top of page

Relato corto de Géminis

Joel Soler


Gael no quería saber si saldría cara o cruz en la moneda que acababa de lanzar. Siempre detenía la moneda al vuelo y examinaba las dos caras. Nadie entendía por qué.

Se trataba de un chico cortés, amable y generoso. Muchas personas a su alrededor le decían que podría embaucar a quien quisiera, pero él no se sentía capaz de hacer ese tipo de cosas. Rubio y con una cara fina e inmaculada, siempre recibía muchas miradas, pero no todo el mundo sabía qué decirle. Él prefería ir a su aire, buscándose a sí mismo, siempre con objetivos cambiantes y difusos.

Acabó encontrando un trabajo de guía de viajes y excursiones. Organizar, guiar, gestionar todo lo necesario para proporcionar el mejor plan a parejas, familias, grupos o personas que viajasen por individual para conocerse a sí mismos. El motivo por el que Gael se sentía lleno con este trabajo es porque siempre se obsesionó con el viaje perfecto. Para ello, adquirió muchos conocimientos, pero algo pasó en su vida que le impidió utilizarlos para sí mismo. Algo que Gael afirma no recordar. Por eso utilizaba esos conocimientos para ayudar a los demás.

Esa era Gael, y ese era el viaje de sus sueños. Sin embargo, una voz a su espalda le decía cosas que le sacaban de esos pensamientos optimistas.

Admítelo. Te repatea tener que organizar esos viajes para gente que no los disfrutará tanto como tú. No está hecha la miel para la boca del asno, ¿no?

Gael se giró. Solo una persona le decía esas cosas cuando volvía a su casa.

—¿A qué has venido? —preguntó Gael, cansado.

—Este no es el trabajo de tus sueños. ¿Quién lo sabrá mejor que tu propio hermano gemelo? —contestó.

—Ser gemelos no es ser iguales. Más bien, en nuestro caso, creo que somos bastante opuestos.

—No hace falta que seamos iguales, Gael. Basta con pasar tiempo contigo y conocerte.

El gemelo de Gael era alguien que, desde hacía tiempo, profesaba rencor por el resto del mundo. De pequeños, Gael y su gemelo eran uña y carne. Se entendían como nadie y comprendían cosas el uno del otro que nunca nadie podía llegar a entender. Existía una conexión y una armonía entre ellos, pero, con el paso de los años, Gael procuró ser más optimista y activo, mientras que su hermano, por otro lado, se fue hundiendo poco a poco en el pesimismo y el rencor.

El odio del gemelo se volvió mucho mayor cuando hicieron un viaje con un grupo de amigos. Gael organizó ese viaje, pero todo salió mal. Entre el resto de personas del grupo, había dos que eran hermanos entre sí, con dos años de diferencia. Por lo visto, y según el gemelo de Gael, esos dos tenían envidia de la conexión entre los gemelos. Clamaban que eran inferiores como hermano, que no sabían lo que era la conexión. El gemelo consideraba que le echaban la culpa a él. Aquellos hermanos, si de verdad hicieron todo eso, lo supieron esconder muy bien, haciendo la vida imposible al gemelo de Gael de las formas más secretas y crueles. Desde entonces, odia los viajes, los grupos de amigos y, en general, a las personas, ya que nadie hizo nada por ayudar. Gael solo recuerda que su gemelo arruinó ese viaje por culpa de peleas sin sentido con los demás, y eso creó un cisma entre ellos.

Cada vez que Gael encontraba algo a lo que dedicar su tiempo y su vida, su hermano encontraba algo con lo que derrumbar ese camino. Gael ya tenía dificultades para confiar en sus decisiones o para acabar lo que empezaba, y su gemelo era el gran empujón que necesitaba para mandar al traste cualquier cosa. Para Gael, todos esos caminos eran una forma de dejar atrás su actitud infantil y caprichosa, y de demostrar que él podía ser alguien de fiar, útil y resolutivo. Su hermano, en cambio, mantenía la actitud caprichosa e infantil, y la adornaba con el peor de los pesimismos. Era difícil combatir contra esa energía.

