Capítulo 283
Meditación
“Aprovecharé para visitar mi antigua casa.”
Ahora es Liam el que vive donde yo vivía antes. Aprovechando el puente, decidimos quedar ahí y jugar un rato. También lo he puesto un poco al día de los eventos más importantes de las últimas semanas.
—¿Todo eso te ha pasado? ¿En serio?
—Todas las cosas que te hayan pasado en los últimos diez años me pueden pasar a mí en dos meses, y eso sin contar brujerías y mafias.
—¿Por qué no te dejan en paz? ¿Qué quieren?
—No tengo ni idea… Creo que cada uno quiere una cosa. Yo no sé por qué se hizo el calendario en primer lugar, pero sé que ahora se está enredando todo más porque cada uno lo quiere usar para sus cosas… Y me toca a mí estar en medio de todo eso.
Jugamos un rato más. Durante la partida, Liam me avisa de que el domingo y el lunes que viene hay un torneo guapísimo del juego que mejor dominamos. Nos hemos apuntado en equipo. Es algo nostálgico para mí jugar a este juego de tanto en tanto… Pensaba que ya no podía hacer algo así, tal y como está mi vida.
Después de pasar un buen rato con él, me dirijo a mi otra vivienda en propiedad, donde viven Aaron, Gemma y Pol. Mi objetivo es uno de ellos en concreto.
—¡Hombre! Pero si es el buen casero —dice Aaron—. Qué fecha más rara para venir, ¿no? ¿Es una visita secreta para ver que no rompemos nada?
—Hola a ti también —digo—. Vengo a ver a Pol.
—Antes te gustaba yo más que Pol. Estoy un poco celoso.
—Ya lo siento.
—Es broma. No sé ni lo que es eso de los celos. Pasa, pasa.
Paso por el salón y veo a Gemma tirada en el sofá, con la mirada perdida.
—¿Qué le pasa a esa? —pregunto.
—Ayer un chico la echó a patadas de su cama, y no se lo ha tomado bien.
—Ah… Veo que sigue metiéndose en la cama de otros sin el permiso de estos. Supongo que cada uno aprende a su ritmo.
—El karma, qué le vamos a hacer —dice Aaron, mirando con lástima a su compañera.
—Pues es lo que le toca.
Creo que he dicho eso con algo de rencor, pero razón no me falta.
—Cada día eres más duro —dice Aaron—. No me parece mal, pero vaya, que el cambio se palpa.
Llamamos a la habitación de Pol y este aparece con una camiseta de manga larga… Y en calzoncillos. No podría ser de otra manera, aunque estemos en pleno diciembre.
—¿Vienes para una sesión, o por algo del alquiler? —dice, aunque su expresión es la de alguien que todavía no ha terminado de volver de un viaje astral.
—Izan te quiere todo para él —dice Aaron—. A mí no me hace ni caso ya.
—Quiero preguntarte si puedes dirigir una de tus sesiones en una dirección un poco… Específica y rara.
Pol me mira, como si quisiera descifrar por mis ojos lo que todavía no le he dicho.
Asiente con la cabeza, me hace pasar y cierra la puerta detrás de mí, ignorando las quejas de Aaron por pasar de él.
—Me quieres pedir algo, digamos… ¿Espiritual?
—No te marearé mucho: quiero saber si tus sesiones pueden ayudar a que yo me reencuentre con algo así como… Recuerdos reprimidos.
—Recuerdos reprimidos… —dice, rascándose la perilla. Ahora lleva perilla.
—A lo mejor suena un poco raro, ¿no?
—Quiero entenderte. ¿Te refieres a recuerdos reprimidos por culpa de un trauma?
—Algo un poco más raro que eso, tal vez.
—¿Recuerdos de otra vida? Si es que crees en las reencarnaciones, claro.
—Va más por ahí. Recuerdos reprimidos de cualquier estilo. Sea de esta vida, de la anterior, o… De la misma vida, pero en otro… Universo.
