Jueves 6 de julio de 2023
- Joel Soler
- 6 jul 2023
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 7 jul 2023
Capítulo 128
¡NO PUEDO MÁS!
“Me como dos días con la misma y encima lo digo gritando.
Hoy lo voy a afrontar con mucho miedo.”
Aunque la predicción es catastrófica, paso una mañana bastante tranquila en la que no pasa nada reseñable. Imagino que los motivos por los que no podré más estarán enmarcados en la tarde.
Una llamada al interfono de abajo es lo que da el pistoletazo de salida de todo esto.
—¿Izan? —es Abril—. Perdón que venga sin avisar, pero… ¿Puedo subir? ¿O quieres bajar? ¿Me oyes?
—Ah, eh… Sí, ahora bajo. Un momento.
—¡Vale! No te preocupes.
Me pongo una ropa más o menos decente y bajo. No me he preocupado mucho del aseo. No haber venido por sorpresa.
No me gusta mi predisposición, pero no la puedo evitar. No sé si me ha molestado más que venga sin avisar o que ella sea la que inicie los problemas de la predicción de hoy.
Mi posición respecto a Abril es confusa. Siento que no puedo pensar en ello hasta que me desintoxique de todo lo que ha pasado estos dos últimos meses, tanto con ella como con Nora.
Cuando nos encontramos en el portal, me da un abrazo, pero creo que no lo correspondo demasiado bien, y ella lo nota.
Me dice que ha sido un impulso lo de venir, y que por eso no ha avisado. Yo no sé si creérmelo. Creo que ella ha pensado que así no la podré ignorar como suelo hacer con todo el mundo por mensaje.
Al principio es simpática y prudente conmigo, pero no tarda en echarme cosas en cara. Creo que para eso ya tuve bastante con lo de Lydia de ayer. Todavía me duele cuando toco mi estómago.
—No entiendo por qué nos ignorabas a todos. Hasta bloqueaste a Lydia.
Yo me mantengo en silencio con la cabeza medio agachada. Ella continúa hablando y me intenta sacar alguna respuesta de maneras algo forzadas.
—¿Qué te ha pasado para que llegues tan lejos? ¿Por qué no me entero de nada?
—Caí en las garras de mi ex —digo sin pensármelo dos veces—. Se me avisó, pero no hice caso. Caí. Me acosté con ella. Lo hizo manipulándome y engañándome. Se burló de mí. Yo seguí adelante pese a que sabía que estaba destrozando a mis amigos por el camino. Ese es el tipo de persona que soy.
Abril me mira en silencio. No está enfadada ni sorprendida. Está triste o decepcionada. Creo que le doy pena. O le da pena algo. No tengo ni idea.
—No me sorprende —dice por fin—. Desde el día que la vimos en el mercado, y viendo tu reacción… Me imaginé algo así. También vi cómo te miraba desde el balcón el día que te acompañé al portal.
—¿Ya sabías desde antes que soy un fraude? Genial…
—No conozco bien tus circunstancias con tu expareja, así que tampoco quiero juzgar… Es solo que me da mucha pena que eso derive en que ya no quede nada de lo que tú y yo estábamos empezando. ¿Por qué ha tenido que ir así?
—No lo sé. Ya estaba mal de antes de la llegada de Nora, ¿no?
—Sí… Pero creo que lo hubiésemos podido arreglar. Yo quise poner mucho de mi parte. Pensé que merecía mucho la pena intentarlo.
—Casi que mejor —digo—. Para estar con alguien como yo hay que estar podrido. Y tú no lo estás. Menuda bala que has esquivado, ¿verdad?
Abril se detiene en seco. Está triste y cansada. Su cara es muy expresiva.
—Dices cosas que no me gustan nada. Y no tengo ganas de discutirlas ni de convencerte de otra cosa. Hoy no.
—No quiero que tengas que hacer nada de eso —digo—. Lo que quiero que hagas es que salgas corriendo y te escapes del mierdas que tienes delante. Quiero que seas feliz. Eres muy buena persona, y yo no.