Cada vez que Gael tomaba una decisión, lanzaba una moneda sin mirar el resultado. La discusión entre él y su gemelo eran la auténtica cara y cruz de aquella moneda. Cada uno defendía un lado. El luminoso y el oscuro. Las veces que Gael conseguía brillar con más densidad, más alargada era la sombra que proyectaba su hermano gemelo.

—Al principio sentirás que te sientes realizado, pues te gusta viajar y ayudar a otras personas a hacerlo —dijo su gemelo—, pero… ¿Cuánto crees que puede durar esa ilusión? ¡Eso es solo la energía del principio, Gael!

—No se trata solo de ilusión. Es un trabajo, y tengo que hacerlo sea como sea. Además, es mi pasión, y lo sabes.

—¿Sabes cuál es el problema de convertir un hobby en un trabajo? Que al hacer mucho más por ello de lo que te van a compensar, terminarás por convertir tu pasión en un infierno. Acabarás por odiar los viajes… ¿Quieres que dejemos de viajar solo porque tú odias de repente lo que antes era una de tus grandes pasiones?

—¡No! Pero no lo entiendo, mucha gente trabaja de lo que le gusta, y eso se supone que es bueno, ¿no? —dijo Gael, apretando su moneda con fuerza y jugando con ella para mantener las manos ocupadas.

—En algunos casos puede que lo sea, pero esas personas saben desde un primer momento que eso que les gusta será su trabajo. Un médico no es médico en sus ratos libres, le gusta serlo porque ese quiere que sea su trabajo. ¿Pero viajar? Pocas cosas hay más ociosas que viajar, y tú convertirás tu ocio en trabajo, y acabarás tan, tan, pero tan quemado, que odiarás viajar, ¿me oyes? ¡Lo odiarás!

Ante cualquier situación, el gemelo de Gael solía darle la vuelta a la moneda y depositar esa clase de pensamientos en la influenciable cabeza de Gael. Era experto en hacer que el lado de la cruz pudiese prevalecer.

No era solo con trabajos. Las relaciones también quedaban corrompidas por él. Cada pareja que Gael ha tenido, por adecuada y sana que pareciese, terminaba convirtiéndose en un mar de dobles significados, intenciones ocultas y malas decisiones.

“Ella me ha comprado un regalo que dije una vez que quería. No es ninguna fecha, ni volví a sacar el tema, pero se acordó. ¡Es un regalo que me ha hecho feliz!”, dijo Gael en una ocasión.

Te demuestra que es quien tiene el poder, la iniciativa, los detalles, el dinero, la memoria… Dime, ¿qué has hecho tú así por ella? ¿Estás a su altura? Ese regalo es un grito para decirte que te pongas las pilas. Ya no sabe cómo decirte que no eres suficiente.”, contestaría su gemelo ante esa situación.

Gael podría soportar algunas de esas acusaciones y dejar que su novia, por méritos propios, le demostrase que ella realmente era buena. Pero día tras día, acción tras acción, simplemente no lo podía soportar. Con el paso de los meses, Gael terminaría viendo solo la cruz en ella, y terminaría por cortar la relación, por huir de un monstruo que no pudo haber identificado sin la ayuda de su querido gemelo, que pudo ver la verdad.

Muchas veces, las discusiones empezaban siendo sobre el trabajo, pero terminaban por derivar en su futuro y en su entorno. El gemelo intentaba convencer a Gael de que no tenía un futuro claro, que no estaban hechos para luchar por el futuro. También solía decirle que tenía a poca gente con él, pues por mucho que se esforzase en ser una persona bondadosa con los demás, ellos no respondían igual.

Gael no estaba de acuerdo. Sus padres los querían mucho a los dos, y eso lo sabían. Además, también tenían una amiga común, una chica que los conoce desde hace muchos años, y la única amiga que les queda de aquel grupo con el que se fueron de viaje hace tantos años. Ella conocía a los gemelos y sabía cómo ayudarles si lo necesitaban.

