya que eso es otro nivel.
—Tienes mucho encima, Izan…
—Y lo que no te cuento.
—Solo puedo hacer dos cosas por ti.
—¿Qué? ¡No! Oliver, no te lo he contado para que hagas nada —aunque el calendario ya me ha chivado que me ayudarás de alguna forma—, solo me quería desahogar un poco.
—La primera —él sigue como si yo no hubiera dicho nada— será procurar que mi hermana no sea un problema para ti. No sé si podré hacer nada al respecto, pero me pondré muy serio. ¡Vamos! Que no se crea que me puede mangonear todo el rato. Y que te supere de una vez, ¿no?
—Sí… Estaría bien. Muchas gracias, Oliver.
—Y para la segunda, tengo que pedirte permiso primero. ¿Tienes algún problema con que te haga un masaje aquí mismo?
—¿Qué? Esa sí que no me la esperaba —le digo, riendo.
—¿Es un sí?
Le hago una señal afirmativa para que haga lo que él considere. Dice que se le da bien y que sus masajes ayudan a quitar la tensión y las preocupaciones. De entrada, he pensado que exageraba, pero…
Madre mía del amor hermoso.
No sabía que un masaje podía ser así.
No lo puedo definir con palabras. Me transmite muchas sensaciones. Estoy en una nube.
—¿Va bien? —me dice.
—¿Que si va bien? Oliver… Me acabaré haciendo adicto a esto…
—Bueno, trabajo de esto, no sé si lo sabías.
—¿Y no eres una eminencia mundialmente reconocida…? —digo con la voz medio atontada.
—Qué va… Pero no pasa nada. Me gusta mi trabajo.
—A mí también… El tuyo, digo. El mío es una mierda. Pero hoy ha dejado de importarme…
El masaje termina y yo me quedo atontado contra la mesa. Me ha quitado todas las tensiones. Veo la vida de otra manera. Creo que voy a tener que contratar sus servicios para más veces o algo. Esto ha sido de otro mundo. Aunque también es verdad que hacía siglos que nadie me daba un masaje. Creo que Lydia intentó darme uno hace un tiempo, pero fue un destrozo.
—Muchas gracias, Oliver. Me has ayudado muchísimo.
—¡Me alegro mucho!
Vuelvo a casa relajado y sonriente. Se me quita un poco cuando me encuentro con Lucas por las escaleras, con la cara casi recuperada del puñetazo de Frank de hace dos semanas, aunque con alguna señal todavía. No me dirige la palabra, pero sirve para recordarme mis problemas. Respiro hondo y sigo adelante. Tengo que tomarme esto del calendario como un juego de tablero. Hay casillas que serán pequeños oasis donde relajarme y recuperar energías, y el resto del tiempo será una batalla.
Mañana, por ejemplo, tengo un mensaje extraño. Eso seguro que me rompe un poco más la cabeza. Pero el sábado tomo las achicorias con Anna y Oliver. Quien sabe, igual cae otro masaje. Eso será un oasis. Así es como funcionaré hasta que mis problemas se estabilicen del todo.
Considerando todo lo que tenía encima… Sí, Oliver me ha ayudado, y mucho.

Comments