Capítulo 104
Soy un mal amigo
“Lo depresivas que son las predicciones así, sin contexto…
De verdad, así no hay quien remonte.”
Eric lo está pasando mal hoy. No para de ser acosado por Alberto que, una vez más, no da la talla como número dos de la oficina. Es curioso, porque él sabe lo molesto que es que un superior se encapriche de ti, ya que le pasa con Ignacio, y le da igual. Hace lo mismo con Eric, está obsesionado con él, y lo demuestra con un acoso constante y gratuito. Eric no es de explotar, pero hoy se está quedando muy cerca. Conociéndome, al final el que se llevará la peor parte de todo esto seré yo mismo.
En el descanso del mediodía, Eric decide aislarse. Desde que despidieron a Elías y se distanció de mí, siempre come solo, pero nunca se alejó tanto de los demás compañeros. Hoy está lo más lejos posible.
Me acerco a él. Quiero comprobar si es un VDLS, tal y como apunta la teoría de Lydia. Si Negro y Azul quieren hablar conmigo, entonces le parecerá bien que lo haga hoy.
Me siento con él.
—Mira quién ha decidido acercarse… —dice sin apartar la mirada de su almuerzo.
—Hola… Qué pesado el Alberto, ¿no? No teníamos bastante con el Ignazi que encima…
—¿Qué quieres, Izan?
—Bueno, preguntar qué tal, y…
—Bien. Ve al grano.
—Al grano… No es fácil hacer eso.
Intento repasar si tiene sentido lo que le voy a preguntar. Pero es cierto que las fechas encajan, y la reacción asustada de Azul o la cabreada de Negro tendrían sentido si uno de ellos fuese él. Me preocupa, eso sí, la predicción de hoy. ¿Preguntarle si él es un VDLS me convierte en mal amigo? Al final, si dice que sí, podríamos acercar posturas. Yo le podría mostrar buena voluntad y hablarle más del calendario, tal y como querían los VDLS.
Va. Me lanzo.
—Eric… He pensado en todo este tiempo en que hemos estado más distanciados, y… ¿Es posible que seas un VDLS?
Eric deja de comer de golpe. Retira unos centímetros su comida y se gira hacia mí poco a poco. Tiene muy abiertos los ojos y la boca.
—No me lo puedo creer…
—Eso es… ¿Un sí?
—¿En serio? ¿Esto es en serio, Izan?
—Eh… Sí. Perdona que sea tan lento, Eric. Pero es que no entiendo nada de nada, y…
Eric se levanta de golpe y tira toda su comida a la basura que tiene al lado de la mesa. Se quiere ir, pero yo consigo reaccionar a tiempo para que frene.
—¿Qué pasa? —le pregunto. Todavía no sé si es un VDLS o no. No entiendo su reacción. No entiendo nada, no doy para más.
—Vaya mierda de amigo, Izan… ¡Vaya mierda! —me dice, y noto un puñetazo en el corazón al escucharlo.
—Pero… ¿Me lo puedes explicar para que lo entienda? Estoy… —me cuesta respirar—. Estoy confuso, y…
Eric se sale con la suya y vuelve a su mesa en la oficina. No puedo seguir insistiendo delante de los demás. Paso el resto de la jornada con un dolor enorme en el pecho y sin poder respirar ni concentrarme. Noto que lo he hecho todo mal, pero no consigo entender lo que pasa. No puedo interpretar si su respuesta es un sí o un no, y no sé qué he hecho mal ni en un caso, ni en el otro.
Al salir del trabajo, le intercepto. Me pego a él. No quiero dejar que se marche sin que me explique lo que pasa.
Y, por fin, después de unos intentos penosos de hacerle hablar, se detiene y me contesta lo que necesito saber, aunque solo sea para hacerme callar.
—Mira, Izan. Me costará decirte esto, pero lo voy a hacer. El día que llegué enfadado al trabajo… El día que dejamos de hablar… ¿No me quejé de que me ocultabas cosas?
—Sí…
—Pues te ha dado igual. No has hablado conmigo desde entonces. No me has contado nada. ¡Y no hace falta que lo hagas si no quieres! ¡Pero es que tampoco me has preguntado nada! Y ya, no me lo digas. Te daba miedo. Estupendo. Pero si estoy tan mal, y si parte del problema, aunque sea pequeño, lo tengo contigo. ¿Qué es lo que haría un amigo?