Pero cada vez era más y más difícil ayudarles…

Durante la discusión sobre el trabajo de los viajes, una de las más fuertes hasta ahora, Gael empezó con una actitud resignada, casi a punto de darle la razón a su gemelo. Pero, poco a poco, conforme se daba cuenta y admitía que estaba siendo manipulado por ideas totalmente negativas y oscuras, empezó a despertar, y más aún cuando el gemelo se metió con sus padres y con su amiga, pues Gael no podía permitir que las tres personas que más les apoyaban también fuesen un ejemplo de que la gente no merece la pena y de que estaban solos. Mientras ellos tres siguieran comprendiéndoles, no tenían el derecho a pensar eso, ninguno de los dos gemelos lo tenía, y Gael lo sabía muy bien.

La pelea poco a poco empezó a subir de tono, y los gritos eran cada vez más alarmantes, hasta que llegaron los padres de los gemelos del trabajo, que, por horario, cada sábado volvían a casa a la vez. Al ver la pelea, ambos intervinieron. La madre se enfadó con los dos, pero el padre no quiso decir nada. Parecía decepcionado, o triste, con una mano tapándose la cara y apoyándose contra el respaldo del sofá. Hacía mucho tiempo que su padre no intervenía. Gael sospechaba que era porque le parecía lamentable que se peleasen a esa edad, más cerca de los treinta que de los veinte. Su gemelo consideraba que el motivo era que no le importaban sus hijos.

Ambos hermanos terminaron separados y reflexionando. El lunes, Gael empezaría a trabajar, pero no sabía si podía hacerlo así.

Para animar a Gael, su madre llamó a la amiga de los gemelos, pues solía ser ella la persona idónea para calmarlos y entenderlos, y la madre eso lo sabía bien.

—Gael, si quieres hacerlo, hazlo. No sabes si realmente odiarás viajar, pero yo te apoyaré para que eso no pase, si alguna vez tienes dudas—dijo ella.

—Pero él está seguro de que lo odiaré —dijo Gael, conteniendo las ganas de llorar de rabia—. Él no suele equivocarse en estas cosas, me conoce demasiado.

—¿No crees que es él quien te convence de que tiene que ser como él diga? Tal vez si no te dijera nada, serías capaz de amar esos trabajos.

Gael la miró, sonriente, tranquilo por saber que tenía un auténtico apoyo en esa chica. Pero su gemelo, mientras tanto, la miraba con recelo y sospecha, consciente de que Gael era más que un amigo para ella y que siempre lo vería con buenos ojos. Solo a Gael.

“Ella nos entiende. Ella sabe perfectamente cuál es el equilibrio entre nosotros, y sabe cómo comprender tan complicada situación. Sabe cómo hacerlo para que los dos terminemos teniendo un buen equilibrio. Entiende nuestros cambios, entiende nuestra evolución, entiende nuestras dudas… Ella es una amiga que lo hace sin pedirnos nada a cambio, solo porque quiere que estemos bien, solo porque nos aprecia de verdad, y así lo ha demostrado.”

Esos son los pensamientos de Gael hacia su amiga.

Ella no nos entiende. Ella sabe perfectamente cuál es el equilibrio entre nosotros, sí, pero siempre favorecerá injustamente a Gael, y no a mí. Por más que lo niegue, ella me ve como un tipo oscuro y una mala influencia. Entiende nuestros cambios, entiende nuestra evolución y entiende nuestras dudas, pero entenderlo no es suficiente, hay que estar dentro para comprenderlo, y ella no es uno de nosotros. No es nuestra gemela, no es nuestra hermana siquiera, por mucho que venga con esa actitud fraternal. Ella es una amiga que lo hace porque le gusta Gael, o porque le gusta sentirse bien ayudando a cualquiera, y para ella es mucho más fácil ayudarle a él que a mí, porque si lo intentase conmigo, sin duda se volvería loca.

Esos son los pensamientos de su gemelo hacia su amiga.

Mientras tanto, los padres de los dos chicos tenían su propia discusión.

—¿Nunca vas a decir nada? —preguntó ella a su marido.

—Estoy harto —contestó él—. No puedo fingir más.

—Ah, ¿no puedes? ¿Qué clase de padre eres?

—Uno que sabe que la solución no es seguirle el juego. La solución es ayuda profesional. Y más, a esta edad…

—Cariño, no podemos pagar un psicólogo. Gael entrará a trabajar el próximo lunes, y tal vez con lo que gane ya podremos pensar en permitirnos algo así, pero mientras tanto…

—¿Trabajar? Gael nunca dura más de un mes en un trabajo, ya sabes, su hermano siempre le obliga a dejarlos, o lo que sea que le diga… —dijo el padre volviendo a ponerse la mano en la cara.

