top of page

Jueves 31 de agosto de 2023

Joel Soler

Actualizado: 9 dic 2023


Capítulo 184

Flora ha desaparecido

“La peor predicción para terminar el mes, y no se me ha ocurrido nada para impedirlo…”



Es por la madrugada. No me puedo dormir. He estado pensando desde que volvimos en cómo evitar esto, pero creo que no habrá forma de evitarlo si el calendario ya dice que ocurrirá. Además, ¿qué hago? ¿Avisar a la policía? ¿Avisar a sus padres? No, son cosas más que descartadas. No puedo avisar a la policía usando como prueba el calendario, y tampoco sabría qué mentira contar para que sea efectiva sin que se descontrole la situación en mi contra. Menos todavía hablaré con los LuLu, que me odian, y odian al mundo en general.

He considerado la posibilidad de hablar con Flora, pero no tiene demasiado sentido. Solo la asustaría, y espérate que no descubra toda la verdad sobre mi vida, con lo lista que es, y tengamos a otra persona que sabe lo del calendario. No, no… Tengo que plantearlo de otra manera. No quiero que más gente sepa lo del calendario, o mi cabeza explotará ya del todo.

Voy a salir un rato al rellano a dar vueltas por la zona, por si viese algo raro, ya que Flora todavía no ha desaparecido, que yo sepa. Al salir, intento buscar las llaves, pero no las encuentro por ningún lado. ¿Qué he hecho yo ahora con mis llaves? Lo que me faltaba… No puedo dormir, Flora desaparecerá, y ahora esto. ¿Cuándo fue la última vez que las vi?

Pues no tengo ni idea. Estos días no hemos salido de casa, y cuando entramos, después del pueblo… Sí, abrió Lydia con su llave. ¿Y antes de eso? Después del hospital… Ah, sí, fue Lydia también la que abrió. ¿Entonces? ¿Las perdí antes de la borrachera? No, pero en casa de Aaron las tenía, porque se las di para que le diesen de comer a Espino…

¿Me las devolvió? Hostia, pues igual no.

Cuando pienso en Aaron, tengo la imagen mental de su cara mirándome raro. Mirándome mal. No recuerdo bien cómo era ni qué significaba, o si pensé algo. Madre mía, estaba fatal ese día, de verdad.

Al final salgo a la calle usando las llaves de Lydia. Ella sigue aquí, preparada para ver si se entera de algo relacionado con Flora, y creo que se quedará hasta que pueda ver el calendario de septiembre.

La verdad es que, además de estar preocupado por lo de Flora, también salgo a la calle porque me es imposible dormir y porque no puedo parar de pensar en el mensaje de Abril. Ese mensaje me ha roto cualquier posibilidad de decisión. No puedo mantenerme firme en la decisión de antes de ayer si luego recibo ese mensaje. Hoy, la verdad, no pienso decidir nada. Hoy me tengo que enfocar en lo de Flora y luego lo más probable es que vea el calendario de septiembre, y ahí tendré información nueva sobre lo que sea que requiera mi decisión. Ahora no puedo. No quiero.

Después del paseo nocturno alrededor del edificio, entro de nuevo y me pongo a merodear por los rellanos. Cuando subo las escaleras del primero al segundo, me encuentro con alguien indeseable.

—Buenos días —digo.

Lucas pasa de mí, pero me ha mirado fatal. En realidad, esto es malísimo, porque si Flora desaparece, y Lucas lo único que sabe es que yo he estado merodeando a las cuatro de la madrugada por los rellanos, pensará que yo soy uno de los sospechosos.

Vuelvo a casa y me acuesto un rato. No tengo ni idea de qué hacer con Flora. He puesto una alarma para que nos despertemos temprano.


Ya es de día. Al final, me despierto… ¿A las once pasadas? ¿Qué horas son estas por favor? Lydia sigue aquí dormida.

—Oye… ¿Tú no te despiertas nunca? —le digo, dando unos golpecitos en sus hombros.

