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Viernes 25 de agosto de 2023

Joel Soler

Actualizado: 2 sept 2023


Capítulo 178

Me voy al pueblo de Anna

“En teoría me voy a intentar escaquear de esto, pero no le veo ningún futuro.”



Empiezo el día con la voluntad de decirle a Anna que no podré ir porque me encuentro mal. Ella me hace toda una serie de preguntas técnicas sobre lo que me ha pasado, y consigue rebatir con pericia y contundencia cada uno de mis argumentos por los que no creo que sea buena idea ir. Yo me intento mantener firme en mi voluntad de llevarle la contraria al calendario. Lydia me anima a ello. No seremos tan sencillos de doblegar.


Quedamos por la tarde y ya tenemos las maletas listas. Abril e Iris salen de sus trabajos al mediodía, así que la idea es salir después de comer. Nos hemos repartido para ir en dos coches diferentes, porque somos seis personas. Abril volverá el domingo por la noche, y los demás volveremos el lunes a la hora que nos dé la gana. Por eso Abril tiene que ser una de las conductoras, para que pueda volver ella sola. Oliver será el otro conductor.

Lydia y yo preparamos las cosas que nos vamos a llevar, con la cabeza agachada por nuestra derrota frente a la batería de argumentos de Anna. Decido dejar a Espino con la señora Ángela y su marido, ya que siempre están en casa y me fío de ella y de que tenga cuidado.

En la repartición de coches, consigo meterme en el coche de Abril. Lydia viene con nosotros, así que será todo un espectáculo. A lo mejor, si Abril ve que vuelvo a estar como siempre con Lydia, me verá con mejores ojos.

En el otro coche, por lo tanto, van Oliver, Anna e Iris.

Serena nos maldice a todos por no poder venir. Nos ha dicho por el grupo de los del mercado que tenemos la obligación moral de mandarle no sé cuántas fotos y vídeos, y que no nos olvidemos de ella.

Empieza el viaje. El pueblo está a dos horas en coche.

Abril conduce bastante bien. Lo hace de forma tranquila, no se pega a los coches de delante, frena con calma… Me gusta.

Lydia y yo, en efecto, hacemos el tonto durante todo el viaje. Estamos los dos sentados detrás. Abril se ríe mucho con nosotros. Está contenta. Le gusta que estemos así. Cuando la curiosidad puede con ella, nos pregunta.

—Oye, yo me he perdido cosas, ¿no? —dice Abril.

—¿Sobre qué? —dice Lydia, pero, por la cara que pone, no lo pregunta de forma inocente. Tiene intenciones pérfidas.

—Pues eso. Ya me entiendes —dice Abril, nerviosa.

—Dilo, Abril… —dice Lydia, acercándose un poco desde detrás al asiento del conductor.

—Cuidado… —digo yo.

—Abril no quiere decir —empieza Lydia— que le sorprende que ahora seamos tan amigos después de ver cómo te he criticado una y otra vez. No me querías delatar, ¿verdad, hermosura? Querías guardarme el secreto de que he puesto verde al pobrecito Izan. Querías proteger también el corazón de Izan, ¿verdad?

—Te juro que eres malvada —dice Abril—. Pues sí, era algo así, pero no lo hubiese dicho con esas palabras.

—Izan ya sabe todo eso —dice Lydia—. ¿A que sí?

—Sí, por desgracia, sí —digo—. Lydia ha llegado a ser muy dura estos últimos días.

—Semanas, diría yo —dice Abril.

—¡O meses! —concluye Lydia.

—Pero, entonces, ¿estáis bien ya? —pregunta Abril.

—Si ninguno de los dos la lía otra vez, sí —digo.

—Eso. Yo también la he liado —dice Lydia—, así que no te creas que Izan era el único idiota del coche. Fuimos los dos unos ineptos emocionales.

—Me alegro muchísimo por vosotros. Me gusta veros así. Me daba muchísima pena veros tan apagados y mal a los dos durante tanto tiempo…

Creo que Abril quiere que nosotros también volvamos a esa buena época. Tengo que esforzarme para conseguir que eso sea así. Tengo la muñequera de los Crimsons en la maleta. Espero poder devolvérsela.

