Capítulo 88
Serena tiene problemas
“Serena siempre tiene problemas. Pero es verdad que hace tiempo que no le vemos el pelo, así que igual nos lo cuenta hoy. Si hasta el calendario ha puesto el foco en ella, tal vez sea algo por lo que preocuparse…”
Estaba seguro de que Lydia vendría hoy. Ella tiene una foto con todas las predicciones del mes, y sabe que una de sus mejores amigas tendría problemas. Que ese sería el tema de hoy. Aún así, es la única de todo el grupo que no ha venido. Estamos aquí Serena, Abril, Anna, Oliver… E incluso Iris, que también hacía tiempo que no venía. Todos, menos Lydia. Está tan absorta en su nueva relación que ya no se acuerda ni de sus amigos.
Hay muchos frentes abiertos aquí. El calendario ha decidido poner el foco en Serena, pero es que yo no puedo dejar de mirar a todos lados. Siento que Lydia debería aparecer en cualquier momento, y no lo hace. Temo que Nora, o incluso Estrella, sean las que aparezcan. Por otro lado, no paro de mirar la interacción entre Anna y Oliver. Miedo me da lo que salga de ahí, después de la charla que tuve con Anna hace poco.
Intento interactuar un poco con Abril, pero noto que todo está mucho más frio. No me gusta. Ella dijo que nos necesitábamos como amigos, pero no veo a la amiga que sí veía el mes pasado.
Y respecto a Iris… Con ella sí que tengo que hablar. Necesito saber qué le pasa a Eric.
—¿Qué te ha dicho? —me pregunta.
—Cosas muy raras. Que él se encargaría de que estés bien. Que pasaban unas cosas, pero que ya no pasan. No sé tú, pero a mí eso me suena a que ha hecho cosas ilegales por ti.
—Ya… —dice ella. Nada más. Solo ha dicho eso. “Ya…”
—¿Esa qué respuesta es? —creo que estoy sonando más agresivo de lo que me gustaría, pero me ha molestado—. ¿Eric ha hecho algo de lo que se tendría que arrepentir?
Como Iris me mira un poco asustada, retirándose poco a poco, Abril se interpone entre los dos para intervenir.
—¿Qué te pasa? —me dice Abril, y lo dice con una cara que me ha dolido. Mucho. Su expresión era la de sentir molestia por mis acciones. Es la primera vez que ocurre algo así entre ella y yo. Me ha dolido muchísimo—. ¿Por qué le hablas así?
—No pasa nada… —dice Iris.
—No sé qué os pasa, pero estás muy agresivo. No tienes derecho a hablarle así—insiste Abril.
—Si no sabes lo que pasa, es motivo más que suficiente para que no te metas en medio —le contesto. Por su mirada, le ha dolido. Ahora es ella la que ha sufrido mi primera mala contestación.
—¿Estás mal conmigo, Izan? —me pregunta Abril.
—No. Pero tú misma lo dijiste, tengo mil cosas. Y una de esas cosas es que mi amigo del trabajo lleva muchos días muy mal, como si hubiese hecho algo peligroso de verdad. Y la única que sabe algo es ella —digo, señalando a Iris—. Así que, por favor, deja que Iris me lo cuente. Lo que sea.
Abril nos mira a los dos, luego se detiene a mirarme a mí, cierra los ojos y agacha la cabeza. Después la vuelve a levantar y se va con el resto del grupo sin decir nada más.
Yo me quedo mirando a Abril. No me he acordado de que estaba hablando con Iris hasta que ella misma me interrumpe.
—Izan… Será mejor que sea Eric quien decida si te lo cuenta o no.
—Eric no me quiere contar nada. Además, el tema tiene que ver contigo, ¿no?
—Sí, tiene que ver conmigo. Yo no lo busqué, pero no puedo negarlo. Eric dice que el tema no tiene nada que ver conmigo por eso, porque yo no hice nada. Solo me lo encontré. No quiere que me preocupe más. Quiere que piense que no existe, porque dice que de otra forma sería injusto.
—¿Opinas igual que él?
—Es verdad que yo no hice nada, pero sí que me gustaría ayudar de alguna forma. Él hizo mucho por mí…
—Entonces, ¿es verdad? ¿Eric hizo algo por ti? ¿Y eso hizo que ahora esté tan mal?
—Por favor… —dice Iris, con la cabeza agachada—. Por ahora, intenta que sea él quien te lo cuente. Por favor.
—Claro… Ya contaba con que no sacaría nada de ti. Si cambias de idea, espero tu mensaje. Yo también quiero ayudar a Eric en lo que sea que le haya pasado.
Al agotar mi conversación con Iris, me reincorporo al grupo. Serena lleva toda la mañana muy callada y, sabiendo cuál es la predicción de hoy, prefiero aligerar lo inevitable.
—Oye, Serena, ¿estás bien? —digo, de forma sonora, que lo escuche el resto del grupo—. Hace algunos sábados que no vienes, y hoy estás muy callada.
—Gracias por darte cuenta, Izan…
Mírala. Estaba deseando que alguien le preguntase.
Todos empiezan a hacer preguntas. Anna es la única que se había dado cuenta de que algo pasaba, pero estaba intentando buscar el momento adecuado para sacar el tema. Pues lo siento, quería acelerar un poco la situación.
