top of page

Lunes 9 de octubre de 2023

Joel Soler

Actualizado: 10 oct 2023


Capítulo 223


Me despido de Flora

“Es una de las cosas que más pena me da de mi decisión…”



Por la mañana, aprovechando hasta el último instante en este edificio, juego con Liam en su casa.

—Oye, hoy te despides de la niña del segundo, ¿no?

—Sí, eso dice el calendario.

—¿Y no tendrías que estar atento por si llama a la puerta de tu casa?

—Por la mañana debe de estar en el colegio. Supongo que nos veremos a primera hora de la tarde, porque a las seis he quedado con Hugo y con Rafael para que me ayuden con las primeras cosas de la mudanza.

—Hugo con el que te llevabas mal pero que al final le trajiste a su hijo y Rafael el señor de las quemaduras, ¿no?

—Esos. Se han ofrecido ellos mismos a ayudarme. A mí me daba vergüenza pedirlo, pero es verdad que no tenía ni idea de por dónde empezar.

—Oye, me estoy planteando mudarme a tu casa —dice Liam, con la mirada concentrada en el juego.

—¿Es porque me echarás de menos?

—Eso siempre. Pero lo digo porque, si el precio es más o menos el mismo, prefiero pagarte el alquiler a ti que pagárselo a tu ex.

—Ah, eso tiene sentido y me parece beneficioso. De primeras no veo motivos para decirte que no, porque así me ahorras el tener que buscar a un comprador o un inquilino.

—De puta madre. Quedamos en eso.

—Bueno, espera. Lo pensamos bien cuando dejemos de jugar, que ahora funcionamos a la mitad de nuestras capacidades.

—Al setenta y cinco diría yo, pero tú a lo tuyo.


Por la tarde, a eso de las cinco menos veinte, llaman a mi puerta. Todavía tengo fuertes sobresaltos cuando escucho ese timbre de mierda, pero son un poco más leves cuando me imagino que se trata de la persona de la predicción. En este caso, en efecto, es Flora.

—¡A ver, tú! ¿No ibas a decirme nada?

—Sí… Bueno… —digo, rascándome la cabeza, garantizando que se me vea como un tonto, quiera o no.

—Encima te vas porque mi madre te ha presionado. ¡Eso ha sido lo peor! A mi madre lo que hay que hacer es puto callarle la boca.

—En parte porque no quería tener problemas con tus padres es que no tuve la oportunidad de decirte nada. Pero no me iré demasiado lejos, y vendré de tanto en tanto al edificio.

—Eso es lo que se dice siempre, pero no sé para qué vas a venir.

—Para saludarte.

—¡Pero si te dan miedo mis padres! ¿Qué harás? ¿Llamarás al timbre y les pedirás si puedes pasar a ver una peli?

—No, no… Pero sí que es verdad que vendré aquí varias veces. No sé si sabes que soy el dueño de dos pisos ahora.

—¿En serio? Vaya… Esa sí que no la he visto venir.

—Por eso. Además, resulta que el nuevo, el de la mascarilla, era un amigo mío de internet, pero le daba vergüenza decírmelo. Ahora que ya hemos hablado las cosas, de tanto en tanto quedaremos.

—Vale… Pues entonces podremos aprovechar eso para charlar ni que sea cinco minutos —dice, visiblemente aliviada—. No es tan drama como me pensaba.

—Claro. No te preocupes. Oye, ¿cómo te has enterado de que me iba?

Flora resopla un poco.

—Mis padres, que son… En fin, me voy a callar. Se estaban burlando de ti, de que te ibas. Y yo me he enterado con esa conversación. Ha sido horrible.

—Son encantadores. Pero mira, paso. ¿Y cómo está la situación entre tú y ellos ahora?

—Ha mejorado un poco después de lo que pasó. Mi madre tiene miedo de que vuelvan a pasar ese tipo de cosas. A veces se enfada conmigo y me lleva la contraria, o me responde fatal, pero si veo que se pasa cuatro pueblos… —pone una sonrisa maliciosa.

—Así me gusta. Pon a la enemiga de los gatos en su sitio.

—Con mi padre lo que pasa es que no me dirige la palabra. Creo que le es más fácil ignorarme y mirarme con cara de odio que tratarme bien… Pero mira, es que ya ni me importa. Que haga lo que quiera con sus dramas.

—De verdad… Me caen fatal.

—Y a mí. A veces me dan pena y tal, en plan… Que se nota que son tontitos y que les ha superado la vida. Pero ojalá se lleven algún otro susto, que parece que es la única manera de que se comporten y aprendan alguna cosilla.

Después de hablar un poco más de sus padres, no tarda en preguntarme qué tal mi vida amorosa. No le puedo contar lo del olor, claro, pero sí que voy a ser sincero con la situación de las dos personas que han protagonizado eso en las últimas semanas.