El resto del viaje en coche es bastante ameno. Sale el tema de lo que me pasó ayer, pero conseguimos evitar algunos detalles que podrían repeler a Abril. No queremos eso ahora. Del tema de las drogas y el alcohol hablamos un poco. Las dos me recomiendan que deje de ver a esa gente. Es una pena, porque me caen bastante bien, pero es verdad que no son nada recomendables para mi salud o para mi integridad.

Otro tema que dejamos oculto es el de que Gemma se acostó conmigo. Lydia tiene sus propias opiniones sobre eso, pero no las quiere comentar delante de Abril. Cree que Gemma ha abusado de mí. Yo digo que no lo tengo tan claro, entre otras cosas, porque no me acuerdo bien ni de mi estado ni del de ella. También creo que hay que tomar en cuenta que es una chica de veintipocos, así que, en todo caso, se me podrían pedir más explicaciones y responsabilidades a mí. Lydia dice que no santifique a ninguno de los que viven en esa casa. Que serán veinteañeros, pero tienen más vida sexual y experiencia que Lydia y yo juntos. Yo digo que, a lo mejor, ella estaba igual de perjudicada que yo. Lydia dice que, por como se lo he contado, no tiene la pinta. La verdad es que no pienso mucho en ello. Sí que recuerdo pedirle que no lo hiciera, pero solo me molestaba porque quería mantenerme limpio mientras esperaba a ver si se aclaraba la situación con Abril. También porque la aparición del olor de siempre, unido al mareo que ya sentía, me hacían no querer tener demasiado contacto físico.

La conversación con Lydia sobre cómo afrontar lo que ha pasado con Gemma ha quedado en el aire. Creo que no pienso en ello porque no quiero añadir más problemas a mi cabeza si estos no tienen que ver con el calendario o con recuperar relaciones. A la vuelta puede que me atreva a hablar con Gemma, y cuando escuche su versión ya veré qué pensar. Ahora quiero desconectar.

Por fin llegamos al pueblo de Anna, a la casa de sus tíos, que se acaban de ir.

El pueblo es el típico que te imaginas cuando piensas en un pueblo. Bueno, al menos el que me imagino yo.

Anna dice que hay un montón de sitios naturales a los que podríamos ir, y que también hay unas ruinas muy chulas que nos quiere enseñar. Ya, las ruinas en las que nos perderemos. Ya verás, ya…

La casa de sus tíos tiene piscina, y ese es uno de los mejores atractivos. Por lo visto, la han limpiado y todo antes de que viniéramos. Buena gente los tíos de Anna. Buena gente.

Al entrar en la casa, Anna nos informa de que hay solo tres camas, pero que son grandes. Todas las camas son tamaño matrimonio. El motivo es que, a partir de cierto año, cada verano venían los primos de Anna con sus parejas, así que terminaron comprando las camas de matrimonio necesarias para que cada pareja tuviese la suya.

—Tenemos que elegir quién dormirá con quién —dice Anna—. ¿Alguna preferencia? A mí me da igual. Yo os quiero a todos y me voy a acurrucar a todos si hace falta.

No creo que Anna nos quiera a todos por igual. Ella preferiría dormir con Oliver o con Lydia, que es con quienes mejor se entiende. Pero supongo que, en su corazón, cree de verdad lo que ha dicho.

—Yo he dado por sentado que dormiría con Izan… —dice Oliver.

—¿Por qué? —dice Lydia—. ¿Por ser los dos chicos? ¡Eso es heteronorma! ¡Eso es pensamiento arcaico!

—¡Oye! Que no lo digo por eso… ¿No?

—Oliver lo dice porque quiere dormir con su héroe —dice Anna—. Como lo reunió con el padre. Venga, no seas tímido.

—¡Calla! —dice, tapándose la cara. Todas se ríen de él. Yo me siento un poco tímido también. Se me hace rarísimo que me llamen héroe. Sienta bien, eso sí. Aunque yo me veo más como el secundario de la trama estrafalaria. No me veo como el protagonista que narre todos los capítulos.