Madre mía. Decir esto en voz alta me hará quedar como alguien que ha consumido demasiados productos de Marvel y ha perdido la noción de la realidad.
—Dejémoslo en recuerdos reprimidos de cualquier tipo. Si existen, vengan de donde vengan, tú quieres acceder a ellos, ¿no? —dice, y no noto que me esté juzgando, lo que es un alivio.
—¡Sí! Bien, así da gusto.
—No es mi campo, pero tampoco es que lo haya ignorado. Alguna vez he intentado contactar con esos recuerdos. Podemos intentarlo, pero no prometo nada.
—Para mí, merece la pena intentarlo.
—Mira, haremos una cosa —dice, y creo que se ha agobiado un poco con mi petición—. Si no me sale, la sesión te sale gratis. No tengo mucha confianza en mis capacidades, pero quiero intentarlo.
—Vale… Gracias.
Así es como empieza la sesión de meditación que da nombre a la predicción de hoy.
Una sesión en la que me dejo llevar por Pol todo lo que puedo, y que se hace muy larga mientras él intenta utilizar todos los trucos posibles para viajar por mi mente.
Durante diez, quince o veinte minutos, no conseguimos nada. Sin embargo, llegado cierto punto, empiezo a notarme dormido, y… Creo que tengo conciencia suficiente como para responder a sus preguntas sin terminar de conectar con el plano de la realidad.
No sé si llevaremos… ¿Media hora? No lo sé… Pero creo que empiezo a ver alguna imagen. No le doy forma, pero… Creo que no vamos mal encaminados.
Pol me hace preguntas y yo las contesto, pero no me doy cuenta de que las contesto. Yo solo sigo a las imágenes.
Creo que me está pidiendo que piense en una de las veces que más sospeché de esos recuerdos reprimidos. Pienso en el olor, y veo muchas escenas de Anna. Me duele el corazón, y eso me bloquea. Pensar en Anna ahora podría estar bloqueando el objetivo de esta sesión. Necesito información, no revivir un antiguo sentimiento.
Me pide que piense en otros momentos. Las imágenes de Anna son muy abundantes. Quiere algo un poco más concreto.
Recuerdo el día en el que casi me ahogo. Un héroe musculoso me salvó de morir ahogado.
¿Por qué no paro de pensar en Saúl? Saúl no es musculoso… Pero pienso en él. ¿Sería un Saúl musculoso el que me salvó?
Espera… Sí… Fue Saúl. Él me salvó la vida. Ese fue el día que conocí a Saúl… Ahí comenzó todo, ¿verdad? Saúl es el héroe que me salvó de morir ahogado…
Pero es musculoso… Pero no… Pero Saúl es malo… Es bueno… Confío en él… No confío en él… Es muy importante para mí… Me da asco…
—Izan. Para, Izan.
Es la voz de Pol. Está intentando que deje de moverme.
—¿Qué? —pregunto.
—Creo que habías colapsado. Te he perdido la pista a partir de nombrar a alguien llamado Saúl.
—Saúl… ¡Saúl! ¡Él me salvó!
—¿Crees que ha servido?
—Pero Saúl no es musculoso… —digo.
—Llevas un rato diciendo eso —dice Pol—. Creo que tu percepción de tus recuerdos reprimidos entra en conflicto con tus conocimientos actuales, y que no sabes qué es real y qué no por culpa de eso.
—¿Qué…?
—A lo mejor estás seguro de que el tal Saúl no es musculoso, o a lo mejor crees que sabes que vivo con Aaron y Gemma, pero, cuando salgas al salón, verás que vivo con otras dos personas. Tendrás recuerdos mezclados entre tú y tu “yo” de la otra vida. Y eso es peligroso, porque ese “yo” podría querer ganar terreno.
—¿Una versión de mí que me quiere ganar terreno? Explícamelo mejor.
