top of page

Domingo 15 de octubre de 2023

Joel Soler

Actualizado: 16 oct 2023


Capítulo 229

Me dan el mejor regalo

“Muchos regalos ya. No sé si merezco tanto.”



Me han felicitado varias personas por teléfono. Creo que nunca me habían felicitado tantas personas en mi cumpleaños, ni siquiera en mis tiempos de estudiante.

Todos los VDLS lo han hecho, sin falta. También algunas personas de mi antiguo trabajo, siendo Elías el que ha puesto más énfasis. Flora también me ha escrito una felicitación.

Entre las felicitaciones de los VDLS, llama la atención la de Dana, que ha terminado preguntándome si estaré en mi casa por la tarde. ¿Vendrá a hacerme una visita? ¿Me traerá un regalo?

Al mediodía, Lydia se autoinvita a comer y dice que se quedará a ver qué es eso del mejor regalo.

—Oye, lo del mejor regalo —dice, mientras mastica—, podría ser que tienes el honor de comer conmigo en tu cumpleaños, ¿no?

—No.

—Eres pérfido.

—Ya que te has invitado, podrías haber traído algo de postre, o para beber o algo así.

—¡Oye! ¿Has puesto ya mi figura en algún sitio?


Paso una tarde tranquila con Lydia mientras se mete conmigo y bromea sobre que el regalo es tenerla a ella como amiga. Alrededor de las seis, llaman a la puerta.

—¡El mejor regalo! —dice Lydia, con un grito susurrado.

—Eso espero —digo.

—Como sea Anna en ropa interior, me dará mucha vergüenza el momento en que me tenga que ir para dejaros solos —dice.

—¡Por favor! —grito, susurrando también.

Me asomo primero a la mirilla. Es un hábito que tengo desde el anterior edificio, por todas las personas que han llamado a mi puerta para hacerme daño o para hacerse los misteriosos.

Veo a Dana. Viene sola.

Abro la puerta.

—Hola, Izan. Felicidades otra vez.

—Ah, ¡Hola…! —estoy un poco desorientado en realidad—. ¿Qué haces aquí?

—Te traigo un regalo —dice.

Lydia se asoma por detrás de mi hombro. Los dos estamos muy perdidos.

Dana mira hacia las escaleras. Alguien está subiendo.

Creo que mi intuición se ha dado cuenta antes que yo, porque me he puesto muy nervioso, pero no he podido procesar lo que pasaba hasta que lo he tenido delante de mis ojos.

No. Incluso delante de mis ojos, sigo sin procesarlo. Me parece como si le estuviera pasando a otra persona, o como si fuese un error de mi cabeza, que no lo está entendiendo bien.

—Reacciona, Izan —dice la persona que tengo delante. La persona que ha venido con Dana.

—¡¿Frank?! —grita Lydia.

—Hola, Lydia. Creo que Izan se ha quedado en el sitio.

—Frank —digo, con la voz rota—. Frank… —repito, rompiendo a llorar esta vez.

Abrazo a Frank.

Estoy llorando.

No me gustaría verme desde fuera. Pero me da igual. Frank está aquí. Frank ha salido de la cárcel el día de mi cumpleaños.

—Ya estoy aquí —dice—. Gracias por mantenerte fuerte hasta este momento, como te pedí.

Esas palabras son más que suficiente para que la mitad de mis preocupaciones se borren por completo. Así es como lo siento ahora.

Lloro todavía más. Siento que hoy tengo todo el derecho del mundo a desmontarme, piensen lo que piensen los demás.


Nos sentamos los cuatro. Todavía no me lo creo.

—Salí antes de ayer —dice Frank—, pero pensé que sería buena idea aparecer como sorpresa para tu cumpleaños. Así aprovechaba y resolvía unas cosas con mi familia.

—¿Cómo es que has salido? —pregunta Lydia—. ¿Es definitivo?

—Depende —dice Dana—. Temo que esté permitido que Frank esté aquí porque empezará a salir en futuros calendarios, y por eso los S le estén dando ese privilegio.

—Sí… Son unos hijos de puta —dice Frank—. Pero, mientras esté aquí, pienso dar guerra.

—Espera, frena —dice Dana—. Ya lo hemos hablado. Hay que aflojar un poco con eso.

—Izan sabe a lo que me refiero. Voy a estar pendiente de cómo hacer lo que se tenga que hacer con esas predicciones.

—Izan, mira —dice Lydia, mirando el calendario—. Frank podría serte útil en ésta.

Señala la que pone que me pego con un tal Enzo. Pues sí. Reconforta saber que Frank está cerca en el caso de que me pegue con alguien. Así, si luego el tal Enzo quiere venganza o represalias por pegarme con él, me sentiré mucho más seguro.

Frank mira ahora las predicciones.

—Mira, te apuntarás al gimnasio. Eso es bueno. Te veo flojo, Izan. Te veo flojo. Tienes ya treinta y dos, tienes que mantenerte un poco más sano.

—Sí, jefe…

—No sé qué decirte de las demás predicciones. Las iremos abordando según vengan, si te parece bien. ¿Te parece bien?

—Me parece genial.

