Capítulo 119 Hugo habla conmigo donde me pegó
“Último día de trabajo antes de las vacaciones, pero antes tengo que enfrentarme
al Final Boss: Hugo. Si alguien me está viendo, que me desee suerte.”
Hugo lleva tiempo bastante callado. Siempre ha tenido esa actitud de “no quiero que nadie me moleste”, pero, al final, saltaba a la mínima y la acababa liando. Estos días solo he visto una mala contestación a Alberto y poco más. Aunque también es verdad que casi nunca miro lo que hace. Hoy, por culpa de la predicción, lo miro más veces, lo que hace que Hugo se dé cuenta de ello y me mire a mí también alguna que otra vez. Cuando me mira, aparto la mirada y me hago el tonto, pero creo que se me nota muchísimo… Soy un desastre viviente.
La mirada de Hugo es la de alguien que está muy nervioso. Muchas veces me mira cansado, con ganas de insultarme o asqueado, pero hoy… Parece como si estuviera un poco asustado. Como si le supiera mal tener que hablar conmigo. Pero lo pone en el calendario, quiere hablar conmigo, o por lo menos hablará conmigo, y no será porque yo lo busque. Tiene que salir de él, pero... ¿Por qué?
Pasan las horas y no ocurre nada. En el descanso me espero cerca del lugar predestinado. No viene. A lo mejor no he entendido bien la predicción, y ponía algo que indicaba que quería hablar pero que no tiene por qué hacerlo, o algo así.
Saco el móvil para mirar la foto del calendario, y amplio la imagen para leer bien la predicción de hoy, y de paso repasar las que me quedan para terminar el mes. Las recuerdo a la perfección, pero no paro de mirar todos los días una y otra vez el calendario para repasar lo que se viene y para prepararme.
Miro con atención la imagen. Amplío para que solo se vea la frase. La examino con calma.
Mientras miro, alguien me agarra con fuerza el brazo.
Me giro. Es Hugo. Hugo está agarrando con fuerza mi brazo y mirándome con ojos de psicópata.
—¡¿Qué haces?! —le grito.
—Déjame ver eso —dice, señalando a mi móvil con la otra mano.
—¿Qué? No, ni de coña.
—Déjame ver eso —repite, y aprieta mi brazo con más fuerza. Yo grito. Algunos me miran, pero nadie hace nada. Mis compañeros son un diez de diez.
Hugo me roba el móvil y mira la foto.
—“Hugo habla conmigo donde me pegó” … —dice en voz alta—. ¿Qué es esto? Contesta.
¿Y cómo contestó yo ahora? ¿Cómo le voy a explicar a Hugo lo del calendario?
—Ven, Izan —me dice—. Aquí pone que hablemos ahí atrás. Donde te pegué, ¿no? Pues venga, hablemos ahí atrás.
—Voy… —digo, sin saber cómo terminará esto. ¿Qué quiere decirme y qué le voy a decir yo sobre el calendario?
Llegamos al lugar de la pelea. Bueno, de la paliza que me pegó, mejor dicho.
—A ver, ¿me explicas por qué ponía eso en tu imagen?
—¿Pero tú querías hablar conmigo antes de ver esa imagen? —le pregunto. La maniobra de contestar una pregunta incómoda con otra pregunta que venga al caso. No falla. O sí.
—Ayer escuché que mañana ya te vas de vacaciones. Yo tenía algo que decirte, pero no tenía nada de ganas de hacerlo. Pero ya que te vas… Bueno, que sí, que hoy quería hablar contigo.
—¿De qué se trata?
—Has ignorado mi pregunta. No juegues conmigo, ¿quieres? Te saco ya unos cuantos años de experiencia. Dime qué era esa imagen.
—Es que es muy complicado de explicar…
—Te escucho. Pero hazlo rápido, o será la hora de volver al trabajo.
Vale, vamos allá… Versión resumida del calendario, para Hugo. Mi vida es así de surrealista.
—A veces aparecen frases en un papel… —empiezo— con predicciones que se cumplen. Como brujería. No tengo ni idea de dónde vienen.
Hugo me mira con la mirada cansada.
—¿Qué clase de explicación es esa?
—No puedo explicártelo mejor.
—¿Pero qué tipo de frases aparecen en ese calendario?
—Bueno, de todo un poco… Son frases muy aleatorias, y… —me detengo un momento—. Espera… ¿Acabas de decir calendario?
Hugo me mira muy serio. Es consciente de lo que ha dicho.
—Sí, Izan. ¿Qué pasa con ese calendario?
—¿Cómo sabes que es un calendario…? Tú solo has visto una foto ampliada donde lo único que veía era la frase que tiene que ver contigo. No has podido ver que era un calendario.
—Exacto. Y ahora dime, Izan. ¿Qué es ese calendario? ¿Qué tipo de predicciones hace?
—Espera, espera… Hugo, tú… ¿Eres un VDLS?
Hugo asiente. Está serio, pero también está un poco triste.
—Eso era lo que te quería decir antes de que te fueras de vacaciones. Soy un VDLS, y tú eres el invitado insoportable que puso patas arriba nuestro grupo hace poco.
—Pero no puede ser… ¿Siempre has sido tú? ¿Siempre has estado ahí? ¿Y sabías desde hace tiempo que yo tengo el calendario?
