Capítulo 86
Anna viene a casa
“Es raro que Anna venga, y un día entre semana.
No hemos quedado ni nada. ¿Será por lo del sábado pasado?”
Después del trabajo, al llegar a mi edificio, me cruzo con Flora en el portal, que ha bajado a tirar la basura.
—¡Eh, tú! —me grita, señalándome. Tiene que señalar hacia arriba. Es muy graciosa.
—¿Qué te pasa a ti?
—Me tienes confundida. ¿Cómo te voy a ayudar a conquistar a Abril, si ahora estás viéndote con otra chica? —me dice.
¿Querrá decir que Anna ha venido a mi edificio? ¿Me estará esperando en la puerta? ¿Todas las personas de mi grupo del mercado acabarán haciendo lo mismo?
—¿Quién ha venido a verme? Yo no he quedado con nadie.
—Una chica con un pañuelo en la cabeza. Era un pañuelo verde.
—¿Has hablado con ella?
—Sí. Siempre las pillo cuando vienen a verte. A mí no se me escapa nada.
—¿Qué te ha dicho?
—Solo que si estabas. Yo le he dicho tus horarios. No me parecía peligrosa, así que lo he hecho. No hay problema, ¿no?
—No, tranquila. Si tú has visto que es buena, entonces es buena. Es amiga mía.
—Si ya sabía yo… Pues nada, eso, que le he dicho a qué hora venías, y ya no le he preguntado nada más porque he preferido no liarla, por si querías mantener en secreto lo de Abril o algo así. Pero me tienes que actualizar tu vida amorosa, o si no, irás muy perdido por ahí, te lo digo yo.
—Sí, tienes razón… Ya te contaré. Me subo, que mi amiga del pañuelo me tiene que estar esperando.
Creo que Lydia se morirá de envidia cuando sepa que Flora intercepta a cualquiera menos a ella.
Al llegar al tercero, me encuentro con Anna en las escaleras.
—¡Sorpresa! —me dice.
—Sorpresa, no. Tengo una espía —tengo dos, contando al calendario.
—¿Tu vecina la niña te ha dicho que estaría aquí? Qué cotorra…
—Sí, no se le escapa una. Aunque, pensándolo bien, sí que es una sorpresa que hayas venido. ¿Cómo sabes dónde vivo?
—¿Perdona? —me dice, ofendida—. Hace no mucho que vine aquí con todo el grupo, cuando estabas malo y no viniste al mercado, y te traje los pastelitos caseros. ¿No te acuerdas de eso?
—¡Ah! Es verdad, ya viniste. Perdón, de ese día recuerdo poco. Estaba bastante mal.
—Ya me acuerdo, ya. Lydia casi te tira la puerta abajo.
—Sí… De eso sí que me acuerdo. Bueno, pues cambio la pregunta. ¿Cómo es que has venido? ¿Has venido a traerme pastelitos, entonces?
—No. Lo siento, la idea de venir ha sido muy improvisada.
—Qué pena… Para la próxima, ya sabes. ¿Cuál es el motivo entonces?
—Me vas a matar, pero necesito que me hables un poco más de Nora.
Me quedo en silencio un momento.
—Ya… Me lo imaginaba. ¿Es por lo de Oliver del otro día?
—Sí. Esos mareos, de verdad, no es la primera vez que le pasa, pero… ¡Uf! ¡Es que no son nada normales! ¿A ti te parecen normales? A mí no me parecen normales.
—No, no me lo parecen.
—El otro día en el mercado… No sé, de repente tuve como la revelación. Es la cabrona de su hermana. Le está haciendo algo. Y algo me dice que tú pensaste igual que yo. Izan, dime que pensaste igual que yo.
Conociéndola, lo pensó el mismo día que yo porque yo lo pensé. Esta chica me lee la mirada.
—Pues sí. Pensé igual que tú. Pensé así porque conozco a Nora, y no sería de extrañar, incluso aunque no tenga ni idea de por qué haría algo así…
—¿Ves? Y yo sin conocerla, ya me dio esa espina cuando la conocí en el mercado, y cuando la vi hablar así con Oliver. Me toca mucho ahí abajo que os trate así a todos, con perdón.
—Pero Anna… Intentando no ir tan lejos con esos pensamientos… Yo pensé eso porque tengo traumas con Nora. Pero, si lo piensas dos veces, es muy exagerado. ¿Qué le está haciendo? ¿Le está dando medicamentos experimentales? ¿Y para qué? No tiene mucho sentido…
—¡Que no, Izan! ¡Que te digo yo que esa es mucho más turbia incluso de lo que parece!
—Y tanto que lo es… Pero con lo de Oliver, prefiero observar un poco más.
—¿Y si observando se nos pasa el tiempo y le acaba pasando algo? ¿Qué harías? ¿Eh? Dime, ¿qué harías?
—Vale, vale, ¡suéltame el brazo! —es metafórico. No es que me tomase del brazo en primer lugar, pero es esa energía que tiene—. Te entiendo, pero no sé qué quieres que hagamos.
