Capítulo 23
Día de chismes con Lydia
“La verdad es que hay mucho de qué hablar, y además hoy hay reality, pero tiene pinta de que me volveré a perder más de la mitad porque nos centraremos en otras cosas.”
Al salir del trabajo, Lydia ya me está esperando y pegando saltos.
—¿Empezamos la tarde de chismes?
—¿De verdad no has intentado resistirte al calendario?
—Si el calendario y yo estamos de acuerdo en que hoy tiene que ser día de chismes, ¿para qué me voy a resistir?
El camino de vuelta se define por escenas como Lydia intentando poner en orden sus pensamientos, o yo explicando con todo detalle cómo han sido todos mis días desde el primero de marzo. Luego teorizamos un poco sobre por qué ha caído este calendario en mis manos o por qué tiene mi letra, pero cada cosa que decimos suena más absurda que la anterior.
Al llegar a mi edificio, nos encontramos al profesor Rafael en la puerta del ascensor.
—Hola, juventud. ¿Subís?
—No, nosotros por las escaleras, muchas gracias —le digo, pero al terminar la última palabra, noto como Lydia me agarra del brazo con fuerza. Me ha hecho daño.
—¿Cómo no vamos a subir por el ascensor un día como hoy?
—No estoy seguro de lo que me hablas.
—¿Tú no sabes que hoy es el día mundial de los ascensores?
—¿Y cómo mierdas sabes tú eso?
—Un día quedé con Serena, que vive en un décimo piso, y me dijo que se había estropeado el ascensor. Ella no podía salir de casa, así que me hice la fuerte... Pero, cuando llegué al edificio, me dijeron que ya estaba reparado. Yo estaba mentalizada para subir diez pisos, Izan. ¡Diez pisos! Así que decidí aprenderme de memoria el día de los ascensores y rendirles homenaje.
Mientras me explica toda esa historia yo ya estoy esperándola dentro. No podría convencerla de ir por las escaleras un día tan importante como el de hoy.
—Buen chico, Izan. Tú entiendes las cosas que importan.
—Sí, perdón por la casi blasfemia de no subir un día señalado como el de hoy —digo sin energía ni credibilidad y con la voz monótona.
El profesor Rafael ríe con nosotros y subimos. El ascensor cada vez chirría más. Si al final no lo cambiamos, creo que lo acabarán cerrando, porque no tengo claro si es legal tener algo así en un edificio.
Una vez en casa, nos sentamos con el calendario y seguimos teorizando.
—¿Crees que en abril recibirás otra hoja?
—Me lo he preguntado muchas veces, pero no sabría decirte.
—Si es así, me llamas el mismo día y vengo, que además es sábado y no trabajamos ninguno de los dos. ¡Ah! Y hablando de Abril… ¿Qué tal con ella? Veo que no pone su nombre ningún día más en las predicciones, ¿pero va bien la cosa?
—Sí, hablamos mucho todos los días. Aunque no ponga nada de ella, mira aquí —señalo este próximo sábado—. Seguro que lo del buen día en el mercado es gracias a ella.
—¡Perdona! Yo también estoy en el mercado —contesta Lydia haciéndose la ofendida—. Igual tengo algo que ver.
—Ya, bueno, no compares.
Después de llevarme un puñetazo en el hombro, me quita de las manos el calendario y mira todos los días con atención.
—Vamos a repasar los que quedan. Mañana quedas con Frank, eso está claro. Y luego buen día en el mercado gracias a Abril, desde luego no gracias a mí.
Yo me río un poco pero no tengo ni idea de si solo está tomándome el pelo o de si le ha sentado mal. En cualquier caso, su prioridad ahora es ver qué me pasará el resto del mes.
—Los de abajo son insoportables. ¿Quiénes son los vecinos de abajo?
—Justo debajo ahora mismo no vive nadie. Durante todo el mes pensé que se refería a los del primero segunda, los tres más jóvenes del edificio. Aaron y los otros dos. Pero antes de ayer me enteré de que alguien le compró a mi tío la casa de aquí debajo y que vendrán el fin de semana. Si el calendario hace referencia a ellos, parece que voy a tener a unos nuevos vecinos insoportables.
—Con lo tranquilo que estabas…
—No me lo recuerdes. Era una convivencia ejemplar con unos vecinos silenciosos, y todo se ha ido al traste para siempre.
—Bueno, Izan, que todavía quedan días. Pelea en el trabajo, cuidado aquí, que igual la cosa termina en golpes.
—Estoy preparado para golpear a Hugo en cualquier momento.
