Capítulo 124 No me puedo concentrar
“Ah, genial. La fecha límite para entregarle todo a Ignacio es hoy, y la predicción
dice que no me podré concentrar en acabarlo. Se ha quedado un buen domingo.”
Aunque los domingos son días de jugar, hoy no me puedo permitir esa opción. Tengo que acabar toda la faena que me llevé a casa para tener las vacaciones anticipadas. Aceptar eso fue uno de los errores más tontos que he cometido en muchísimo tiempo. Y encima me van a despedir igual… Espérate que no me despidan por culpa de esto mismo.
La predicción no miente: no me puedo concentrar.
Intento trabajar y no moverme de delante de la pantalla, pero mi cabeza se va a otros lugares todo el tiempo.
En lo que más pienso es en las predicciones de julio. Las he mirado unas cuantas veces, sí, pero no las he procesado como es debido. A lo mejor si lo hago ahora y me lo quito de la cabeza, podré trabajar mejor.
Después del día en que metan a Frank otra vez en prisión, resulta que Lydia me golpeará. Luego de eso, por lo visto exploto y me como dos días con lo mismo. Es rarísimo eso. No puedo más, digo. Así en grande y subrayado. O bueno, eso dice mi letra.
Veo algunas cosas extrañas, como que atrapo a Lucía, que no puedo mirar a Anna a la cara o que tomo algo con un sintecho.
Me alivia un poco ver que Eric me llamará. Espero que de forma amistosa, y no para decirme algo tipo: oye, ya que hace tiempo que no nos vemos, te llamo para tener la oportunidad de cagarme en tus muertos.
No descartemos eso último muy rápido…
Veo que Anna y Oliver todavía querrán hablar conmigo, porque vienen un día a mi casa. Un sábado, claro. Otro día que no voy a ir al mercado. Bueno, es que después del paseo fracasado por el mercado que haré el sábado que viene… En fin.
Es llamativo ver como voy a conocer a una chica interesante. ¿Podría ser una buena oportunidad para oxigenar un poco mis relaciones corrompidas por Nora, por el calendario y por mi propia inutilidad?
Esa chica debe ser la tal Aurora que no sé quién es, pero con la que se supone que tontearé el día diecisiete. ¿Pero entonces ya me he rendido con Abril?
Hay un día más adelante donde pone que salgo con los de abajo y luego tengo resaca monstruosa. Se supone que yo no bebo casi nunca… ¿Tan mal estaré?
Bueno, y para finales de mes, lo que me tiene más inquieto de todo…
Las predicciones giran en torno a que me despedirán muy pocos días después de volver, pero que, por el camino, de alguna forma incomprensible, me haré amigo de Hugo y de Dana. De dos personas que odio y que me odian. ¿Qué sentido tiene? Y lo de Dana podría ser un comentario irónico por cómo está escrito, pero es que con Hugo es más reiterativo. ¡Incluso pone que le quiero ayudar como sea! ¿Qué sentido tiene?
No me funciona la cabeza. No puedo dedicarme a pensar. Siento que solo lo podría hacer si lo comentara con Lydia. Ya la he desbloqueado, pero no me atrevo a decirle nada.
Se supone que me tengo que concentrar en el trabajo, y ya he mirado lo del calendario, pero ahora tengo otro pensamiento en la cabeza: si Frank vuelve a la cárcel mañana, yo tengo que poder despedirme hoy de él.
Lo llamo. No parece muy receptivo conmigo, pero intento que hablemos del calendario y de cualquier cosa. Quiero tener la oportunidad de tener una última charla con él.
No sacamos gran cosa del calendario, ni tampoco sobre su vuelta a prisión. No sabe por qué será.
—¿Tú crees que será por culpa de Nora…? —le digo.
—¿De Nora? ¿Por qué lo dices? Te ha dicho que le pregunté eso mismo, ¿verdad?
—Bueno, sí… Y os escuché cuando saliste de su casa. Yo estaba poniendo la oreja, si te soy sincero.
—Joder, Izan… Pues mira, sí, lo pensé. Pero vete a saber. Ella solo se descojonó de mí como quiso y se puso a soltar su mierda. Me aburrí y me fui. Pero como me medio amenazó, le dije que tendría a mi abogada detrás de ella si sospechaba cualquier cosa.
—Ya veo… Yo no sé si Nora sería capaz de hacer algo así y burlarse de ello abiertamente. Quiero decir que tal vez lo haría… Pero más a escondidas, ¿no?
—Tú hablas de la Nora que conociste. Bueno, no, de la Nora que percibes, que es todavía más santa. Pero la Nora de ahora, Izan, escucha bien, es la Nora de siempre, solo que con muchísima información privilegiada gracias a los putos calendarios. Tiene hojas de esas de vete a saber cuántos meses que vienen después de julio. Si se cree invencible porque ha visto alguna predicción que la protege, te aseguro que hará lo que le dé la gana.
Charlamos un rato más. Se nota que la conversación está algo estancada. No nos podemos quitar de la cabeza que la predicción de mañana será inevitable y que no sabemos por dónde vendrá.
Terminamos de hablar y vuelvo corriendo a mi escritorio. Ya es de noche, y tengo que terminar la faena. Ignacio se lo tiene que encontrar hecho mañana a primera hora.
Decido no dormir hasta terminarlo. Gracias a que ya no me queda otra, consigo concentrarme un poco más. Al final, lo termino a las cinco y poco de la mañana. Creo que ha salido una chapuza, pero por lo menos he cumplido la fecha. Lo malo es que sabrá a qué hora se lo he enviado y, con eso, sabrá que lo he hecho al último momento y muriéndome de sueño. Si encima es una chapuza, no le costará relacionar todo eso. En otras palabras, ya estoy haciendo méritos para que me despidan.
Pero los problemas de uno en uno, que mañana pierdo a uno de mis mejores amigos y, poco después de eso, mi otra mejor amiga me pegará.
Que empiecen mis vacaciones.
Comments