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Jueves 27 de abril de 2023

Joel Soler

Actualizado: 1 nov 2023


Capítulo 58

Veo una escena lamentable

“A ver quién la protagoniza… Se me ocurren varios candidatos.”

Lo verdaderamente lamentable es que, desde que empezó todo esto del calendario, casi todos los jueves pasan cosas que me hacen perderme el reality. Claro, luego lo puedo ver por internet en diferido, pero es que para entonces Twitter o Lydia ya me han destrozado la experiencia diciendo quién es el expulsado o nombrando alguno de los mejores momentos.

Lo peor es que hoy es la semifinal, y seguro que la escena lamentable ocurre durante el reality.

Lo primero que pienso es que ocurrirá durante el trabajo. Hugo, sin embargo, no ha vuelto todavía. Pongo el punto de mira en Alberto y en Ignacio, pero no hay nada que destacar. Al menos, no peor que lo habitual.

Cuando llego al portal del edificio, escucho unas botellas de cristal rompiéndose.

Ahí están Lucas, Lucía y Flora, quietos alrededor de los pedazos de cristal. He llegado en el momento justo.

—¿Qué haces? —pregunta Lucas a su mujer con un tono asqueroso.

—¿Cómo que qué hago? ¿Me lo dices a mí? —le contesta Lucía, a la altura del tono de su marido.

—Llevabas tú la bolsa, inútil. ¿Quién va a ser si no?

—¿Pero no has visto que estaba riñendo a la niña por tu culpa? ¡Y ella me estaba poniendo histérica!

Con muy pocas palabras, acaba de lanzar no uno, sino dos balones fuera, uno para Lucas y otro para Flora, a ver si la culpa le cae a otro. Magistral.

—¡Tú tienes que reñir a la niña si se porta mal, no porque yo te lo diga! —dice Lucas, ya con la voz bien alta, rota y asquerosa.

—¡Yo no he visto que la niña hiciera nada! Si lo has visto tú, la riñes tú, que para algo es tu hija también. ¿Para qué me dices que la riña yo? ¿No ves que siempre me pone nerviosa con sus contestaciones?

—A mí no me contesta nunca —dice Lucas mirando a Flora con desprecio. Luego mira de nuevo a su mujer—. Por lo menos a ti te contesta.

—¡Pues para decirme lo que me dice, mejor que no me conteste! —grita la madre del año—. Es por lo nerviosa que me pone que se ha caído esto. ¡Me tenéis harta los dos!

—Pues eso, lo has tirado tú y ella también ha tenido la culpa, así que ya sabes, ahora entre las dos recogéis esto y volvéis a la licorería a comprar más —dice Lucas, y luego le pone el dedo índice en el pecho a Lucía—. Y que salga de tu dinero. Está claro, ¿no?

Lucas aparta de un sutil pero desagradable empujón a su mujer y sube por las escaleras. Las otras dos se quedan recogiendo los cristales y la bolsa.

—Mira lo que has hecho… —le dice Lucía a Flora.

—¡Pero si lo has tirado tú! ¡Yo ni te he tocado!

—¡Pero me estabas poniendo histérica! ¡Le decías cosas muy feas a tu madre!

—¡Porque me reñías sin tener ni idea de por qué! ¡Eso no era justo!

Lucía tira de los pelos a Flora.

—Cállate, ¿vale? Cállate ya. No me contestes más y recoge esto.

En ese momento, por impulso, corro a donde están las dos para que Lucía pare cuanto antes y para que se muera de vergüenza cuando sepa que alguien ha visto esa escena.

Al verme, la asquerosa suelta a Flora de golpe y se hace la tonta.

—Buenas tardes —dice con la cabeza agachada y la voz muy baja, como si yo solo fuese un vecino que pasa por ahí y no ha visto nada.

—¿Todo bien? —digo, mirando a Flora. Ella me mira con ganas de llorar, pero no dice nada.

—Sí, se nos ha caído esto y Flora se ha asustado —me dice Lucía, pero sin ganas de fingir un tono simpático. Si me lo trago bien, y si no, pues también.

—¿Ayudo en algo? —digo, aunque en realidad la pregunta va dirigida a Flora.

Lucía niega con la cabeza y Flora solo mira los trozos rotos mientras los recoge.

Creo que voy a tener que avisar a Frank. O a la policía. Este tipo de cosas no son normales. No deberían serlo, ¿no?

Mis padres son dos niños que solo piensan en irse de viaje y hacer surf. Como padres, dejan mucho que desear, pero por lo menos nunca me han maltratado así. Viendo por lo que está pasando Flora, casi que estoy agradecido de haber nacido en mi familia.

Por la tarde, los gritos continúan. Por lo que me parece escuchar, Lucas se va a la calle con su clásico portazo. Luego escucho otro portazo, pero de alguna de sus habitaciones. Lucía ahora está hablando por teléfono, y se escucha muy fuerte. Está hablando con la Marta, su amiga confidente, hermana o lo que sea, para criticar a Lucas y también a Flora.

Una de las frases que dice Lucía es que Flora también tiene la culpa de casi todo porque se pone chula con ella, pero no con su padre. Poco después de esa frase, creo escuchar la puerta de la calle de su casa. Flora debe de ser la que ha salido esta vez. ¿Se va de casa porque no puede escuchar más a su madre? Espero que no haga ninguna tontería… Tal vez debería salir para ver si va muy lejos o si hace algo raro. No es cosa mía, pero es que me da muchísima pena.

