top of page

Jueves 11 de enero de 2024

Joel Soler

Actualizado: 17 ene 2024


Capítulo 317


La verdad detrás de la máscara


“Suena peliculero. De hecho, por la forma en que está escrita, me viene una sensación tremenda de emoción que no termino de entender.”



    Por la mañana solo me dedico a trabajar y a tener una charla por teléfono la mar de pesada con mi madre, que cumple años hoy.

    Por la tarde es cuando recibo un mensaje de Salamander, diciéndome que quedemos a las seis en una cafetería muy cercana a la plaza donde Saúl y Frank discutieron hace poco.

    Para mí ya no es ningún misterio que Salamander son Frank y Saúl, pero siguen sin estar claras muchas cosas, como… ¿Por qué Frank hace esto? ¿Qué pasa con Saúl? ¿Cómo han conseguido el calendario? ¿Trabajan con alguien más? Bueno, y más cosas que seguro que ahora no me vienen a la cabeza…

    Otra cosa que me inquieta sobre la predicción de hoy es la forma en la que está escrita. No me cabe duda de que hace referencia a que me contarán la verdad sobre Salamander, ya que ese contacto usa una foto de un personaje enmascarado, pero… También me provoca otro tipo de sensación. Noto como una especie de emoción propia de alguien que es muy fan de algo. No sé definirlo, pero me entusiasma mucho pensar en esa frase.

    Además, me vienen a la cabeza dos personas cuando pienso en esto…

    Una no sé quién es, pero, si me esfuerzo un poco… Me puede venir un nombre a la cabeza.

    ¿Naylon? ¿Quién era Naylon?

    Ah, sí… Aquel nombre que me vino a la cabeza hace no mucho, pero que no sé de dónde sale. Se supone que nadie lo conoce…

    La otra persona que me viene a la cabeza es mucho más fácil de recordar, pero no sé por qué la relaciono tanto con esta predicción.

    Como está viviendo en esta casa, le pregunto.

    —Oye, Lydia. La predicción de hoy, quitando todo el tema de Salamander, Saúl y demás… ¿No te provoca algún tipo de reacción o sentimiento?

    —¿Qué? ¿Qué pregunta es esa?

    —Cuando pienso en esto, pienso en ti, y en el tal Naylon… Los tres muy emocionados con algo. Bueno, no sé si es eso, pero es lo más cerca que me puedo quedar de describir con palabras las sensaciones que tengo.

    —Pues… No sé qué decirte. Yo no tengo la hipersensibilidad que tienes tú para conectar con recuerdos que no son exactamente tuyos, así que… Lo siento. Pero ahora me has dejado con la duda, así que interrogas a golpes a Saúl, a Frank o a quien sea que aparezca en la cafetería esa.

    —¿No podemos ir nosotros? —dice Alex, que está sentado en el sofá, cotilleando nuestra conversación mientras finge que juega a un juego de móviles.

    —Mejor que no —digo—. Prefiero que me expliquen bien qué pasa, por ahora siguiendo sus normas. Si no me convencen, a la próxima haremos que sigan las mías, y entonces podréis estar.

    —¡Ese es mi Izan! —dice Alex.

    —Voy a ver cuál es esa verdad detrás de la máscara. Ahora vengo.

    —¡Vamos, Izan! ¡No te dejes mangonear! —grita Lydia.

    —¡Demuestra quién lleva aquí la chepa! —grita Alex—. Ah, por cierto, tengo que felicitar a tu madre. Así a lo mejor me gano unos puntos con ella y me tiene en cuenta si algún día se divorcia de tu padre…

    —¡Alex, por Dios! —grito.

    —Eres un asqueroso —dice Lydia.

    —Oye, oye, no perdamos el foco. ¡Vamos, Izan, a por ellos!

    Ignorando un poco las indirectas de Alex sobre querer ser mi padrastro, salgo de casa rumbo a la cafetería.

    Estoy un poco nervioso. Siento que me dirán algo que será difícil de asumir.

    Al llegar, de primeras, no hay ninguna sorpresa. Saúl y Frank me están esperando en una de las mesas. Hay una chica con ellos, que al principio no reconozco, hasta que consigo situarme.

    Es la amiga de Iris. Marina, si no me bailan los nombres.

    Frank es el único de los tres que se levanta al verme.

    —Izan… Toma asiento, por favor.

    Yo sigo con la mirada a Frank mientras nos sentamos. Él me pregunta si quiero pedir un café, una cerveza o qué. Yo no sé ni lo que digo. Los miro a los tres, uno detrás del otro.

    Por algún motivo, decido dirigirme en primer lugar a Marina. Supongo que es la que más me ha descolocado.

