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Domingo 19 de marzo de 2023

Joel Soler

Actualizado: 5 oct 2023


Capítulo 19

Chateo con Abril todo el día

“Este día ya me avisó de lo que pasaría ayer. Pero quién sabe, igual uno le tenía que contar un problema al otro, o Abril se acababa uniendo a la cueva o algo así.”



Por lo visto, hoy es el día del padre, así que debería de llamar al mío. No tengo muchas ganas y mi relación con él no me parece la que alguien debería tener con su padre. Creo que esta duda es una excusa bastante decente para hablar un poco con Abril. Sí, hoy no pienso llevarle la contraria al calendario.

Tenemos una breve conversación inicial de saludos genéricos, y luego le explico mis dudas con mi padre.

[Abril. 10:48]

¿Pero qué tipo de relación tienes con él?

[Izan. 10:49]

A ver, como lo explico…

Mis padres, los dos, nunca se han comportado como tal.

No sé cómo decirlo sin que parezca que tengo traumas severos.

[Abril. 10:50]

¿A qué te refieres?

[Izan: 10:50]

Porque a estas alturas ya lo único que me interesa es hacer ver que no tengo ningún tipo de conexión con ellos.

Como ellos mismos dirían: colegas y ya.

[Abril. 10:51]

Colegas y ya.

Creo que me imagino por donde vas😓

[Izan. 10:52]

Los dos son aventureros, dicen.

Viajan, hacen deportes de riesgo… Se conservan bien para su edad, eso sí.

Y su hijo mayor salió igual que ellos.

Les da igual todo. Cada uno va a su aire.

[Abril. 10:53] ¿¿Tienes un hermano??

[Izan. 10:53]

Pero en los temas serios nunca han estado.

Sí.

Tengo un hermano 4 años mayor que yo.

Enseguida se empezó a comportar igual que ellos.

Su trato hacia mí es el del amigo surfero que te da consejos vacíos sobre cómo disfrutar de la vida y no preocuparte por ninguna cosa en absoluto.

“Si te vas al mar y coronas una buena ola, te olvidas de todos tus problemas”

Mierdas así.

Yo me sentía acomplejado porque me daba miedo surfear.

Bueno, casi cualquier deporte.

Pero con el tiempo me di cuenta de que el problema no lo tenía yo.

Esos dos no estaban hechos para ser padres.

[Abril. 10:55]

¡Yo haré que te guste el baloncesto!

[Izan. 10:55]

Mi hermano pudo salir como ellos, y yo no, eso es todo.

Y no quiero saber gran cosa.

Gracias por lo del baloncesto, de verdad😭

[Abril. 10:56]

Izan.

Si no quieres tener nada que ver con ellos.

No hace falta que llames a tu padre.

[Izan. 10:57]

Es que tampoco es eso.

Es decir, como padres dejan mucho que desear.

Pero como “colegas” tampoco es que sean mala gente.

Si desde el punto de vista más técnico soy su hijo,

tampoco sería mal día para llamarle.

[Abril. 10:58]

Entiendo.

Voy a tirar una moneda, y me voy a grabar.

Si sale cara, le llamas. Si sale cruz, no le llamas.

¿Te parece bien?

[Izan. 10:59]

¿Qué clase de forma de decidir es esa?

[Abril. 11:00]

Es un truco legendario.

Si de verdad no tienes ni idea, la moneda decidirá.

Si en el fondo tienes una de las dos decisiones claras, y la moneda te dice la opuesta…

¡Ahí es donde te darás cuenta de que sabes lo que quieres!

(Igual no tenía que haber revelado el secreto…)

Bueno, te mando el vídeo.


En efecto, Abril se grabó a sí misma tirando una moneda. Antes de enfocar a la moneda, saludó a la cámara con una sonrisa preciosa. Me saludó a mí. Pienso guardar este vídeo, porque siento que me cura el alma.

En cuanto a la moneda, en fin, ha salido cara. No he podido decir si era lo que quería o no, así que supongo que estamos en la situación en que la moneda es la que tiene que decidir, sin sacar nada más de mí.

[Abril. 11:04]

Toca llamar a tu padre, ¿no?

[Izan. 11:04]

Eso parece…


Después de mirar el vídeo tres o cuatro veces más, busco el número de mi padre. De mi supuesto colega. Para fechas como el día del padre o su cumpleaños, unas veces lo llamo y otras no. Tampoco sé si lo espera o si le hace ilusión. Me cuesta saber cómo piensa.

Llamo una primera vez y no contesta. A los dos minutos es él quien me llama.

—¡Izan! ¿Cuánto hace que no sé nada de ti?

—Hola. Pues desde que te llamé en tu cumpleaños, supongo.

—¿Desde noviembre? ¿Tanto? ¡Bueno! Y qué, cómo te ha tratado la vida.

—Voy haciendo —en realidad no quiero contarle nada de mi vida, ya que no me va a entender, no me va a escuchar o le va a dar igual. Además, es el tipo de persona que solo quiere que le cuenten cosas buenas.

—¿Has visto a tu tío últimamente?

—No, no he tenido esa suerte.