Por lo general, Serena no tiene ningún problema en explicar con todo lujo de detalles todos sus problemas. Casi siempre, esos problemas tienen que ver con el trabajo o con trámites burocráticos. Algunas veces nos habla de la situación política y social de Chile. Son temas en los que no estoy muy puesto, pero por lo menos me da la tranquilidad de que, si alguna vez tengo que preguntar por alguno de ellos (en especial los de los trámites burocráticos), ella sabrá cómo ayudarme.
Hoy, por el contrario, no es capaz de hablarnos con claridad. Es como si el resto del tiempo encontrase una especie de placer en el hecho de quejarse y desahogarse, pero que, en esta ocasión, no le funcionase de la misma forma.
Una vez en la cafetería, después de algunos rodeos y de intentar sacarle lo que le pasa, nos lo dice sin tapujos.
—Creo que estoy embarazada.
Todos nos quedamos callados y mirándonos entre nosotros.
—¿Qué? —dice Anna, la primera en poder hablar.
—Sí, como lo oyen… —dice Serena, y deja caer su cara de frente contra la mesa.
Nadie se atreve a decir nada.
—¿Ha sido con el mino regio? —pregunto.
Todos me miran raro.
—¿Qué…? —pregunta Anna otra vez, con un tono mucho más confuso.
—Izan se refiere al chico con el que he estado saliendo estos días. Cuando le hablé de él, lo llamé mino regio. Y sí, es con él. Estamos saliendo. Él es muy bacán conmigo —por el tono, creo que “muy bacán” es bueno—. Pero… No tuvimos cuidado. Hace semanas que no me baja la regla.
—Pero, ¿te has hecho el test? —pregunta Abril.
—No.
—¡¿Cómo que no?! —grita Anna—. ¡Eso es lo primero que haces cuando tienes un retraso!
—Yo nunca fui muy regular, estoy acostumbrada a los retrasos —dice Serena—, y tampoco me atrevo a afrontarlo… Me da miedo.
—Pero Serena… —dice Abril—. Si ya ha pasado tanto tiempo… ¿No será muy tarde? Cuantos más días pasen, más limitadas serán tus opciones. Podrías arrepentirte.
—¿Te refieres al aborto? —pregunta Serena.
—Sí, si es lo que quieres.
—No quiero. Yo no abortaría.
—¿Qué? —pregunta otra vez Anna—. ¿He oído bien? Serena, estás hablando de tener un hijo con una persona a la que conociste hace muy poco, y sin haberlo planificado ni un poco. Sé que hay gente que eso no le sonará tan mal, pero también sé que a ti sí. Tú necesitas estabilidad, seguridad y planificación. ¡Lo dices siempre!
En efecto. Serena es muy opuesta a mis padres, por ejemplo. No le pega nada tener un hijo con alguien que no conoce mucho, por muy regio que sea el mino, solo porque no han tomado precauciones.
—No abortaría —insiste Serena—. Mi vieja tampoco tomó precauciones en su día, y ella decidió no abortar tampoco. Gracias a eso, nací yo.
—¡Ah, genial! —grita Anna—. Tradición familiar, ¿no?
—¡Oye! —dice Abril, mirando a Anna con dureza, para que se calme.
—Perdón… Es que puede llegar a joderte la vida, y no me da la gana —dice Anna, algo más decaída.
—Escucha, Serena —dice Abril—. Está bien que estés agradecida con tu madre por eso, aunque, por la época, tal vez es que no tuvo elección. Tú sí la tienes. Por supuesto, es decisión tuya y de nadie más, pero… Te pido que lo pienses con mucha calma. Puedes acudir a las personas que te quieren para que te ayuden a pensar. No tomes decisiones sin haberlo pensado muy bien. Es todo lo que te puedo decir.
—Lo sé… Muchas gracias, Abril. Muchas gracias a todos por el apoyo. Es complicado.
—Oye, y tu novio… —digo yo—. ¿Él cómo ve la situación?
—Él está re asustado. Pero me respeta. Dice que, si quiero hacerme el test o no, es decisión mía, y que, si quiero tenerlo o no, también lo es. Dice que estará a mi lado y que será responsable.
—Menos mal —dice Anna—. No hará falta que le hagamos una visita, entonces —añade, haciéndose crujir los nudillos.
No estoy seguro de la edad de Serena, pero sé que es bastante más joven que yo. No hace tanto que terminó la universidad, y dudo mucho que tenga ya la estabilidad para tener un hijo, ya que vive sola y haciendo lo que puede para pagar el alquiler con lo poco que gana. Tal vez el mino regio gana lo suficiente como para que se vuelva viable.
En fin, otro problema más del que preocuparse. Pero, aunque suene frío y egoísta, tengo que decir que este es de mis favoritos. Me da pena por ella, pero por lo menos tiene el poder de elegir. Digo que es de mis favoritos porque no me influye directamente, y porque no se basa en ese secretismo que tiene todo el mundo a mi alrededor. Ahora mismo, preocuparme por una amiga que está embarazada es de las pocas cosas con las que puedo lidiar sin destrozarme la cabeza por el camino. No me siento bien conmigo mismo sintiéndolo así, pero no puedo hacer otra cosa.
Por lo demás, hoy no ha sido un buen día. Con Iris la cosa ha ido mal, y con Abril peor. Y, encima, Lydia no ha venido.
Quedan solo cuatro días para que termine el mes de mayo. La predicción de mañana suena mal, pero los tres siguientes suenan mucho peor…
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