    —Eres la amiga de Iris —digo.

    —Sí. Me llamo Marina.

    —Eres a la que perseguí en aquel callejón porque Salamander me dijo que lo hiciera… Y, por culpa de eso, alguien grande me atacó. Asumo que fuiste tú, Frank… Que siempre que Saúl o Marina me han puesto una trampa y me ha atacado alguien grande por la espalda, eras tú… —lo siguiente lo digo con muchas dificultades, meditándolo con calma para creérmelo—. Incluso cuando me dormiste para llevarme con Olivia…

    Asimilar esto es algo que me ha dolido muchísimo. Aquel día, antes del Proyecto Esmeralda… Saúl apareció delante de mí, yo lo perseguí, y alguien fuerte me agarró por la espalda y me durmió. Aparecí en la celda de Olivia ese día. No me puedo creer que Frank fuera el que hizo aquello…

    —Todo tiene una explicación, Izan… Tranquilo —dice Frank.

    Yo vuelvo a mirar a Marina.

    —Tu amigo Saúl acosó a Iris. ¿Sabías eso?

    —Sí, lo sabía —dice ella. Es una chica muy tranquila.

    Al mirarla bien a la cara, veo que también fue la persona que apareció para el teatro aquel que hicieron Saúl y Frank para que yo sintiera asco por Saúl. Lo de comerse gatos o algo así. Ese día, una chica hizo de repartidora de provisiones, y Frank hizo de héroe que desenmascaró a Saúl. Todo era un teatro para que la predicción se cumpliera…

    —Izan, escucha —dice Frank—. Yo invito a lo que has pedido, ¿vale?

    Frank se cree que me puede amansar con eso. Yo lo único que quiero es que me expliquen todo cuanto antes.

    —Va. Quiero explicaciones concisas —digo.

    —Salamander somos cuatro personas —dice Saúl.

    —Saúl, espera… —dice Frank.

    —Izan ha pedido explicaciones concisas. Vamos a dárselas —dice Saúl, casi desafiante.

    —¿Quién es la cuarta persona? —pregunto—. ¿Y para qué ha sido todo esto?

    —Creamos a Salamander para tener un seguro —dice Saúl—. Necesitábamos todas las posiciones posibles para controlar las predicciones. También quería mantener una vía extra de comunicación contigo después de que dejases de fiarte de mí. Por eso aproveché varios puntos muertos del calendario y creé a Salamander como un hilo conductor.

    —¿Puntos muertos? —pregunto.

    —Como ya sabrás a estas alturas… Existió una versión de la historia diferente a esta. La versión en la que te enamoraste de Anna, o en la que yo te salvé la vida en aquel río.

    —Sí… Sé que existe eso, aunque no lo comprendo. No tiene nada que ver con los viajes de Rojo y de Gris.

    —Te lo explicaremos todo —dice Saúl—, pero tienes que escuchar con calma. Lo primero que quiero que entiendas es que, en esa versión de la historia, tú nunca conociste a ningún Salamander.

    —No te sigo, si te digo la verdad.

    —Tienes que saber algo importante sobre esa versión de la historia… —dice Saúl, mirando al techo—. El Izan de esa versión… Que es el mismo Izan que tomó control de tu cuerpo hace poco… Ese Izan escribió todo el calendario, pero lo hizo de la forma más inocente, sin saber que estaba condenándote a ti.

    Me quedo un rato en silencio. Creo que aspiro a entender bien lo que implica lo que me ha dicho, pero no soy tan funcional.

    —Explícame bien eso.

    —Ese Izan vivió todas las frases que tú has vivido, pero de otra forma. Y nunca tuvo que enfrentarse al hechizo del calendario, ni a las predicciones, ni sabía de antemano lo que le pasaría.

    —¿Cómo que no?

    —Si te fijas, no hay una sola mención al calendario o a las predicciones en ninguna de las frases del calendario.

    —¿Qué dices? No hay… Sí, sí que hay.

    —¿Cuál? —dice Saúl, cruzándose de brazos.

    —Espera.

    Saco el móvil para ver las fotos de las hojas de otros meses.



    —Día once de marzo: se lo cuento a Lydia.

    —¿Qué pasa con eso? ¿Qué le cuentas? —pregunta Saúl.

    —Pues que le conté lo del calendario.

    —No pone que le hayas contado eso en concreto, ¿verdad? Ese Izan le pudo haber contado algo que habían hablado antes. O, si te fijas… —Saúl revisa la hoja de marzo—. Sí, mira. El día anterior descubres la coctelería con Eric, y, justo al día siguiente, pone que se lo cuentas a Lydia. ¿No pueden ser dos partes de una misma frase? ¿No te encaja que descubrieras el Diamond Glass el día diez, y decidieras contárselo a Lydia el día once para darle envidia?

