Capítulo 285
Hugo me invita a comer
“Si me hubiesen llegado todas las hojas del calendario el mismo día,
en marzo, alucinaría con predicciones como la de hoy.”
Después de una mañana tranquila en el trabajo, con la cafetera arreglada por fin, me vuelvo rápido a casa, me ducho en un momento, reviso que a Espino no le falte de nada y me voy al autobús que me dejará en casa de Hugo a la hora acordada.
Calculé para llegar cinco minutos pronto, pero he perdido un autobús, así que he llegado siete minutos tarde. No es para tanto, espero.
Hugo y yo comemos en su casa. Él mismo ha preparado la comida.
No cocina ni espectacular, ni mal. Todo cumple bien. Ha hecho sopa de pasta y carne en salsa. Todavía no me acostumbro a tener esta relación con Hugo, la verdad.
Primero hablamos de una forma más distendida. Hablamos de su casa, hablamos del trabajo, hablamos, por supuesto, de Ignacio “El fotocopias”… Pero no aguantamos mucho más hasta empezar a sacar los temas más serios.
Le explico cómo está la cosa con Olivia y Salvador. Alucina con todas las novedades, en especial con lo de mi escena con Salvador y la mafia.
—Es demasiado. No tiene ningún sentido que pasemos por estas cosas —dice.
—Quiero matar a Olivia o a Salvador el día veintidós. Yo me he decidido ya. No sé cómo lo haré, porque no entiendo la predicción… Pero no puedo dejar que pasen de ahí. Y si no lo consigo el veintidós, lo haré al día siguiente, y si no, al siguiente. Pero lo haré.
—Me gustaría que no seas tú el que tenga que llegar tan lejos. Prefiero ser yo. Tal y como ha ido mi vida, ya me da igual si acabo en la cárcel por esto. Con saber que al menos uno de mis hijos me quiere, ya he tenido más que suficiente.
—No digas eso. Es ahora que has empezado a relacionarte por fin con Oliver que mereces vivir la vida que no te han dejado vivir.
—Eso lo decidiré yo. Tampoco quiero que seas tú el que lo haga.
—Alguien tiene que hacerlo —insisto—. Si no soy yo, que sea otro, pero que se haga. Lo único importante es que dejen de hacer daño. Salvador mató a varias personas el otro día, incluso a un policía. Casi mata a mi amiga Abril. Y Olivia… Ya lo sabes. Te puede matar incluso a ti.
—No sabemos interpretar la predicción del proyecto Esmeralda. No sabemos lo que es. Nora sigue sin decir nada, ¿no?
—No dice nada, ni creo que lo diga. No sé por qué me he fiado de Nora otras veces, la verdad…
—Siendo realistas, lo tenemos muy complicado —dice.
—Centrémonos en lo que sí que podemos controlar. ¿Dónde te esconderás para que no te hagan nada?
—Dana me ha preparado un lugar secreto. Viviré con Ángel, que dice que puede adaptarse a cualquier sitio, y él será quien se encargue de salir y entrar para la comida. Nos irá bien.
—¿Seguro? Yo no subestimaría a Olivia ni un pelo.
—Si no funciona con esto es que no podía haber hecho nada más. La predicción ya le ha dicho que hoy comeríamos juntos, así que no podíamos ponernos creativos, tampoco. Va, no te preocupes, ya te dije que me encargaría yo de mi seguridad.
—Vale…
—Oye, Izan… No tengo ni idea de si podrás matar a Olivia o no, pero, si quieres matar también a Salvador… Tienes que saber algo.
—¿Sabes algo de Salvador Santalla…?
—Sí, bueno… Tuvimos un único encuentro, pero fue suficiente para darme cuenta. Verás… Bueno, te voy a contar un poco de mi vida, ¿vale?
—Claro. Tu casa, tu comida, tus normas, tus historias.
¿Qué clase de respuesta es esa?
—Cuando yo salía con Olga… Bueno, con la madre de Oliver y Nora, ya sabes —yo asiento—. Al principio fue bien. Olga era una persona con problemas desde mucho antes. Tenía miedo a todo, veía visiones, su cabeza estaba desordenada… No era fácil tratar con ella. La conocí en la universidad. Ella también estudiaba la carrera de economía. Decía que los números eran lo único que la mantenía centrada. No sé si trabaja de algo relacionado con eso a día de hoy…
—No me esperaba eso de la madre de Nora, la verdad…
—Estudiamos juntos unas cuantas veces medio por casualidad, encontrándonos en la biblioteca, preparando algunos exámenes y trabajos complicados… Y, al final, decidimos estudiar siempre juntos. Eso hizo que nos enamorásemos y saliésemos juntos durante algún tiempo. Pero siempre que bromeaba con conocer a su familia, se asustaba y perdía la noción de la realidad. El miedo que le tenía a su familia era… —Hugo cierra los ojos y niega con la cabeza, con disgusto—. El problema vino cuando se quedó embarazada. No fue buscado, no hace falta decirlo. Al menos, no por mi parte. Me arrepiento de lo irresponsable que fui.
