Capítulo 349
Flora es la más fuerte
“No tengo ninguna duda de eso.”
Llevo desde ayer por la noche hablando con Flora por chat, a ver si ocurre algo que me haga decir que es la más fuerte, y así dejamos cumplida la predicción. Oliver, por su parte, creo que ha dejado preparada la siguiente, porque dice que él y yo cenaremos con Hugo. Madre mía…
Flora me habla bastante seca. Normalmente no me responde así. Parece que el chat no será suficiente para comunicarme con ella.
Me levanto de la cama y lo primero que hago es ir a preguntarle a Saúl si la de ayer se cumplió a la primera. Yo entiendo que sí porque, para mí, todo se ha mostrado de forma lineal, y ayer me dijo que vivíamos el día por primera vez, así que esto solo puede ser la secuela de esa primera versión del día. Pero también es verdad que yo no controlo tanto del tema como Saúl, y que están pasando cosas muy raras, así que hay que preguntar.
Llamo a la puerta varias veces, pero Saúl no contesta. Le dejaré un mensaje en el chat. Ya contestará.
Me vuelvo arriba y pienso qué hacer con Flora. Para esta tarea, me acompañará la mayor fan de la niña, y también uno de sus principales rivales.
—Si te contesta seca, es porque algo le pasa —dice Lydia.
—Que se le murió el padre, ¿no? —pregunta Alex.
—No es suficiente —dice Lydia—. O sea, con perdón, pero la sola muerte de un maltratador como Lucas no iba a dejar a Flora así tanto tiempo. Bueno, no por sí sola. A lo mejor Lucía se está comportando como una auténtica hija de…
—No me dio esa impresión la última vez que la vi —digo—. Me parecía mucho más apocada. Triste, pero más tranquila. Como si se hubiese quitado un peso de encima, y eso le diera muchísima pena.
—Lo mejor será que le hagamos una visita a Flora —dice Alex—. Si está con su madre, yo me encargo de ella. Tengo un encanto especial que las madres no pueden resistir, como si fuera ese hijo al que pueden enderezar si le ponen algo de empeño y amor.
—Alex —dice Lydia—. No vuelvas a decir algo así en mi presencia. Me da asco.
—Los celos te impiden pensar con claridad —dice Alex, apoyando su brazo sobre el hombro de Lydia, y siendo apartado al instante.
Una vez decidido el plan, un par de horas después de comer, nos vamos a casa de Flora con la excusa de que pasábamos por el edifico para unas gestiones del alquiler y para saludar a otros vecinos.
Nos quedamos un rato sentados en un banco que hay cerca del portal, pensando bien en lo que diremos. Al rato de estar ahí, vemos a Lucía salir con la Marta.
—Hostia, ¿se ha ido Lucía? —pregunta Lydia—. Perfecto. Es nuestro momento.
Los tres vamos directos al portal. Al mismo tiempo que nosotros, aparecen dos niños de unos ocho, nueve, diez, once… No sé, por ahí. De la edad de Flora, supongo. Van también directos al portal, y vemos que llaman al telefonillo. Alcanzo a ver que están llamando al segundo segunda. Es donde vive Flora.
Flora contesta, y uno de ellos pone una voz muy grave y teatral.
—¿Flora Abad? Tenemos la mercancía.
El otro, que se está medio riendo, aporta algo.
—Solo nos hemos tenido que cargar a dos polis. Misión cumplida, jefa.
Los tres nos quedamos quietos, observando el espectáculo de esos dos niños, que siguen con la bromita unos segundos más hasta que, de golpe, Flora baja corriendo por las escaleras y ellos, al verla, primero se asustan un poco, pero luego se encaran a ella.
—¿Qué pasa? ¿Vas a llamar a la mafia? —pregunta uno de los niños.
—Está picadísima —dice el otro, riendo.
—¿Ya os habéis reído? —pregunta Flora—. ¿No tenéis nada que hacer?
—Díselo a tu padre —dice uno.
Lydia, al escuchar eso, intenta intervenir, pero Alex la detiene.
—¿Qué haces? —grita Lydia, susurrando.
—Espera un momento —dice Alex, susurrando, y sin quitarle ojo a la conversación entre los niñatos y Flora.