Me vuelve a mirar con esa especie de tristeza decepcionada. No quiero volver a ver esa mirada. Vete ya, por favor.
—Es que no estoy de acuerdo con lo que dices… Pero de verdad que no me veo con fuerzas para discutir. Estoy cansada. Estos días me he intentado poner en contacto contigo mil veces, pero me ignoras. Le pregunto muchas cosas a Lydia, y parece que te odia y que está mucho más cansada. Intento tirar de ti, pero parece que te quieres hundir en el fango por voluntad propia. No sé qué más hacer.
—¡Nada! —le grito, y me arrepiento al instante—. O sea, no hagas nada, por favor… Necesito que te marches.
—Izan… ¿Estás seguro? ¿Me marcho?
—Sí, por favor —o voy a explotar delante de ti, me gustaría añadir.
—Vale. Vale… Pues nos vemos otro día. Cuídate, Izan, ¿vale?
—Gracias por intentarlo —le digo, sin reflexionarlo demasiado. Creo que a ella no le ha gustado esa frase.
—De verdad que no te entiendo…
Se va. Se va muy cansada. Tengo un dolor en el pecho que me está mareando. Es pura angustia, asco y arrepentimiento. También algo de rabia, hacia mí y hacia el calendario. Y un poco hacia los demás. No me gusta como está llevando nadie todo esto.
Doy una vuelta por mi barrio, pero no tardo en sentarme a ver si se me pasa un poco el mareo.
Me gustaría desahogarme y explicarle a alguien cómo me siento, pero Lydia no es una opción, y con Frank no puedo. Creo que se lo podría contar a Alex. Le falta muchísimo contexto, pero Alex es uno de mis tres mejores amigos, y uno de los mayores enemigos de Nora. Creo que su actitud en extremo optimista podría aportarme algo de energía y perspectiva.
No le suelto el texto de golpe. Por el momento, solo le pregunto si puede hablar. No contesta. Puede tardar mucho en contestar. Nunca le he recriminado eso, pero a veces puede ser muy inconveniente.
Mientras camino sin pensar muy bien a dónde voy, observo que estoy al lado de la parada de autobús que suelo tomar para ir a la residencia del tío Mateo. No quiero ir, pero es verdad que hemos tenido muy poco contacto desde que le dio el ataque, y creo que, si tardo más en hacer la visita de rigor, más se cabreará en el futuro.
No sé qué le parecerán las sorpresas, pero me planto ahí sin avisar. En la habitación están mi tío y su amigo Rafael.
—Hombre, mira quién está aquí —dice mi tío.
—Ya ves, de visita —digo.
—¿Y ha salido de ti? —me dice con su tono poco amigable.
—Pues sí.
—No me fío —mira a su amigo Rafael—. ¿Has sido tú quien ha llamado a mi sobrino?
Rafael solo hace que no con la cabeza.
—¡Oye! Que nadie me ha tenido que avisar. He venido porque he querido.
—Ya, bueno, pero has tardado mucho. Se supone que estás preocupado por mi salud, ¿no? Pero has venido poquísimo después del ataque que me dio, y ya hacía muchos días que ni te pasabas por aquí ni me llamabas ni nada de nada.
—Pero lo he hecho hoy.
—Es que ni me llamabas. Nada.
—Digo que lo he hecho hoy.
—Pues algo querrás.
—¿Perdón? ¿Qué voy a querer yo de ti?
—Oye, disculpa, pero a mí no me hables así. Te pones a la defensiva de la misma manera que tu padre.
—Lo que me faltaba… ¿A qué viene eso?
—¡Igualito que tu padre!
—Ya empezamos…
—Ya empezamos, no —dice mientras se levanta—. Si vienes a visitarme, por lo menos ven con mejores formas.
—¿Pero qué dices, tío? Has empezado tú a hablarme mal.
