Capítulo 245
Estrella lo encuentra
“Espero que no sea un girito de esos de calendario, donde creo que encuentra una cosa, y termina encontrando algo que no tiene nada que ver, y me quedo con cara de idiota.”
Estrella me propone comer juntos después de su trabajo. Dice que ella misma traerá la comida a mi casa si quiero. No puedo decir que no a eso.
Mientras comemos, me cuenta sus descubrimientos más recientes.
—Encontré a la persona que buscaba —dice. La veo bastante animada.
—Explícame bien por qué buscabas a esa persona y qué hace, porque siento que me costará situarme.
—Sí, a ver. Aunque están escondidos, hay gente que sí estudia a aquellos… “Seres”, de los que te hablé. ¿Los recuerdas?
—¿Los bichitos que tienen que ver con la magia o algo así? No me pude enterar mucho sobre eso, aunque me lo has contado como dos veces ya…
—No te culpo. Ni yo lo entiendo muy bien. No tienen un nombre oficial, ya que cada persona lo ha estudiado por su cuenta y no hay documentos de puestas en común sobre este tema. Si los hay, todavía no los he encontrado. Según cómo se mire, es algo que podría considerarse reciente.
—Entiendo, por eso estamos en pañales con este tema. Especialmente yo.
—Es que las personas que han podido detectarlos sospechan que están aquí desde hace pocos años. Hay muchas teorías al respecto, pero no hay nada definido todavía. Pero, a cualquier persona de entre veinte y cuarenta años a la que le preguntes, te mencionará como mínimo a una de estas tres personas: Olivia, Salma y el maestro Nero.
—La primera, por desgracia, sabemos quién es. ¿Qué me dices de los otros dos?
—La señora Salma desapareció hace muchos años. Hay gente que cree que murió, otros dicen que está escondida, otros que la hicieron desaparecer… No ha habido forma de dar con una fuente fiable. El maestro Nero, por otro lado, es un anciano que vive en Galicia. Ese no es su nombre real, pero dicen que es excéntrico. Nero, Salma y Olivia son los tres pioneros de este tipo de investigación en España. Cualquier otra persona que sepa del tema en este país es porque primero entró en contacto con, por lo menos, uno de los tres.
—Ya veo… Es increíble hasta qué punto has rastreado todo. Pero, entonces, ¿has hablado con el señor Nero?
—Maestro Nero. Se enfada si no dices “maestro” primero. Y sí, así es. Ayer comí con él.
—¡¿Has ido hasta Galicia?!
—Sí, ida y vuelta. Merecía la pena para tener la charla.
—¿Y cómo fue?
—Ese hombre no solo conoce un hechizo interesante… También se podría considerar que lo confeccionó él mismo. El problema es que es muy callado y críptico, así que no me lo quiso contar todo. Tal vez vuelva un día. Tal vez me puedas acompañar y le enseñas el calendario.
—¿Qué relación tiene su hechizo con mi calendario?
—Atiende bien a esto, Izan. Él hizo un tipo de papel que tiene propiedades que resuenan con esas pequeñas criaturas. Dice que es el trabajo de más de treinta años de investigación ininterrumpida.
—¿Resuena…?
—Sí. No ha sido muy específico. Le pregunté qué tipo de cosas podían hacerse con ese papel, y me dijo que todavía estaba en fase de experimentación, y que Olivia quería sacarle ventaja en eso. Yo le expliqué por encima una situación “hipotética” en la que el papel se usa para hacer algo parecido a tu calendario. Me dijo que no sonaba del todo descabellado, pero que él no sabría aplicarlo y que hay cosas que no le cuadran.
Intento reflexionar eso que me ha dicho. ¿No suena descabellado o no es aplicable? No lo entiendo muy bien, pero yo asiento para no parecer idiota.
—No me estás entendiendo del todo, ¿no?
Mierda.
—Me cuesta.
