top of page

Domingo 12 de noviembre de 2023

Joel Soler

Actualizado: 13 nov 2023


Capítulo 257

Nora me cuenta lo de su abuelo

“Ahora me tienen que contar más cosas sobre Salvador, ¿no?

Yo creo que ya sé más de lo que me gustaría saber, la verdad.”



Es mi hora de salir del trabajo. Nora me está esperando. Ella está aquí porque lo pone en el calendario. Hay veces que no sé si un encuentro es casual o si responde a intenciones ocultas, pero hoy puedo estar tranquilo, porque ya sabía que Nora vendría para cumplir la predicción del día.

—¿Te acompaño a casa? —pregunta.

—Eh… No, mejor que no. Aunque Frank ya sabe que hoy hablaremos, prefiero que no os veáis.

—Ah, es verdad… Que ahora vives con papá Frank. Me alegro por ti. Notarás tu nido más seguro.

—¿Has venido para vacilarme o para contarme no sé qué de tu abuelo?

Nora mira al suelo. Está sonriendo, pero su mirada es triste.

—¿No podemos estar un ratito hablando de cualquier otra cosa?

—Mejor que no. Estoy muy cansado. Además, tú sabrás. Eres partidaria de que el calendario se cumpla, ¿no?

—Claro… Qué remedio me queda. Aunque a veces lo dudo…

—¿Qué quieres decir?

Nora me mira, callada y seria. Luego le cambia la cara a una más sonriente.

—¿Quiénes eran los peores clientes? Yo no vine ayer.

—Ah, claro… No podía faltar la preguntita.

—¿Fueron peores que yo?

—Sí, fueron peores que tú. Y tenías razón con una en particular.

—No me digas… ¿Lucía?

—Sí. Lucía, Lucas y Enzo. Dispuestos a amenazarme, a hacerme limpiar sus tazas derramadas, a pedir la hoja de reclamaciones, a mirarme con odio…

—Seguro que me ves como a una villana… Pero yo te quiero, y ellos te odian. Esa es la diferencia. Por eso no puedo ser la peor, ¿no?

—Si tú estás feliz con eso, adelante. No eres la peor. Los LuLu saben superarse cada vez que me los encuentro, de verdad…

Nora está feliz. Noto el matiz en su sonrisa. Es una sonrisa algo más relajada y sincera.

Después de marearme un poco con temas así, nos sentamos en un banco e intento acelerar las cosas.

—¿Qué me tenías que contar de tu abuelo?

Nora no quiere contestar. Está muy seria. No me mira ni reacciona.

—¿Nora?

—No entiendo por qué te lo tengo que contar —dice.

—Ah, ¿no? Pues tú sabes más sobre el calendario que yo, así que…

—Me corrijo. Sí que sé por qué te lo tengo que contar… Pero no entiendo por qué ocurrió. Mira, da igual…

—¿Me lo contarás o no? Ahora la mafia me está tocando mucho la moral, así que todo lo que me puedas contar sobre tu abuelo es bienvenido.

—Siento decepcionarte entonces, pero… Lo que creo que te contaré no tiene nada que ver con la mafia.

—Mierda. Bueno, ¿y qué es?

Nora suspira.

—Llevo desde que leí esta predicción, hace muchos meses, pensando con calma qué te voy a contar hoy. No quería que llegase este día, ¿sabes? No quiero hablar de mi abuelo. Como las predicciones salen adelante solo con que tú creas que se cumplen, entonces valdría con que te cuente cualquier cosa, aunque sea una mentira bien calculada. Incluso una media verdad valdría. Llevo meses pensando… ¿Te miento? ¿Te confundo? ¿Me burlo de ti?

—Me fascina tu línea de pensamiento, Nora…

—Pero no quiero hacer nada de eso.

Siento que, por la forma en que ha dicho eso, todo ha cambiado. No sé expresarlo, pero noto como si el tiempo se hubiese detenido. Aunque tal vez no sea el tiempo… Tal vez es esta corriente de oscuridad que noto siempre que hablo con Nora. Todo se ha detenido. Nora ahora no emite nada. Creo que está preparada para contarme algo complicado para ella.

—¿Sabes que serás la segunda persona a la que le cuento esto?