—Oye, Izan —dice Dana—. ¿Cuánta gente sabe lo del calendario? ¿Llevas la cuenta?

—Sí. A veces pienso en ello. Sin contar al grupo de Nora y Olivia, que son como tres personas o puede que bastantes más, lo saben otras diez personas, sin contarme a mí, claro.

—Joder —dice Frank—. No son pocas, no.

—¿Diez ya? —dice Lydia—. ¿De dónde sale tanta gente?

—Es que cinco son los VDLS —dice Dana—. Izan se lo ha contado a otras cinco personas.

—Sí… —digo—. Lydia, Frank, Alex, Liam y Anna.

—Ah, es verdad —dice Lydia—. Liam también lo sabe. Si reunimos a los diez podríamos hacer un equipazo.

—Pero, espera… —digo—. Es que, además de esos diez y del grupo de Nora, hay otra gente que sabe cosas y que no sé de qué palo van. Saúl, por ejemplo, sabe lo del calendario. No sé si el Saúl que ahora es mi casero, pero un Saúl lo sabe. Y, por su culpa, Aaron vio mi calendario, aunque él no entiende el contexto. Y, bueno… También está el contacto ese de internet. Salamander. Ese no sé qué quiere ni de dónde sale, pero sabe lo del calendario.

—La próxima vez —dice Dana—, te preguntaré quién no lo sabe. Será más rápido.

—La que no le gustaba que me hiciera el gracioso… —digo.

—Me comporto como tú en honor a tu cumpleaños —dice, con una sonrisa que hasta me ha parecido simpática.

Pasamos un buen rato de la tarde charlando. Luego, Dana se va, y me quedo con Lydia y Frank.

—¡Oye! —dice Lydia—. Me daba muchísimo corte preguntarlo delante de la abogada cañón, pero tengo una pregunta para ti, amigo Frank.

—¿Te daba corte algo? Te estás ablandando, Lydia. Te estás ablandando…

—Menos juzgarme y más contestar. Atiende, ¿estamos? A ver, cómo te pregunto esto… —Lydia tose para aclarar la garganta—. ¿Formas parte de un complot en el que uno de vuestros planes es conseguir que Izan tenga esta casa?

—¿Qué? —pregunta Frank, arqueando una ceja.

—Por favor… —digo, tapándome la cara.

—Cuando le ofreciste esta vivienda a Izan. ¿Lo hiciste conspirando con Dana y con el casero para que Izan viviera aquí sí o sí? ¿Te hiciste el tonto y ocultaste información?

—Espera, Lydia. Afloja. No sé qué entiendes tú por complot, pero estoy muy perdido. Si me hablas más tranquila, te contesto a lo que quieras. ¿Qué es lo que te preocupa exactamente? Dímelo como si fuera alguien que acaba de salir de la cárcel y todavía no está ni mínimamente ubicado, por favor.

—Vale, a ver —Lydia se pone un poco más erguida—. El día que le ofreciste a Izan información sobre esta casa… Fue todo muy raro. Tú dijiste que era algo que habías mirado para ti. En mi opinión, Frank, hubo cosas bastante raras. Cosas que me guardaré como armas secretas para que no moldees la respuesta, así que, dime… ¿Hubo algo oculto? ¿O de verdad ofreciste esa información de manera plana e inocente?

—Sigo sin saber qué es lo que buscas o cómo se puede dar esa información de manera “no inocente”, pero, si quieres saber lo que se me pasaba por la cabeza cuando le ofrecí eso a Izan, te diré que lo único que no mencioné es que me gustaría que viviera aquí por la posibilidad de mudarme yo con él si la segunda habitación seguía libre.

Los dos miramos a Frank con los ojos muy abiertos.

—Ah, hostia… —dice Lydia.

—¿De verdad? —digo.

—Por eso lo de las dos habitaciones —dice Lydia—. Eso explica alguna cosa, aunque no sé si todas… ¡Pero lo pensaré con calma en casa, porque me ha parecido demasiado bonita tu respuesta!

—Como tú veas. Perdón por no decirte nada, Izan. No era algo que se pudiera hablar por teléfono en esos momentos. Es solo una idea, nada más. Todavía estoy poniendo en orden algunas cosas de mi vida. Muchas cosas, Izan… Muchas cosas.

—Entonces… ¿Querrías vivir aquí más adelante? —pregunto.

—Solo si tú quieres. Si crees que voy a ser demasiado estricto con la limpieza y con tu tendencia a procrastinar, entenderé que no.

—¡Para nada! Entonces… La predicción del veintisiete… ¡Tú eres el que será mi compañero de piso! El mejor compañero de piso. No puede ser otro más que tú.

—Y solo porque no pone compañera —dice Lydia—. Pero estoy de acuerdo con eso.

—Pues si esa predicción va por mí, estaré encantado de desempeñar ese papel —dice Frank.

Y así es como termina mi cumpleaños. Mi regalo ha sido que Frank ha vuelto, y que, a lo mejor, podré vivir con él. Si antes sentía un miedo constante en mi anterior edificio, ahora que ya no vivo ahí y que viviré con Frank… Miedo es lo último que podría llegar a sentir.

Hoy me han dado el mejor regalo.







27 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Bình luận


bottom of page