top of page

Jueves 24 de agosto de 2023

  • Joel Soler
  • 24 ago 2023
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 25 ago 2023


Capítulo 177

Un héroe me salva de morir ahogado

“Creo que voy a ponerme a cantar por la calle la de I Need a Hero.”



No sé lo que he tomado, pero no me sienta nada bien.

¿Qué hora es?

Aquí de madrugada no hay ni Dios en la calle.

Tengo la sensación de que alguien me sigue. Qué mal…

—¡Eh! ¡Miserable! —grito—. No me sigas o te parto los dientes.

No me contesta. Se ha acojonado. Muestras confianza en ti mismo y se asustan.

Oye, no me encuentro bien… Pero que nada bien…

Hostia, que pierdo el equilibrio. ¿Dónde dices que estoy?

No me jodas… Soy idiota. Estoy en la riera. Que me voy a caer al puto riachuelo este de…

Me tropiezo. Me caigo.

Me lo merezco.

—¡Ayuda!

Estoy en el agua. Está un poco más profundo de lo que yo pensaba. El mareo, la forma en que he caído… Bueno, estoy perdiendo la conciencia. No puedo hacer nada. Si no viene ese héroe, me quedaré en el sitio… Y será mi culpa.

Me vienen a la cabeza recuerdos que… No me suenan demasiado.

Alguien me está mirando… No, espera, no me está mirando. Estamos mirando hacia el mismo lugar. Somos un equipo. Somos amigos…

¿Quién eres…? Tus ojeras… La melena oscura, corta… Yo te conocí una vez, hace mucho tiempo…

No, no tanto tiempo.

Saúl… Perdóname por haberte olvidado. Fue muy tarde para cuando quise darme cuenta…

Me engañaron, y ahora nunca podremos volver atrás.

Oye… Tú también has pasado por mucho, ¿verdad?

Tú no tienes la culpa… Es mi culpa. Tú no te mereces todo esto…


Ya no veo a nadie. No veo ninguna imagen. Tampoco estoy en el agua. Estoy…

¡Ah! Me están cargando en brazos. Son unos brazos musculosos. No veo quién es.

—¿Quién eres…?

La persona que me lleva no contesta. No puedo ver su rostro. Creo que me ha puesto de tal forma que no me será posible mirar hacia su cara. Me tiene sujetada la cabeza y no hay manera. Si intento hacer el movimiento para liberarme y mirar, me hace tope, y no me deja.

—¿Eres el héroe…? ¿No quieres que te vea la cara…?

No recuerdo nada más después de preguntar eso.

Tampoco puedo recordar qué es lo que estaba pensando mientras estaba en el agua. ¿Estaba hablando con alguien?

Despierto de día en lo que creo que es un hospital.

—¡Izan! —grita una voz a mi lado, muy desesperada y muy estridente.

—Au… —digo, tapándome un oído.

—¿Tienes resaca?

Miro a ver quién es. Es Lydia.

No esperaba ver a Lydia aquí. No lo esperaba para nada. Esperaba a cualquier persona antes que a Lydia. Esperaba a Alberto de mi antiguo trabajo o al mino regio de Serena, antes que a Lydia. Está aquí, y se ha alegrado cuando me he despertado.

Empiezo a llorar.

No pretendo contenerlo. Lloro de verdad.

—Lydia… Perdóname…

—¡Izan! Que te acabas de despertar. ¿Estás bien?

—Has venido para ver si estaba bien…

—¡Pues claro! ¿Qué te crees? Da igual lo que haya pasado y quién esté enfadado con quién. Si estás en peligro, vendré lo más rápido que pueda para asegurarme de que estás bien.

—Eres mi mejor amiga… Y yo te he perdido porque soy idiota…

Estoy mirando para abajo, y por eso no veo su cara, pero tengo que mirar porque lleva un rato callada después de lo último que he dicho. Al mirarla, veo que también está llorando.

—No digas eso… No eres el único que lo ha hecho mal…

—¿Cómo que no? Lo de Nora, lo del día que viniste a ayudarme y yo pasé de ti por jugar con los de internet, las veces que he pasado de ti después de eso…

—Pero es que yo tampoco he sabido estar a la altura… Me lo hizo ver Alex cuando nos fuimos de fiesta. Me dijo que, igual que Nora supo influenciarte, a mí me definió mi relación con mis ex también. Estrella, Jordi… Cuando salí con él hace unos meses, pasé de ti, y, después de cortar con él, me seguía rompiendo la cabeza.