—Así es.
—Pero, espera… ¿Y qué VDLS eres?
Ninguno me cuadra. Su actitud y frases solo encajarían, si eso, con Negro, pero ya sé que Negro es Dana. Lila es Estrella, y Rojo debe ser el contacto de Frank, un hombre calvo, eso lo tengo casi seguro. Quedan tres. Gris parecía sorprendido al saber que yo era Invitado, pero habló muy solemne, y luego me enteré que se estaba acercando a mí. Hugo no se está acercando a mí ni hubiese contestado de esa manera. Azul era el más simpático de todos. Tenía una actitud conciliadora, asustada, respetuosa… Y cuando supo que yo era Invitado, le dio muchísimo miedo. Y Verde dijo que solo me conocía de oídas y que ni siquiera estaba seguro de que yo le conociera a él. Verde es el más descartado de los tres. Y si la información que me dieron sobre Rojo y su aspecto es correcta, tampoco debería ser Hugo. Por lo tanto, Hugo es Gris o Azul. Pero si Gris se iba a acercar a mí, y contando que su reacción no cuadraba con la de Hugo… Entonces Azul, que sí reaccionó de una forma que podría encajar, asustado, negándose a aceptar que yo fuera el Invitado… No puede ser…
—No puede ser que seas Azul…
—¿No puede ser? Pues es. Soy Azul.
—Pero… ¿Azul? ¿Tú eres el VDLS más conciliador y simpático? ¿Me estás tomando el pelo?
—¿Qué problema tienes con eso?
—Que tú eres borde y amargado —le digo con toda la naturalidad y sin miedo a las represalias—. ¿Cómo vas a ser Azul? ¿Qué clase de personalidad retorcidamente fingida quisiste aplicar ahí?
—Azul es mi verdadera personalidad. La que tendría si no me hubiesen jodido la vida por todos lados y si no estuviera rodeado de gente miserable de corazón. Azul, perdona si te ha resultado un inconveniente, es como me gustaría volver a ser cuando toda la mierda que ocurre a mi alrededor termine. ¿Te parece una buena respuesta?
—Estoy alucinando… —digo, pasando la mano por toda mi cabeza hasta la nuca—. ¿Por qué estás en VDLS…? Bueno, ¿qué es VDLS?
—No esperes que yo te cuente gran cosa, Izan… Primero, porque no somos amigos. Y segundo, porque yo soy el último mono en ese grupo.
—¿No sabes ni por qué estás ahí?
—Sé cosas. Sé qué quiero y sé qué quieren algunos de mis compañeros. Con eso es suficiente. El grupo lo montaron Rojo y Gris. Luego, Rojo reclutó a Negro, y Negro me reclutó a mí. Los demás no tengo ni idea de dónde salen ni de quiénes son. Y de identidad, solo conozco la de Negro y la de nadie más. Ni siquiera la de Rojo.
—Claro, es tu abogada…
—Sí, así es. Fue con Dana con quien hablé de que teníamos que hablar contigo este mes. Pero ni ella ni yo queríamos hacerlo. Por desgracia, nos parecía mucho peor seguir ahí quietos sin hacer nada.
—¿Y qué quieres? ¿Te tengo que explicar a ti lo del calendario? ¿Me has hecho venir hasta aquí para recordarme que si te llevo la contraria me pegarás una paliza como la de la otra vez o qué?
—Mira… De verdad, no tengo nada de ganas de hablar contigo, y menos si te pones así. Creo que esto ha sido muy mala idea.
—¿Por qué me odias, Hugo?
—Que por qué, dice… ¿No está claro?
—No. No lo está. No tengo ni idea.
—¿Por qué me odias tú a mí, Izan?
—Porque de repente empezaste a ser muy borde conmigo y a mirarme mal todos los días.
—Así es como tú lo recuerdas, ¿no? Ya… Como tú veas. No, mira, es que hago bien en odiarte, porque de verdad que no mereces la pena.
—¿De esta forma quieres que te explique lo del calendario? Pues vas mal encaminado. Menos Hugo y más Azul si quieres conseguir que…
Hugo pega un puñetazo en la pared. Veo un poco de sangre en sus nudillos. Está loco. Me mira con odio. Yo me alejo un par de pasos y lo miro asustado. Nos quedamos callados. Nadie dice nada más. Hugo se va.
Ya conozco a Azul, a Negro y a Lila. Tres de los seis VDLS han dejado ver su identidad, pero no puedo sacarle nada a ninguno. Si quiero tener posibilidades de saber más, necesito encontrar a Rojo o, como mucho, volver a hablar con Estrella y ver si le puedo sacar algo más. O tal vez pueda contactar con Gris, que dice que se está acercando a mí. ¿Pero quién es Gris?
Mi último día de trabajo termina. No vuelvo a hablar con Hugo.
Lydia no me contesta a los mensajes. Me despido de Eric, pero es una despedida fría.
Bajo estas condiciones empiezan mis vacaciones de verano. ¿Qué me depararán? Pues pronto lo sabré, porque el mes de junio ya se termina, y el calendario de julio está al acecho, preparado para decirme si el mes que viene levantaré cabeza por fin, o si me hundiré ya del todo en la miseria.
Estoy preparado para cualquier cosa…
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