—Y pensar que esa irresponsabilidad hizo que Nora existiera…
—No hagas leña del árbol caído, por favor.
—¡No era eso! Lo he dicho sin pensar.
Hugo se me queda mirando con una expresión entre seria y neutral, y luego sigue hablando. Yo decido quedarme lo más callado posible durante la historia para no liarla más.
—Cuando Olga se quedó embarazada, decidí que era el momento de hablar con sus padres. Ella me suplicó que no. Ahora veo que cometí un error, porque yo fui igualmente, ingenuo de mí, creyéndome que tendría suficiente labia para cambiar el punto de vista de esa familia. Así es como conocí a Salvador y a Olivia. Desde entonces, Olivia me ha seguido torturando varias veces, con amenazas y burlas, buscándome, escribiéndome… Pero a Salvador lo vi una sola vez. Solo esa vez. Me pegó una paliza, Izan.
—Hostia…
—Yo me defendí. Y te puedo asegurar que yo era fuerte. Yo siempre me he preparado para tener la fuerza suficiente como para ganar una pelea si me metía en problemas. Me daba tranquilidad.
—Eso explica la tremenda paliza que me pegaste el mes de abril…
—Es verdad. Todavía lamento mucho eso.
—¡No! Si yo lo recuerdo con cariño y todo. No preguntes.
—Pues era mucho más fuerte en aquel entonces, Izan. Y, aun así… No pude hacerle nada a Salvador. No porque él fuese mucho más fuerte o mucho más hábil necesariamente. Era porque… Salvador Santalla tenía un cuerpo raro. Era más duro de lo normal, y no podía hacerle nada de nada. No tenía ningún sentido. No era el típico cuerpo entrenado, pero había algo que lo hacía parecer invencible.
—¿En serio…?
Ah, espera… Enzo consiguió pegar algunos golpes a Salvador. Le hizo lo mismo que le hizo primero a Víctor, al cual mató. Sin embargo, Salvador solo se reía. Eso explica por qué pudo resistir los golpes de un titán como Enzo…
—Así que si intentas hacer un ataque por sorpresa —continúa Hugo— contra Salvador… Un disparo, una puñalada… Es muy posible que lo resista. No creo que sea buena idea.
—Por eso va tan confiado… —digo—. Qué hijo de puta… ¿Cómo habrá conseguido eso?
—No tengo ni idea. Me frustra tanto que esa familia sea tan poderosa. Me frustra tanto que consiguieran que Olga y yo nos odiemos… No puedo soportar a esa familia.
—¿Olga también te odió?
—Sí. Supongo que por miedo, o por manipulación, o porque no me perdonó que me presentara en su casa para conocer a sus padres, empezó a tratarme muy mal y a amenazarme después de eso. Siempre se mostró tan en contra como Olivia o Nora de que quisiera encontrarme con mi hijo. Es una Sallares más.
Me encantaría saber qué piensa Olga de Hugo a día de hoy. Es una historia complicada y ha pasado muchísimo tiempo. Pero yo no tengo relación con esa persona, y no le pienso preguntar a Nora. Tal vez le pregunte a Oliver.
Terminamos la comida y Hugo dice que es hora de irse, que ha quedado con Dana y Ángel para el lugar secreto.
—Miraremos todo el tiempo si alguien nos sigue. Seremos paranoicos. No te preocupes.
—Sí, por favor. Cualquier precaución es poca.
—Lo sabemos. Yo ya estoy de vacaciones en la empresa. Me reincorporo el día dos de enero. Espero que todo esté solucionado para entonces.
—Lo estará. Me aseguraré de que lo esté, y usaré el calendario a mi favor. Cuando pase el día veintidós, ni tú ni Olivia seréis mencionados nunca más en las predicciones, así que tendré más libertad de movimiento. Dedicaré cada día a encontrar el momento perfecto.
—Espero que salga bien, por el bien de todos…
Me despido de Hugo con un fuerte apretón de manos.
Me da mucho miedo que esta sea la última vez que nos veamos.
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