Capítulo 292
Los S son horribles
“Me da mucho miedo cuando algo que ya sé, se convierte en predicción.
O sea, ¿van a ser más horribles todavía?”
La predicción comienza al salir del trabajo al mediodía. Recibo un mensaje de Olivia, que por supuesto tiene mi contacto. Es un mensaje que no me gusta nada de nada.
[Bruja asquerosa. 13:45]
Hola holaaaaa
Hoy hay cenita en mi casa por mi cumpleaños
Estás invitado con todo nuestro amor a venir a cenar con nosotros
Y cuando digo invitado digo OBLIGADO
JIJIJIJIJI
Mi marido pasará a buscarte con el coche a las 18:05 en la puerta de tu casa
Para que asistas también al evento previo
No le gusta que le hagan esperar, así que ya sabes
18:05
Ah, como te he avisado con poco tiempo, no hace falta que me traigas regalo
PERO ME CHIFLAN LOS BOMBONES Y EL CHOCOLATE NEGRO
Por si te animas
Jijiji
Qué asco. De verdad… Qué asco.
¿Qué es eso de que estoy invitado al cumpleaños de Olivia? ¿De qué habla? Yo no pienso ir a cenar con la familia Santalla Sallares solo porque su cumpleaños. ¿Es una broma? Tengo que escaquearme como sea.
Son las seis y cinco minutos de la tarde. Tal y como hemos acordado, ya estoy esperando a Salvador frente al portal, bien puntual. Lydia me ha intentado convencer de que no vaya, pero al final he sido yo mismo el que ha suplicado ir por miedo a lo que me puede pasar si no hago caso. En resumen: doy muchísima pena.
Estoy en el coche con Salvador Santalla. El que está conduciendo es, si no recuerdo mal, el hombre invisible. El que fingió ser un topo, pero que al final era parte de todo el paripé que acabó con la vida de los Abad y del auténtico topo. Salvador está sentado detrás, y me ha pedido que me siente a su lado. Huele a las naranjas de Martí.
—Ya te lo dije —dice—. Coincidiríamos un día más. Después de este, ya no tendremos que volver a vernos.
—Eso espero.
Quiero pensar que es como dice y que no tengo por qué cruzarme más con este hombre, pero hay algo que me chirría…
Nora dijo que el veintidós es la última predicción en la que sale Salvador, pero él dice que la última es hoy. Puede ser una predicción vinculada con él y no conmigo la del proyecto Esmeralda, pero las predicciones del calendario suelen tenerme a mí como testigo de alguna forma. Si no me pasa, al menos lo veo o me lo cuentan. Si Salvador sabe eso, entonces sabrá que tendré contacto, aunque sea indirecto, con él el día veintidós.
—¿Qué tal le va a Enzo? —pregunta.
—Se está recuperando, aunque podría perder la capacidad de hacer deporte o ejercicios complicados.
—No sentirás pena por alguien como Enzo, ¿no?
No contesto. No se merece mi respuesta, sea cual sea. No sé qué pensar de alguien como Enzo, tampoco.
Volviendo al proyecto Esmeralda, ¿por qué Salvador no lo tiene en cuenta?
Podría ser que sea algo que me tengan que contar sí o sí, en lo que yo no voy a estar presente. O podría ser que el propio Salvador no relacione ese proyecto con él. Sin embargo, Nora sí que lo relaciona. Qué extraño…
Después de un viaje muy incómodo en coche, llegamos a la residencia de los S. Una casa enorme, con jardín, mucha vigilancia y todo eso. Genial.
Veo que ha venido muchísima gente. Las caras de la mayoría son las mismas que la mía: la de preguntarse qué hacen aquí. ¿Todos han venido amenazados por Olivia?
Busco caras conocidas, deseando que no le haya hecho lo mismo que a mí a los VDLS, por ejemplo. Por suerte, no veo ni a Hugo ni a Estrella por el lugar, que eran los que más me preocupaban. Veo que está Lucía, que ha venido sin Flora, y también está Gris, que es el que menos me extraña.
