top of page

Sábado 10 de febrero de 2024

Joel Soler

Actualizado: 11 feb 2024


Capítulo 347


Mi familia se entera de todo


“Un trámite malísimo…”


 

    Me he despertado. Es día diez, ¿no?

    Sí. Es sábado.

    Bueno, claro. Yo no soy Saúl. Para mí, el mundo siempre avanzará de forma lineal, día a día. Yo solo recordaré el intento bueno, así que… ¿Eso quiere decir que con el intento de ayer ya lo conseguimos?

    Antes de irme a trabajar, tengo que ir a preguntárselo a Saúl.

    Son las ocho de la mañana, y estoy llamando a su puerta. Creo que Saúl se suele despertar sobre las nueve, pero esto es prioritario.

    Llamo una y otra vez, hasta que escucho a Saúl con voz de dormido diciendo “voy, voy, voy…”

    Abre la puerta y me mira, desubicado.

    —¿Qué pasa? ¿Está ardiendo el edificio? ¿Te has cortado con el vaso? —pregunta.

    —Dime qué ha pasado —pregunto—. ¿Hemos avanzado de día? ¿Lo de ayer lo soñé? ¿Ahora estás atrapado en el día diez?

    —¿Atrapado en…? Espera… —Saúl abre mucho los ojos, ve que tengo el móvil en la mano y me lo quita para mirar la fecha—. Izan… ¿Esto está bien?

    —¿La fecha? Sí.

    —¿Hoy es sábado diez…?

    —Sí —digo, sonriendo.

    —¿Hemos pasado de día…? —dice, con un hilo de voz casi imperceptible.

    —Que sí —digo—. Hoy es sábado diez. Hemos avanzado.

    —He salido del día nueve… Se podía salir… —Saúl deja de mirar mi móvil y me lo devuelve para dar vueltas por la entrada de su casa, sin rumbo—. Vale… ¿Qué ha pasado? ¿Qué pasará ahora? En aquel primer intento, rompiste el vaso y pasamos de día a la primera, al igual que con el día diez. Después del once es cuando volvimos al nueve… Así que ahora no sé si este día diez lo podremos cumplir a la primera, o si volveré a quedarme atrapado. Y, si consigo salir de aquí… ¿Podremos avanzar hasta el día doce? Esa es mi gran pregunta…

    —Saúl, calma…

    —Incluso aunque pasemos al día doce, no tengo ninguna garantía de que esto no vuelva a pasar… También tengo que tener en cuenta eso. Además, no sabemos si hemos avanzado al día diez por alguna acción nuestra, o si ha sido por la acción de otros. ¿O ha sido por azar? ¿Un fallo con los Voyat? A lo mejor ni Olivia ni nadie entienden cómo funcionan esos bichos…

    —¡Saúl!

    —¡Dime!

    —Que me tengo que ir a trabajar, y tenía que preguntarte una cosa.

    —Sí. Dime, dime.

    —¿Cómo cumplimos la predicción de hoy?

    —¿La de hoy? ¿Lo de tu familia? ¿Qué pregunta es esa? A lo mejor se me ha ido a mi la cabeza, pero hoy comías con tus padres.

    —¡¿Hoy hacía qué?!

    —Ahora me haces dudar… —dice Saúl—. Piensa que para mí hace más de quinientos días... Pero, ¿no lo hablamos el día de la reunión de los…? Bueno, como nos llamásemos.

    —¿Lo dijimos el día ocho?

    —Alex dijo que se pondría en contacto con ellos, que les diría que era algo urgente. Sospechamos que le harían más caso a él que a ti. Y yo les pagué los billetes. No sé… Luego lo confirmamos con Alex, a ver.

    —Vale… Pero seguro que es como tú dices —digo—. Yo, antes de ayer… No estaba a lo que estaba.

    —Antes de ayer… —dice Saúl—. Para mí ha sido mucho más de un año desde aquel día… Un año donde todos los días eran el mismo…

    —Saúl… Lo siento mucho.

   

    Voy al trabajo, preguntándome cómo enfocaré todo esto con mis padres.