    —¿Qué? No, pero… —mierda, eso suena totalmente a algo que yo haría.

    —No encontrarás ninguna —insiste Saúl.

    —Espera, mira —yo lo sigo intentando—. Los días uno de abril y mayo. En uno, Lydia viene a casa. En el otro, tenemos un festivo de chismes Lydia y yo. En esos dos días, Lydia vino a casa para comentar las predicciones. ¿No es mucha casualidad que ambas cosas ocurran un día uno, cuando recibo una hoja nueva?

    —Déjame ver —dice Saúl, revisando las hojas—. Mira, el uno de abril era sábado. Muchas veces, después del mercado, ¿no invitabas a Lydia a casa? Y el día uno de mayo era festivo… ¿No usáis muchas veces los festivos para quedar y cotillear?

    —¿Cotillear el qué? —pregunto.

    —Yo no estaba ahí, pero… Anna es muy amiga de Lydia, así que, ya que empezasteis a tener una relación en aquel entonces… Es normal que Lydia quisiera sacarte toda la información sobre qué tal va la relación de dos de sus mejores amigos. Además, hay cosas, como lo de los VDLS, o lo de Frank saliendo de la cárcel, que también ocurrieron en ese mundo, así que había mucho de qué hablar en esos meses, con o sin calendario. Que encima quedéis en días festivos o fines de semana para tener ese tipo de cotilleos es algo que no tiene por qué tener relación con el calendario, ¿no?

    Sigo mirando las predicciones, pero poco a poco empiezo a rendirme.

    Después, caigo en la cuenta de una cosa.

    —Espera… Dices que tuve la relación con Anna ahí, en los primeros meses, pero… No puede ser. En el calendario pone claramente que con quien tengo la relación es con Abril.

    —¿Lo pone claramente? —pregunta Saúl, cansadísimo de mi incapacidad para entender algo que para él debe de ser facilísimo.

    —Mira, el dieciocho de marzo me enamoro. Al día siguiente pone que chateo con Abril todo el día. Cualquiera asumiría que me enamoro de Abril y que al día siguiente hablamos todo el día entero, ¿no?

    —Pero no es eso lo que pone —insiste Saúl—. No pone que te enamoras de Abril. En ninguna predicción pone nada que conecte a Abril con tu enamoramiento.

    —¿Qué…? Pero entonces, lo de chatear…

    —Por lo poco que os vi interactuar a ti y a Abril en el otro mundo —dice Saúl, mirando hacia arriba otra vez, y gesticulando con un dedo, como si dibujara en el aire—, ella era algo así como tu psicóloga personal en tema de relaciones. Acudías a ella para saber cómo comportarte con alguien que te gusta. Te enamorarías de Anna el día dieciocho, y Abril sería tu confidente sobre ese tema al día siguiente. Ella siempre te apoyaba en esos temas.

    —No puede ser… —digo.

    —También te haría de psicóloga aquí —dice, señalando la predicción del mes de abril que dice que Abril me consuela—. Fue de cuando se murió tu profesor.

    —Ah… ¿Y aquí? —señalo la predicción que indica que Abril y yo nos fuimos de tiendas.

    —No lo sé, pero, si te fijas, pocos días después pone que pasaste uno de tus mejores días. A lo mejor le compraste un regalo a Anna con la ayuda de ese paseo de tiendas con Abril.

   De forma fugaz, pasa por mi cabeza el molde para hacer pasteles que apareció alguna vez en mis recuerdos, cuando no sabía de qué era el olor.

    —No me lo puedo creer… —digo, cada vez más alterado, y lamentando haber pedido un café en lugar de una cerveza.

    —Mira en mayo —dice Saúl—. “Me quiero declarar”, “me declaro”, “cita con respuesta”… No mencionas a ninguna de las dos, pero, justo después… “Anna viene a casa”.

    —Es verdad…

    Además, en mayo ocurrió lo del reality. El recuerdo que tengo en el que Anna y yo vimos juntos la final. No puede ser…

    —Necesito procesar esto —digo—. Me gustaría irme a casa, pero… Necesito saber unas pocas cosas más antes de que me reviente la cabeza.

    —Te escucho —dice Saúl, que ya es el único que lleva la voz cantante.

    —A ver… ¿Tú por qué recuerdas todo de ese mundo?

    —Cada vez que hay un reinicio del tiempo… Lo que podríamos llamar “un rebobinado”, yo conservo los recuerdos. Es una habilidad que no sabía que tenía hasta que te empezó a pasar esto.