—Dime qué hora es… Rómpeme el corazón… —dice.

—Las once y nueve.

—La madre que nos parió, Izan… ¿No ibas a poner una alarma a las ocho?

—Creo que la puse. ¿Tú la has apagado?

—Yo no he tocado nada, y tienes suerte, porque a lo mejor mandaba el móvil por la ventana… Tienes el móvil ahí todavía, ¿no?

—Sí, lo tengo.

—Venga, vamos a movernos… Tenemos que ver si Flora sigue por ahí.

—Sí. Oye, una cosa, ¿a ti te suena si mis llaves estaban por aquí o si las hemos usado estos días?

—¿Tus llaves? No sé, ¿no las hemos usado?

—Creo que hemos usado siempre las tuyas.

—Ah… No sé, luego de desayunar te lo pienso mejor.

Mientras preparamos el desayuno, escuchamos el sonido de alguien aporreando la puerta de mi casa.

—¿Qué pasa? —dice Lydia de un sobresalto.

—Eh… Eso no suena nada, pero que nada bien…

Los dos nos quedamos callados, mirándonos, paralizados.

—¿Vamos a ver o nos quedamos escondidos como dos ratas? —dice.

—Vamos. Pero vamos los dos, por favor.

Nos acercamos a la puerta y seguimos escuchando los golpes de alguien que está enfadado y desesperado.

—¡Abre, hijo de puta! ¡Abre! —grita la voz del otro lado. Es Lucas…

—¿El padre de Flora? —dice Lydia, susurrando.

Yo asiento y miro con temor hacia la puerta.

—No le abras —dice Lydia—. Ese lo primero que hará es pegarte una paliza.

Vuelvo a asentir y me acerco poco a poco a la puerta. Cuando ya estoy ahí, me intento comunicar con él desde la protección de mi hogar.

—¡No voy a abrir si estás tan alterado! —digo—. ¡Dime lo que quieres desde ahí!

—¡Abre, cabrón!

—¡Ya te he dicho que no! ¡Dímelo desde ahí!

—¿Qué hacías a las cuatro en mi rellano?

—¡Dando una vuelta porque no me podía dormir! ¿Por?

—¡Le has hecho algo a mi hija, hijo de puta!

Lo sabía… Se cree que he sido yo. No tiene ninguna prueba, pero como me vio a esas horas, pues nada…

Llamo a Gabriel por teléfono para que me ayude a solucionar esto en calidad de presidente de la comunidad. Al poco rato, el presidente sube y habla de forma sosegada con Lucas. No sé cómo, pero lo termina convenciendo.

Después, el presidente sube a hablar conmigo. Me confirma lo que ya sabía: Flora ha desaparecido.

Por lo visto no estaba desde hacía algunas horas, pero ni Lucas ni Lucía se habían dado cuenta. Lo han hecho cuando han empezado a gritarle “¡¿no desayunas o qué?!”, y vieron que Flora no salía de la habitación.

No sabemos nada más. No hay pistas. Nadie ha dicho nada. La policía ya lo está investigando.

Lydia y yo salimos a buscar por la zona, pero sabemos que no tiene ningún sentido. Cuando veo que estoy haciendo el ridículo, vuelvo a casa. Primero paso por casa de Aaron para recuperar mis llaves, pero Pol y Gemma me dicen que ha salido, así que le pido la copia de mis llaves al presidente y entro de esa forma, ya que Lydia debe seguir buscando por ahí.

Al entrar, escucho ruidos.

Creo que no son los ruidos de Espino, porque han sido fuertes y abruptos, como si se cerrase un armario. Estoy seguro de que hay alguien en casa.

—No me jodas… ¿Hola? —digo, teniendo muy en cuenta la posibilidad de morir aquí mismo, y con medio pie en el rellano para salir corriendo.

Nadie contesta, pero yo estoy seguro de que he oído algo.

