top of page

Domingo 8 de octubre de 2023

Joel Soler

Actualizado: 9 oct 2023


Capítulo 222

Diamond Glass y sorpresa

“No sé si tengo cuerpo para cócteles y sorpresas, pero a lo mejor me sienta bien.”



Hoy toca un día completo. He quedado a las doce y media del mediodía para lo del piso. Como madrugo, paso parte de la mañana con Liam charlando y jugando un poco más. Aprovecho para preguntarle qué es lo que pasó con Jordi hace poco, pero no parece tener mucha idea.

—Yo no entiendo al pavo ese. Se pone a hablarme raro, me provoca, la tiene tomada conmigo. ¡Yo ni sé quién es!

—¿Seguro? A lo mejor te has olvidado de él.

—Vete a saber. Aunque no te creas que conozco yo a mucha gente. Bueno, en persona, quiero decir.

—Eso es verdad… —digo, rascándome la barbilla—. A lo mejor te ha confundido con alguien.

—O a lo mejor se le va mucho la cabeza. ¿No pone nada en tu calendario sobre si me vuelve a atacar?

—No, parece que no.

—Pues más le vale que no vuelva a molestarme.

Me entretengo un poco y llego al sitio a las doce cuarenta y cinco. Allí me recibe una mujer de mi edad o un poco mayor, creo. Bastante seria, con la vista cansada. Gafas, pelo recogido… Dice que se llama Daria.

—Perdón… ¿No era un chico el dueño del piso? —digo.

—Mi hermano. Se ha tenido que ir.

Ah. Mierda. Esto es porque he llegado tarde. Ya estoy dando mala impresión.

Me pongo de acuerdo con Daria en el tema de los precios y los plazos. Parece que me lo está dejando bastante bien, lo que no sé si me alegra, o si refuerza la teoría de Lydia de que aquí está pasando algo rarísimo. Pero fue Frank el que empezó esto… El que me recomendó este sitio… No creo que fuese una jugada de alguien que me quiera hacer daño, ¿no? A menos que Olivia tenga un hechizo loco para cambiar de voz, y fuera con ella con quien hablase. No creo… ¿No?

Me parece que tengo que preguntarle a Estrella sobre esa posibilidad…

Después de acordarlo todo, me confirma que tendré disponible el piso mañana mismo, a partir de la tarde. Me ha dado ya una copia de las llaves y todo. Hemos firmado cosas, que tal vez me tendría que haber leído bien, pero no sé, porque si el calendario dice que me voy a mudar… Pues supongo que ya no será en otro sitio, ¿no?

Al volver a casa, llamo a Espino por instinto, pero nunca me acuerdo de que estos días no está viviendo conmigo. Maldita Lucía… Te odio. No te imaginas cuánto te odio.

Por la tarde he quedado con Eric. Lydia nos pregunta si puede venir con nosotros, porque hace tiempo que no se ven, salvo alguna vez en el mercado, pero que ahí parece una sola persona con Iris, y no termina de ser lo mismo.

Eric acepta y los tres vamos al Diamond Glass a eso de las ocho.

—Que sepas que Iris está molesta porque no la felicitaste en su cumpleaños —me dice Eric.

—¿Iris? Mierda. ¿Cuándo era? Soy horrible para esto.

—El veintiocho del mes pasado.

—Lo celebramos el sábado pasado —dice Lydia.

—¿Por qué no me enteré de eso?

—Te avisé —dice Lydia, dándome palmaditas suaves y compasivas en la espalda—, pero… Bueno, te estabas recuperando de las quemaduras, tuviste el encontronazo con Lucía… Ya sabes.

—Ah… Mierda —digo, y no quiero ni pensar en qué otras predicciones había esos días—. Me disculparé con ella en cuanto la vea.

—Iris tiene un tipo de rencor muy concreto —dice Eric—. No afectará a vuestra relación, pero guardará la ofensa para devolvértelo de una manera suave y justa.

—Míralo… —dice Lydia—. A mí, qué quieres que te diga… Eso me ha sonado a enamorado perdido.

Eric mira mal, de reojo, a Lydia. Muy serio.

—No tenía que haberle dicho a Izan que podías venir… —dice, defendiéndose de los manotazos de Lydia como puede.

—Hombre, hubiese estado feo —dice ella.

Cuando llegamos al Diamond Glass (que no veas cómo lo echaba de menos), Eric dice que todavía tiene que venir una persona más.