Me acerco a él y los dos nos miramos con la misma expresión (lo que no es de extrañar). Estamos incómodos y cansados.
—No podíamos decir que no, ¿verdad? —pregunto.
—Yo casi lo hago, pero supuse que vendrías, y quería vigilar qué pasaba —dice.
—Mírala… Por ahí sale…
Olivia sale vestida como de gala, y finge ilusión al vernos a todos aquí. Se acerca uno por uno y nos da dos besos, incluso a mí. Menuda asquerosa…
Cuando ha terminado la ronda, se sube al escenario de la sala de actos y aparece con Salvador. Lo que me jode es que, si ha venido tanta gente, ¿por qué soy el único al que ha ido a buscar Salvador en persona? ¿Para recordarme el olor a las naranjas de mierda? De verdad…
Olivia da un discurso sobre lo bonito que ha sido este año, y cómo las personas que están aquí han contribuido a eso.
—Os queremos informar de una cosa —dice Olivia—. ¿Cuántos de aquí conocen mis proyectitos personales?
Nadie sabe muy bien cómo contestar a eso.
—Bueno, no importa —continúa—. Tengo muchos, y es normal que os sintáis abrumados. Pero debéis de saber que mi marido y yo queremos cambiar el funcionamiento del mundo. Queremos que el poder cambie de manos y que todo se vea diferente. Sabemos muy bien cómo será el futuro, porque lo hemos visto y lo hemos sufrido, y tenemos los medios para cambiar el presente y construir un futuro mejor.
—Como muchos sabrán —dice Salvador—, mi socio, Víctor Abad, ya no está con nosotros. Ahora soy yo el que controla todo el imperio, y quiero usar esa influencia para construir algo. Este es el momento en el que no hay que moverse de la foto, amigos. Los que estén aquí es porque pueden aportar algo a ese futuro… O porque mi señora se ha encaprichado con tenerlos por aquí en su cumpleaños, claro.
Los dos S se ríen. Son horribles.
—Por eso —dice Olivia—, el que no sepa de qué hablamos, que no se preocupe, que luego le daremos algo con lo que entretenerse. Y, los que sí lo sepan… Quiero comunicaros que pronto estaré preparada para utilizar un conjuro revolucionario. El mejor de todos. Un conjuro que servirá para controlar el destino y modificar la línea de tiempo hacia la dirección que nosotros queramos… Algo que, si se usa con cabeza, podrá ser el camino hacia un futuro maravilloso para todos los que ahora estemos juntos en esto. ¡La herramienta definitiva para que el poder cambie de manos!
¿De qué está hablando? Siento como si hablase de mi calendario, pero… ¿Por qué habla de ello así, delante de todo el mundo?
—¡Muchas gracias, Izan Robles! —dice, levantando una copa hacia mí. Todos se giran. Me muero de vergüenza y de miedo—. Gracias a ti, podremos construir un mundo maravilloso.
No quiero que diga eso. No quiero que me miren. Lucía me está mirando con muy mala cara. Los que no conozco están confusos. Dejad de mirarme, por favor. Basta ya…
—Cuando las cosas empiecen a marchar bien para todos… Sabed que ha sido gracias a él… Ji, ji, ji…
Después cambia de tema y se pone a hablar de mierdas de una empresa y de dinero. Ya no me miran más. Lucía me sigue mirando de tanto en tanto, pero ya me da igual.
Sacan cosas para comer, pero ni Gris ni yo nos atrevemos a tocar nada.
Olivia se acerca a nosotros.
—Mis Izans… ¿No habéis comido nada todavía?
Negamos con la cabeza, pero ni abrimos la boca.
—Hacéis bien. Luego cenaréis con nosotros… ¡Ji, ji, ji!
—¿Qué? —pregunto—. Ni de broma. ¿De qué hablas?
—¡Cuando la fiesta termine, cenaremos juntos en familia! Me ha apetecido, y hoy es mi cumpleaños y se hace lo que yo diga. Más de lo que ya es habitual.
Es frustrante. No podemos decir que no. ¿Por qué quiere que cenemos también? ¿No ha tenido bastante con humillarme en la fiesta?