    Para la hora de salir, veo que mis padres y mi hermano han venido (con Alex) a buscarme a la puerta del trabajo. Me da hasta vergüenza.

    —¡Izancín! —grita mi madre.

    Me abraza, y luego mi padre hace lo mismo. Mi hermano solo me hace un saludo de esos raros con el puño y con movimientos extra como si lo hubiésemos ensayado toda la vida, pero no.

    —¿Qué pasa, tío? —pregunta mi hermano.

    —Pues… Aquí —digo. Soy un conversador excelente.

    Tenemos una conversación la mar de trivial sobre sus anécdotas raras en el aeropuerto, sobre un taxista con bigote frondoso que les ha parecido adorable, sobre mi trabajo, sobre Alex siendo un encanto…

    Al llegar a casa, comemos los cuatro de mi familia, Alex, Frank, Lydia… Y un invitado que no sabía que vendría: Gris.

    Mi padre todavía no entiende por qué Gris se llevó tanta porción de la herencia de mi tío, y en cambio él no. Y mi hermano siempre mira a Gris como si lo conociera de algo. Es el único perceptivo de mi familia, eso está claro.

    Empezamos a comer, y nos preguntan por qué Alex estaba tan desesperado por hacerlos venir. Por las risas, y sin preocuparme demasiado… Les cuento todo lo del calendario de principio a fin. También lo de Oliver, lo de Saúl, lo de las mafias, lo de Olivia, y de paso lo de Gris, aquí presente. No me dejo ningún detalle.

    Ellos escuchan en silencio, como si esperasen el momento en el que empezarían a entender algo para meter baza, o el momento en el que digo que todo es una broma y que los he traído ahí para decirles que me he arruinado o que lidero una secta. Cosas más fáciles de asumir.

    Cuando termino, espero a que salgan de su trance.

    Tardan un rato. Están en silencio, y de tanto en tanto se miran entre ellos.

    Al final, mi padre es el primero en hablar, dirigiéndose a Alex, Lydia y Frank.

    —Vosotros tres, ¿me podéis prometer que Izan no se está inventando esto?

    —¿Solo te fiarás si te lo confirman ellos? —pregunto.

    —¿Es verdad o no? —insiste mi padre, mirándolos a ellos.

    Los tres asienten.

    —Gerardo… Llevamos todo el año pasado así —dice Lydia—. Podemos enseñar conversaciones de más de once meses que lo demuestran.

    —Conversaciones —dice mi padre—. No. No me enseñes conversaciones. Mi cabeza no podrá con eso. Deja, deja.

    Se levanta de la silla y empieza a abrigarse, nervioso, sin atinar con las mangas de la chaqueta.

    —¿Te vas? —le pregunto.

    —Voy a dar un paseo por el barrio —dice.

    Y, sin decir nada más, se marcha.

    Mi madre está con la mirada perdida.

    Javi, que está saliendo un poco más rápido de su trance, vuelve a mirar a Gris.

    —Qué cabrón… ¿En serio? —dice—. Ya sabía yo que tu cara me sonaba un huevo…

    —Este viejo es tu hermano pequeño —dice Gris—. ¿Qué te parece?

    —No es lo más raro que nos habéis contado —dice Javi—. Todavía estoy… Que no estoy. En fin.

    —Mamá —digo, intentando que mi madre reaccione. Pero es como si no estuviera.

    —Oye… —dice Lydia—. A lo mejor le ha dado un chungo. ¿Seguro que está con nosotros? ¿Llamo a emergencias?

    —¡Marga, reacciona! —grita Alex.

    —Es normal —dice Frank—. Toda esta historia…

    —Mi hijo… —dice mi madre, y todos escuchamos con atención lo que tiene que decir—. Mi hijo… Es más viejo que yo.

    Gris se ríe un poco. Los demás nos quedamos descolocados al entender que eso es lo que mayor impacto le ha causado de toda esta historia. Da igual que una bruja en el cuerpo de mi abogada me intente hacer la vida imposible, junto a su amigo el mafioso, con un calendario mágico.