Los niños siguen diciendo algunas cosas y riéndose solos, chocando sus puños entre ellos y haciendo el imbécil, pero Flora se queda callada, mirándolos.
Al final, se cansan y se van.
—¿Ya puedo hablar con Flora? —pregunta Lydia, mirando a Alex.
—Sí. Te he parado porque quería cumplir la predicción, y porque creo que Flora quería hacer eso: quedarse callada hasta que se cansaran. Y también porque si llegas a intervenir, los niños de ahora, en vez de asustarse, se hubiesen puesto más energúmenos todavía.
—Ya te digo yo que conmigo se asustan —dice Lydia.
—Bueno, ¿predicción cumplida? —me pregunta Alex.
—Sí… Creo que sí.
—Bien —dice Alex—. Ahora vamos a hablar tranquilamente con Flora, si ella quiere.
Nos acercamos a ella. Está conteniendo la rabia.
—¿Qué hacéis aquí? —pregunta.
—Ah, bueno… Unas gestiones, y…
—¡Hemos venido a verte! —grita Lydia, interrumpiéndome—. Izan me ha dicho que se te veía muy apagada en el chat, así que nos hemos preocupado, y hemos venido.
—Y os habéis tenido que encontrar con esos dos. Vaya tela… —dice.
—¿Por qué te hacen eso? —pregunta Lydia.
—No sé por qué, pero toda mi clase se ha enterado de que mi familia era de la mafia, y de que a mi padre lo mataron por ser el hermano de un mafioso que quiso traicionar al jefe. Y hay tres o cuatro que no tienen nada mejor que hacer que hacerme comentarios como esos. Ya lo ves, no tienen nada mejor que hacer. En fin…
Alex, Lydia y yo nos miramos. Creo que, por la expresión que tienen, piensan lo mismo que yo: ha sido Jordi.
Mientras hablamos frente al portal, un niño y una niña de la edad de Flora bajan las escaleras y vienen hacia nosotros.
Hablan con Flora entre susurros. Nos miran raro, en especial el niño, que me ha detectado como si fuese el villano, o algo así.
Creo que piensan que estamos molestando a Flora.
Rápidamente, ella aclara el malentendido. La niña es su prima Martha, la hija de la Marta, y el otro niño es un tal Adrián, que es como el guardián de Flora, y parece que le gusta. Estaban los dos en casa de Flora, animándola. Como Flora ha bajado de golpe al escuchar lo que había al otro lado del interfono, ellos se han bloqueado y no han reaccionado rápido, pero han querido bajar a ver si todo estaba bien.
Flora nos presenta frente a sus amigos.
—Este es Izan. Es mi socio, y le suelo aconsejar sobre temas del amor, pero es tan desastre que me estoy tomando unas vacaciones de eso. Pero es buena gente.
—Gracias por los cumplidos —digo.
—Esta es Lydia, mi fan número uno, dicho por ella misma. Yo la adoro, pero creo que es de esas personas que o la amas, o la odias.
—¡Pero bueno! —grita Lydia, y Alex se parte de risa.
—Y el que osa reírse en mi presencia es A… ¿Axel?
—¡Alex! —se le ha cortado la risa de golpe.
—Eso, Alex. Le pegué tremenda humillada hace unos meses, y ahora no tiene más remedio que besar por donde piso.
Ahora es Lydia la que se ríe a carcajadas, y Alex agacha la cabeza, admitiendo que no tiene ninguna respuesta ingeniosa contra eso.
De alguna forma, nos hacemos amigos del grupito, charlando un rato en el banco frente al portal, comentando las frases más míticas de Flora, y el tipo de persona que es en el colegio. Por lo visto, tanto su prima como el tal Adrián también son fans de Flora. Lydia se ha picado con ellos. Un espectáculo, vaya.
De lejos vemos llegar a Lucía y la Marta, pero vienen acompañadas de alguien a quien conozco muy bien.
—Mierda, no hemos traído a Frank… —susurra Alex.
Es Enzo el que viene con ellas. A ver con qué sale hoy…
Aunque, ahora que lo pienso… ¿Enzo sabrá que tratan tan mal a Flora? Sé que él adora a su sobrina, y si se entera de que tiene problemas por eso… Seguro que le pone fin al instante.
