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Jueves 4 de enero de 2024

Joel Soler

Actualizado: 5 ene 2024


Capítulo 310


Tengo una conversación importante


“No sé si me veo capaz. Noto que mi cabeza ya no funciona bien como para tener charlas importantes, a menos que me lo expliquen muy despacito…”



    Decidimos quedar en la cafetería favorita de Estrella. En ese local hay una mesa mucho más apartada que el resto, ideal para tener este tipo de charlas en voz baja sobre cosas que es mejor que la gente no escuche.

    —Izan, se te ve fatal —dice Estrella—. ¿Estás malo?

    —Pues… No lo sé. Creo que mi cabeza ha colapsado un poco con tantas cosas, pero no me hagas mucho caso. Ya estamos en enero. Falta poco. Salvo que en marzo venga otro calendario y nadie sepa cuándo terminará esto, que entonces me tiro de un décimo piso o algo así…

    —Bueno, vamos a pensar que no pasará nada de eso —dice Estrella, con una sonrisa incómoda.

    —Quiero hablarte de lo que sé sobre conjuros —dice el maestro Nero—. Por lo menos, lo necesario para que entiendas por qué está pasando esto.

    —¿Me hablarás de cómo funciona el conjuro que ha creado el calendario? —pregunto.

    —Me gustaría hacerlo, Robles… Pero solo podré contarte una parte. Todo está en el tercer tomo dorado, como sabes. Lo que sí puedo decirte es que Estrella y yo hemos sacado unas cuantas conclusiones.

    —Pues adelante, os escucho.

    —La base de todo es el papel del primer conjuro que descubrí hace mucho, mucho tiempo… —dice el maestro Nero—. En mi primera interacción con los Voyat. Está todo explicado en el primer tomo dorado.

    —¿El calendario ha sido escrito en ese papel?

    —Sí, eso creo. Al menos, cumple con parte de sus características. No sé cuánto mejoró Olivia mi fórmula… Esa mujer siempre me ha parecido más peligrosa y sabia incluso de lo que ya parecía. A saber cuántas veces ha viajado en el tiempo usando a los Voyat…

    —Al parecer —dice Estrella—, si tú escribes algo en ese papel especial, creas un vínculo con los Voyat. Una especie de contrato. Ellos no entienden lo que dices… Pero sí entienden lo que quieres.

    —Vale, me he perdido ahí. Vamos despacio —digo.

    —Las predicciones se cumplen solo si tú las consideras cumplidas de corazón. No vale engañarte a ti mismo, porque los Voyat lo sabrán. No hace falta que encajen a la perfección, puedes tener un margen de duda, especialmente si ya lo han intentado muchas veces… Pero la base es esa.

    —Vale… —digo, intentando enfocarme, aunque no entiendo algunas cosas, como lo de que lo han intentado muchas veces—. Sí, eso no es nuevo para mí. Tengo que ser yo el que decida de corazón si se han cumplido. Los bichitos lo hacen así, entonces. Pero… ¿Ellos pueden cumplir deseos?

    —No —dice el maestro Nero, tajante—. Lo hemos intentado, pero no pueden cumplir cosas imposibles. Lo único que pueden hacer es mover el tiempo e intentarlo una y otra vez. No sabemos cuánto lo hacen ni con qué intensidad, pero creemos que utilizan dos trucos al mismo tiempo.

    —Ah, que usan trucos… —digo.

    —Si la predicción no se cumple, reinician el tiempo una y otra vez hasta llegar a un resultado satisfactorio para la persona que ha escrito la frase. Es decir, si yo escribo en un papel que me toca la lotería, reiniciarán las veces que haga falta desde el momento anterior a comprar el número, hasta el momento en que ya dan el resultado. Una, y otra, y otra vez, sin que nos demos cuenta, hasta que se cumpla. Para nosotros, habrá ocurrido a la primera, pero a lo mejor han reiniciado el tiempo quinientas veces para conseguirlo.

    —En el caso de tu calendario —sigue Estrella—, lo que creemos que hacen es reiniciar el día, ya que el propio calendario les dice que las predicciones ocurren dentro del margen de un día, con sus veinticuatro horas.

    —Para ser más preciso —dice Nero—, no es que el calendario se lo diga… Es que tú se lo dices a los Voyat. Tú lo entiendes así, así que ellos lo entenderán así.

