Capítulo 293
Olivia no me deja en paz
“Me he despertado en el infierno.”
Me dormí con Nora en brazos. Hay personas que no avanzamos en la vida.
Saber que he amanecido en casa de los abuelos de Nora hace que me replantee si merece la pena vivir el tipo de vida que estoy viviendo.
Menos mal que en el trabajo sabían que estaba malo, y que a lo mejor no vendría hoy, porque me he despertado más tarde de lo que querría. Nora ya no está, pero, según mis ojos se acostumbran a la oscuridad de la habitación, me parece notar algo. Hay… ¿Alguien sentado en una silla? ¿Me está mirando?
—Eres lentito.
Pego un bote al escuchar la voz de Olivia en la oscuridad. Ella se levanta de golpe de la silla y se acerca muchísimo a mi cara.
—Déjame en paz… Aparta… —digo, todavía con la voz ronca y sin despejar.
—¿No te parece que hay que cumplir la predicción de hoy? —dice, mientras sube a la cama conmigo.
—¡Fuera!
—Me estás echando de una cama que es de mi propiedad. Eres muy maleducado. Tendré que hacerte de mi propiedad también…
Aparto a Olivia de un manotazo y salto fuera de la cama. Me acosté vestido, así que no voy a tener problemas con eso. Solo tengo que coger el móvil, las zapatillas y la chaqueta.
… Vale. Olivia lleva mi chaqueta puesta. No lo había visto. Está enferma.
—¿Me queda bien? Yo la llevo con más gracia… Ji, ji, ji…
—Dame eso.
—No, no, no… —dice, canturreando.
—Que me des eso —digo, intentando quitarle mi chaqueta a la fuerza.
—¡Me haces daño! Solo soy una viejecita, me vas a romper los huesos si sigues así.
Una viejecita, dice… Eres alguien que merece dejar de existir.
Si no me equivoco, Nora confirmó que, en enero y febrero, su abuela no aparece más en el calendario. Y este mes, la última predicción que la nombra es esta…
Según Nora, el Proyecto Esmeralda es la auténtica última predicción de Olivia, pero, ¿por qué me tengo que creer yo eso? Yo tengo margen de maniobra… Si hago con Lydia o con quien sea algo llamado “Proyecto Esmeralda”, y lo llevamos a cabo ese día, entonces Olivia no tiene por qué salir más en el calendario. Y como hoy ya me ha molestado lo suficiente como para creerme la predicción, podríamos decir que desde este mismo instante ya no saldrá nunca más.
Si no aprovecho esta oportunidad, a saber qué le hará a Hugo… A saber qué me hará a mí…
A saber cuándo tendré una oportunidad mejor para matarla…
—Izan… —dice, sonriendo—. Te ha cambiado la cara… Y la energía… Ji, ji, ji…
No digo nada. Solo me acerco a ella poco a poco, sin dejar de mirarla a los ojos en mitad de la oscuridad.
—¿Sabes lo que es el Proyecto Esmeralda? —dice.
—No me importa.
—Sin embargo, es mi última predicción en el calendario… Tendrás que esperar a ese momento. No seas tramposillo.
—Puedo armar mi propio Proyecto Esmeralda. No te preocupes por eso, Olivia. El día veintidós, la predicción se cumplirá.
—Creo que te gustaría saber qué es ese Proyecto Esmeralda antes de hacer ninguna locura…
—No. Hay algo que quiero muchísimo más.
—¿Matarme? ¿Eso harás ahora?
No sé cómo hacerlo. Lo he imaginado tantas veces… Y, ahora que la tengo delante, no sé cómo hacerlo.
De una manera torpe, uso las dos manos para agarrarla del cuello y apretar con fuerza.
—¿Me asfixiarás…? —dice, riendo y tosiendo—. Tengo un cuerpo frágil, a lo mejor puedes hacerlo.
Aprieto con fuerza. Puedo matarla. Puedo hacerlo. Si Olivia desaparece ahora, se acabará uno de los problemas más peligrosos que han podido existir.
Si la mato, todo acabará.
—Estás muy sexy, Izan… Aprieta un poco más fuerte.
—Cállate…
—Pero sigo respirando. ¿Te tiemblan las manitas?
—Te tengo que matar…
—¿Sí? Y… ¿Por qué sigo viva?
No puedo. Me flaquean las fuerzas. No me veo capaz de seguir apretando hasta matar. ¿Por qué? Si lo tenía muy claro…
—¿Seguro que no te arrepentirás? Ji, ji, ji…
Aprieto con fuerza. Lo intento de verdad, pero mis manos no responden todo lo que me gustarían.
—¡No puedo! —grito.
—Pobrecito Izan… —dice, y aparta mis manos de su cuello.
… Soy un fracaso. No he podido hacer algo para lo que llevo tiempo preparándome. Este momento era perfecto. Nadie nos ve, y tardarían en darse cuenta.
Aunque Salvador acabaría sabiendo que yo he hecho esto, y vendría a por mí.
Sin Olivia conteniendo a su marido y diciéndole que todavía no puedo morir porque lo dice el calendario, él no tendría reparos en destrozarme o quitarme la vida del todo.
No sé si es una excusa o si lo he hecho por eso inconscientemente, pero creo que no es prudente matar primero a Olivia, existiendo Salvador.
Decido irme de la habitación, aunque sea sin la chaqueta. Intento salir fuera de la casa. Tengo el móvil, así que puedo mirar el camino de vuelta. Volveré a pie.
Salgo de la casa, pero Olivia me persigue. Está gritando, y eso hace que varios guardias decidan unirse a mi persecución.