Me pongo las zapatillas y salgo por la puerta. No ha hecho falta ir más lejos. Flora está sentada en el primer escalón que baja desde el tercer piso.

—Flora… ¿Qué haces aquí? —le digo.

—Aquí arriba, o no viene nadie, o solo sales tú. No me quiero encontrar con nadie más. Este es un lugar protegido.

—¿Quieres que me marche? —le digo.

—¿No me escuchas? ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir? Si vengo aquí es porque me da igual si estoy sola o si estoy contigo.

—¿Puedo ayudarte de alguna forma, Flora?

—No…

Decido sentarme a su lado en la escalera.

—Me quedaré aquí quieto por si quieres hablar. Y si quieres que miremos al vacío, pues miramos al vacío.

—Vale, pero… —Flora me mira, aunque no a la cara, lo hace un poco más atrás. Ah, ya…—. Siéntate con la espalda recta, o de viejo tendrás mucha chepa.

—Tengo otros tres amigos que son muy pesados con lo mismo. Ya van cuatro personas que me recuerdan cada que pueden lo de la espalda.

—Pocas me parecen.

Pongo la espalda bien recta y un tono algo más serio.

—Quiero que sepas que no es culpa tuya lo que pasa en tu casa. Si alguna vez te dicen que es tu culpa, se equivocan.

—¿Y tú qué sabes? ¿Estás ahí?

—Pues mira, casi que sí, porque con los gritos que pegan los Lu… Digo… Tus padres, me siento como uno más de esa casa de locos.

—Ya sabía yo que se escucharía por todo el edificio… —se tapa la cara con las manos—. Es muy complicado. Mis padres lo están pasando muy mal… Tienen miedo. Están asustados y muy cabreados.

—Sea lo que sea, no es normal que se traten así, y mucho menos que te traten a ti así. No debería serlo…

—¡Izan! —me mira de golpe, asustada—. No llames a la policía, por favor. Creo que la cosa puede mejorar. Dame tiempo. Soy lista, seguro que encuentro la manera.

—La policía… No te diré que no lo he pensado. Estoy atento, Flora. Si la cosa va un poco a peor, llamaré antes de que vaya mucho a peor —enfatizo la palabra mucho.

—Vale. Yo me encargo de que no acabemos peor. Pero, por favor, la policía no, ¿vale?

—Por ahora, te haré caso. Ayer ya me demostraste lo lista que eres. Viste a través de mi mentira y supiste que me estaba escondiendo para espiar tu conversación con Abril.

—¡Es verdad! Muy mal, Izan. Muy mal… —Flora se levanta de golpe—. Me volveré ya para casa. Oye, pero una pregunta antes de irme. ¿Abril es tu novia o no?

—Abril es la chica que me gusta —le digo con toda confianza, sabiendo que no puedo engañar a esta niña—. Todavía somos solo amigos, pero me gustaría que fuera mi novia, sí.

—Ya sabía yo que la cosa iba por ahí… Pues tienes que declararte. Bueno, si no se declara ella primero, porque te vino a buscar y todo. Yo lo primero que pensé fue que tú eras su crush y que te perseguía.

Me pongo nervioso. Si lo dice la niña prodigio esta, puede que sea verdad.

—Izan, tienes que declararte, o como mínimo demostrarle que no se equivoca cuando piensa que eres más que un amigo, ¿vale? Hazme el favor. Yo si puedo te ayudo un día, igual que tú me estás ayudando a mí.

—Muchas gracias, Flora. Ya sabemos en qué puede ayudar cada uno al otro. Desde este momento somos compañeros de equipo —le digo extendiendo la mano para sellar el trato.

—Somos socios. Me gusta —sonríe y me da un apretón muy fuerte. Pero que muy fuerte. ¿La niña esta hace pesas o qué?

Justo cuando Flora se da la vuelta para bajar las escaleras, Lucía aparece frente a nosotros desde el segundo piso.

—¿Qué haces ahí? —le dice, con el blanco de los ojos enrojecido por completo y el rímel corrido.

—¡Estoy hablando con el vecino! Que le doy consejos sobre cómo declararse a una chica que le gusta.

—Sí… —añado yo—. Es que Flora es más lista que yo, así que me gusta seguir sus consejos.

Lucía me mira callada y luego me ignora.

—Va. Para casa.

Flora baja en silencio, su madre me dedica una última mirada poco amigable y baja con ella sin decir nada.


Me he vuelto a perder casi todo el reality. Y eso que hoy era la semifinal. De todos modos, Lydia casi no comentaba nada, y yo solo tenía en mente lo que ha pasado hoy con los vecinos de abajo, así que no me podía concentrar. Por suerte, el expulsado de hoy era predecible. La semana que viene es la final. Espero poder verla como es debido y que de paso se rompa la maldición de los jueves con predicciones complicadas para poder ver la televisión en paz.

Le doy vueltas a lo que ha pasado hoy. Pobre Flora… Tus padres no están a tu altura. Espero poder ayudarte con esto, aunque sea un tema tan delicado y tal vez me acabe metiendo donde no debería. Pero habrá que hacerlo. Ahora somos socios, ¿verdad?







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