Capítulo 241
El mejor compañero de piso
“Ahora sí que podré sentirme seguro.”
Ya lo hablé con Frank. También con Saúl, en calidad de casero. Hoy es el día en el que Frank viene a vivir conmigo. Dice que es temporal, que tiene que ver qué pasa con sus cosas, cómo funciona la convivencia y demás, pero que, como mínimo, intentará quedarse el tiempo necesario para solventar alguno de los problemas que está generando el calendario en mi vida.
Le cuento todo lo que me pasó ayer con Olivia.
—Sobre lo de matarla… ¿Tú qué opinas? —pregunto.
—Que no tendrías que ensuciarte las manos ni ponerte en peligro de esa manera —dice Izan—. Eso le pega más a alguien como yo.
—No, tú no. Si encima te cargan ese muerto, ya sí que no sales de la cárcel ni de broma.
—¿Tú te atreverías a hacerlo? ¿De verdad, Izan? No sé si lo has pensado bien. No sé si has pensado bien lo fuertes que son esas palabras.
—Si se da una buena situación… Donde no existan testigos ni el peligro de que esté la mafia cerca… Lo haría.
—Pero ella sabe que siempre tiene que mostrarse en sitios públicos o donde la puta mafia esté vigilando… Esa bruja lo tiene todo pensado, Izan. No sé a qué te refieres con una oportunidad, pero no creo que te la entregue…
—Pero tengo hasta el diez de diciembre…
—Bueno. Pensaremos en algo, ¿vale? No te comas tanto la cabeza ahora. Estamos a final de mes. Cuando veamos el calendario de noviembre, a lo mejor se nos ocurre algo.
—No me queda otra… Nunca puedo tomar decisiones al final del mes. Siempre espero al siguiente calendario. Cuando dejen de llegar, no sé cómo lo haré…
—Cuando los calendarios dejen de llegar, Izan, nos aseguraremos de que todas estas mierdas estén solucionadas. Las solucionaremos, Izan. Lo solucionaremos.
—Sí… Gracias.
El resto de la mañana lo pasamos organizándonos, montando su habitación, charlando sobre sus problemas familiares, criticando a Enzo…
En un momento le he preguntado sobre la cárcel en esta segunda tanda, pero ha evitado el tema, no sé si por distracción, o expresamente. Por si acaso, no me atrevo a preguntar de nuevo.
Frank es alguien con quien podré hablar de mis problemas y del calendario. También me sentiré más seguro. Si solo fuera eso, ya sería un gran compañero, pero creo que es mejor, ya que es organizado, pero, al mismo tiempo, valora la individualidad y la flexibilidad. Me ha prometido que tendré mi espacio y que no cambiarán demasiado mis costumbres o rutinas, y yo me fío.
La única duda que tengo es si de verdad no hay ningún problema con que Frank esté aquí… ¿Por qué Saúl lo miró raro hace poco? Es verdad que a veces Saúl se queda mirando de una forma extraña y pone caras raras, pero parecía que a Frank se le saltaron las alarmas. Ahora es su casero, así que… Espero que todo esté bien.
Por la tarde, como ya es viernes, toca volver a la cafetería infernal a pasarlo mal.
Saúl está como cliente. Se ha pasado como dos horas en la misma mesa, leyendo y apuntando cosas en una libreta. A veces se quedaba en blanco. Julia dice que siempre le pasa.
—Oye… ¿Saúl desde cuándo viene aquí? —pregunto.
—¿Saúl? Pues… No sé si ya venía de antes, pero creo que se volvió habitual hace pocos meses. Por verano o así.
—¿No lo conocías de antes?
—De vista, pero porque vive aquí cerca.
—Entiendo.
—¿Pasa algo con Saúl?
—Ah, no. Es que me sonaba su cara, pero le pregunté y no sabe de qué podría ser, así que quiero ver si me acuerdo yo.
—Pues ni idea. Yo solo trabajo los viernes, sábados y domingos, y solo puedo decir que los fines de semana nunca viene, pero los viernes sí.
La jornada termina sin ningún sobresalto. No tengo nada de ganas de la de mañana, que es la jornada completa con sus diez horas. Y menos si viene la… ¿Peor? Clienta.
Comments