top of page

Viernes 19 de enero de 2024

Joel Soler

Actualizado: 20 ene 2024


Capítulo 325


Anna ya no lleva pañuelo...



    Me despierto en mi cama. Tengo un dolor de cabeza bestial, y también me duele muchísimo la cara. Alguien me ha pegado un puñetazo.

    ¿Así es como terminó aquello? Pero yo no recuerdo que fuera un puñetazo…

    Lo que recuerdo es que Frank me estaba estrangulando.

    ¿Hoy qué día es?

    Uf… Me duele muchísimo la cabeza.

    A ver el móvil…

    No. No me jodas… ¿Diecinueve de enero?

    Ese día, en mi mundo, fue… Tengo muy mal recuerdo de ese día.

    Ah, espera, el calendario. Este Izan tiene todas las frases del calendario.

    Diecinueve de enero…

    No. No, no, no…

    Hoy es el día en el que Anna se quita el pañuelo.

    Otra vez no… No puedo permitir eso. Si Anna se quita el pañuelo… Eso es lo peor que puede pasar.

    Tengo que hablar con Anna. Tengo que arreglarlo.

    Vale, a ver…

    Después de vestirme, me asomo poco a poco al salón.

    … Mierda. Está Frank.

    Frank me volverá a estrangular si descubre que soy yo…

    ¿Qué hago?

    Creo que por ahora tengo que hacerme el dormido, y cuando encuentre mi oportunidad…

    —Lydia, bajo al super —dice Frank—. ¿Te traigo algo?

    —Pan de molde, porfa —dice ella—. El de cereales, aprovechando que Alex no puede llevarme la contraria. ¡Ah! Y se nos está acabando la bebida de soja.

    —Vale. Vigila a esos dos, que a saber qué hacen si se levantan…

    Esos dos…

    Alex es el que falta. ¿Estará igual de mal que yo?

    Vale. Si Frank está haciendo la compra y Alex está en la cama, también indispuesto… Quiere decir que este es el mejor momento para salir, ya que será el único en el que no esté Frank.

    La pregunta es si espero a que Lydia se despiste, o si salgo directamente y me escapo de ella.

    Antes de tomar ninguna decisión, noto que se abre un poco la puerta de mi habitación.

    Es…

    —Espino… —digo.

    Mi gato está aquí…

    Pensaba que no lo vería más…

    Es el mismo gato…

    —¿Izan?

    Es la voz de Lydia.

    Mierda. Estoy llorando. No me he podido contener al reencontrarme con Espino.

    —Oye, ¿estás bien? —pregunta, entrando en mi habitación.

    —Sí… Ahora te cuento —digo—. Voy un momento al baño. Oye… ¿Puedes mirar si le pasa algo a Espino? Está raro.

    —¿Qué? ¿Qué le pasa? —pregunta Lydia, agobiada.

    Se agacha a ver si mi gato está bien. Es ahora o nunca. Lo siento mucho…

    Salgo corriendo todo lo rápido que puedo. Solo llevo encima el móvil y algo de dinero.

    Tengo que ver a Anna como sea.

    Cuando se quitó el pañuelo… Fue el principio. Después de aquello… No, no puedo. No puede pasar otra vez.

    Anna tiene que volver a llevar sus pañuelos.

    Al salir, me planteo llamar a Anna por teléfono, pero el problema es que, si nota algo raro en mi personalidad, podría avisar a Lydia de lo que está pasando, y entonces tendríamos un problema. Frank volvería a estrangularme.

    Me quedo rondando cerca del trabajo de Anna. Parece que trabaja en el mismo sitio, y voy a asumir que tiene los mismos horarios.

    Vale… Lleva un pañuelo puesto. La historia es diferente, por el momento.

    En mi mundo… Anna llevaba horas, o días, sin pañuelo. Yo me fui de fiesta el día anterior y no le hice ni caso… Sin saber lo que estaba pasando…

    No me puedo creer que fuera tan idiota.

    Espero un poco. De todas formas, quiero hablar con ella.

