top of page

Miércoles 15 de marzo de 2023

Joel Soler

Actualizado: 5 oct 2023


Capítulo 15

Mi profesor me da un buen consejo

“Qué suerte que el mejor profesor que se podría tener sea mi vecino.”



Hoy está siendo otro día terrible en el trabajo. Desde que Ignacio descubrió lo que pasó con Elías, y desde que Hugo está en pie de guerra, el ambiente es asfixiante. Voy todos los días con el estómago encogido, las horas se hacen mucho más largas y tengo que estar alerta todo el tiempo. Por si todo eso no fuera suficiente, hoy he cometido un gran error en una de las campañas que tenía que entregar.

—Izan, ¿has estado pendiente de tu propio trabajo? —me pregunta Victoria.

—¿Qué?

—Ya veo que no. Escucha, mira esto.

Victoria toma el control del ratón de mi ordenador y se dedica a abrir documentos sin mi permiso. Tampoco me atrevería a detenerla.

—¿Lo ves? —yo asiento, pero lo debo hacer de forma poco rotunda, porque me llama la atención una segunda vez—. ¡Izan! ¿Lo ves o no?

—Veo los documentos, pero no veo el problema.

Ella se queda callada mientras yo examino lo que pretende mostrar. Tras unos pocos segundos, creo ver el problema y, tras verificarlo, noto una sensación de vértigo y vacío dentro de mí.

—Mierda…

—Exacto —sentencia ella.

La campaña que estamos realizando esta semana requiere que yo le haga un documento detallado y comparativo al departamento que dirige Victoria para que puedan contrastar los datos de la manera más precisa posible. Muchos números que indican la situación de los diferentes campos de búsqueda de internet y demás tecnicismos. El problema de estos documentos es que, si te equivocas en una sola cosa, se genera un efecto bola de nieve que hace que todo lo hecho por los demás departamentos no tenga ningún tipo de valor, salvo que se den cuenta a tiempo. Victoria se ha dado cuenta después de invertir casi media hora en hacer su parte con mis números erróneos, así que ese tiempo que han perdido en su departamento es culpa de mi negligencia.

—¿Te ha pasado alguna vez más?

—He cometido algún error pequeño otras veces, pero creo que este es el peor…

—Creo que estás distraído estos días, pero tendrás que priorizar en tu mente que estas cosas no te pasen. Revisa una y otra vez. Ni se te ocurra entrar en piloto automático mientras haces este tipo de documentos, o toda la campaña se viene abajo.

—Sí… Lo siento…

—Ahora tienes que arreglarlo rápido. Mi departamento se tomará un descanso de diez minutos. Para cuando volvamos, tiene que estar hecho. ¿Me has oído?

—Sí, lo siento mucho.

Creo que diez minutos es demasiado ajustado para hacer esto, pero no puedo quejarme después de semejante patinada.

Veo de reojo que Hugo me mira y niega con la cabeza, como si se pudiera permitir mostrar decepción al ver mis errores. Es un asqueroso, pero no tengo energía ni tiempo para enfrentarme a él.


Después de casi veinte minutos, consigo terminar todos los números correctos y los reviso una y otra vez. Victoria se me acerca por detrás, me pasa la mano por el hombro y se acerca a mi oído.

—Tranquilo, Ignacio no se ha enterado de esto —me dice en voz baja.

—¿No lo sabrá? —le pregunto, susurrando también.

—Si ese se entera, es capaz de hacer que nos reunamos todos para darnos una charla sobre cómo trabajar correctamente en su oficina, y perderemos tiempo que no tenemos escuchando cosas que ya sabemos o que no sirven para nada.

—Tienes razón… Él haría algo así… —digo con una risa nerviosa y vergonzosa. Victoria se aleja un poco y vuelve a ponerse erguida.

—Vigila la próxima vez, ¿vale?

Pese a que su rostro es serio al decirme eso, puedo notar una cierta simpatía en sus palabras, pero con ese matiz que te advierte de que la próxima vez no será tan comprensiva. Lo que no podré negar es que ha tenido una forma de solucionar el problema mucho más eficiente y digna de lo que Ignacio hubiese podido aspirar jamás. Pero, pese a que al final no me ha ido tan mal, yo me siento como un verdadero inútil.


Al volver a casa, el señor Rafael, mi profesor y vecino de enfrente, sale de su casa al mismo tiempo que yo me dispongo a entrar en la mía.

—¡Hombre, Izan! ¿Cómo estás hoy?

—Hola profesor. Bien, tirando.

—No mientas, va. Se te nota en la cara que no estás nada bien. Se te nota incluso en la espalda.

—¿En la espalda?

—Sí. Cuando estás decaído, andas mucho más encorvado. Te pasa desde jovencito. Tu cuerpo es más expresivo de lo que te piensas.

—Tengo un par de amigos que alguna vez me han dicho cosas parecidas —tanto Lydia como Eric ya habían notado esta característica de haberla visto tantas veces.

—Pues venga, espalda recta. Dime qué te pasa.