    ¿Saúl tiene esa habilidad…? Eso explica por qué Olivia lo tenía como un obstáculo al que quería atrapar e investigar…

    —Ah… Genial. Y… A ver… Si Salamander no existió en el anterior mundo, ¿por qué la predicción de hoy se llama así? ¿Y qué pasa con la predicción del contacto que me agrega?

    —Frank dice que preguntaste por un tal Naylon hace poco, ¿no? —dice Saúl.

    —Naylon… ¡Sí! ¿Quién cojones es Naylon?

    —Es el contacto que te agregó en el anterior mundo. Lo único que sabemos de él es que os hicisteis muy amigos jugando al juego ese de internet que juegas con Liam. También se hizo muy amigo de Liam. Yo no lo conocí, pero… Asumí que, en este mundo, era muy difícil que diese la casualidad que te agregara también en esas fechas.

    —Un contacto del juego… Y, ¿qué dices? ¿Por qué no lo iba a hacer?

    —Tu vida empezó a cambiar desde marzo. En ese tiempo, el efecto mariposa habría provocado millones de cambios en la vida de otras personas. Cuanto más nos alejamos del uno de marzo, más posibilidades hay de que los dos mundos no tengan nada que ver el uno con el otro, ya que el contexto es cada vez más distinto, y cada vez cambian más las vidas de las demás personas. No sabemos si Naylon tendrá ese nick ahora, o si estará jugando a otros juegos, o si le apetecerá agregar a contactos nuevos, ni mucho menos si lo que hizo que te quisiera agregar en ese mundo, también existirá aquí. A lo mejor en aquel mundo te agregó porque lo impresionaste en una partida que aquí nunca ocurrió. Una partida en la que os conocisteis por casualidad, siendo la única vez que podía pasar. ¿Lo comprendes? Las posibilidades de que te vuelva a agregar son casi nulas…

    —Mi cabeza…

    —Me planteé hacerme una cuenta llamada Naylon y agregarte… —dice Saúl—. Hasta que pude confirmar que ninguna predicción hacía referencia a Naylon.

    —Y lo aprovechaste para agregarme tú con la cuenta de Salamander…

    —Sí. Mejor un nombre diferente al de Naylon, por si el de verdad al final sí aparecía en algún otro momento. El nombre y el diseño de la máscara lo saqué de un percance que tuve en la universidad, con alguien que quiso utilizar esa máscara y una cuenta falsa para reconciliar a un grupo de amigos al que yo pertenecía. Aunque fue algo extraño e incómodo, a mí me sirvió como idea para tener una vía más de comunicación contigo, ya que sabía que perderíamos la comunicación en cuanto desconfiaras de mí.

    —De esta forma —dice Frank—, las predicciones que tuvieran que ver con Naylon en la otra historia, ahora tendrían otros significados. La de diciembre, la del invitado increíble… Ese fue el día en el que conociste a Naylon en persona. Aquí tenías que tener a otro tipo de invitado en su lugar. Estuvimos comiéndonos la cabeza sobre cómo manipularla, pero al final no nos hizo falta. Estrella nos avisó de que vendría el maestro Nero, al cual no conociste en el otro mundo, así que ya cubrimos la predicción con eso.

    —¿Estrella os avisó? ¿Es ella la cuarta persona?

    —No… —dice Frank—. Estrella sabe la verdad, pero no trabaja con nosotros. Solo mantenemos una mínima comunicación por si nos podemos ayudar los unos a los otros.

    —¿Desde cuándo lo sabe Estrella?

    —Ocurrió un día en el que Olivia la durmió en el rellano de mi casa —dice Saúl—. Un día en el que Olivia fue a tu casa, y viste como Estrella desapareció. Lo que pasó es que yo la recogí del rellano y esperé a que se despertara. Frank estaba en mi casa ese día, y se lo contamos casi todo. Aunque… No le contamos quién era la cuarta persona. Eso lo averiguó un tiempo después ella sola.

    —Eso explica lo que pasó con Estrella el día del cloroformo… Menos mal que no fue nada peor…

    —Y la predicción de hoy —dice Saúl—, es el nombre de un capítulo de una serie que veíamos. Yo ya no estaba ahí contigo para cuando apuntaste esto, pero asumo que el capítulo te obsesionó y encantó.

    —Un capítulo de una serie…

    Tal vez eso es lo que relaciono con Lydia y Naylon. Tal vez vi el capítulo con ellos, o lo comenté con ellos, o algo así.