    Me tomo una pausa para asimilar. Pese a lo complejo que es, creo que lo entiendo, porque pocas de estas cosas me parecen nuevas. Siento que, con las pistas que me han dado Saúl o Nora, ya me hacía una idea de todo esto. Sin embargo, todavía quedan algunas cosas por responder.

    Antes de hacer yo algunas preguntas, dejo que sigan hablando. Me lo quiero tomar con calma.

    —Creemos, y esto es especulación, que utilizan otro truco —dice el maestro—. Hay veces que, por mucho que reinicies un día, no podrás cumplir una predicción, porque el daño esté hecho de antes.

    —¿Qué quieres decir? —pregunto.

    —Piénsalo de la siguiente manera —dice Estrella—. Imagina que la predicción dice que utilizas la camiseta que te regaló un amigo. Solo existe una así en el mundo, porque ningún otro amigo te ha regalado una camiseta. Pero, ¿qué pasaría si esa camiseta acabó triturada una semana antes?

    —Eh… Que no la uso, supongo.

    —La predicción no se cumple, porque, por mucho que se reinicie el día, la camiseta ya no existe, y no tienes otra que sirva. No es como si la predicción dijera que estás usando tu camiseta favorita. En ese caso, si tu favorita queda triturada, la predicción se cumplirá con que te pongas tu nueva camiseta favorita, la que te guste más de las que te quedan. Pero al decir que es la que te ha regalado un amigo… De esas no tienes más. En ese caso, estaríamos en una línea temporal rota que, por mucho que se reinicie, no llegará a nada.

    Por algún motivo, eso que dice ha resonado muchísimo conmigo.

    Viene a mi cabeza aquella planta que quemé en noviembre… Pero no tengo ni idea de por qué.

    —Nuestra hipótesis —dice Nero— es que, además de reiniciar, abren diferentes caminos. ¿Dos? ¿Diez? ¿Cien? ¿Mil? No lo sabemos. Pero imaginamos que hay muchas versiones que están ocurriendo en paralelo. Muchas formas distintas de recorrer tu camino por el calendario desde que comenzó el uno de marzo del pasado año.

    —¿Qué…?

    —Imagina un mundo A y un mundo B —dice Estrella— que sigue las predicciones cada uno a su manera, y van difiriendo poco a poco. En uno se tritura tu camiseta, en el otro no. En el que se tritura, tenemos un camino sin salida. Ese mundo desaparece, ya que tú y los Voyat estáis seguros del todo de que esa predicción nunca se cumplirá ni por azar. Pero todavía queda el otro, en el que no ha sido triturado nada. Ese mundo sigue adelante.

    —Oye… Esto es un poco fuerte —digo, poniendo la mano por delante para que frenen un poco—. ¿Estoy creando mundos alternativos y destruyéndolos si hago las cosas mal?

    La campaña de Pablo Merino… Un edificio quemado… ¿Por qué me viene todo eso a la cabeza? ¿Cuándo he quemado yo un edificio?

    —Son solo hipótesis —dice Nero—, y todavía nos faltan algunos datos. Por ahora, lo que queremos decir, es que las predicciones se cumplen así. Algunas solo se cumplen por repetición, una y otra vez, hasta que el azar decide cumplirlas. Otras, para garantizar el éxito, seguro que son manipuladas por la gente que está detrás de esto. Hacen lo posible porque se cumplan.

    —Sí… De eso sé algo. Pero lo de los mundos alternativos y reiniciados, todavía me cuesta un poco…

    —Hay todavía algo que es clave, y que no hemos resuelto —dice Estrella—. Las predicciones tienen tu letra… Pero no tenemos ni idea de por qué.

    —Es más —dice Nero—. Es el hecho de que tengan tu letra por lo que todo depende de ti. Como te he dicho al principio, esos papeles solo funcionan si la persona ha escrito lo que quiere que ocurra, y entonces los Voyat establecen ese vínculo. Si las cosas están escritas con tu letra, y todo depende de tu percepción de las predicciones, quiere decir que ese calendario lo has escrito tú.

    —Genial… Pero yo no recuerdo haber escrito nada de eso.

    —Eso es lo que nos falta —dice Nero—. Olivia debió descubrir otro hechizo, y lo debió combinar con el del papel. La combinación de los dos es lo que ha formado ese calendario tuyo, pero todavía no sabemos de qué se puede tratar…

    —El tomo dorado… —dice Estrella—. Eso es lo que nos falta. Con ese tomo, podremos entender todo lo que hay detrás del calendario, y puede que incluso averigüemos cómo detener el efecto.