Cuando todo termina y la gente empieza a irse, el hombre invisible nos hace una señal a Gris y a mí para que vayamos al patio trasero. Allí están Nora, Oliver y su madre preparando la mesa de la cena.
Nora y Oliver se giran hacia mí al oírme entrar en la zona. Por sus reacciones, ninguno se esperaba verme aquí.
—¿Qué haces aquí…? —pregunta Nora.
—¿Izan…? No entiendo… —dice Oliver.
La madre solo está temblando, como siempre que la veo. Mirando a ninguna parte.
—Vuestra abuela me ha obligado. Le hace ilusión que cene con vosotros en su cumpleaños.
—¿Por qué…? —pregunta Oliver—. ¡Nora! ¿Qué pasa?
—No tenías que haber venido… —dice Nora—. Tienes que alejarte de ellos todo lo que puedas…
—Son tus abuelos los que me obligan a estar con ellos, quiera o no —digo—. Si te sirve, tu abuelo me ha dicho que ya no se quiere cruzar más conmigo. Pero tu abuela parece que todavía quiere jugar un poco.
—¿Izan? ¿Nora? ¿Qué pasa con Izan y los abuelos…? —pregunta Oliver, perdido.
—¡Va, todos a la mesa! —grita Olivia, entrando con Salvador al patio trasero.
Al escuchar esto, la madre de Nora comienza a darse prisa en colocar todos los platos, y por poco no se le caen unos pocos.
Rafael y yo nos sentamos también.
La cena se basa en caras incómodas por parte de Nora, Oliver y su madre, en contraposición con las caras de miserables que se divierten a nuestra cosa de Salvador y Olivia.
Encima se están emborrachando y están hablando solos y sin ningún sentido.
Siento que podría ser un buen momento para matarlos… Por lo menos a Salvador… Su predicción final es la de hoy, aunque Nora diga que es el proyecto Esmeralda. ¿No podría hacer algo al respecto? Aunque, recordando lo que me dijo Hugo… El cuerpo de Salvador es casi invencible. No creo que pueda hacer nada. Pero tengo que pensar algo, y ahora, tan borracho como está…
Aunque, mirando de reojo, veo que tenemos a bastantes personas vigilando el lugar. La seguridad es increíble. Tiene gracia, a lo mejor se piensan que Rafael o yo mismo le podemos hacer algo a estos con nuestra fuerza sobrehumana, y traen a un montón de seguratas para protegerse de nuestra furia.
La madre de Nora, por su parte, lo está pasando muy mal. Parece que viva asustada. Oliver la intenta calmar de tanto en tanto, y ella a veces le sonríe. Nora, por su parte, está mirando hacia el suelo. No le gusta que yo esté aquí.
—Nora… —dice Olivia, con una sonrisa que da muchísimo miedo—. No quiero ver esa cara en mi cumpleaños. Ya lo sabes.
—Sí… Perdón, abuela —dice Nora, fingiendo una sonrisa agradable.
—Los cumpleaños son importantes para nosotros, Nora —dice Salvador—. Eso lo sabes mejor que nadie.
—Sí… Lo sé, abuelo.
Los cumpleaños… Salvador quiere que Nora y él, en su cumpleaños…
Es tan asqueroso. No puedo…
—Izan, tú igual —dice Olivia—. Sonríe en mi cumpleaños. Antes te he dejado muy bien delante de todo el mundo. Les he dicho que eres crucial para crear un mundo mejor. ¡Vaya halago! No seas maleducado y come con buena cara.
Oliver me mira, confuso. No creo que esperase que yo fuese alguien “crucial” para las mierdas de su abuela. Sin contexto, tiene que ser algo difícil de digerir…
Conforme se emborrachan más y más, dicen más cosas que creo que podrían considerarse inapropiadas.
—Nora, los genes de este no valen —dice Salvador—. Tú tienes que tener hijos con el otro. Además, míralo de viejo —dice, señalando a Rafael—. Son malos genes. Yo creo que, si tú y el de antes tenéis un hijo, con vuestros genes combinados… Será una descendencia preciosa.