Mientras se ríen de Oliver, Lydia se acerca a mí y me habla susurrando.

—Voy a intentar mover los hilos para que duermas con Abril.

—¿Qué? Pero…

—¿Tú tienes preferencias, Iris? —dice Anna.

—¿Yo? Bueno, si puedo elegir, preferiría dormir con Abril. La conozco más y es más así tranquila…

—¡Oye! —gritan Anna y Lydia a la vez.

—¿Eso va por nosotras? —dice Anna.

—Qué desfachatez… —dice Lydia.

—A mí me parece bien dormir con Iris —dice Abril.

Abril cruza sin querer su mirada con la de Lydia, y se sobresalta al ver que ésta la está mirando fatal.

—Pues venga, Abril con Iris —empieza Anna—, yo me quedaré con Lydia, así que los chicos se quedan juntos. ¿Estamos todos de acuerdo? Podemos cambiar de pareja al día siguiente, si alguien no está conforme.

Supongo que la mayoría ha hablado. Prefiero no enfrentarme a la voluntad del grupo. A lo mejor podemos hacer el cambio al día siguiente. Tengo alguna que otra oportunidad…

—Hemos fracasado… —me susurra Lydia—. Pero tendremos más oportunidades.

—Yo estaba pensando lo mismo —le respondo, susurrando también.

—Somos una mente —dice Lydia.

—Vamos a dejar de hablar así, que Anna es ultra perceptiva.

—Ya lo sé. En el calendario pone que descubrirá cosas de ti. A ver qué haces con eso.

—¡Eh! —grita Anna—. ¿Qué cuchicheáis por ahí? ¿No estáis conformes?

—Estamos conformes con la voluntad democrática del pueblo —dice Lydia—. Al menos, por esta noche.

—Bueno… Aquí que nadie se guarde nada, ¿vale? —dice Anna—. El que no esté cómodo, pero se lo calle, se queda sin los pastelitos caseros.

—¿Harás los pastelitos? —digo.

Anna lleva desde el día ese que los trajo, como en marzo o así, diciendo que me los volvería a hacer, y nunca ha habido manera. Sabe que me tienen obsesionado.

—Igual te llevas una sorpresa y todo —dice Anna—. He mejorado la receta.

—¡Es verdad! Me suena que ya me lo dijiste eso…

—¿Sí? Espera… ¡Sí! Te dije que te daría la receta mejorada si arreglabas las cosas con la gente del grupo.

Es verdad. Me dijo que solo me haría la receta mejorada de los pastelitos caseros si arreglaba las cosas con Lydia y con Abril.

—Bueno, he venido en el coche con ellas dos, y la cosa ha ido muy bien.

—Izan nos ha tratado fatal —dice Lydia—. Nos decía que conduciría él porque nosotras somos mujeres y somos peligros en la carretera.

—Luego nos ha dado explicaciones confusas sobre cómo llegar, y ha estado quejándose todo el tiempo de la música que poníamos —dice Abril.

—¡Eh, eh! —grito—. ¡No juguéis con eso! ¡Que me quedo sin pastelitos con receta mejorada!

Todas ríen.

El ambiente es bueno. Creo que eso se traduce en que sí que probaré la receta mejorada.

Eso sí, me hubiese hecho ilusión dormir con Abril, pero al final no ha podido ser.

El resto de la tarde y la noche es un tour por las inmediaciones de la casa, y por la propia casa. Nos instalamos, vemos el lugar, nos bañamos en la piscina y terminamos la noche en un pub cercano.

Al volver, vemos que Anna es una verdadera máquina de limpieza. O sea, todos colaboramos en equipo y tal, pero lo de Anna es exagerado. Lydia dice que ya había ido una vez a un sitio de vacaciones con ella, y que te ahorra muchísima faena. A mí me sabe un poco mal, pero Lydia me acabará contagiando esa voluntad de aprovecharse de la situación, si no vigilo.

Ha sido un buen día. Mañana, a las ruinas. A perdernos. ¿Nos perderemos todos, o solo yo con alguna pobre alma que me quiera seguir?







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