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Jueves 7 de septiembre de 2023

Joel Soler

Actualizado: 8 sept 2023


Capítulo 191

Entrego el USB

“Acabo de caer en lo que puede ser esto, y no me gusta lo más mínimo.”



La mañana la paso bastante tranquilo. Bueno, todo lo tranquilo que se puede estar sabiendo que mi mejor amiga tiene a mi vecina menor de edad secuestrada en su casa, y que hoy, en algún momento, aparecerán con alguna jugada que ellas sabrán.

Paso como media hora delante del chat de Anna y del de Abril. Saltando de una a otra, pensando que tengo que hablar con alguna de ellas y avanzar eso. Que Anna estará confundida y Abril estará triste porque no correspondo a su mensaje, y que tendría que hacer algo. Pude haber hecho algo, no tengo excusa… Pero es que no puedo. No sé qué decirles, ni a cuál de las dos.

Por la tarde, aparece Lydia con un maldito pendrive en la mano.

—Un USB… —digo.

—Sí, hijo, sí —dice ella.

—Lo ideal para que no te rastreen. ¿Esto es lo que le quieres entregar a los LuLu?

—Es imposible de rastrear, o eso dice Flora.

—Madre mía…

—¡Sí, escucha! A mí me ha convencido. Es listísima esa niña, te lo juro. Mira, mira. El pen lo encontramos en un cajón y lo tengo hace mil y sin estrenar. Me compré unos cuantos en una oferta en una tienda que no suele tener productos fijos, así que no es una compra reciente ni fácil de rastrear. Y dentro lo que hemos puesto es un vídeo, uno que hemos grabado con su móvil, así que no pueden rastrear los datos del dispositivo del secuestrador. Luego, ese vídeo lo hemos mandado desde su correo personal a su correo del colegio. No hay nada mío. Entonces, lo hemos abierto iniciando sesión en un locutorio que está lejos de tu casa y de la mía, y ahí lo he descargado y lo he guardado en el pendrive. ¡Ah! Y nadie me podría identificar cuando fui al locutorio, porque fui así.

Y me enseña una foto la muy cabrona, donde tiene el pelo recogido, unas gafas que creo que son de su madre, y está maquillada de una manera que no parece un disfraz, pero es verdad que oculta bastante bien sus rasgos.

—No sé… Miedo me da que no tengamos ni idea de por dónde se podría tirar de algún hilo… —digo—. Por ejemplo, la foto esta, bórrala, ¿no?

—Sí, sí… Tranquilo que, en el vídeo, Flora pide también que no se investigue al secuestrador, y creo que sus padres harán caso. Y si no, Flora se pondrá a soltarles pistas falsas para confundirles más. ¿No lo ves? Lo bueno de esto es que la “víctima” es nuestra aliada y es una niña prodigio. Estamos cubiertos, chaval.

—Madre mía… ¿Y cómo le vas a dar el USB a los LuLu?

—¿No te acuerdas de lo que pone en el calendario? —dice, con una sonrisa que me hiela la sangre.

—Lo que pone en el… —me viene la frase exacta de hoy a la cabeza—. No por favor…

—¡Ánimo! ¡Tú puedes!

—Te odio. Os odio a las dos. Odio a todo el mundo.

—¡Anda ya! ¡No será para tanto!


Como no puedo ver el vídeo, por si acaba dejando algún rastro “policiable” en mi ordenador, me limito a escuchar cómo Lydia me lo explica.

Al parecer, es un vídeo de Flora diciendo que no fue secuestrada, que se fue con un grupo de gente que la ha protegido de ellos. De Lucas y de Lucía. En el vídeo, Flora detalla sin ninguna clase de filtro el tipo de cosas que Lucas y Lucía hacen, y también detalla cosas que a lo mejor no debería haber dicho sobre los contactos familiares de esos dos. Flora apela a esa información solo para decir que, con todos los abusos y las conexiones, uno de los amigos de ese grupo, que es abogado, tendría cómo ir contra ellos. Sus condiciones son que, para volver a casa, las cosas tienen que cambiar muchísimo. Que no busquen al grupo y que se centren en lo importante, que es que se ha ido de casa porque no podía más, y que no quiere hacer nada contra ellos porque, pese a todos, los quiere, y espera que ellos sientan lo mismo por ella, pero que no piensa aguantar ni un minuto más con ese tipo de vida, y que no sabe por qué ha aguantado tanto tiempo hasta ahora.

—Te lo juro, Izan. Flora estaba super seria y fantástica. Al final, ha dicho que si lo que hacen es castigarla por esto, que sabrá cómo escaparse y desaparecer para siempre. ¡Lo ha dicho con una seguridad que hasta yo me lo he creído!

—Pero… ¿Crees que funcionará? Los LuLu están fatal de la cabeza…

—Me dijiste que Lucía sí que llora mucho por lo de Flora, ¿no? Pues, como mínimo, funcionará con Lucía. Con el otro ya veremos.

—A ver, yo el vídeo no lo he visto, así que no sé si Flora es convincente de verdad o no, o si ha dado en el clavo con la forma de expresarse o qué, pero… Puede llegar a salir muy mal.

—Flora dice que tiene una buena intuición sobre lo que puede pasar entre sus padres con ese vídeo —dice Lydia, frotándose las manos—. Tendrías que haber visto la sonrisa maliciosa que puso después de decir eso…

—Veo la tuya, así que me hago una idea.

Lydia ríe de forma pérfida, por lo bajo, recreándose. Me alegra que tengan tanta confianza en el tema.

Después de pensarlo un rato, decido entregar el USB (asegurándome de que no tiene mis huellas) en el propio felpudo, dejándolo caer de forma disimulada para que nadie que mirase por una mirilla detectase que he hecho algo. Lo malo de este método es que no sé cuándo lo verán, o si lo pisarán sin querer, o si alguien se lo llevará, pero no me quiero arriesgar a dejarlo en el buzón, ya que alguien podría verme, y tampoco iba a tirárselo por el balcón, ya que siendo yo el vecino que está encima, seguro que sería el primer sospechoso. Prefiero usar el método del ex de Nora: aparecer en el rellano y dejar las cosas en la puerta. Dale gracias que no he puesto una nota inquietante, ya de paso.

Ahora solo queda esperar para ver la reacción… Se hará muy largo esto. No sé cómo me he dejado liar.







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