—Terminará por conseguirlo… Nosotros no podemos simplemente decirle que deje de hablar con su hermano. No de golpe, no si se rompe su mundo.

—¿Y tú puedes soportarlo? —dijo el padre, con un golpe en la mesa—. Habla todos los días con la pared fingiendo que es Gerardo, ¿y no me puede doler?

—Es su forma de superarlo…

—¿Y yo lo he superado? ¿Y tú? ¿Lo has superado? ¡Nadie aquí lo ha superado! No me pidas que lo haga perfecto. Esto no se supera, y menos si todos los días escucho como se pelea con él, le insulta, dice que es su lado oscuro… ¿Te crees que quiero escuchar esas barbaridades de mi hijo fallecido? Una cosa es que se haya vuelto loco, y otra que insulte su memoria día sí y día también.

—¡No grites! Por favor, deja que esto dure un poco más. Gael lo necesita. Su amiga ayuda siempre a ser la contraparte de las cosas que ese supuesto gemelo con la forma de Gerardo diga en la cabeza de nuestro hijo, pero por ahora, por favor, no fuerces las cosas, no digas nada… Por favor… —la madre rompió a llorar en el pecho del padre, y este la abrazó poco a poco, conteniendo también las ganas de llorar, con un fuerte nudo en la garganta.

Los gemelos se encontraban los dos al mismo tiempo hablando con su amiga sobre la discusión de hace un momento.

—Gerardo… —dijo ella.

—No me llames por mi nombre. Perdí mi nombre en ese viaje de mierda, cuando nadie hizo nada.

—No le llames por su nombre, por favor —dijo Gael.

—Perdón… Por favor, ¿puedes intentar que por una vez Gael intente luchar por lo que quiere?

—No es mi culpa. Él tiene dudas, yo solo le ayudo a ver las dos caras —dijo el gemelo, mirando hacia otro lado, ofendido por la acusación.

—Él solo intenta ayudarme, a su manera… —aclaró Gael.

—Lo comprendo, pero Gael, intenta esto por una vez. Piensa en tus padres, piensa en tus viajes, piensa en ti mismo. Estoy segura de que esta vez has acertado. Tu gemelo suele tener razón al encontrar los lados oscuros de las cosas, pero…

—Por supuesto —interrumpió el gemelo.

—… esta vez, creo que no tiene que ser así. Creo que has acertado, y que nos lo vas a demostrar a todos —dijo ella sonriendo y poniendo una mano sobre la mejilla de Gael. Este respondió también con una sonrisa.

La amiga se fue. Gael se quedó solo. Al quedarse solo, sacó la moneda y miró hacia el espejo de su habitación.

“Nuestros padres son comprensivos. Mamá es especialmente comprensiva con nosotros, busca siempre dirigirse a los dos pese a que sabe que es mi gemelo quien hace las cosas mal, y que a mí me ve solo como a una víctima. No sé si soy una víctima o si realmente me estoy ganando esta situación con mis torpes actos, pero el apoyo de mamá hace que sea lo más llevadero posible. Papá no nos comprende tanto, pero nosotros comprendemos su sufrimiento, pues pese a que quiere dárselas de hombre fuerte, es precisamente eso lo que le hace afrontar la muerte de Gerardo mucho peor que mamá, pues ella al enfrentar de cara la situación, puede terminar lidiando con ella. Sin perder su dolor, claro, pero siempre mirando por su otro hijo. Papá no lo afronta, y por lo tanto su dolor le devora hasta límites que le hacen perder la razón. Por eso esta vez tengo que triunfar en mi trabajo, para ayudarles a los dos y devolverles el favor.”

Esos eran los pensamientos que Gael dedicaba a sus padres mientras se miraba al espejo y veía a su gemelo.