—Ah… Gracias, supongo.

Me hubiese gustado contestar de una manera más sarcástica, como suelo hacer cuando no estoy embrujado por sus encantos, pero… Noto que no podría hacerlo con la Nora de ahora.

Está sonriendo, pero su mirada es más triste que nunca.

—No sé por qué te lo tengo que contar… Pero ya he decidido que tienes que ser la segunda persona en saberlo. Aunque sea algo que no va contigo… Aunque no entiendas mi dolor… —se queda callada, como si no quisiera seguir añadiendo cosas y decidiera ir directa al grano—. Odio a mi abuelo más que a nadie en todo el mundo.

—¿Más que a tu abuela?

—Odio a mi abuela, sí, pero… Por lo menos ella, a su manera, puede llegar a querer a los suyos de una forma… Bueno, retorcida, sí, pero… Válida. Podría llegar a hacer algo por mí si ve que lo necesito, y siempre que no interfiera con sus planes…

—No me quiero ni plantear cómo es tu abuelo si lo que me cuentas de tu abuela es lo bueno.

—Me contó hace poco lo que hizo por la versión de mí que se suicidó. No entiendo su retorcida forma de querer, pero puedo ver que, de algún modo, existe…

—Tuvo que ser difícil de escuchar… Yo todavía lo estoy asimilando —digo, recordando con un nudo en la garganta todo lo que pasó con Rojo cuando me enteré de la historia de Olivia y Gris.

—También creo que, ahora que mi abuela tiene una parte de mí, me puede llegar a entender mejor…

—Claro. Supongo. Pero oye, Nora… ¿No era de tu abuelo de quien me querías hablar?

—Sí.

—¿Y qué pasa con él? ¿No te quiere?

—Sí que me quiere.

—Pues explícamelo mejor, por favor.

—Sí que me quiere… Demasiado. Me quiere demasiado.

Me quedo callado. No me ha gustado nada, pero nada, como ha sonado eso.

—Por tu silencio, creo que lo has empezado a entender más rápido de lo que pensaba. Me alegro, porque no quiero entrar en detalles…

—Tu abuelo… ¿Él te…?

—No lo digas.

Freno un momento. Intento pensar mis palabras. Noto como si se me hubiesen congelado las venas.

—¿Desde cuándo…? —alcanzo a preguntar.

—¿Sabes? No sé cuándo empezó… Él fue plantando en mí la idea de que el tiempo que pasaba con él a solas era… La única formade pasar el tiempo juntos para nuestra relación. Al principio, claro, me lo creí. Él… Nunca hace demasiado, pero te convence para que no digas que no las pocas veces que…

—No.

Eso último lo he dicho sin pensar. Creo que necesitaba que Nora frenara un momento.

—Cuando ya adquieres cierta edad, tienes mayor capacidad para pedirle que pare. Aunque con alguien que da tanto miedo como él… No es fácil, ¿sabes? Pero un día lo hice. A los doce años lo hice…

—¿A los doce le pediste que parase…? Pero, entonces, desde cuándo…

—Al principio se negó. Pero dos años después conseguí un avance muy fuerte… Conseguí algo importante. Me dijo que ya era mayor para decidir si quería seguir o no, pero que me amaba por encima de todo. Que me amaba mucho más de lo que llegó a amar a su hija. A mi madre…

No sé si puedo seguir escuchando esto.

—Me dijo que estaba enamorado de mí, y que por eso quería respetar que yo no quisiera demostrar amor de esa manera.

Por favor. Que sea una de las mentiras de Nora. Que esté jugando conmigo. Por favor, que no sea verdad… Prefiero mil veces que se burle y me haga quedar como un idiota, que asumir que esto pueda ser real…

—Pero me convenció para llegar a un trato. Me convenció para que lo hiciéramos a su manera una vez al año. El día de su cumpleaños. Que, si yo respetaba esa condición, él me respetaría a mí, y todo estaría bien. Que era la mejor manera de respetarme, por el amor que siente por mí… Pero que yo, al mismo tiempo, demostrase que quería a mi abuelo y apreciaba ese gesto tan bonito que hizo por mí.