—Todavía hay cosas que me cuestan incluso a mí, no te preocupes. El maestro Nero dice que una posible aplicación sería que, si se apunta algo en una hoja así, podría establecerse una conexión entre la mente de la persona que ha escrito en esa hoja, y las criaturas. Sin embargo, cuando le pregunté si esas criaturas podrían convertir en realidad lo que esté escrito en esa hoja, no terminó de estar nada seguro de que eso encajara con lo que él conoce. Dice que no pueden cumplir deseos, pero sí que podrían tener la intención de conseguir que la persona quede “satisfecha”. Es casi como si los contrataras al escribir en una hoja que resuena con ellos. Eso cree el maestro Nero. Me habló de simbiosis y de otras palabras que se me hicieron complicadas incluso a mí para hablar de diferentes planos de existencia. Te ahorraré eso.
—Gracias. A ver… Suena complicado. ¿Dice que los contratas, pero que no tienen suficiente poder como para cumplir lo que has escrito?
—Dice que su conocimiento es limitado, y que por ahora no puede ofrecer mucho más. Que, por el momento, observemos lo que pasa y por qué pasa teniendo en cuenta lo que nos ha dicho.
—Mi cabeza explotará, Estrella…
—Lo siento. Creo que nos faltan varias piezas todavía. Además, aún no sé cómo encaja todo esto con tus recuerdos reprimidos o con que Olivia y su grupo te quieran entregar mes a mes los calendarios. Es muy confuso para mí también.
—Bueno, al menos tenemos un posible hilo del que tirar… Ya es mucho más de lo que pensaba. Muchísimas gracias, de verdad.
—Iré haciendo conjeturas sobre el tema con la información recopilada, que no te quepa duda —dice, y la veo más motivada que nunca.
Poco después, mientras recogemos los platos, llaman a la puerta.
—¿Quién puede ser a la hora de comer? —dice Estrella.
Yo estoy con la cabeza agachada. Suspiro.
—Que llamen a la puerta el último día del mes es algo que detesto… Suele querer decir que el calendario viene a verme. No sé quién lo traerá esta vez.
Me asomo a la mirilla y veo a uno de mis vecinos ahí. Es el señor enorme con bigote que suele hacer la pelota a todo el mundo. No recuerdo nunca cómo se llama. Manolo, o Mariano, o algo así.
Abro la puerta y ni saludo ni nada. Que me diga él lo que quiere.
—¡Hola, vecino! Quieto ahí un momento —se gira hacia las escaleras. Alguien está subiendo—. ¡Señora! Ya lo he llamado. Sí que está en casa. ¡Vamos, un último esfuerzo! ¡Es usted una valiente!
—Ah… Muchísimas gracias, joven —dice la “señora”. Es Olivia, haciéndose la pobrecita. Cómo la odio… Menos mal que ya estoy curado de espanto y esperaba algo así para un día como hoy—. Toma, diez euritos —le da unas palmaditas en la cara—. No te los gastes de golpe.
—¡Pero señora! ¡No hacía ninguna falta! —dice, guardándose, eso sí, el billete en el bolsillo. Solo le ha faltado preguntarle si no se lo podía mandar por Bizum mejor—. ¡Bueno, vecino! Ahí te la dejo.
Manolo, Mariano o como se llame se vuelve para su casa, y, muy alegre él, me deja en la puerta a Olivia Sallares, que está teniendo muchísimo trabajo para aguantarse la risa.
—¿Puedo pasar? Ji, ji, ji…
—No —digo.
—Me pondré a llorar en el rellano y tus vecinos te odiarán por haber tratado tan mal a una pobre anciana que viene a verte pero que tiene miedo a los ascensores… —se ríe muchísimo, a carcajadas.
—Dame el calendario y vete a la mierda —digo.
—¿Qué te hace pensar que te traigo el calendario?
Mi cabeza solo piensa en una cosa… En decirle que sí, que pase, y matarla aquí mismo. El problema es que el vecino es un testigo de que ella está aquí, y, además, jodería la predicción de diciembre, y creo que eso podría terminar muy mal para todos.
Estrella se asoma en ese momento y se queda paralizada al ver a Olivia.
—¡Ah, Estrella! ¡Qué ilusión! —grita Olivia. Muy falsa, muy asquerosa.
—¿Qué haces tú aquí? —dice Estrella.
—Oye, oye… Me comentan mis fuentes que estabas por Galicia ayer mismo. ¿Qué se te ha perdido en Galicia, Estrellita?
—Vete de aquí —dice Estrella… Le ha cambiado la cara.