—¿Iris? —dice Lydia—. ¿La has enganchado a venir a este tipo de sitios? No me la corrompas, por favor te lo pido. Iris es tranquila y pura.

—Sí, bueno… —dice Eric.

—¡Eh! —grita Lydia—. Cuidado con lo que dices. Si vas a decirme guarradas, o me tapo los oídos, o te ejecuto para garantizar tu silencio. Lo que sea más rápido.

—Lo de los oídos está bien —dice Eric.

—¿Quién más viene? —digo yo, intentando encauzar la conversación.

—Pues… Lo tienes justo detrás —dice Eric, sonriendo.

Antes de poder girarme, alguien a mi espalda me agarra los hombros y me zarandea con una fuerza descomunal.

Al darme la vuelta, veo una cara que hacía muchísimo tiempo que no veía.

—¡Elías…! —digo, con los ojos muy abiertos. De verdad que no me lo esperaba.

Hace mucho que no hablo con él. Después de ayudarle a recuperar el trabajo, tras mi despido (sacrificio, mejor dicho), creo que intentó compensarme y hacer más amistad conmigo, pero admito que lo ignoraba bastante. El único motivo es que no me daba la cabeza. Siempre he tenido en mente lo de quedar con él un día para tomar algo, pero nunca lo he priorizado. También se me hace raro tomar copas con alguien bastante mayor que yo sin que nos unan más historias que aquella del trabajo.

Pese a todo, me ha hecho ilusión verlo hoy.

—El héroe de la empresa —dice Elías—. El que le cortó la cabeza al peor jefe que todos hemos visto.

—Amén —dice Eric, levantando la copa con solemnidad.

Lo que hice por Elías fue del todo desinteresado. Nunca me pareció justo su despido, y, ya que yo iba a caer, y que desempeñábamos las mismas tareas, no se me ocurrió otra cosa mejor que, por lo menos, garantizar que mi puesto fuese cubierto por él.

La conversación se anima pronto. Elías es de esas personas que se vuelven divertidas y un poco brutas bebiendo. Lydia está encantada, porque es del mismo estilo.

Se dedican a contarme anécdotas del trabajo. Cosas como el papel de Victoria como jefa o el cambio que están notando en Hugo.

—¡Calla, calla! —dice Elías—. ¿Eric no te lo ha contado?

—Lo de Hugo el defensor, ¿no? —pregunta Eric.

—Lo cuento yo, que tú lo cuentas sin darle la importancia que tiene —dice Elías, abanicando con su mano la presencia de Eric para que retroceda.

—Pero si nunca lo he contado…

—¡Por eso! Calla y escucha. Izan, mira. El otro día un capullo dijo una cosa mala sobre ti. Una tontería, ni me acuerdo de lo que era… Yo qué sé, tipo… Izan el que se dormía, o que parecía atontado o algo así. No sé.

—Ah, qué bonito… —digo—. ¿Quién fue?

—Ni lo conozco, ni lo quiero conocer. A ti se te respeta —dice Elías, golpeando la mesa.

—Era uno del departamento de control de calidad —dice Eric—. Nunca interactuamos con él, pero a veces se hace el gracioso. No debió estar el día en que todos te aplaudimos por expulsar a Ignacio.

—Eso, uno del departamento ese donde no hacen ni mierdas —dice Elías—. Pues dijo eso en un momento de descanso donde estábamos muchos reunidos. Te juro que yo mismo le iba a decir a ese cabrón que se lavase la boca antes de hablar así de ti, pero tu defensor número uno fue más rápido que yo.

—¿Hugo me defendió?

—¡Hugo saltó super nervioso a decirle al vago ese de todo! Le dijo cosas como “¿qué te crees que dices sobre Izan? ¿Lo conocías? No, no lo conocías, así que te callas o tendremos un problema.”

—Yo aluciné… —dice Eric, y da un trago a su copa mientras mira al horizonte.

—Todos sabíamos que te llevabas mal con Hugo. Que hasta te pegabas con él —dice Elías—. ¿Qué le has dado para que sea tu defensor número uno? Ahora me da hasta vergüenza que Hugo te haya defendido mejor que yo, cuando yo te debo la vida, Izan. ¡La vida!

—No voy a decir que me sorprenda —digo—. Últimamente he quedado con él y nos hemos hecho amigos.

—¡Pero bueno! —dice Elías.

—¡Oye! —dice Eric casi al mismo tiempo.