—He tenido un día de mierda en el trabajo. O sea, me pasa mucho, pero hoy siento que de verdad es culpa mía.

—¿Por qué es culpa tuya?

—He cometido un error que ha retrasado toda una campaña durante casi una hora, y eso ha generado una buena cantidad de pérdidas.

—Pues sí, la has fastidiado.

—Gracias.

—Y si ahora dejas que lo deprimido que estás afecte a tu rendimiento, entonces podrías fastidiarla más, ¿no?

—No lo puedo evitar.

—¿Sabes? Tú siempre has sido un poco así. Tengo recuerdos tuyos del instituto. No puedo acordarme de todo porque he tenido centenares de alumnos, pero me acuerdo de algunas cosas que hacías.

No es la primera vez que mi profesor me dice esto desde que me mudé aquí y me lo encontré como vecino, pero siempre que me cuenta alguna anécdota suele ser nueva. Me gusta saber que recuerda muchas cosas de mí.

—Cuando cometías un error, te quedabas con la cabeza agachada y las cejas muy arqueadas hacia dentro. El labio inferior adelantado. Sabes lo que te digo, ¿no?

—Creo que sigo haciendo lo mismo cuando nadie me ve.

—Tu amigo Alex, me acuerdo mucho de Alex también, siempre te zarandeaba cuando te ponías así, pero siempre le pedías que te dejara en paz. Para calmarte te ponías a escribir listas, o no sé muy bien qué hacías.

—Bueno, sí… Listas, tablas, cosas metódicas que me calmaban.

—Escucha, Robles —solo mi profesor me llama por mi apellido de tanto en tanto—, te diré lo mismo que te dije una vez en una de esas situaciones. Aquella vez creo que no te llegó mucho, pero tal vez ahora como adulto lo veas con otros ojos. Sentirte horrible por un error es asumir que eres alguien que no cometerá un error nunca, y que acabas de saltarte una ley inquebrantable. No es así. Porque todas las personas, tus compañeros de trabajo también, cometerán errores. Hoy te ha tocado a ti. La semana que viene será el señor ese que te hace cabrear, quién sabe. Cometer un error es parte de la vida, es humano. Se aprende de ello para cometerlo las menos veces que sea posible, y se sigue adelante con la cabeza bien alta para demostrar lo que vales.

Yo miro al suelo y no soy capaz de contestar nada. Creo que ninguna cosa que diga estará a la altura de sus palabras.

—Y si la cosa se sigue complicando, habla con alguien de confianza. Tienes amigos, que yo lo sé, y puedes contar conmigo también.

Como sigo mirando al suelo, él pone su mano delante de mi campo de visión y chasquea los dedos, ante lo cual yo me sobresalto y le miro.

—¿Me has entendido, Robles?

—¡Sí! Es un buen consejo, muchas gracias, de verdad.

—¿Pero lo has entendido?

—Sí. Cometer un error es normal, y ahora toca aprender y echarle actitud para no cometer más y para seguir adelante. Si me supera, cuento con gente. Me ha llegado muy bien, de verdad. Perdón por tardar en reaccionar, estoy algo tocado todavía.

—Muy bien. Un diez. Y si hoy todavía tienes que estar decaído, haz tus listas y tus tablas, que eso siempre ha estado contigo también. Pero a partir de mañana, a darle caña.

—¡Sí! Muchísimas gracias de nuevo.

—Bueno, no te molesto más. Yo me voy a hacer la compra. Ya me irás contando.

—Soy yo el que le ha molestado, profesor, no se haga el humilde.


Vuelvo a casa y saco una de mis libretas para hacer listas de cosas temáticas que conozco. Eso me calma. Lo que no me calma es que Lydia no pare de preguntarme cosas sobre las predicciones cada día. La que se supone que no creerá hasta dentro de una semana.


[Lydia. 17:05]

IZAAAAAN

¿Tienes el consejo ya?

¿Qué ha sido?

¿Me sirve a mí para la vida?

¿Por qué te ha dado el consejo en primer lugar?

[Izan. 18:29]

PERO QUÉ PESADA

[Lydia. 18:32]

🤣🤣🤣🤣🤣

[Izan. 18:33]

Hoy he tenido un mal día en el trabajo por un error que he cometido.

Me ha dado un consejo sobre aceptar que los errores son parte natural de la vida.

Que no me exija la perfección.

Cabeza alta y a compensarlo con actitud.

Y que, si me supera, tengo amigos en los que apoyarme.

[Lydia. 18:35]

Un buen consejo, es verdad

Tu profesor es una de mis personas de confort

De verdad, que rabia me da no haberlo tenido

PERO SI YO IBA AL MISMO INSTITUTO

Me tuvo que tocar en su asignatura el inútil ese

El

No me acuerdo ni de como se llama

Da igual, QUE TIENES MUCHA SUERTE


Eso es verdad. Y el calendario de nuevo ha vuelto a acertar. Un buen consejo.









37 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Comentários


bottom of page