—Como si tu “yo” de esos recuerdos te quisiera usurpar la vida actual. Tú lucharás para que eso no pase. Es el problema de los recuerdos reprimidos… Que, si esos recuerdos construyen toda una identidad muy separada de tu identidad actual, ya no sabrás quién eres.
—Me cuesta seguirte…
—A ver. Imagina que en otra vida fuiste un asesino en serie que odia a los inmigrantes.
—¿Vale…?
—Y que ahora eres alguien muy friendly con la diversidad de las razas, y que incluso apoyas todos sus derechos como el que más. Vale, ahora imagina que recuperas todos tus recuerdos de tu etapa criminal y racista. Esos recuerdos no son solo recuerdos, Izan. Son la identidad que te definía en el pasado. Sentía otras cosas, quería a otras personas, odiaba a otras personas, tenía otros objetivos… Era otra persona. Esa identidad luchará por ser la dominante. Todo tu ser anterior querrá ocupar tu cuerpo actual, por el motivo que sea. Porque prefiera imponer sus ideas, porque no soporte cómo eres ahora, o por simple supervivencia de la identidad. Y tú querrás lo mismo, no querrás perder lo que te define. Tú quieres que predomine tu “yo” actual, porque eres tú.
—Es un poco extremo… ¿Y si mi identidad anterior se parece mucho a mí?
—Entonces, todo es posible. A lo mejor puedes integrar sus recuerdos a tu vida y ya. O, a lo mejor, esa identidad sigue luchando por salir a la luz y anularte a ti. Aunque seáis parecidos, si ha vivido cosas muy diferentes, puede que tenga prioridades e ideales muy diferentes también.
—Suena peligroso…
—Izan, te lo pido, vuelve el mes que viene y haremos otra sesión. Estaré mucho más preparado y te ayudaré a conseguir lo que quieres sin perder tu identidad. Será mi reto personal. ¿Te parece bien?
—Ah, sí… Me pongo en tus manos.
—Tengo mucho que investigar. Gracias por darme este reto, Izan. Lo necesitaba.
—De nada, supongo…
…
¿Qué acaba de pasar?
Ha sido algo extraño…
Salgo de la habitación pensando en los recuerdos solapados. Alguien musculoso por un lado, Saúl por el otro.
—¿Qué tal la sesión? He escuchado algún grito al final —dice Aaron.
Al escuchar la voz de Aaron, recuerdo algo.
—Espera…
Me giro de golpe hacia él.
—¡Oye! No me mires así de golpe. Me ha dado miedo y un poco de excitación al mismo tiempo.
—Aaron. Tú nunca me enseñaste el vídeo.
Al decir eso, Aaron sonríe y resopla.
—Ya estabas tardando… Pensaba que te habías olvidado y todo.
—¿Lo conservas?
—Sí, claro. Nunca se sabe cuando te puedo sacar una rebajilla en el alquiler o algo así.
Aaron me siguió el día que me caí al agua y alguien musculoso me rescató. Hizo un vídeo del momento porque le pareció algo sospechoso, pero nunca me lo enseñó porque en esa época estaba reticente conmigo, ya que vio el calendario sin saber lo que es, y, además, hablaba con Saúl por mensajes, y a saber qué cosas le diría ese sobre mí…
Pero, ahora que soy su casero, espero que sea un poco más complaciente y me lo enseñe por fin. Necesito confirmar si me salvó Saúl o no. Y, si no lo hizo, ¿quién lo hizo? ¿Por qué? ¿Y por qué pienso en Saúl?
—Necesito que me lo enseñes ahora mismo.
—¡Bájale un par de revoluciones, Izan, por favor! Que vas muy acelerado.
—Aaron… Necesito verlo ahora.
—Algo tendré que sacar yo a cambio, ¿no?
—Pídeme lo que quieras.