    —Esa serie, sin embargo, no ha sido estrenada en este mundo. Lo ha hecho una parecida, con otro nombre, varios actores diferentes… Muchas ideas iguales y otras que no. Supongo que el rodaje empezó a principios de 2023, y hubo muchísima improvisación, y por eso los resultados son tan diferentes ahora en los capítulos de enero de 2024.

    —Ya vuelve a dolerme la cabeza… —digo—. Pero, espera, espera… ¿Me puede explicar alguien por qué tenéis las predicciones? ¿Quiere eso decir que tenéis también el calendario de febrero?

    —No —dice Frank—. Me encantaría decirte que sí, pero… No.

    —¿Cómo que no? ¡Si Salamander lleva ya tiempo conociendo las predicciones! Incluso sabía las de enero, y también habla con seguridad sobre cosas que pueden ocurrir o no, si son mencionadas en el futuro o no.

    —Esta es la parte complicada… —dice Saúl—. Para que todo esto funcionara bien, hemos recurrido mucho a esa cuarta persona de la que te hemos hablado.

    —¿Quién?

    —¿No lo has deducido? —dice Saúl.

    —¿Tendría que deducirlo?

    —Es algo que no hemos escondido muy bien —dice Frank—, pero que, posiblemente, tu cabeza se resiste a creer… En especial porque estoy yo aquí.

    —¿Qué?

    —Nora es la cuarta persona que compone el grupo de Salamander —dice Saúl.

    …

    Noto vértigo en el pecho. Siento que todo se ha quedado congelado después de escuchar eso.

    Acaba de decir… ¿Nora?

    —Te equivocas —digo—. O mientes.

    —No —dice Saúl.

    —Sí —digo—. Porque Frank nunca colaboraría con Nora. Jamás.

    Me pongo de pie y miro a Frank. Él, en cambio, no me mira a mí.

    —Frank… Mírame. Frank.

    —Izan, siéntate, por favor. Siéntate…

    Sigue sin mirarme a la cara. No se atreve. Normal que no se atreva. ¿Frank con Nora? No, eso es imposible.

    —Venga… Aquí hay cosas que no tienen ningún sentido. Tú —digo, señalando a Saúl—, hablándome con tanta calma de que has manipulado toda mi vida, de que me has impedido conocer a amigos como Naylon, y que todo lo has hecho para mantener el contacto conmigo y que no te odie como hice en el mundo anterior. Luego, tú —digo, señalando a Marina—, que no sé ni qué haces aquí, salvo decirme que le da igual que Saúl acose a su amiga Iris. Y tú… —señalo a Frank—. ¿Colaboras con Nora? ¿De verdad? Esa sí que no me la esperaba…

    —Izan, todo tiene una explicación —dice Saúl.

    —Además —digo, mirando a Saúl de nuevo—. No me fío de ti. El otro día, cuando discutías con Frank, dejaste claro que no te importaría matarme para recuperar al otro Izan.

    Saúl no contesta. Siempre que le dicen eso, es incapaz de contestar.

    Yo pego un golpe sobre la mesa.

    —De puta madre… Mira, Salamander… Yo me voy a mi casa, me tomo diez tilas y me intento dormir lo más pronto posible, ¿vale? Y mañana por la mañana venís a mi casa con la forma perfecta de explicarme esto sin que me entre un puto infarto. ¿Sí? ¿Me he explicado bien, Salamander? —digo, saltando con la mirada de uno a otro, hasta que termino mirando solo a Saúl—. ¿Quieres dejar de sufrir reinicios? ¿Quieres que las cosas vayan bien? Entonces, asegúrate de aprovechar la predicción de mañana y cúrrate que confíe en ti.

    —Izan… —dice Frank.

    —¡Y lo mismo va para ti! —grito, y Frank agacha la cabeza—. ¿Queréis que confíe en vosotros? Mañana, o nunca. Vamos… Hoy me toca a mí decidir cómo se interpretará la predicción de mañana. Ya estoy harto. Habladlo y pensadlo bien, porque no os daré más oportunidades.

    Me pongo la chaqueta y empiezo a irme. Antes de alejarme de la mesa, digo una cosa más.

    —Mañana estarán presentes Alex y Lydia. Espero que no tengáis ningún problema con eso. Pero, si lo tenéis, no me importa. Adiós.

    Me voy sin esperar a que se despidan o me digan nada más.

    En casa, le explico muy por encima a mis compañeros lo que ha pasado, pero les digo que las explicaciones vienen mañana y que tienen que estar presentes. Después me tomo una tila triple y me encierro en la habitación con Espino.

    No tengo fuerzas para pensar en nada más.






30 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Comments


bottom of page