Capítulo 14
Conozco a una bruja
“Pues que me cuente si ella sabe qué brujería es esta del calendario,
porque en internet no pone nada de que haya pasado más veces. Lo he buscado.”
Después de otro día terrible en el trabajo, salgo con más ganas que nunca de volver a casa. Es posible que en el camino de vuelta sea cuando me encuentre con la bruja. Por el momento, a quien me encuentro es a Serena, la amiga de Lydia que nos presentó a Abril.
—¡Vaya, pero si es Izan!
—¡Hola! ¿Cómo te va?
Aunque he preguntado por educación, soy consciente de que preguntarle eso a Serena es como abrir la jaula de un dragón, ya que siempre tiene algo que explicar sobre su trabajo y algo de lo que quejarse, casi siempre sobre temas burocráticos, bancos, contratos, dinero…
En efecto, la primera parte de su respuesta va sobre eso. Algo sobre su jefe no respetando el convenio, adornado con tecnicismos que se escapan de mi comprensión. Poco después dice algo que me interesa mucho más.
—Aunque yo no creo en esas cosas, le he pedido consejo a una bruja.
—¿Has estado con una bruja?
—¡Sí! Esas cosas no acomodan con mi personalidad, ¿cierto? Pero hoy estaba tan, tan enfadada, que he preferido wear un poco con este tipo de cosas.
—¿Wear?
—Perdón, sí, ah… Distraerme. Ya sabes, para quitarme los problemas de la cabeza.
Serena es el tipo de persona práctica y realista, con poco espacio para la imaginación, por eso cree que no le van este tipo de cosas. Pero, por otro lado, siempre está buscando soluciones y consuelo con sus problemas, así que no es de extrañar que conecte con la guía de una bruja. Al final de la conversación, Serena me señala la mesa de la cafetería donde se encuentra la bruja y se despide de mí.
Entro en el local y la miro con disimulo, o eso intento. Debe de tener mi edad más o menos, aunque no me suelo hacer caso en estas cosas.
Me intento acercar a ella pero, como es habitual, me muero de vergüenza. Me hago el tonto por la zona, pretendo mirar a otros sitios, finjo pensar en qué voy a pedir...
—Hola —me dice cuando me acerco un poco más de la cuenta, mirándome con una sonrisa tranquila.
Yo me paralizo, por lo que es ella quien tiene que seguir hablando. No doy para más.
—¿Quieres hablar conmigo?
—¿Cómo lo sabes…? —le pregunto por fin, aunque para decir eso igual era mejor seguir callado.
—Me gustaría decirte que porque soy una bruja. Pero creo que no hace falta serlo para darse cuenta de que quieres hablar conmigo.
—Ah… Lo siento.
De verdad, estoy deseando irme de aquí y esconderme siete años.
—¿Quieres sentarte conmigo? —me dice. Yo asiento y tomo mi lugar en la silla de enfrente.
—Me llamo Izan —le digo.
—Hola Izan. Yo me llamo Estrella —al decirme eso, señala una estrella que se ha pintado en su mejilla. Yo sonrío, casi seguro que con cara de idiota.
—¿Es tu nombre real? —le pregunto, por llenar silencios. Ella me mira sonriendo y tarda un poco en contestar.
—Eso lo dejaremos para otro día si te parece.
—¡Lo siento! No quería molestar con esa pregunta.
—Izan —me dice, ahora con una expresión mucho más seria—. Perdona que te diga esto, pero… Creo que tienes una energía muy extraña.
—Eso se lo dirás a todos…
¿Qué? ¿De verdad le acabo de decir esa frase de mierda? Siento auténtico vértigo conmigo mismo. Encima me está mirando con una sonrisa neutral, como que eso es lo máximo que ha podido llegar a sonreír con mi comentario.