Al principio no he entendido que viesen algo malo en mi respuesta, pero enseguida me hacen entender que se han ofendido porque con Hugo sí que quedo y, en cambio, a ellos les he ido dando largas. La verdad es que está bastante feo por mi parte.

Para hacerme entender un poco mejor, les cuento por encima lo de Oliver, lo que hace que se queden todavía más alucinados.

—Eres un héroe, lo que yo te diga —dice Elías, dándome palmadas en la espalda.

—Es la naturaleza de Izan —dice Lydia—. El héroe torpe que parece que resuelve las cosas de chiripa, pero que en realidad es más puto amo de lo que aparenta.

—Un brindis por la apariencia de héroe de chiripa de Izan —dice Eric, y todos brindamos, aunque no sé si me están halagando o si hay un poco de cada cosa en este brindis.

Un rato después, Elías me dice una cosa interesante.

—Escucha… Te daré más detalles cuando no esté borracho y me acuerde bien de lo que digo, porque ahora pensarás que me lo estoy inventando. Pero, escucha. Atiende. Estoy moviendo unos hilos.

—¿Sí? Está bien tener aficiones —digo.

—¡No me golpees con tu sarcasmo, que lo que te diré es bueno!

—Perdón, perdón.

—Cuando me quedé en la calle, intenté que me enchufaran en una empresa de publicidad de un conocido. No pudo ser, porque no había hueco, y al final pues no hizo falta porque recuperé el trabajo. Lo recuperé gracias a ti, héroe de chiripa —¿ese será mi nuevo mote ahora? — Lo que pasa es que les he dicho que me sigan avisando si hay una vacante, y que, en lugar de enchufarme a mí, que lo hagan contigo. Si te parece bien, claro.

—¿En serio?

—Sí. Oye, sin compromiso. Pero si lo necesitas, esa es mi forma de devolverte el favor. ¡Esa y también invitarte a la siguiente copa, coño!

—Ah… ¡Pues muchas gracias! No me lo esperaba.

—Es lo mínimo. Calla y bebe, anda. Ya te digo algo —le entra como hipo y le cuesta terminar las frases—. Ah, sí. Que me llamó mi contacto y me dijo que a finales de este mes a lo mejor se va uno. Si aguantas un poco, igual tienes curro para noviembre. Yo les hablaré bien de ti. Pero que no se enteren de que vas expulsando jefes, claro, que si no… A lo mejor eso no les gusta tanto, ¿no?

Lydia se ríe. Eric asiente ladeando la cabeza, como diciendo “obvio”.

Ha sido una sorpresa. Tanto la presencia de Elías como la propuesta que me ha hecho para agradecerme lo del trabajo. Me ha gustado, y puede ser lo que salve mi vida, porque, aunque disponga de una herencia dentro de poco… Mejor ir encontrando algo cuanto antes, o lo acabaré pagando.

Al salir, Lydia y Elías se adelantan y se ponen a hacer el tonto, a ver quién grita más, o quién gana en una pelea de empujones o algo así. No me queda muy claro.

Eric se acerca a mí para hablarme en privado.

—Oye, no quiero cortar el rollo, pero necesito preguntar… ¿Has vuelto a saber algo de tu supuesto amigo? Del que acosaba a Iris.

—Ah, hostia… Ya hace tiempo que no sé nada de eso. Lo último supongo que ya te lo contó Iris. Lo del pueblo de Anna, que nunca supimos si eran imaginaciones nuestras o no.

—Ya… Bueno, no pasa nada. Izan… Me prometes que si te enteras de algo me lo dirás, ¿no?

—Claro que sí.

—¿Aunque resulte que sí que es amigo tuyo y quieras proteger a esa persona?

—Pues… ¡Claro! Si lo hizo mal, tiene que pagar, y si hay una explicación mejor, puedo mediar entre vosotros. Si se da lo segundo, te pediré que seas abierto.

—Bueno, bueno… Con este tipo de gente, habrá que ver cuál es la explicación.

—Ya… Bueno. Si me entero de algo, te digo. Y lo mismo por tu parte, que quiero saber quién es.

—Hecho.

Nos damos la mano. El resto de la noche lo pasamos haciendo el tonto. Me lo paso bien.

No nos vamos muy tarde, ya que todos trabajan mañana. Menos yo, claro.

Me voy a la cama con el corazón algo más en calma que la mayoría de estos últimos días. Ha sido muy buena idea salir hoy.








27 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Comments


bottom of page