top of page

Viernes 17 de marzo de 2023

Joel Soler

Actualizado: 5 oct 2023


Capítulo 17

Casi golpeo a Hugo

“¿Casi? ¿Y no hay ningún día por ahí que ponga que le golpeo por fin?

Bueno, el 27 no tiene mala pinta… Paciencia, entonces.”



Si tengo que definir la situación de la oficina el día de hoy en pocas palabras, sería: batalla campal.

Ignacio ha venido con la creencia de que todos queremos ser bendecidos por sus consejos de trabajo, pero lo único que está consiguiendo es llevar nuestra crispación hasta el límite.

Elías, cuyos comentarios ingeniosos solían considerarse simpáticos, ahora son considerados una ofensa para muchos de los compañeros.

Victoria está cada vez más cabreada y no tiene intención de medir sus palabras con nadie.

Hasta Eric, siempre educado y medido, ha llegado a contestar mal a algunas personas.

En definitiva, el ambiente es insoportable. Pero los que estamos más cerca de explotar somos o Hugo o yo, y eso se puede palpar con una sola mirada.

En la hora del descanso, voy a la máquina de café para tomarme una infusión asquerosa que tienen ahí, pero que me parece lo mejor que puedo hacer para calmarme un poco. Por desgracia, Hugo ha tenido la misma idea.

Mientras se prepara la infusión, noto como tengo a mi nada querido compañero a mis espaldas, esperando, casi resoplando. Me está poniendo todavía más nervioso. Cuando tengo listo mi vaso, me aparto para que Hugo pueda pedir el suyo. Pese a mi gesto de amabilidad, él no tiene ningún miramiento en darme un pequeño empujón, casi imperceptible, para poder llegar antes a la máquina.

—Cuidado, ¿no? Casi derramas esto —le digo, intentando no ponerme a gritar.

—Cállate, imbécil —dice en voz muy baja, pero sin intención de ocultar sus palabras.

Empiezo a ver muy clara la predicción de hoy, porque menudo pedazo de mierda.

—¿Qué me has llamado? —le pregunto, acercándome a él. Uso un tono amenazante que solo me sale con Hugo, creo que con nadie más. Tal vez con mi tío Mateo.

Hugo me mira de reojo y luego vuelve a enfocarse en la máquina. Ha decidido ignorarme. Yo me lo quedo mirando mientras tomo mi infusión. Lo hago por una razón: sé que odia que se lo queden mirando y que eso le pone muy nervioso. ¿Él decide no contestarme? Yo voy a hacer algo que odia.

—¿Qué miras tanto? —me pregunta, con dificultades para articular la frase sin ponerse a gritar.

—Estoy esperando a que me contestes.

—Joder… Eres una persona muy triste para ser tan joven.

—¿Y qué? ¿Te recuerdo a ti cuando la persona joven y triste eras tú?

—No tienes ni idea. Yo a tu edad era alguien mucho más feliz. Tú eres un chaval de treinta que vive solo y que está lleno de frustraciones y miedos.

—Pero si tú no sabes una mierda de mí —aunque no debería importarme nada de lo que me diga este despojo, me está provocando una sensación que, por contenerla, noto incluso náuseas.

—Te dejas pisar y no te atreves a nada, pero aun así te crees especial. Yo no era nada de eso a tu edad, yo sí viví mi juventud, hasta que llegué a esta mierda de empresa y…

Hugo se calla de golpe al ver que he apretado tanto el puño que he destrozado mi vaso de plástico con la infusión. Me acabo de quemar la mano. He gritado y he pegado un puñetazo a la pared del pasillo.

Efectivamente, casi golpeo a Hugo. En el momento en que me he quemado la mano, mi único instinto ha sido pegarle un puñetazo en la cara. No sé por qué no lo he hecho. He querido llevarle de nuevo la contraria al calendario, me daba igual ese “casi”. ¿Por qué no lo he hecho en realidad? Yo sí quiero golpear a Hugo, o al menos he fantaseado más de una vez con esa idea, pero algo me bloquea. Un ruido en mi cabeza que me dice que no debo golpear nunca a nadie salvo que sea en verdadera defensa propia. Pero… ¿No puedo hacer una excepción con Hugo? Quién sabe, ahora solo sé que me quema la mano, y que no puedo pensar ni respirar bien.

Una vez consigo templar mi mano con el agua del baño, me encierro con pestillo en uno de los compartimentos. Me siento en el váter y procuro respirar de forma regular y más calmada, pero no lo consigo. Después de unos segundos de cortesía, muerdo un trozo de mi camiseta para amortiguar el sonido de mi voz y grito hasta no poder más. Lo que mi capacidad de respiración me permita. Grito porque no puedo seguir con esto.


No quiero seguir en esta empresa, no quiero seguir viéndole la cara a esta gente, no puedo seguir haciendo como si nada mientras tengo un calendario que predice mi futuro y no entiendo el motivo, o mientras hay personas que preguntan si las conozco y yo no sé quienes son. Me ha superado. No quiero nada con nadie.

No soy capaz de comprender por qué en el calendario pone que mañana me enamoro. Mañana no quiero ver a nadie, no quiero interactuar con nadie. Odio a las personas y me odio a mí también. Necesito aislarme. ¿Me enamoro? Y una mierda. No así, no en este momento. Si me enamoro prefiero hacerlo cuando esté bien conmigo mismo. La última vez que me enamoré desde el fondo de mi pozo particular fue algo de lo que me arrepentiré toda la vida. No quiero que ocurra otra vez lo de Nora. No puedo.

Seguro que Lydia me está preguntando si casi golpeo a Hugo, y se lo estará tomando a risa. Me da igual. No hablaré con ella ni con nadie.

Si el calendario cree que me voy a enamorar estando así, entonces es el mejor momento para volver a llevarle la contraría al calendario una vez más. Mañana quiero estar solo, y así será.









37 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Comments


bottom of page