Mierda… ¿Los LuLu le han hecho algo a Espino? No, no, por favor.

—¡Espino! —digo—. ¡Espino! —hay que repetirlo para que, algunas veces, me haga caso.

Espino sale del pasillo, tan normal. Está bien. ¿Entonces qué ha pasado? ¿El ruido que he escuchado era de Espino al final? Lo dudo mucho, pero vete a saber…

—Bueno, mira, para qué me voy a esconder —dice una voz que sale de mi habitación.

—¿Qué…?

Es Aaron.

—Toma, Izan, majo. Te devuelvo tus llaves. Has tardado lo tuyo en darte cuenta de que no las tenías, también te digo.

—¿Tú qué haces en mi casa? ¿Estás mal de la cabeza?

—Pues te lo voy a decir. Estoy buscando a Flora. Y, la verdad, tú tenías todas las papeletas de tenerla secuestrada.

—¿Perdón? ¿Qué acabas de decir?

—Antes he escuchado al Lucas gritar si tenías a su hija, y que te había visto por la noche ahí delante de su casa.

—¿Y tengo las papeletas por eso?

—No, claro que no… Yo al machirulo maltratador no le doy ni agua. Pero, fíjate, como hay más cositas, pues… ¿Qué tal te fue en el pueblo de Anna?

Me quedo mudo. ¿Qué me acaba de preguntar…?

—¿Te perdiste en unas ruinas? —dice—. Y cómo era lo otro… ¿Anna te descubrió? ¿Haciendo qué, pillín? Y luego tomaste una decisión mala, ¿no? Ah, espera, y cómo era la otra que faltaba… Ah, sí, sí. Flora desaparece. Pues fíjate, ya ha desaparecido.

—¿Por qué sabes tú todo eso…?

—¿Qué era esa hoja? ¿Eh, Izan? ¿Qué era? ¿Qué es eso de escribir unos días antes que Flora desaparecerá, y el mismo día que habías dicho, desaparece? No sé, pero me huele a que eres un mago que ve el futuro, o a que eres un loco que secuestra niñas. Ojalá seas un mago y me hagas trucos para multiplicarme el dinero o algo así, pero me huele más que va a ser lo segundo…

—El día que te dejé las llaves para darle de comer a Espino… —digo—. Ese día cotilleaste mi habitación y viste la hoja del calendario…

—Ah, sí. Incluso pusiste que un héroe te salvaría de morir ahogado. Te seguí, ¿sabes? ¡Y te tiraste al agua! Casi me planteo salvarte yo mismo, pero de repente vino un cachas macizo que no tengo ni idea de dónde salió, se tiró al agua y te sacó de ahí. Y te llevó en brazos. Me quedé en plan: ¿hola?

—¿Viste al que me salvó?

—Lo tengo en vídeo y todo, cariño. Pero no te voy a enseñar nada hasta que me digas qué son esas frases que apuntas en el calendario. Y, de paso, me dices dónde está Flora.

—Eres un capullo, Aaron… Por eso querías ir a mi casa. Cuando Gemma cogió las llaves para ir ella, se las quitaste… ¿Era para cotillearme la habitación?

—No, Izan… No te cotilleé nada. Un pajarito me dijo que mirase en un cajón de tu mesita, y que me encontraría un calendario.

—¿Un pajarito? ¡¿Quién te dijo eso?!

—Mira, Izan. Te veo muy alterado, así que te dejo ahí pensando unas horas. Luego, o mañana, vienes a hablar conmigo y me lo cuentas mejor. Si mañana no me dices nada, le digo a la policía lo de la hojita con la frase de Flora y todo. Tengo foto con fecha, así que vale como prueba, digo yo.

—¡No, no llames a nadie! Por favor, Aaron, espera. Déjame pensar.

—Eres muy creepy, Izan… Mañana por la noche, última oportunidad, ¿vale? Venga, chao.