—No te he saludado solo porque notase que querías hablar conmigo, Izan. Me gustaría interpretar esa energía. Se me hace familiar…
—Pues no sé qué decir a eso…
—¿Te gustaría que lea tu futuro?
Me entra la risa floja al pensar que alguien me pueda decir eso a mí, que tengo el calendario que tengo. Lo malo es que no sé como justificar esa risa delante de Estrella.
Antes de poder decir nada, Estrella mira su móvil y acto seguido se levanta de la silla.
—Perdona, Izan… Tendrá que ser otro día.
—Ah, no pasa nada.
—Suelo estar aquí mismo los martes y los viernes a esta hora. No siempre, pero sí la mayoría de las veces. Pásate otro día, que quiero saber qué pasa con esa energía que tienes. También puede que coincidamos alguna vez por el mercado un sábado por la mañana.
—¿El mercado?
—Sí, alguna vez te he visto por ahí.
—¿Te habías fijado en mí? ¿Es por mi energía rara?
Ante ese comentario, Estrella se puso a reír. Una risa fina y elegante, debo decir.
—No, no era por eso. Me suenas de haberte visto con un grupo en el que conozco a algunas personas y me quedé con tu cara, pero porque me quedo muy fácil con todas las caras.
—Ah, entiendo… A mí me pasa al revés. Con las caras, digo.
—Bueno, espero que nos veamos pronto. Tengo prisa. Encantada de conocerte, Izan.
Sin poder responder a eso, Estrella se marcha a toda velocidad de la cafetería. No he podido hablar con ella casi nada, pero ahora ya sé dónde y cuándo encontrarla. Espero estar mejor preparado la próxima vez, porque hoy he dado mucha pena.
Y, para no perder la costumbre, Lydia me está haciendo preguntas sobre la predicción de hoy.
[Lydia. 17:43]
IZAAAAAN
Necesito saber si ya has conocido a la bruja, por favor.
[Izan. 17:50]
Acabo de hablar con ella.
En efecto, he conocido a una bruja.
[Lydia. 17:53]
¿EN SERIO?
¿Cómo es? ¿Cómo se llama? ¡¿Qué conjuros te ha lanzado?!
[Izan. 17:55]
No hemos podido hablar mucho.
Pero me ha dicho dónde y cuándo puedo verla otras veces.
Ya te contaré con más detalle
Que ahora solo quiero volver a casa y ducharme.
[Lydia. 17:56]
¡¡¡Dime cómo se llama por lo menos!!!
[Izan. 17:57]
Estrella.
[Lydia. 17:59]
¿Estrella?
…
¿Tiene una estrella dibujada en la mejilla?
[Izan. 18:01]
¡Sí!
¿La conoces?
Creo que conoce a Serena.
[Lydia. 18:04]
No.
Bueno, sí.
Es conocida de Serena y eso.
Da igual.
[Izan. 18:05]
¿?
[Lydia. 18:06]
Estoy mirando tu predicción de mañana.
A ver a ver…
¡Tu profesor te da un buen consejo!
¡Ya me dirás si el consejo te sirve para mí también!
[Izan. 18:07]
¿Pasa algo con Estrella?
[Lydia. 18:09]
Qué va qué va.
Que no me acordaba si la conocía o no.
[Izan. 18:09]
Vale…
Ha sido raro, pero no creo que pueda indagar más por hoy. No ha podido ocultar que le pasa algo, pero de todas formas mi cabeza no está nada capacitada para procesar nada de esto lo que queda de día. Los martes y los viernes por la tarde en esa cafetería. Y también suele estar por las mañanas en el mercado. Lo tendré en cuenta llegado el momento. Por ahora, me vuelvo a casa a darme una buena ducha, a ver si me quito de encima un poco de esa energía rara que dice que tengo, o como mínimo la vergüenza que me da haberme comportado como lo opuesto a una persona funcional delante de Estrella.
Mañana tendré un buen consejo de mi profesor, ¿no? Pues buena falta que me hace…
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