    —Joder… —digo, poniéndome las manos en la cabeza—. Estoy muy mareado. Creo que es mucho como para asimilarlo. Y menos mal que algunas cosas no me venían de nuevo… Pero ahora todo ha empezado a encajar mejor. Lo que pasa es que me peta la cabeza con todo esto.

    —Es normal…—dice Estrella—. ¿Dónde crees que estará ese tomo dorado?

    —Nora afirma que no lo tiene, y estoy casi seguro de que dice la verdad.

    —¿Puedes confiar en ella? —pregunta Nero.

    —No… La verdad es que no. Pero, dentro de lo malo, Nora tiene una especie de honestidad que… Creo que ya voy entendiendo.

    —Si no ha sido Nora, ¿quién puede haber sido? —pregunta Estrella.

    —Si no fue Nora —digo—, tuvo que ser otra de las personas que estábamos en esa sala en aquel momento. O sea, uno de nosotros dos, o cualquiera de los demás VDLS.

    —Es un poco fuerte, ¿no? —dice Estrella, poniendo una mano en su frente y apoyando el codo en la mesa—. Asumir que uno de los nuestros ha robado un tomo para evitar que entendamos cómo funciona el calendario…

    —Sí —digo—. Aunque no sabemos si lo ha hecho para favorecer los intereses de Olivia, o si lo ha hecho para favorecer el cumplimiento de ciertas predicciones, evitando que yo consiga información antes de tiempo.

    —Es un buen planteamiento…—dice el maestro Nero—. Desarrolla eso, Robles.

    —Hay gente a mi alrededor que tiene información sobre las predicciones, pero que no la comparte conmigo. Estoy seguro de que esas personas, al menos una de ellas, está evitando que yo descubra antes de tiempo ciertas cosas, simplemente para no caer en esto de las líneas rotas y los caminos sin salida, o tal vez para llegar a una predicción muy concreta por el buen camino. Si el tomo dorado lo robó otro VDLS, tal vez busque eso también.

    —Claro… —dice Estrella, dándose toques en la cara con el dedo índice—. Pero entonces, ¿estamos asumiendo que alguno de ellos sabe predicciones de antemano?

    —No me extrañaría… —digo—. Hay tanta gente que sabe esto ya… Hay tantos bandos… Yo estoy perdido.

    Ni siquiera sé por qué Saúl o Frank tienen información privilegiada, si en teoría no están afiliados al bando de Olivia ni de lejos.

    —Muy bien —dice Nero—. Por ahora, tenemos esas líneas de investigación. Pero no te confíes, Robles, porque tanto podría ser eso último que dices, como podría ser que estén defendiendo los intereses de Olivia. No sabemos el alcance que tiene esa mujer…

    —Muchas gracias, maestro Nero —digo—. Y a ti también, Estrella. Ahora entiendo mucho mejor el calendario. Esto se lo tengo que contar a Lydia, que más de una vez me metió la bronca por hacerle caso a las predicciones en lugar de ignorarlas… ¡Pues seguro que hay cientos de reinicios donde sí ignoré al calendario!

    Estrella sonríe de una forma casi exagerada ante esta anécdota. Casi parece que se ha puesto roja.

    —Lo tendremos muy en mente —dice Estrella—. Y seguiremos investigando.

  —Sí… No os preocupéis —digo—. Es posible que alguien me dé mucha más información dentro de poco.

    No estoy seguro, pero creo que Frank, o Saúl, o los dos, hablarán mucho dentro de poco. Seguro que ahí saldrán más piezas que nos faltan, y poco a poco terminaremos de conocer la respuesta, con o sin tomo dorado de Olivia.

    Todavía quedan algunas preguntas por resolver…

    ¿Qué quieren el ex de Nora y la otra persona misteriosa? ¿Y quién es esa persona misteriosa?

    ¿Qué pinta Saúl en todo esto? ¿Y Frank?

    ¿Por qué las predicciones tienen mi letra y están ligadas a mí, y no a otra versión de mí como puede serlo Gris?

    ¿Quién escondió el tercer tomo dorado y qué contiene?

    Pese a todas esas preguntas… Siento que por fin todo empieza a tomar forma, y puedo ver una luz al final de este largo camino que comenzó el uno de marzo.

    Solo queda aguantar un poco más… Y estar más atento que nunca.






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