Aaron se va. Lydia viene mucho rato después de eso. Se lo cuento todo. No tenemos ni idea de cómo afrontar esto. Otra persona más, y encima con amenazas. No sé si lo podré soportar.

Llega la noche y no hay ninguna nueva noticia. Tampoco tenemos el calendario de septiembre. Son casi las doce, así que nos vamos a ir a dormir, o a intentarlo.

—El calendario tendría que estar aquí… —digo—. Necesito información nueva. Necesito saber por dónde tirar… No puedo…

—Si no viene, no podemos hacer nada —dice Lydia—. No lo conviertas en una droga, porque ni siquiera sabemos si habrá calendario de septiembre.

Antes de dormir, reviso el mail, y veo uno nuevo de un remitente desconocido.

En el mensaje pone una sola frase: ¿se te ha ocurrido mirar en el compartimento secreto de tu maleta?

Lydia y yo nos quedamos mirando.

—¿Cómo han hecho eso…? —dice.

—No me jodas… —digo—. ¿Cuánta gente ha entrado en mi casa estos días? Estoy harto. Antes eran notitas, gente llamando a la puerta… Pero ahora no paran de entrar en mi casa. ¡Le podrían hacer cualquier cosa a Espino! No puedo más con esto. No puedo, Lydia. No quiero que sigan entrando. Me voy de este puto edificio, o me cambio la cerradura, o me pongo mil pestillos, o no sé, pero no puedo. No puedo más.

—Izan, por favor, respira. Vamos a mirar en el compartimento de tu maleta.

Vamos a mirar. Yo estoy hiperventilando. He intentado ignorar lo expuesto que estoy porque quería priorizar el problema de Flora, pero no lo puedo soportar más. ¿Ahora el calendario ya estaba dentro de mi casa? ¿De verdad? ¿Y qué pasa con Espino? Que no, que no… No puedo permitirlo ni una vez más.

Miro en los dos compartimentos secretos de mi maleta. En uno ya tenía escondido el calendario de agosto, y el otro no lo usaba para nada. Es en ese otro donde me encuentro el calendario de septiembre.

Le echamos un ojo y nos miramos.

—Lydia… No creo que pueda procesar todo esto. Hoy no puedo…

—Tranquilo, Izan. Tranquilo… Vamos por partes. Vamos a afrontar las cosas poco a poco, ¿vale? Estoy aquí. Estoy a tu lado.

—Sí… Vale.







34 visualizaciones2 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

2 Comments


Jonathan Sosa
Jonathan Sosa
Aug 31, 2023

Otro mes que termina, otro calendario que llega


Saber lo que va a pasar no lo hace mas fácil jajaja, pobre Flora esta en el medio de muchas cosas, creo que Izan se va a terminar desmayando nuevamente después de estos últimos días porque fueron bastante duros, el mensaje de Abril fue una cosa, pero lo de Pol ya es demasiada presión, no me agradaban mucho los esos 3 y ahora menos. algo muy bueno la vuelta de Lydia, se notaba su ausencia y quiero destacar algunas cosas, si bien la trama gira entorno a las predicciones, durante agosto en algunos capítulos no se enfocaban puramente en las predicciones, como ejemplo el día 24 con la vuelta de Lydia y…

Like
Joel Soler
Sep 08, 2023
Replying to

¡Gracias de nuevo por seguir ahí mes a mes! Me alegra que tras más de 180 capítulos siga manteniendo el interés. Con este mes quise jugar un poco a las bolas curvas en las predicciones, dándole importancia a otras cosas, cosa que ya había pasado antes, pero ahora Alex lo llama "surfear el calendario", de tal manera que ahora sean todavía más conscientes de todo el margen de maniobra que hay fuera de la frase de la predicción. Como ya habrás visto si estás al día, Alex puede parir algunas jugadas buenas usando ese truco. Ha sido una mitad de mes muy tallada por la presencia de Alex, y una segunda mitad donde lo que creo que más ha destacado es…

Like
bottom of page