Lleva rato aguantando, pero ya no puede más. Está llorando. Nunca la había visto tan vulnerable… Esto es real. Lo que me está diciendo es verdad… Estoy seguro de que nunca llegaría tan lejos para fingir algo así. Si se burla, para mucho antes, o se le nota en la cara. No… Esto es real.

—No tenía que explicar tanto. No hacía falta. Me siento tan tonta diciéndolo en voz alta… —dice, sonriendo, pero llorando—. ¿Por qué te lo tenía que contar? ¿Por qué pone eso en tu calendario, Izan…? No se lo quería contar a nadie más… Decirlo en voz alta me hace quedar como alguien tan…

No puede acabar la frase. Yo no sé qué hacer. Está llorando, y yo estoy paralizado.

Conforme asimilo cada cosa que me ha contado… Conforme lo entiendo todo mejor… Empiezo a llorar. Lloro delante de Nora. No he podido soportarlo más.

—Izan…

Se me acerca. No puedo contestar. No puedo preguntar. No puedo hacer nada. Solo llorar.

—Gracias, Izan…

—¿Por qué…?

—Eres la segunda persona a la que decido contarle esto. Pero, por tu reacción… Eres la primera a la que le importa.

—¿La primera…?

—Sí. Así que, por tus lágrimas, Izan… Te doy las gracias. Eres la primera persona que llora por mí. Muchísimas gracias, de verdad.

Su forma de darme las gracias ha sonado con el tono de voz más precioso que le he escuchado nunca a Nora. Una voz suave, cristalina, un poco rota… Y, por encima de todo, honesta y pura.

—¿A quién no le importó…?

—No voy a decirte nada más por hoy, ¿vale? Quiero que esta conversación termine aquí. La predicción ya ha sido de sobras cumplida.

Nora se levanta del banco donde nos habíamos sentado.

—Me voy, ¿vale? —me acerca la mano y limpia una de mis lágrimas. Está sonriendo y todavía llora un poco, pero su forma de llorar, la de ahora… Ya no me parece de tristeza.

Se da la vuelta para irse, pero yo me levanto y le digo que se espere.

—No quiero hablar más, Izan… —dice, sin darse la vuelta.

—¿Cuándo es el cumpleaños de tu abuelo? Antes de eso… Tienes que pararlo. No vayas más. Dile que se acabó.

—No puedo —dice—. Perdón si te he hecho creer que es tan sencillo como eso… Pero no puedo hacerlo.

—¿Por qué? Dime por qué.

Nora levanta cuatro dedos. Sigue sin mirarme.

—Hay cuatro personas que me importan de verdad. Bueno… Si te digo la verdad, ahora son seis. Pero mi abuelo solo conoce a cuatro —Nora se gira hacia mí—. Cuatro personas a las que os podría pasar algo si me niego.

—¿”Nos” podría pasar algo…?

Nora sonríe y da media vuelta.

Se empieza a ir.

No tengo fuerzas para detenerla una segunda vez.

—Espera…

Digo en voz alta, tarde. Nadie me oye.

Se ha ido.

Algunas veces he pensado que no tengo que dejar que un pensamiento tan peligroso, como es la idea de querer matar a alguien, prospere demasiado. Si lo convierto en un deseo real, y no solo en un pensamiento rápido, entonces estaré decidiendo qué vidas pueden ser quitadas, y no creo que sea buena idea dejar un criterio así en mis manos. El caso de Olivia es claro, pero me prometí no volver a pensar nunca nada más así. Por eso, por mucho que los odie, no le deseo una muerte real a Lucas, Lucía o Enzo. Solo pensamientos fugaces. Pero… Si solo pudiera matar a una persona, por encima incluso de Olivia… Si solo pudiera elegir una única muerte en toda mi vida sin arrepentirme de mi decisión… Ese sería Salvador Santalla. No creo que esté en mi mano, pero, solo con que tenga una mínima oportunidad, tal vez gracias a mi calendario… Merece la pena intentarlo. Tengo que intentarlo.

Por encima de Olivia Sallares, la asesina de Rojo y una de las personas más peligrosas y asquerosas que existen… Por encima de cualquier otro criminal que conozca… Salvador Santalla tiene que morir.









26 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Comments


bottom of page