—Estrella… No habrás ido a ver a la rata de Nero, ¿verdad? Eso me dolería en el alma… No me harías eso, ¿no? Tu maestra de referencia soy yo. No se te ha perdido nada en Galicia.
—Izan, ¿la dejarás pasar? —dice Estrella, mirándome.
Yo no puedo contestar rápido. Examino a Olivia, que me mantiene la mirada con una sonrisa muy, pero que muy maliciosa.
—¿Traes el calendario o no…?
—Ji, ji, ji…
Olivia saca un sobre de su bolso. Del sobre sale una hoja doblada que, al desplegarla, se ve claramente que es el calendario de noviembre.
Lo ondea delante de mí, como intentando tentarme.
—¿Puedo pasar…? Ji, ji, ji…
—Pasa.
—¿En serio? —dice Estrella.
—Hará lo que le dé la gana —digo—. Pero la echaremos rápido.
—¡Oye! Que estoy delante. Izan, me haces mucho esto, ¿eh? Hablas mal de mí, ¡pero delante de mí! ¡Y fingiendo que no estoy! Tengo sentimientos, ¿sabes?
—Pasa, haz el puto teatro que quieras hacer, dame el calendario y vete a la mierda —digo.
—Qué feroz… Nora siente auténtica debilidad por ese lado tuyo. No está nada mal, no te voy a mentir… Ji, ji…
Olivia entra en casa y, cuando ve a Espino, sonríe con la peor de sus caras. Yo, por acto reflejo, corro hacia mi gato y lo sujeto en brazos.
—Espino, te voy a encerrar un momentito en la cocina. No tardaremos.
Lo dejo apartado para que no exista peligro de interacción entre él y Olivia. Me ha dado muchísimo miedo que una persona así mire a mi gato de esta manera… Puede usarlo para amenazarme, puede entrar en mi casa con alguno de sus trucos y hacerle algo, puede simplemente asustarme con interacciones puntuales… Pero nada de eso debería ocurrir. Y no pienso dejar que ocurra, porque cada vez estoy más seguro de que tengo que matar a esta persona.
—Bueno, chicos —dice Olivia, sujetando el calendario de noviembre—. Sentaos cada uno a un lado del sofá, que vamos a mirar la hoja de noviembre. ¡Qué divertido! Tenía que haber venido por la noche para que podamos celebrar Halloween con tus predicciones, pero quería que Estrella estuviera aquí también.
—No me pienso sentar —dice Estrella.
—Dame la hoja y vete —digo.
—Pero qué aburridos. A ver, pues voy leyendo yo en voz alta algunas predicciones, ¿vale? —mira con atención la hoja, mientras Estrella y yo la miramos desde lejos, de pie, conteniendo las ganas de golpearle la cara—. ¡Mira! El lunes que viene pone que casi te matan. No paras de meterte en líos, ¿verdad? Te prometo que seré buena y no seré yo… Ji, ji, ji…
—Prefiero examinarlo con calma yo mismo… —digo. No voy a mentir, me ha dado miedo esa predicción.
—A ver qué más tienes, pequeñín… Bueno, las de noviembre son algo abstractas con respecto a otros meses. Pueden pasar muchas cosas diferentes. Pero me voy a detener ahora en la del día doce… Porque, al parecer, mi Nora te contará algo relacionado con mi marido. ¿Qué será? Yo lo sé… Ji, ji, ji… Espero que sepas entenderla.
—No me interesa nada de lo que Nora me pueda contar, salvo que sirva para joderos a alguno de vosotros —digo.
—Bien dicho —dice Estrella, susurrando, y sin despegar la mirada de Olivia.
—Bueno, bueno… ¡Tú espera a ver qué te dice! Pareces nuevo en esto del calendario… ¡Ji, ji, ji!
—¿Alguna más? Ya has dicho muchas —digo.
—¡Pero si solo llevo dos!
—Por eso, muchas —dice Estrella.
—Vaya par. Habéis congeniado bien, ¿eh? Seguro que es porque Rojo os pidió que fueseis un equipo. Vaya últimas palabras más bonitas...
Siento como si mi pecho se acabara de contraer. No puedo describir la rabia que siento ahora mismo. No alcanzo a comprender cómo se atreve a mencionar a Rojo de esta manera… ¿Le da igual morir? Porque me estoy planteando mandarlo todo a la mierda con tal de tener la satisfacción de poder matarla aquí y ahora.