—No. Yo lo único que he hecho es desconfiar de si había salido de ti venir a visitarme. ¡Y bien que hago en desconfiar!
—Por este tipo de cosas es que no vengo. No tengo fuerzas para aguantar tus gilipolleces.
Soy muy consciente de que no me perdonará esa frase.
—Pero bueno… ¿Qué me acabas de decir? ¿Qué forma de hablar es esa? ¿Así es como le hablas a tu familia? ¿No tienes ningún respeto por la sangre?
—Qué pesadilla viviente… Tío Mateo, vengo otro día, ¿vale? Nos vemos.
—Haz lo que te dé la gana, Izan. Como si no vuelves.
—Por favor, parad ya —dice Rafael por fin.
—Estás de testigo —le digo—. Yo he venido con buena fe, pero no ha habido manera.
—Ya lo sé —me dice Rafael—. Tu tío es complicado. Pero Izan… Estás nervioso por algo, ¿verdad? Tú tampoco has estado acertado…
—Da igual —digo mientras me voy alejando hacia la puerta—. Mejor hablamos otro día, ¿vale?
Miro a mi tío Mateo, pero no me quiere contestar. Me da muchísima rabia, pero no puedo hacer nada más. O no quiero. Miro a Rafael a ver si él por lo menos me quiere decir algo.
—Cuídate, Izan. Pásate otro día, más tranquilo. Los dos. Más tranquilos los dos.
—Sí, muchas gracias.
Vuelvo a casa con una mala hostia que más me vale no encontrarme con nadie.
Al llegar, veo que tengo mensajes de Oliver. No le quiero contestar, así que me pongo a hacer otra cosa. La cena y todo eso. Pero es que no puedo dejar de pensar en qué querrá este ahora. ¿Quiere remover un poco lo de Nora o qué pasa? ¿Viene a reprocharme cosas también?
[Oliver. 20:03]
hola Izan.
no sé si es un buen momento para escribirte esto, pero llevo días con ello en la cabeza, y bueno…
tú sabes
no hemos hablado del día que te vi con mi hermana de paseo, pero sé que después de eso han pasado muchas cosas malas, que has estado mal con Lydia y demás.
también Anna está muy mal.
y me gustaría entender la situación.
me gustaría entender qué ha pasado para que estés así, y por qué lo que hizo mi hermana te está alejando de las personas que te importan.
Nora ya se ha ido de tu edificio, ¿verdad?
¿por qué está todo tan mal?
Esos son los mensajes que me encuentro. No sabe si es buen momento dice. El momento ideal, diría yo.
Tardo lo mío en contestarle, pero cuando me acomodo para irme a dormir, le contesto.
[Izan. 23:45]
Como comprenderás, no es tan fácil de explicar.
¿Qué quieres saber exactamente?
¿Por qué he caído en el juego de tu hermana?
¿O por qué estoy teniendo problemas con todo el grupo del mercado?
[Oliver. 23:54]
holaa
pues lo que quiero saber es
¿por qué te fuiste a pasear con ella si sabías el daño que te hacía?
¿por qué fuisteis al bosque ese?
ya lo saben todas
Abril se puso fatal
[Izan. 23:56]
¿Por qué no luchas tú contra tu familia?
Venga ya, Oliver, si tú deberías saber mejor que nadie el efecto que tiene Nora en gente débil y pringada como nosotros.
[Oliver. 23:57]
¿nosotros?
[Izan. 23:58]
Bueno, como yo.
Aunque tú tampoco es que estés en la situación más ideal con tu familia.
Nora también sabe cómo burlarse de ti.
Que yo sepa, no eres capaz de frenar las cosas que no quieres, ni de conseguir las que quieres, como lo de tu padre.
[Oliver. 23:59]
es un caso diferente…
es mucho más complicado.
y será mejor que no tiremos por ahí.
[Izan. 23:59]
¿Por qué?
Mira, ¿sabes lo que te pasa?

Comments