—¡Oye, Izan! —grita Olivia, fingiendo el tono de una niña caprichosa—. Mañana no me quiero mover de casa. ¿Cómo vamos a cumplir la predicción si no me quiero mover de casa? ¿Eh? ¿Cómo hacemos?
La predicción de mañana indica que Olivia no me deja en paz. Si ella no sale de casa, supongo que me tendrá que molestar por teléfono o algo así.
—¡Ya sé! —grita—. Quédate a dormir, y mañana te molesto aquí en casita todo el día.
—¿Qué? No —digo.
—¿Vas a negarle el regalo a una pobre vieja cumpleañera? ¡Maleducado! ¡Y encima no me has traído bombones ni nada! ¡Eh, Izan Gris! Enséñale modales a tu yo rebelde.
—No creo que puedas negarte —dice Salvador—. ¿Sabes por qué?
—Porque me vais a amenazar o alguna mierda así… —digo.
—¡No! ¡Porque a ver cómo te vuelves si no te lleva en coche mi conductor! —Salvador ríe a carcajadas, y Olivia le sigue el juego.
—Yo puedo llevarlo a casa —dice Oliver.
—Oliver —dice Olivia—. Tú cállate, ¿vale? Tú prefieres estar callado. ¿A que prefieres estar callado?
—Sí —dice Nora, mirando a Olivia, pero cogiendo a su hermano de la mano—. Prefiere estar callado.
¿Qué ha pasado ahí?
Tal y como me imaginaba, Oliver está ocultando cosas para su familia. Los mareos, la situación de su madre… Él no quiere contar nada todavía, y su familia lo sabe. Le recuerdan que prefiere callar. ¿Es para que su madre no sepa algo? ¿Para que yo no sepa algo?
—Oye, yo me voy a dormir —dice Salvador—. Desde que me cargué a Víctor, tengo un montón de faena. ¿Te puedes creer que el Abad mayor trabajaba como un cabrón? ¡Y yo que pensaba que era el típico jefe que se tocaba los huevos por tener ya la posición asegurada!
Mientras camina, tambaleándose, se acerca a Nora.
—Oye, dame un besito de buenas noches.
Qué asco. Lo quiero matar aquí mismo. Lo quiero matar, pero no sé cómo hacerlo…
Nora le da un beso en la mejilla, y él la mira, sonriendo, y le acaricia la mejilla.
—Qué ganas de que llegue el viernes…
Nora está rota por dentro. Su cara es la de alguien que no quiere luchar más. Oliver y su madre están asustados. Y Olivia… Parece que por fin se ha puesto un poco más seria.
—Nora. Enséñale a Izan en qué habitación se quedará. La fiesta ha terminado. ¡A dormir todos!
Sin decir nada, Nora me hace una señal para que la siga. Al parecer tienen docenas de habitaciones de invitados.
Todo ha pasado tan rápido que no me ha dado tiempo de avisar a Lydia de que duermo fuera, ni de comprobar qué pasará con Gris. Tampoco he podido decirle nada a Oliver, que ha escuchado cosas relacionadas con el calendario, y seguro que tiene muchas preguntas.
Pero ahora, una vez más… Por quien siento lástima de verdad es por Nora. He visto lo que ha hecho su abuelo, y he visto cómo lo está pasando ella… Y no sé qué hacer.
Puede que me arrepienta, pero… Cuando Nora termina de explicarme dónde está cada cosa en la habitación, antes de que se marche… Le doy un abrazo. Sin dar más explicaciones ni decir nada más. Solo un abrazo largo y de corazón.
Nora está llorando en mi pecho.
Sin darme cuenta, terminamos tumbados en la cama. Pero no pasa nada entre nosotros. Solo nos mantenemos abrazados. Nada más. Ni una palabra en toda la noche, ni ningún otro gesto. Solo un largo y sincero abrazo de dos personas que están al límite por culpa de los mismos monstruos, y que necesitan algo como esto para no dejarse caer al vacío.

Comments