Yo no consigo contestar, así que él continúa.
—Un amigo insiste. Un amigo quiere saber lo que pasa y mirar si puede echar una mano para arreglarlo o, como mínimo, se explicaría mejor para aclarar qué puede y qué no puede hacer. Pero… ¿Qué has hecho tú en su lugar? ¿Te digo lo que has hecho? Has venido como tres semanas después a preguntarme si tengo que ver con alguna de tus mierdas secretas que no sé ni lo que son. Eso es lo que has hecho. No sé ni lo que me has preguntado, pero lo que sí que sé es que tu motivación para venir a hablar conmigo por fin, era saber si yo estaba involucrado en uno de tus líos secretos. Pues no, Izan, no tengo nada que ver con eso que has dicho, así que ya puedes volver a ignorarme, porque no pertenezco a tu apasionante vida.
… Vale. Ahora lo he entendido. Ahora que lo explica, está muy claro. Pero no estaba ni cerca de notarlo por mi cuenta.
Decir que me siento como una gran mierda es quedarse muy corto.
—Yo sí que te voy a contar una cosa, Izan —continúa Eric—. ¿Sabes por qué llegué así de enfadado hace dos semanas? Te diré por qué… Sí, te lo voy a decir. Me da igual si llamas a la policía. Hace poco, pegué a una persona. No sé quién era ni de dónde salió. No sé nada. Pero le tuve que pegar, y por culpa… ¡Mierda! Por culpa de una mala caída, esa persona… Bueno, está en un estado muy grave, ¿vale? ¿Me entiendes? He dejado en coma a una persona que ni conozco.
Yo escucho con atención, pero mi cabeza siente como irreal lo que me está contando.
—No he podido contar nada porque me da pánico que acabe en la cárcel por esto. No tendría ni que estar hablándolo contigo. Solo lo sabemos Iris y yo. Y esa persona, si llega a despertar. Y tú, con lo egocéntrico que eres, seguro que te estarás preguntando, antes que cualquier otra cosa, qué tiene que ver esta historia contigo. Pues te lo diré, Izan. Yo te lo digo, no te preocupes. ¿Sabes lo que me dijo esa persona justo antes de pegarse el golpe contra el suelo? ¿Sabes lo que intentó decir para frenar un poco mis puñetazos? ¿Te lo digo? —hace una pausa. Yo sigo paralizado—. Gritó: ¡Para, soy amigo de Izan!
—¿Qué…?
—Como lo oyes. Y no me preguntes quién es, porque apenas le vi la cara. Estaba oscuro, iba con capucha y soy malísimo recordando las caras. Lo siento, pero he dejado en coma a un amigo tuyo. A uno que sabe que yo soy amigo tuyo. Bueno, que lo era. Ya te he hablado más que suficiente. Ahora, si me permites, me voy a mi casa a intentar olvidar que te acabo de confesar un puto crimen y que te he dado el poder para llamar a la policía y joderme la vida.
Eric se va sin darme oportunidad a decirme nada más. Le quiero hacer preguntas. Quiero saber más de esa persona y quiero saber por qué le ha pegado en primer lugar, pero… Siento que, si lo hago, seguiré quedando como el egoísta que solo se preocupa de lo que le interesa. Que no contestaré lo que Eric necesita escuchar.
Pero… ¿Qué clase de historia es esta? ¿Qué acabo de escuchar? ¿Cómo voy a procesar esto?
Sí, el calendario tiene razón, soy el peor de los amigos, pero… ¿No es mucho más fuerte lo que me ha contado? ¿Qué hago? ¿Con quién comento esto?
Me siento en un banco. Me he mareado. Cada vez respiro peor.
No puedo ordenar ni un solo pensamiento. Tengo el pecho oprimido hace rato, y siento que está en su límite. La respiración también lo está.
Mi cabeza se nubla.
Se nubla de verdad. No sé si estoy manteniendo la postura. Creo que no. Creo que estoy cayendo poco a poco… Creo que…
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