—He tenido que distanciarme de Abril —digo—. Tuvimos muchos obstáculos y muchas cosas que nos impidieron comunicarnos bien. Encima… Bueno, empecé a conectar mucho más con otra.

—¡Con la del pañuelo! —dice Flora. Esta niña me da miedo.

—Sí… ¿Cómo sabes tú eso?

—¿No te lo dije? Esa pintaba pretendienta. Y tú en plan “¡No, no, que es una amiga! Me llamo Izan y no tengo ni idea de ligues, aunque los tenga delante.”

—Eres tan lista como cruel.

—Me lo dicen —me hace una especie de reverencia elegante cruzando un pie por detrás, fingiendo que sujeta una falda con elegancia, como si acabase de completar una exhibición de danza o algo así.

—Pues sí… Tuvimos muchas situaciones interesantes cuando viajé a su pueblo, y ha estado muchísimo conmigo en momentos complicados de mis últimos días. Hay como una conexión especial, como si todo viniera de otro tiempo o de otra vida… —casi se me escapa lo del olor, pero bueno, si lo dejo ahí, suena a que creo en el amor predestinado y todo eso.

—Pues nada, si Abril no quiere nada contigo, supongo que tendré que apoyar lo de Anna, que parece que está mucho más cercana, y también me cae bien.

—Sí… —bueno, o no. En realidad, es mucho más complejo de lo que aparenta, pero como para explicarlo—. Ojalá te hubiese podido contar más cosas. Hay decisiones complicadas, y tener la ayuda de una superdotada como tú no vendría nada mal.

—Pues lo que te digo siempre. No aprovechas el beneficio que supone tenerme como socia. Estás lentito, Izan.

Después de charlar un poco más, le digo que en un rato tengo que prepararme para comenzar la mudanza. Para despedirnos, me da un abrazo.

—Oye, tienes mi contacto, ¿vale? —dice—. Pídeme consejo cuando no sepas qué decidir o cuando no entiendas algo sobre relaciones humanas. O sobre lo que quieras. ¡Y avísame las veces que vengas por aquí! —eso último, aunque lo intenta ocultar, lo ha dicho conteniendo, creo, las ganas de llorar. Un poquito solo, pero me ha emocionado verla así.

—Muchas gracias por todo, Flora. Eres genial.

—¡Lo sé! Va, me voy, que nos ponemos sensibleros, y no es plan.

—Mucha suerte. Estamos en contacto.

Casi se va, pero, justo antes de hacerlo, se detiene en seco y se gira hacia mí.

—Oye… Asegúrate de que no le pasa nada a Lydia, por favor.

—¿A Lydia? ¿Por lo de…?

—Sí. Mis padres no saben nada, pero sabiendo que mi madre pudo darte órdenes sobre lo de Espino, asumo que el jefe de mi padre sí que lo sabe. No sé por qué no se lo ha dicho a mis padres, pero… Siento que está en peligro por culpa de la familia asquerosa que tengo. Si mis padres se enteran, yo intentaré contenerlos lo máximo posible. Pero si el jefe de mi padre está usando esto para tenerte en sus manos… Intenta asegurarte de que no pasa de ahí. De que no haces enfadar a alguien que podría castigarte con hacerle algo a Lydia…

—Sí… Entiendo. No te puedo dar detalles, pero… —digo, bajando mucho la voz—. Aunque suene raro, tengo a gente investigando eso —es una forma de decirle que estoy metido de lleno en toda esa trama sin contarle lo del calendario—. No me quedaré quieto con ese tema, así que no te preocupes. Pero, por favor, si tus padres se enteran, asegúrate de que no le hacen nada a Lydia.

—Por supuesto.

Flora y yo nos damos la mano como dos auténticos socios, pero, aunque intentamos hacer la escena un poco teatral, los dos estamos muertos de miedo con ese tema. No podemos hacer otra cosa que prevenir lo mejor que se pueda, pero… No es nada fácil.

Y… Se ha ido. Me da mucha pena despedirme de Flora así. Quiero pensar que tendrá un buen futuro con su actitud y su inteligencia, pero temo que no sea tan así por culpa de sus padres. Ojalá todo le vaya lo mejor posible. Ella y Raúl son los motivos por los que más me duele. Eso y que aquí tengo un piso pagado y no me tendría que preocupar de nada, pero bueno, con el alquiler supongo que tampoco tendré problema en el otro sitio. Tengo que asegurarme de que nadie me tima por el camino. A lo mejor le pido unos consejos a Dana y todo, por mi bien.

El resto del día lo pasamos haciendo los primeros pasos de la mudanza. Hugo ha traído una furgoneta que he alquilado para la ocasión. Sale más barato si ponemos nosotros el conductor. No podíamos conducir un camión, pero tampoco tengo tantas posesiones, y los muebles los dejaré aquí, ya que sigue siendo mi casa, y el piso al que voy está bastante amueblado por lo que he visto. No será una mudanza tan dura. Eso espero.







31 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Comentarios


bottom of page