—Por ahora me cuentas todo lo posible de tu ex. Todo lo que pueda tener que ver con esto. ¿Ha dado alguna señal de que hubiese hecho algo así antes? ¿Contigo intentó algo parecido y por eso siempre andas como si tuvieras sueño? —ese golpe me lo he llevado de gratis—. ¿Pasa algo en esa familia? Porque vamos, a mí Oliver alguna vez me ha dejado caer que en esa familia están todos como una cabra.
—Anna, una cosa… Me parece, por la velocidad con la que hablas, que crees que proceso más rápido de lo que realmente lo hago.
Anna siempre habla muy rápido, hace muchas preguntas y quiere dar y recibir mucha información, en bloques de tiempo muy comprimidos. Estoy seguro de que, si viniese el Dios del tiempo y le aplicase magia divina para ralentizar su habla, ella sabría cómo acelerarla para compensar el efecto y no quedarse atrás, y luego le preguntaría a toda velocidad por qué lo ha hecho, qué gana con eso, cómo se deshace, a cuánta gente se lo ha hecho ya… Así hasta hacer huir a ese Dios.
—Perdón, perdón. Pero oye… ¿Ha sido mucho pedir? Lo de hablarme de tu ex. Por Oliver, digo. Me fio mucho más de lo que tú me puedas contar, que de lo que me quiera contar él de su hermana.
—Podría hablarte mucho de Nora… Pero no sé qué decir que pueda tener que ver con esto. Una cosa que sí te puedo decir es que Nora es el tipo de persona que nunca puede dejar de hacer algo con las mentes de los demás. Adora ver cómo la gente reacciona a sus palabras y acciones. Pero nunca ha usado ningún tipo de droga o de fármaco para eso. Solo usa sus palabras. Tiene más que suficiente con eso.
—¡Pero con su hermano igual se ha cansado de usar solo las palabras, y ahora prueba cosas mucho más turbias para probar reacciones nuevas!
—No sé yo… Suena conveniente. Suena a que has tomado las dos piezas del puzle que tienes, y las has juntado de golpe.
—Un poco sí, pero cuidado que no tenga razón al final.
—Bueno. Otra cosa que te puedo contar es que Nora tiene una familia, en efecto, muy rara. Si hay que hablar de fármacos, su madre podría ser incluso más sospechosa. Era una mujer con la mirada siempre perdida, alejada de todo… Creo que toma una medicación muy fuerte, o algo así. Vete a saber si ahora la quiere compartir con su hijo. Si Nora no tiene nada que ver, y Oliver quiere proteger a la persona que le esté haciendo esto… Entonces, vete a saber si es su madre la culpable.
—¿Quiere proteger a la persona? ¿Tú crees que Oliver se lo huele?
—En el baño me dejó caer que sabía que esto no era un problema de médico, y que solo era temporal. Puede que se huela algo y que quiera evitar conflicto hasta que se termine.
—¿Ves? ¡Sabía que tenía que hablar contigo! Es una de su familia, está muy claro. O es la hermana, o es la madre.
—Espera, espera. Te veo muy lanzada —y me da miedo cuando se pone así—. Oliver no querrá que entres tanto en eso. Tienes que ser más sutil. Además, si no lo eres, Nora te pondrá en su punto de mira.
—¡Que se atreva!
—¡No! —grito, y creo que Anna se ha asustado un poco, porque nunca me ha visto así, y porque creo que se piensa que yo no sé gritar—. No quieres que Nora te tenga en el punto de mira. Pregúntale a Lydia. Por intentar ayudarme, le hizo la vida imposible también. Tú la viste. Sabes como es Lydia, y sabes cómo reaccionó cuando la vio en el mercado el otro día.
—Es verdad…
—Y también piensa en Oliver. Estás apuntando a que su familia le hace cosas malas y que tú quieres ir en contra de su familia. Eso no tiene que ser fácil.
—¡Que sí! Ya lo sé, ya lo sé. Perdón, me he puesto muy tonta con el tema. ¡Es que tío, me da mucha rabia! Y me da miedo. ¡Esa familia es rarísima! Y peligrosa. Y no me da la gana que le pase nada a Oliver, o a Lydia, o a ti, por culpa de esa gentuza. No me da la gana. No quiero.
—Lo sé. Eres muy buena amiga. Es una suerte que Oliver tenga cerca a una guerrera como tú.
Esas palabras han emocionado a Anna, o eso parece. Se lo noto en la cara. Me han salido medio sin querer.
Poco después de eso, Anna se despide de mí. No sé qué hará, pero siento que le he dado alas para pelear contra Nora, y eso me asusta. No tengo ni idea de lo que puede pasar a partir de aquí, pero es muy probable que me acabe arrepintiendo de todo esto. Pero, por otro lado, ¿qué más podía hacer? Si lo de Oliver es culpa de su madre o de su hermana, querría decir que están haciendo algo con su salud. Debería ser prioritario proteger la salud de un amigo, pese a todo el miedo que me pueda dar volver a acercarme a esa persona.
Tengo un mal presentimiento. Siento que el calendario de junio me hará saber hasta qué punto me tragarán todas las energías oscuras que se están gestando a mi alrededor. Me da muchísimo miedo. Junio está a la vuelta de la esquina, y no creo que esté preparado para lo que vendrá…
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