—¡Vas a pasar conmigo todo el día! —dice Olivia—. Me tienes que compensar por el sustito que me acabas de dar. ¡Y por no traerme chocolate en mi cumpleaños!
—¡Déjame en paz!
—¿Sabes lo lejos que está el centro desde aquí? ¡No hay autobuses ni nada! Venga, deja de hacer el tonto, que por la tarde te llevaremos a casa.
—¡No!
Intento ser más rápido que los seguratas, pero me alcanzarán dentro de nada.
Es humillante. No puedo hacer nada contra Olivia y su gente. Incluso teniendo oportunidades… No puedo hacer nada de nada.
Estamos en mitad de ninguna parte, y, en el horizonte, veo que se acerca un coche hacia mí. ¿Más gente que trabaja para los S? No puedo con tanto…
Los guardias se acercan a mí, y el coche también. Olivia, por detrás, se ríe.
Cuando el coche llega a mi zona, pasa de largo a una velocidad preocupante. Pensaba que me iba a atropellar.
Al girarme, veo que el coche se lanza a por los seguratas y a por Olivia, como si los quisiera atropellar a ellos.
—¡¿Qué es esto?! —grita Olivia.
Yo me quedo paralizado por un momento, pero reacciono rápido (para ser yo) y aprovecho para salir corriendo.
El coche está intentando confundir con sus movimientos a Olivia y sus seguratas. No los está atropellando, pero casi.
Después de algunas vueltas, el coche se dirige hacia mí y se detiene a mi lado, un poco por delante de mí. El conductor abre la puerta del copiloto para que entre.
Me giro hacia el grupo de Olivia y veo que se están recomponiendo y que vienen hacia nosotros. Han sacado pistolas. Si me subo al coche, tiene que ser ya.
Sin pensarlo dos veces ni comprobar quién está dentro, subo al coche y cierro la puerta. El conductor acelera y se empiezan a escuchar los disparos.
Yo estoy con los ojos cerrados y con las manos en la cabeza, esperando a que ninguna bala nos impacte.
Después de algunos acelerones, ya no escucho los disparos.
—Buenísimo… —dice el conductor—. Menos mal que no nos han dado, porque el coche es de alquiler.
Es una voz que conozco muy bien, pero que no me puedo creer que esté aquí…
Me giro hacia él.
—¿Cómo puede ser que estés tú aquí…? —digo.
Alex me frota la cabeza mientras sigue conduciendo.
—¿Sabes lo bueno de tener el calendario? Que uno puede planificar las apariciones heroicas. Me pilló mal la del héroe que te salvó de morir ahogado, pero cuando supuse que Olivia te atraparía, dije: esta no me la pierdo.
—¿En serio…? ¿Cuándo volviste?
—El sábado. Y el domingo, Lydia me confirmó que no volviste a casa. Supusimos que Olivia te había atrapado en sus dominios y que hoy te seguiría torturando.
—Pero, a ver… ¿Cómo has encontrado la casa? ¿Y qué ibas a hacer si yo no aparecía en la calle huyendo?
—Eso es lo peor. He tenido que prometerle a Nora un patinete nuevo y decirle que nos olvidamos de lo de la bici, para que me diga dónde viven sus abuelos y para que me ayude a burlar a la seguridad, pero resulta que no ha hecho falta lo segundo, así que ahora me arrepiento un poco de haberle hablado. Me ha sorprendido que accediese a ayudarme. Seguro que estaba deseando sacarte de ahí. Aunque la sigo odiando, le voy a conceder esa pequeña lucecita cuando se trata de su familia mezclándose contigo.
—Alex… Es que, estoy flipando.
—Dime que soy tu héroe.
—Lo eres.
—La frase completa, por favor.
—Eres mi héroe, Alex.
Él sonríe, satisfecho.
—Perfecto —dice—. Pues, ahora, a rezar para que no tengamos consecuencias demasiado alarmantes.
—Madre mía… No tengo un momento de respiro.
Volvemos a casa. Alex se va a devolver el coche de alquiler y me deja a mí frente al portal.
Con todo el lío, no he pensado en qué ha pasado con Gris. Le escribo un mensaje, pero no está en línea desde ayer al mediodía.
Al llegar a casa, Lydia, y también Frank, me están esperando. Al parecer, cuando le dijeron que no había vuelto a casa, vino corriendo para esperarme.
Lo explico todo, incluso mi intento de asesinato a Olivia.
Alex llega poco después.
Cuando los tres me están animando, mis rodillas empiezan a fallar. Frank me sujeta, y entre los tres me ayudan a ir a la cama. No sé qué más ocurre en todo el día, porque estoy cansadísimo.
No me llego a dormir. Todavía es pronto para eso, y no es sueño lo que tengo. Pero no me puedo mover. Estoy asustado. Siento que solo puedo mirar al techo en la seguridad de mi cama, y que temo hacer o decir nada, porque todo se romperá.
Pienso en formas de matar a Salvador y a Olivia, pero me pregunto… ¿Para qué? Ya me he demostrado lo inútil que soy. No he sido capaz de hacerlo, y tampoco he sido capaz de llevarme a Gris conmigo de aquel sitio. ¿Por qué me creo que yo puedo hacer algo? No puedo…
Son muchas cosas… No puedo seguir así.
Lo mejor que puedo hacer es esperar a que llegue el Proyecto Esmeralda… Y, después de eso, sabré si de verdad tengo alguna oportunidad de hacer algo, o si ya la he cagado para siempre por perder una oportunidad como la de hoy.
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