—Izan —dice Flora, haciéndome un gesto con la mano para que me acerque a ella—. Tu cara es puto transparente, ¿lo sabías?
—¿Qué…?
—Que estás pensando que mi tío Enzo seguro que solucionaría mi problema con el bullying.
—Qué cabrona… ¿Cómo haces eso?
—Yo muy lista. Tú muy transparente. Fin.
—Pues también es verdad…
—No le digas nada a mis tíos o a mi madre, por favor.
Lucía y Enzo se acercan a nosotros. En realidad, Lucía solo va detrás de Enzo, pero no nos hace mucho caso.
—Flora —dice Enzo—, ¿está segura de que quiere pasar tiempo con esos tres que no tienen nada mejor que hacer?
—No te pases —dice Flora—. Son buena gente. Tienen mi aprobación. ¿O es que dudas de mi criterio?
—¡Toma! —se le escapa a Lydia, para taparse la boca acto seguido.
Enzo se acerca a Lydia.
—No me olvido de lo que le hizo a mi sobrina… Y Lucía tampoco. No sé cómo tiene la cara de presentarse aquí.
—Te lo he dicho mil veces —dice Flora, agarrando a Enzo de la camiseta y apartándolo de Lydia—. Eso lo pactamos ella y yo. Fin. Si vas a hacerle daño a ella, me lo harás a mí primero.
—Usted es muy pequeña para…
—¡No! Esa excusa me tiene harta. Prueba otra cosa. Razona, o no tenemos nada más de qué hablar.
Enzo mira a Lucía, esperando apoyo, y ella le hace un gesto cansado, como diciendo “hazle caso a la niña y vámonos ya para casa”.
—¿Le parece bien que la secuestradora se pasee por aquí? ¿O Izan? —pregunta Enzo a Lucía.
—Me da igual. Izan ya no tiene nada que ver conmigo, y Flora dice que le parece bien lo de Lydia. Allá ellas. A mí ya me da igual.
—Usted verá —dice Enzo.
Sin decir nada más, los tres adultos suben para casa, y nosotros nos quedamos un rato más hablando con Flora.
Martha tiene una conversación muy animada, mientras que Adrián no para de mirarnos fijamente, especialmente a mí, como si yo fuera una amenaza. Nosotros intentamos que entiendan que estamos de parte de Flora al cien por ciento, y Flora también se lo hace saber a los dos, hasta que la cosa empieza a relajarse.
Parece ser que, salvo el apoyo de sus dos amigos, y nuestro apoyo ocasional, no necesita ningún tipo de ayuda más. Podrá encargarse de la gente de su clase, de las presiones de su familia y de todo. Ahora la predicción tiene incluso más sentido. ¿Cuántos años tenía Flora? ¿Diez? No me acuerdo bien, pero vamos, que yo con esa edad… Habría que verme. No pareceríamos ni de la misma especie.
De todas formas, si el problema perdura… En cuanto febrero termine, si salgo vivo, me volcaré un poco más en su caso. De hecho, lo más posible es que me dedique a solucionar todos los problemas que puedan tener las personas que se han visto salpicadas por este calendario…
Volvemos a casa, pero antes de subir, intento comunicarme otra vez con Saúl. Es raro que tampoco haya leído el mensaje.
Llamamos a la puerta, pero nada. Preguntamos a Frank, y tampoco sabe nada. Preguntamos a su hermana, pero tampoco sabe nada.
¿Tendrá algo que ver con el bucle en el que entró el día nueve?
Empiezo a montarme mis propias paranoias, como que Saúl se haya teletransportado al día nueve otra vez, mientras el tiempo avanza después del día once para todos los demás, pero sin Saúl. ¿Eso tiene sentido? ¿Los Voyat lo podrían hacer así? Supongo que con un túnel del tiempo, pero… Si fuera así, querría decir que tendríamos dos Saúl en el día nueve, ¿no? El que ya estaba ahí, y el viajero.
Creo que esto me queda un poco grande…
Esperamos unas horas y lo volvemos a intentar. Nada de nada.
¿Dónde está Saúl…?

Comments