    Al principio, Javi consigue hacernos bastantes preguntas, y eso estimula a mi madre para que se sume a la conversación. Dentro de lo que es mi familia, tengo que decir que es una charla mucho más funcional de lo que me esperaba.

    Mi padre viene un rato después, y Javi y mi madre le ayudan a entender muchas cosas.

    No es fácil, porque, durante el paseo, se ve que mi padre ha llegado a la conclusión de que todo era una mentira muy elaborada y que le teníamos que dar explicaciones. Ha venido en plan energúmeno a pelearse y a decir que no éramos de fiar.

    Mi madre todo el rato cambiaba de bando. A veces nos apoyaba, a veces nos cuestionaba y se ponía de parte de mi padre, y a veces se ponía a hacer chistes, por los nervios.

    Mi hermano es el único que estaba haciendo algo productivo, aceptando la oferta de mirar varias conversaciones. Ha buscado la palabra “calendario” y la palabra “predicción” en los chats que tengo con Lydia, Frank y Alex, y se ha encontrado una cantidad de material que le ha dejado claro que, por lo menos, nosotros nos creemos lo que estamos diciendo.

    Aunque mis padres sostienen que podría ser un delirio colectivo, Javi dice que, analizándolo en frío, no tiene ningún sentido que todos caigamos en eso, y que hay muchas cosas que solo se explican si nuestra explicación es verdad.

    Gris ha terminado de rematar la faena contestando toda clase de preguntas que mi familia le hacía sobre su infancia, acertándolas todas y cada una.

    Al final, lo que hacen es admitir que les queda grande, y que, si necesito algo, se lo haga saber. Creo que eso último es bastante vacío, teniendo en cuenta que ellos se marcharan a lo suyo otra vez.

    Como siempre pienso, Alex es igual que ellos en el tema de los viajes, pero aquí está, quedándose a mi lado hasta el final. Ellos no, y menos si les ha venido toda la información así.

    Además, creo que de verdad lo que más les ha costado asimilar es la presencia de Gris. Le han hecho muchas más preguntas a él, que a nosotros sobre el resto de cosas que han ocurrido con el calendario. No es poco lo que me ha pasado…

    Al principio me he sentido incómodo, pero creo que me he quitado un peso de encima mayor del que me esperaba, al explicar toda la historia a mi familia.

    Al final se vuelven al hotel, y me dicen que me llamarán más seguido para preguntarme cómo va. A ver si es verdad.

   

    Gris ya se vuelve a la residencia y, con intención de tomar el aire, decido acompañarlo dándome un paseo. Frank viene con nosotros.

    —Son muy inocentes —dice Gris—. Eso es lo que aprendí con el paso de los años. Déjalos que sigan viviendo sus vidas, sus viajes, sus cosas… No importa. Son lo que son.

    —Me alegro de que lo puedas ver con perspectiva —digo—. Yo, ya veremos.

    —Tú sabes que los hay que son mucho peor, y… Nos han dejado ir a nuestra bola, ¿no?

    —Sí, eso sí…

    —Han reaccionado mejor de lo que me esperaba —añade—. Algo es algo.

    —Muchas gracias por venir, Izan del futuro —dice Frank. Así es como llama siempre a Gris—. Sentía que tenían que saber lo tuyo.

    —Ya lo has visto —dice Gris—. No han tenido compasión haciéndome preguntas.

    —Y has aguantado muy bien el tipo —dice Frank—. Estoy orgulloso de cómo has evolucionado.

    Sí… Gris es bastante ejemplar, eso es verdad. Pero… No es menos cierto que abandonó a mucha gente en su mundo, y empezó esos viajes en el tiempo que dieron tantos problemas… Al final, aunque sea una versión respetada de mí mismo, no quita que sigo siendo alguien peligroso y que, como mucho, empezaré a hacer cosas buenas cuando pasen décadas. Rojo también era muy respetado y querido, pero tuvo que matar a Frank para llegar a eso…

    Yo no quiero pasar por ahí. Yo no puedo permitir que la gente tenga que sufrir, esperando a que me haga veinte o cuarenta años mayor. No quiero ser ese tipo de persona.






20 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Comments


bottom of page