—Yo he sido más capullo… —digo.

—¡Los dos hemos sido idiotas! Yo tampoco te he dejado remontar. Tú estás pasando por mucho… ¡Tienes un…! Bueno, lo que tú ya sabes. Tienes mucho encima. Tengo que apoyarte.

—No, no tienes que hacerlo. Nadie está obligado a nada.

—¡No! —grita, acentuado por el lloro. Seguro que alguien viene a ver si estamos muriendo—. ¿Sabes qué pasa? Cuando vi que Alex te ayudaba de esa forma tan incondicional… Sentí envidia. ¡Yo antes era tu Alex! Yo era tu mejor aliada… Y me cerré porque no afrontabas las cosas como yo quería. Alex no hubiese hecho eso…

—No lo sabemos… Alex no me ha tenido que aguantar tanto como me has tenido que aguantar tú.

Lydia llora un poco más bajito ahora. Se acerca a mí y me abraza. Yo correspondo su abrazo apretando con más fuerza. Los dos lloramos. Es todo un espectáculo.

—Aprenderé a valorarte mejor —digo—. No haré nada parecido nunca más ni te volveré a alejar de esa manera tan estúpida.

—¿Y me alejarás de alguna otra manera? —dice, la muy…

—¡No! Ya me has entendido.

—¿Soy mejor que Alex? Dime que soy la mejor aliada del mundo.

—Bueno, no te vengas tan arriba. Eso te lo tendrás que ganar.

—¡Oye, encima!

—Es lo que hay.

Ella sonríe.

—Vale. Acepto el reto.

—De verdad, no estás obligada a estar al cien por…

—¡Acepto el reto, he dicho!

—¡Sí, jefa!


Los médicos me explican un poco en qué condiciones me encontraron. Ni rastro del héroe.

Por lo visto me han tenido que hacer un lavado de estómago. Me tratan como poco menos que un drogadicto recurrente y me dicen que vigile con las cosas que tomo.

Yo les digo que no volverá a pasar, como si fueran mis padres o mis profesores. Lydia se ríe muchísimo de mí.

Anocheciendo, volvemos a casa. Lydia dice que, si no me hubiese despertado sobre esa hora, hubiese venido ella a ver a Espino y a darle de comer.

Lydia abre con la llave que tiene y me ayuda a entrar. Me cuesta moverme.

—Oye… No sé si podré ir mañana a lo de Anna —digo.

—Pero si lo pone en el calendario —dice Lydia—. A menos que… ¿Le llevarás la contraria al calendario? ¿Quieres que nos escondamos de Anna y mandemos a tomar por culo el calendario? ¿Quieres?

—Pues me lo estoy planteando…

—¡Bueno! Esta noche me quedo a dormir contigo. Mañana a ver cómo te despiertas. Mi gata ya está con mi madre, así que no hay ningún problema. Nos adaptamos a lo que sea.

—Vale… Muchas gracias.

—No te drogues mientras no te miro, ¿eh?

—Lydia… No sé quién ha sido el héroe que me ha salvado, pero sí que sé que tú también me has salvado. Gracias por ser también una heroína para mí.

Me mira callada, creo que tímida.

Me pega un manotazo colosal en el brazo. Si esto fueran unos dibujos animados, habría salido disparado contra la pared y me hubiese incrustado en la misma.

—¡No me digas eso con esa cara, estúpido! No me acordaba de lo tierno que te llegabas a poner cuando quieres. Y no me llames heroína, que todavía no me has dicho qué drogas te has metido, y a lo mejor esa era una de ellas.

—Yo tampoco me acordaba de lo… ¿Cómo era la palabra? Ah, sí. De lo pérfida que puedes llegar a ser.

—La más pérfida. Pero te interesa tener a la reina de las pérfidas a tu lado para partirle la cara a todo el que nos intente hacer daño. Con o sin calendario.

Lydia pasa toda la noche conmigo. Hablamos, nos reímos, comentamos las predicciones…

Creo que volvemos a ser los de antes. Tengo que hacer lo posible para asegurarme de que somos los de antes. Lo necesito.







Entradas recientes

Ver todo
Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

 
 
 
Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

 
 
 
Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

 
 
 

Comments


bottom of page