    ¿O debería ir a buscar a Saúl? Me da miedo buscar en su casa y que me encuentre con Frank y compañía…

    Sé que en este mundo ya no me hablo con Saúl, así que dudo que pueda contactar con él por teléfono, pero… ¿Y si lo intento?

    Lo haré después de hablar con Anna. Ahora quiero verla, y queda muy poco para que salga del trabajo.

    Pase lo que pase, quiero verla.

   

    Ya es la hora. Anna sale del trabajo.

    Se ha quedado quieta en la calle. ¿Qué hace?

    …

    Se acaba de quitar el pañuelo.

    Será para ponerse uno diferente, ¿no?

    No.

    Está caminando sin pañuelo. No, no… No puede ser. Está volviendo a pasar.

    Corro hacia ella.

    —¡Anna! —grito. Ella se sobresalta.

    —Izan… Por Dios, qué susto me has dado.

    —Anna… Tu pañuelo…

    No puedo ni hablar. Estoy llorando.

    —¿Izan…? ¿Qué te pasa…?

    —Escucha, Anna… Pase lo que pase… Tú no puedes ir sin pañuelo por la calle. Sé lo que significa. Lo sé perfectamente.

    Ella me mira, asustada. No dice nada. Yo continúo hablando.

    —Significa que ya no sientes que puedas ser tú, y que crees que no serás tú. Significa que no te importa vivir o morir. Si ahora vas por la calle sin pañuelo, quiere decir que no te importa cruzar sin mirar o hacer algo peligroso. Es eso, ¿verdad? Aquí sigue siendo eso… Tú solo puedes dejar el pañuelo en la protección de tu casa. Si es por la calle…

    —Izan… ¿Por qué me dices todo esto? —pregunta.

    Creo que quiere decirme algo más, pero su cara cambia de golpe. Se aparta un poco de mí y se tapa la boca.

    Se ha dado cuenta de que no soy el Izan de este mundo. Tampoco es que me haya esforzado en disimularlo. Lo único que importa es que vuelva a llevar pañuelo.

    —Anna… Espera, no te asustes, por favor…

    —¿Dónde está el Izan que conozco…?

    Me da mucha rabia esto. Por lo que recuerdo de la sesión con Pol, el Izan de este mundo empezó a fijarse más en Abril que en ella. Estoy seguro de que, si las cosas terminaron juntando a este Izan con esta Anna, fue gracias al calendario o a cualquier recuerdo residual que tuviera cualquiera de los dos. Es decir… Si esta Anna está enamorada de Izan, tendría que ser a mí a quien busque. Pero no lo entenderá y seguirá buscando al otro Izan. Esto no es como lo injusto que me parece que Lydia o Frank me vean como enemigos… Esto es muchísimo peor, porque Anna se enamoró de mí, pero también me verá como a un Izan falso.

    —No creo que me pueda quedar mucho tiempo aquí —digo—. Solo te pido que te pongas el pañuelo y que confíes en mí. Buscaré la manera de ayudarte. Hay una cosa que te hizo mucho daño, y yo la puedo resolver…

    —¿De qué hablas…?

    —¿Lo harás? ¿Te volverás a poner el pañuelo?

    —Izan… No llevo pañuelo porque es lo que acordamos. El Izan de verdad y yo.

    Escuchar “el Izan de verdad” ha sido lo que más daño me ha hecho. Y… No entiendo de qué habla. ¿Cómo iba nadie a acordar eso con Anna?

    —¿Qué dices…?

    —Estamos siguiendo las predicciones del calendario… Y… —Anna empieza a perder el control de su voz. Creo que está empezando a llorar…—. Oye… ¿No podré volver a ver a Izan? ¿Qué ha pasado aquí? Esto no es parte del plan…

    —¿El plan…?

    ¿Qué plan? ¿Qué pasa en este mundo? ¿Qué están haciendo aquí? ¿Cómo se están siguiendo las frases del calendario? No entiendo nada.

    —¡Lo sabía! —grita una voz a mis espaldas.

    Mierda. Es Lydia. Sabía que vendría aquí.