Nuestros padres son comprensivos, pero torpes. No aceptarán nunca que Gerardo muriese en aquel viaje. Que lo hiciera porque nadie le hacía caso cuando explicaba que le acosaban. Mamá es comprensiva, hace ver que me habla solo para que Gael se sienta bien, creyendo que Gael piensa que Gerardo sigue vivo… Por ello, ella trata a Gael como a una víctima, con pena, y no creo que eso moleste a Gael, pero a mí sí que me molesta. Papá, por su parte, está destrozado, no puede soportar tal situación. Me parece mucho más honesto. Pensándolo bien, creo que eso es mejor que fingir que hablas con una pared solo para engañar a tu hijo. A los dos les duele, lo sé, pero papá me parece más honesto y confiable, sencillamente. Gael cree que, para protegerlos a ambos, tiene que triunfar en su trabajo, pero todos los trabajos que Gael elige siempre terminan haciéndonos daño a los cuatro, y eso creo que nuestros padres lo saben bien.

Esos eran los pensamientos que el gemelo de Gael dedicaba a sus padres, correspondiendo a la imagen de Gael en el espejo.

Mientras Gael se miraba al espejo, le gustaba mover los brazos, hacer ver que hablaba, poner caras, tocar el espejo…

Como eran gemelos idénticos, podía imaginarse perfectamente a su auténtico gemelo al otro lado. Cuando una persona se va, haces lo que puedes por recordarla, y no solo con la memoria. Puede ser el tacto de un objeto, el gusto de su plato favorito, el olor de su colonia o el sonido de su voz en una grabación. Pero, sin duda, el sentido de la vista es el que más directo te conecta con esa persona, y mientras que otros solo pueden ver, con dolor, vídeos y fotos de esas personas, que siempre serán los mismos vídeos y las mismas fotos, y que les dolerá ver como no podrá crear fotos ni vídeos nuevos, Gael sí que podía crear cosas nuevas en el espejo. Podía vestirse de varias maneras, hacer gestos que él haría, y luego gestos que él no haría. Podía también imitarle, podía jugar con él…

Eso era más que un espejo. Era la única puerta que quedaba hacia su gemelo, a lo que fue, y a lo que hubiese sido de haber seguido creciendo. No dejaría que nadie interrumpiera esa fuerte conexión.

Mientras se miraban al espejo, seguían pensando sobre la situación.

“Todos me miran con pena. Solo mi amiga sabe que soy plenamente consciente de la situación, pero mis padres creen que vivo engañado, pensando que Gerardo sigue vivo. Al verme hablar con mi gemelo, sin duda piensan que me creo que hablo con él, y que no acepto que se ha ido…”

… Pero Gael sabe perfectamente que Gerardo está muerto. Yo solo soy el gemelo que Gael ya no puede tener, pero no soy Gerardo. Por mucho que tenga su apariencia, no me puede llamar así. Solo tomo su lugar, pero es imposible llenar ese hueco.

“Nuestra amiga lo entiende, es la única que permite que viva de esta manera, pero siempre que ella pueda estar ahí el máximo tiempo posible para controlar que no llevo este pensamiento demasiado lejos.”

En cambio, nuestros padres jamás aceptarían que Gael realmente acepta la muerte de su hermano gemelo. Ellos prefieren pensar que el trauma es tan grande que hay que ser comprensivo, y así seguir cuidando de su pobre hijo y poder demostrarse a ellos mismos los excelentes padres que son.

“Y, aunque mi gemelo me haga daño y saque la oscuridad que tengo dentro, no quiero renunciar a él…”

No quiere renunciar a mí, pero no porque necesite estar con Gerardo. Eso es solo un aspecto secundario.

“No renunciaré a él, porque hasta que no aprenda yo solo a descubrirme del todo, siempre voy a necesitar que seamos dos para poder ver la totalidad de las cosas, y que nunca más vuelva a pasar lo que pasó en aquel viaje, con aquellos hermanos acosadores, donde nadie era capaz de ver la situación en toda su complejidad.”

Por eso ahora les mentimos, porque no hay nadie tan inmaculado y puro como para hacer las cosas de manera perfecta y como debería. Y si esta situación es la que nos llena espiritualmente, ¿por qué no llevarla hasta el final?

Los dos lados del espejo se miraron fijamente y sonrieron.

Hasta que estemos totalmente preparados… Siempre miraremos las dos caras de la moneda.”


16 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page