—¿Sabes? Tienes razón —dice, dejando el calendario en la mesa—. Todas estas predicciones será mejor que las interpretes con calma, jovencito. Algunas pueden no significar nada… Y otras pueden ser algo terrible. Hay una en la que solo pones puntos suspensivos… A veces haces estas cosas en las predicciones. Es divertido, porque siempre son momentos en que lo pasas muy, pero que muy mal… Ji, ji, ji…
—¿Ya has terminado? —digo.
—Hay una donde dices que estás harto de hacer daño, otra donde quieres que alguien desaparezca, otra donde dices que te estás metiendo donde no toca… ¿No crees que estás jugando con mucho fuego?
—No soy yo. Es el calendario el que me hará hacerlo.
—Claro. El calendario —esta vez se ríe en voz baja, tapándose la boca—. Pues a ver, a ver… Estoy deseando ver qué te depara este mes. Pero te aseguro que prefiero mil millones de veces ver qué te depara el de diciembre…
Mi primera intención es no contestar… Pero no me puedo resistir.
—¿Qué pasa en diciembre…?
—¡Que yo soy la protagonista! Ji, ji, ji… ¡Diciembre es mi mes! ¡Feliz Navidad! —se ríe a carcajadas.
—Pues hala, nos vemos en diciembre —digo—. Ahora, vete.
Olivia me mira sonriendo, pero, esta vez, es una sonrisa desafiante.
—No estás sacando partido a tus opciones, Izan… No manejas la ambigüedad del calendario con inteligencia… Así te van a devorar. El novio de Nora es mucho más inteligente que tú en ese aspecto…
—¡Que te largues de mi casa de una puta vez! —grito, y estoy seguro de que se me ha escuchado por todo el edificio.
—Bueno, jóvenes… Me retiro. Creo que no soy bienvenida. Ahí te dejo el calendario del mes. Asegúrate de que no haces nada demasiado loco, que te quiero ver en plenas condiciones en diciembre, ¿vale? ¡Lo pasaremos de bien…!
No respondo. Solo espero a que se marche.
—Ah, Estrella, bonita… Visita a Nero todo lo que quieras, pero que sepas que es alguien inútil. Lo mantengo vivo porque todavía podría servirme ni que sea un poquito en alguna investigación, pero ese ratoncito lleva décadas investigando lo mismo que yo, y va tan, pero tan lento… ¡No se arriesga! ¡No experimenta! ¡No hace nada! ¿Así pretende encontrar algo?
—Por lo menos no está perturbado de la cabeza, como tú… —dice Estrella.
—Bah, no entendéis nada. Adiós, jovencitos. ¡Ah! Izan. Bonito gato.
—¡Fuera! —grito. Me duele la garganta.
—¡Ji, ji, ji!
Se va.
Por fin se va.
Siento que no he podido respirar bien desde que ha entrado en casa.
Tanto Estrella como yo notamos como nos fallan las piernas. Hemos acumulado demasiada tensión. Nos abrazamos.
—¿Miramos el calendario…? —dice.
—Sí, por favor…
Y así es como termina un mes de octubre lleno de cambios y amenazas…
Viendo el calendario de noviembre, soy incapaz de comprender qué me depara el futuro, pero muchas de estas predicciones, aunque tienen mucho margen de maniobra… No sé por qué, pero me dan muchísimo miedo.
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Ya se fue octubre ya pasaron 7 meses, 7 calendarios, 245 capítulos, ciertamente te superaste mes a mes, Izan estuvo al limite varias veces en estas ultimas semanas, ciertamente esta perdiendo la paciencia y esta teniendo escapes de ira espontáneos, el esta evolucionando de modo que se interiorizo todo y ya no le sorprende nada, los personajes que habitan a su alrededor también fueron cambiando en estos meses y generando ciertas circunstancias muy interesantes como abril cambiando de trabajo y terminando Izan en su gimnasio o Ana pasando de ser la madre protectora de todos los del mercado a ser un personaje mas profundo y activo, ciertamente esta "nueva" etapa de Izan mudándose y teniendo que conocer a sus vecinos,…