Capítulo 244
No lo hago mal en la entrevista
“Da confianza lo de que la predicción ya te diga cómo lo harás en la entrevista y todo. Aunque tampoco pone que lo haga bien, solo pone que no lo haré mal.
A lo mejor es un trabajo en el que hay que hacerlo brutal para entrar.”
Llego puntual y creo que no me he vestido mal del todo. Frank me ayudó a elegir la ropa.
La chica que me entrevista es la típica que sabe hablar muy bien y hacer que te sientas cómodo, con una voz muy suave y asertiva, pero que destila burocracia en cada cosa que dice.
Me hacen preguntas rutinarias y yo me veo bastante profesional en las respuestas. No me reconozco, vamos. Yo creo que, en el fondo, sí que fui un trabajador decente en este sector, y se me nota la experiencia.
Me preguntan si podría incorporarme el miércoles. Me gustaría decirle “pues espera a ver qué me dice el calendario”, pero, claro, no creo que quede bien.
Efectivamente, no lo he hecho mal.
De hecho, me hacen un tour por la empresa y todo. Me enseñan las instalaciones, me explican qué tipo de programas usan y cómo funcionan los departamentos…
—¡Ignacio! ¿Están ya las fotocopias? —dice uno de los trabajadores.
A mí, por supuesto, me da un pequeño infarto al escuchar eso. Nada serio.
Me asomo para ver quién es el de las fotocopias y lo veo de espaldas. No me da tiempo a detectar si es él o no.
Mierda… Si le pregunto a la entrevistadora, parecerá que estoy loco o que tengo problemas con gente del pasado.
Me voy del sitio sin saber si mi antiguo y odioso jefe trabaja ahí o no.
Se lo pregunto a Elías, pero él no tiene ni idea. Dice que, que él sepa, no, pero que vete a saber si ha entrado hace poco.
Cuando vuelvo a casa, veo a Frank poniendo ropa en una mochila.
—Anda, ¿y eso? —digo.
—Me tengo que ir unos días a casa de mis padres.
Mis inseguridades me obligan a pensar, por protocolo, que esto pasa porque le he hecho algo malo.
—¿Cómo es eso? —pregunto, haciendo como que no he tenido ningún pensamiento tóxico intrusivo.
Frank me mira con atención.
—No seas idiota, Izan. No seas idiota. No me voy por culpa tuya.
—¿Qué? Yo no he dicho nada de eso.
Qué cabrón.
—Ya, claro —Frank sonríe. Pocas veces sonríe de forma relajada—. Me voy porque mi padre se ha roto una pierna, y voy a substituirlo en la granja, ayudar con la casa y todo eso. Ya están mayores para llevar la granja… Ojalá pudiera solucionar eso de alguna forma. Ojalá se puedan retirar, Izan… Pero alguien que ha estado en la cárcel tiene pocas cosas que ofrecer a su familia. Así que esto —levanta la bolsa y se la echa a la espalda— es lo único que puedo hacer por ahora.
—Entiendo. Pues nada… El tiempo que necesites.
—Mándame la imagen del calendario de noviembre en cuanto la tengas. No te pienso abandonar a ti tampoco, no te preocupes.
Con esas palabras tranquilizadoras, se va.
Vuelvo a sentirme un poco inseguro, y más teniendo en cuenta que mañana viene el calendario. Creo que le pediré a Estrella que no se separe de mí en todo el día.
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