    Corro lo más rápido que puedo para escapar de ella. No me ha dado tiempo a mirar una última vez a Anna, aunque, si lo pienso… Esa no es mi Anna. Es la de este mundo falso y sin sentido. Este mundo asqueroso donde se toman como un juego las frases que yo escribí, acordando planes y teatros peligrosos.

    Me alejo todo lo que puedo de Lydia y, cuando consigo darle esquinazo, termino cerca de la zona de la estación de tren. Si no me equivoco, suele haber tres o cuatro taxis aparcados en la calle de detrás.

    Tengo algo de dinero, y si Lydia no me ve…

    Corro a un taxi y le pido que me lleve a una zona de las afueras.

    Termino cerca de mi bosque con Nora, pero un poco más lejos, en un sitio que encontré una vez que fui al bosque yo solo a hacer un ritual patético para dejar ir a Nora y que no sirvió de nada.

    Es una zona en la que hay una tienda de alimentación humilde, viven solo ancianos y todo es bastante agradable. También hay un parque con una zona techada que suele estar vacío o con algún que otro anciano haciendo ejercicio en unas máquinas que hay ahí.

    Me compraré algo para comer y me quedaré por esa zona. Es un buen sitio en el que esconderme, porque nadie sabe que conozco esta zona de las afueras. Parece seguro, tengo comida y techo… Y me dará tiempo para pensar qué hago.

    Creo que lo primero que tengo que probar es en llamar a Saúl. Sé que ya no se hablan, pero en este mundo es muy probable que Saúl no haya sido secuestrado por Olivia… Primero, porque dicen que Olivia está muerta, y segundo, porque Saúl tiene recuerdos del mundo anterior y, conociéndolo, habrá ideado algún plan para evitar su propio secuestro, o incluso para volver a aparecer frente al Izan de este mundo después de que este perdiese la confianza en él.

     Me llama la atención el grupo de chat que se llama “Equipo”. Me asomo para ver quién está ahí dentro.

     Lydia, Frank, Alex, Liam, Anna, Estrella… Y Saúl.

    ¡Hay mensajes incluso de hoy! Saúl vuelve a estar en la vida de este Izan.

    Perfecto. Entonces sí que lo puedo llamar.

    Vale… Llamando. Por favor, Saúl… Cógelo…

    —¡Izan! —dice Saúl al otro lado—. ¿Eres tú? ¿Eres…?

    —Saúl… —digo, con la voz rota. No me puedo creer que esté hablando con él.

    —Izan… Eres el del mundo anterior… ¿Verdad?

    —Sí… Y necesitaba volver a hablar contigo. Antes de que digas nada, por favor… Necesito que me perdones. Me tragué las mentiras y dejé de confiar en ti… ¡Me enteré muy tarde de lo que te pasó! No te puedo expresar cómo me sentí cuando lo supe… No puedo…

    —Lo sé, Izan… Sé que al final supiste la verdad. No tienes que disculparte.

    —¿No me guardas rencor…?

    —Nunca. Eres mi mejor amigo.

    Ahora no puedo ni hablar. Esas palabras han sido tan…

    De repente, alguien me pega un manotazo y tira mi teléfono al suelo.

    —¡¿Qué pasa?! —grito, y me giro de golpe. Hay un hombre con traje…

    —Espero que no hayas dicho nada comprometido —dice.

    —Tú… Sé quién eres. Tú eras el perrito faldero de Salvador Santalla.

    —¿No te acuerdas de mí? Pensaba que me tenías rencor porque engañé a Dana y por todo lo que hice después de que me salvaras en la reunión con los Abad.

    —¿Qué…? ¿De qué hablas…?

    —Bueno. No es mi trabajo hacerme muchas preguntas.

     Lo siguiente que siento es un calambrazo en el vientre.

    Estoy perdiendo el conocimiento… Pero, pase lo que pase… Tengo que mantenerme en este cuerpo. Tengo que seguir siendo yo… O puede que sea la última vez que exista.

    Quiero, por lo menos, decirle a Saúl quién me dijo que empezara a escribir el calendario…






26 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Comentarios


bottom of page