—Me gustaría pedir una rebaja del alquiler, pero como pagamos los tres, ellos saldrían beneficiados de algo que solo hago yo, y no me da la gana. Tendré que pedir algo para mí, ¿no?
—Lo que quieras —digo.
—Bueno. Si te digo la verdad, entre que antes has pasado de mí, luego me has mirado de esa forma tan excitante, y ahora te tengo suplicando… —no me gusta cómo está sonando esto—. Va, me conformaré con un beso.
—¿Qué? ¿En serio?
—Sí. ¡Eh! Un buen beso, ¿no? ¿Lo tomas o lo dejas?
—¿Es lo único que se te ocurre? Puedes pensar algo más.
—Se me ha antojado. Qué le voy a hacer… Luego en unas horitas pensaré que te tenía que haber pedido otra cosa, pero ya será tarde. Es la historia de mi vida.
—Te dejo pensarlo si quieres.
—No, porque tú quieres ver el vídeo ahora, así que el premio es ahora.
—Pues nada…
No me lo pienso dos veces. No sé si quería prepararse o si se refería a solas o qué, pero… Me lanzo. Beso a Aaron de la mejor forma que sé y con intención de dejarle la mejor de las impresiones para que no me haga repetir.
Mientras nos besamos, él me agarra del culo con una mano, y del pelo con la otra. Creo que se está pasando, pero la única prioridad es el vídeo. Lo demás da igual.
Cuando terminamos, Aaron me mira con una cara que interpreto como satisfacción. Misión cumplida. Vaya personajes los de esta casa...
—No ha estado mal, ¿no? —dice.
—El vídeo.
Ahora mismo lo único que me importa es ver el vídeo. Yo qué sé si ha estado bien o mal. Prefiero pensar en estas cosas cuando todo lo del calendario termine.
—Oye, no besas nada mal para parecer tan modosito —dice, mientras saca el móvil—. Me has sorprendido.
—Muchas gracias —digo, aunque me suena a la típica respuesta de la que luego me arrepiento. La diferencia es que hoy me da igual.
—Vale… ¡Aquí lo tengo! —dice—. Un día tengo que descubrir más de tus mundos, Izan. Me fascinan.
Yo me acerco para ver el vídeo.
Aaron le da al play y empieza a reproducir.
Se me ve mareado y dando vueltas. Da pena verme.
Alguien alto y musculoso con capucha me está siguiendo.
—Tranquilo, luego se quitará la capucha —dice—. Yo flipé, porque tú sabías que un héroe te salvaría, y aquí es cuando te tirarás y el maromo mazado de detrás se lanzará a salvarte.
Ese cuerpo no es el de Saúl… He llegado a pensar que Saúl era musculoso en la vida de mis recuerdos reprimidos, y que aquí no. Pero esto es un vídeo del mundo actual, y ese no es Saúl.
Me caigo al agua, y el hombre musculoso corre detrás de mí y se lanza a salvarme. Empieza a correr incluso antes de que me caiga.
Se escucha a Aaron diciendo cosas como “qué fuerte” en el vídeo.
El héroe sale conmigo en brazos. No lo veo bien porque es de noche.
El vídeo sigue un poco más.
El héroe pasa por debajo de una farola y le puedo ver la cara.
…
—No puede ser —digo.
—Lo reconoces, ¿verdad? Creo que lo he visto por el edificio alguna vez. Yo pensaba que ya lo sabrías por tu cuenta y todo. ¿No te dijo nada el héroe? Es que es muy fuerte…
—Él no podía estar ahí… Él estaba en la cárcel en esas fechas…
—¿En la cárcel? Pues no creo, porque te estaba siguiendo para salvarte.
El vídeo termina y yo empiezo a caminar hacia la puerta.
No sé si me he despedido de los alquilados.
Estoy caminando sin un rumbo fijo. No entiendo nada.
Él estaba en la cárcel en esas fechas…
¿Cómo pudo Frank salvarme ese día si estaba en la cárcel?
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