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Jueves 7 de diciembre de 2023

Joel Soler

Actualizado: 8 dic 2023


Capítulo 282


Conozco a varios vecinos


“Me da completamente igual.”



    Llevo todo el día intentando contactar con Saúl. He reflexionado toda la noche y… Tengo muchas dudas. Por más que la situación quedase tan clara, hay cosas que me chirrían. Además, tengo como una vocecilla o, no sé, un algo, que me dice que confíe en Saúl. Al mismo tiempo siento que es un asqueroso, así que no sé cómo sentirme.

    Lo peor de todo es que hoy he soñado que yo le decía que confiaba en él, y entonces lloraba en mi pecho. Ha sido un sueño muy real…

    Intento llamar a su casa varias veces, pero nadie contesta. Tampoco escucho ningún ruido.

    Al mediodía lo intento como por décima vez, y coincide que Daria vuelve del trabajo.

    —No está —dice.

    —¿Saúl no está? —pregunto, como si no fuera obvio que se refería a eso.

    —Sí, Izan. Saúl no está —me trata como si fuera idiota. Bien.

    —¿Cómo lo puedo encontrar? Es importante.

    —Oye… No sé lo que os pasa ni quiero saberlo, de verdad. Bastante tengo con lo que tengo. Pero… Será mejor que dejes en paz a mi hermano un tiempo. Este año está fatal, y la medicación parece que ya no le hace efecto.

    —¿Qué es lo que le pasa exactamente? —pregunto.

    Ella me mira y sacude la cabeza.

    —Déjalo. Prefiero no hablar de sus cosas. Por ahora… Déjalo, por favor.

    Daria va hacia su casa.

    —Un momento, espera. Saúl es mi casero, así que está difícil eso de hacer como que no existe, ¿no?

    —Bueno, estamos a principio de mes —dice—. Si para finales veo que no lo ha solucionado, yo seré tu casera y lo arreglas conmigo. O te cambias de casa, lo que te sea más fácil. Que tengas una buena tarde.

    No me deja ni contestar y cierra la puerta. No me extrañaría nada que Saúl esté viviendo en casa de su hermana, de hecho… Y supongo que no podré hacer nada si ese es el caso, salvo vigilar si sale para algo.

    … Y eso es lo que hago. Por la tarde me siento en un banco que tenemos en el portal, y hago como que estoy pasando el rato ahí, esperando a un amigo o algo. Lo que se me ocurra según quién me pregunte.

    Esto hace que vea pasar a varios de los vecinos. Algunos ya los había visto, y otros… Pues, o no me acuerdo de ellos, o no los había visto antes.

    Algunos me saludan de forma rápida. Otros pasan por delante, pero no me saludan. Y otros se paran a hablar conmigo. Algunos se presentan por primera vez, pero no me quedo con ningún nombre ni me importa demasiado. Los que más rato se quedan a charlar son dos de mis vecinos de rellano. La señora del tercero A, que se llama Lola, y es muy simpática, y el señor grandote con bigote, del tercero C, que… Nunca me acuerdo de cómo se llama. Tengo los buzones ahí mismo, pero me da pereza mirarlo.

    El señor del bigote me habla de la inflación, del gobierno, de la constitución, de la amnistía y de cosas que, la verdad, no tengo ni idea. Lo que le gusta es escucharse a sí mismo, así que solo tengo que asentir, hacer ver que las cosas son preocupantes cuando él me da pie a decir eso, añadir algún “a saber” cuando no sepa qué decir, y poco más. Él se encarga de monopolizar toda la conversación.

    La señora Lola me habla de que sus hijos han venido este puente y que mañana a lo mejor viene su otra hija. Yo no he visto ni he oído nada, pero a lo mejor es que no estaba a lo que estaba. Creo que nunca he visto ni oído a nadie en su casa, pero, siempre que nos encontramos, se esfuerza en decirme lo mucho que la quiere su familia. Me da un poco de pena.

    Los demás, pues no sé. Familias genéricas, más ancianos, una señora que dicen que es la loca de los gatos, pero que a mí no me parece para tanto. Un poco de todo, pero nada impresionante. Creo que había un influencer en el cuarto, aunque no sé de qué temática.

    En realidad, todo eso me da igual. Lo que quiero es hablar con Saúl.

    Después de unas horas sin hacer nada y llamando un poco la atención de los que se han ido, han vuelto y han visto que no me he movido de ahí… Al final vuelvo a casa con la cabeza agachada.

    Me quedo un rato jugando con Espino y hablando con él.

    —¿Crees que conocí a Saúl en otra vida?

    Espino me mira con una cara la mar de neutral.

    —En el mismo lugar donde me enamoré de Anna y vi la final del reality con ella… ¿No sería amigo de Saúl? Y, lo peor de todo… ¿Saúl no recordará eso?

    Me sigue mirando. No creo que me conteste, pero, con tantas cosas raras en mi vida, tampoco me sorprendería tanto.

    —Ya… A lo mejor sí que pasó eso, pero también pudo engañarme en ese mundo, ¿verdad? Es complicado…

    Espino se va, aburrido. Camina hacia el mueble donde tengo el calendario guardado y se acomoda a su lado.

    Yo me acerco y saco el calendario. Miro la predicción de mañana.

    Meditación…

  ¿Pol sabrá sacar memorias reprimidas? A lo mejor le parece rarísimo si se lo pido, pero… No creo que lo rechace de primeras. Por probar no pierdo nada, ¿no?






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