—El martes pone que pruebas una bebida rara. ¡Izan! ¿Vas a dejar que te droguen?
—¡Que no! Pero si me da miedo probar cosas nuevas.
—¿Entonces por qué pruebas una bebida rara?
—¡Yo que sé! Todavía no lo he hecho. Lo que pasa es que, siendo martes, pensé que podría tener algo que ver con Estrella, la bruja. La amiga de Serena.
Lydia se queda callada y pasa a la siguiente predicción.
—¡Pelea en el rellano del primero! Pone que hay pelea el lunes y luego el miércoles otra vez. Tu vida es una sucesión de peleas.
—Pero la del primero dudo que tenga que ver conmigo. Los del rellano del primero son el presidente Gabriel y los tres alquilados. Espero que no tenga nada que ver conmigo, la verdad.
—Y llegamos al jueves de dentro de una semana, que tiene una pinta bastante rara…
—Sí. Me visita alguien extraño. Lo que me faltaba.
—¿Quién puede ser?
—No es la primera vez que me dicen algo así. Me preguntan algo muy raro, me siguen por la calle… En la primera, el que preguntó por mi fue un tal Saul, que todavía no sé quién es. En la segunda, fue tu conocido, el Jordi ese, que tampoco sabía quién era. Se me hace difícil predecir nada con esas referencias, la verdad.
—Estaremos al tanto para cualquier novedad —contesta Lydia imitando el tono de un reportaje de televisión.
—Y llegamos al último día. Frank viene a mi edificio. Me parece muy raro.
—¿Por qué? A mí no me llamó la atención. Es otro día más que quedas con Frank.
—Mañana ya quedaré con él, y lo que hice fue proponerle venir aquí a mi casa. De esta forma, ya habremos quedado en mi edificio, y no tendrá mucho sentido señalarlo el día 31, ¿verdad?
—No te entiendo muy bien.
—Que, si mañana quedásemos en una cafetería, por ejemplo, entendería que la novedad, o lo especial, de la predicción del 31, sea que esta vez viene a mi edificio. Pero si lo que hace es repetir algo que ya hemos hecho, no le veo sentido a la predicción. Cuando se repiten cosas que se dan por sentadas, las predicciones prefieren señalar a otro lado. O eso creo. Es lo que intento comprobar.
—¡Ah, ya entiendo! ¿Le dijiste a Frank de quedar mañana en tu casa para experimentar con esa predicción?
—Exacto. Si mañana viene a mi casa, el motivo por el que venga a mi edificio el día 31 puede que sea otro. Eso es lo que quiero comprobar. Lo hago para poder entender lo máximo posible este tipo de sutilezas del calendario.
—¡Pero mírate! Eres todo un experimentador intelectual, Izan. Yo creo que te subestimas.
—No es para tanto. Llevo todo el mes pensando en este maldito calendario, es normal que llegue tan lejos en mis pensamientos si es lo que más está en mi cabeza.
Una vez terminamos con las predicciones del resto del mes, nos pusimos a cotillear de toda clase de cosas. Del tema de Abril, de nuestros trabajos, de Frank, del reality, al cual, como es tradición, no le hemos hecho todo el caso que le podríamos haber hecho… Hablamos de todo salvo de por qué sus reacciones son extrañas cuando toca hablar de Estrella o de Jordi. Debo admitir que no me gusta nada que Lydia no me quiera contar una parte de su vida, cuando se supone que tenemos toda esa confianza. Me toca aceptarlo, y no haré que se sienta mal por esto, pero me fastidia.
El día termina después de horas y horas de chismes. Como es tan de noche, le ofrezco dormir en mi casa, en el sofá cama de mi salón. Ella acepta. Como se despertará un poco más pronto que yo, nos despedimos antes de irnos a dormir. Su despedida es un consejo que considera imprescindible darme.
—Izan, piensa en esto durante la noche. Si tienes tentación a probar las drogas… ¡No lo hagas! ¡Di no a las drogas! Aunque la bebida del martes tenga muy buena pinta…
—¡Que sí!
—El sábado te lo recuerdo.
Sin apartar mi mirada somnolienta de los ojos de Lydia, voy cerrando la puerta de mi habitación poco a poco hasta que se queda cerrada.
—¡Buenas noches! —me grita desde el otro lado.
Es un poco intensa y estoy mentalmente agotado, la verdad. Pero al quedarme solo noto una sensación que no he tenido ni una sola vez desde que llegó este calendario, hasta el momento en que por fin he podido compartir con libertad todos mis pensamientos sobre este tema.
Me voy a dormir habiéndome quitado un enorme peso de encima.
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