Mi padre se ríe de forma aparatosa ante mi comentario. Sabe que me llevo mal con mi tío. Él también se lleva mal con su hermano. El tío Mateo es unos años mayor que mi padre, y cree que tanto él como mi madre son fracasos intolerables que no han sabido afrontar de verdad la vida. En ese sentido, mi tío odia más a mis padres y a mi hermano mayor que a mí. Sin embargo, tampoco se puede decir que él y yo nos llevemos bien.

—Deberías visitarlo en la residencia, que te está dejando tirada de precio esa casa. Tu pisito no está mal, ¿no?

—No, no está mal. Para ser él, es raro que me dejase el alquiler a mitad de precio.

—Bueno, ya sabes cómo es. Hace este tipo de favores para poder decir que es mucho mejor persona que nosotros. Ni caso.

—Por eso. Si lo puedo evitar, mejor.

—¿Y el trabajo qué tal?

—Un espanto —digo, y al escuchar eso, mi padre vuelve a estallar en risas.

—A ver, Izan —todavía sigue riendo un poco—. Eso pasa porque te metes en empresas de gente trajeada y liberticida. Ya sabes de qué va la vaina, ¿no? Vivir de forma más sencilla, dejarte llevar… Si eres libre, no tienes que cargar con nada de eso.

—Ya —creo que empieza a ser un buen momento para colgar.

—Oye, ¿por qué me has llamado?

—Bueno, es el día del padre, y he decidido con una moneda a cara o cruz si te llamaba o no —lo bueno es que en ciertas cosas puedo ser sincero con él. Le da igual todo.

—¡Pero bueno! —se vuelve a reír, y empieza a parecerme molesto de verdad—. Pues nada, me doy por felicitado con esta llamada. ¿Quieres que te pase a tu madre?

—Si le hace mucha ilusión…

—¡Izancín! —y ahí está mi madre. No es que me llame así siempre, pero de tanto en tanto juguetea con mi nombre. Unas veces me da igual, y otras me entran escalofríos de pura vergüenza. Izancín me parece mejor que Izancillo o Izanzuelo, por ejemplo—. ¿Qué tal te va todo? ¿Todavía sigues en ese trabajo tan amargante?

—Sí, de algo tendré que vivir. De hecho, no tengo ni idea de cómo pagáis vosotros vuestras cosas.

—¡Pues porque necesitamos mucho menos para ser felices! Oye, ¿sabes algo de tu hermano?

—No hablo con él desde hace más de un año. No me llamó ni en mi cumpleaños, así que me da un poco igual.

—Qué poco se comunica ese chico. Mira que tú te comunicas poco, pero él, en fin…

Aunque mi madre sigue hablando, yo ya no estoy muy pendiente de la conversación, porque entre los dos me han saturado. En su lugar, mientras asiento, voy escribiendo a Abril y le cuento la experiencia con esta llamada.

Cuando la conversación con mis padres termina, yo sigo hablando con Abril. Pasan las horas y la conversación no tiene fin. Hablamos de todo. De aficiones, de rarezas personales de cada uno, de nuestras familias y trabajos, de las series que hemos visto y de las que queremos ver, dejando caer que algunas las podríamos ver juntos… No me queda claro si en la misma casa, o si a la vez, comentándolas por chat.

En realidad, no tengo ni idea de lo que piensa de mí. ¿Me ve solo como a un amigo, o se estará ilusionando de una forma similar a la mía? ¿Qué hubiese escrito ella en un calendario para definir el día de ayer? ¿Me enamoro? ¿Paso un día agradable con mi amigo el que no sabe jugar a baloncesto? ¿Me compro unas muñequeras? A decir verdad, no sé mucho del día a día de Abril ni de si tiene otros amigos, además de los del baloncesto del otro día, o incluso si tiene una pareja a la que no pueda ver los sábados por la mañana. Eso en concreto me gustaría preguntárselo, pero me da pánico, y hacerlo de forma directa es de muchísimo mal gusto.

Pasan las horas. He tenido que dejar bastante abandonados a los de la cueva, y alguno ya me está recriminando que hoy no estoy nada activo. Liam también quiere jugar, imagino que para él es importante la partida del domingo. Hacemos alguna que otra, muy corta, pero le pongo malas excusas para no poder estar tanto tiempo como es habitual. Creo que no le ha sentado muy bien.

Una parte de mí se siente algo idiota al imaginarme a Abril y a mí pasando todo el día pendiente de la conversación con el otro, en lugar de quedar directamente. Imagino que ninguno de los dos esperaba hablar tanto. Bueno, yo sí, porque lo pone en el calendario.


Ha sido un día muy bueno, pero hubiese sido mejor si no tuviese una pequeña parte de mí preocupada por la predicción de mañana. Alguien me sigue por la calle, ¿no? Creo que mañana me espera un día de pura ansiedad. Si mañana fuese fiesta, como en Madrid, o eso me han dicho, podría esconderme en casa y evitar el mal trago. Aunque seguro que el calendario me sacaría tirándome de los pelos si hiciese falta. Es capaz de quemar mi casa con tal de que la predicción se cumpla.

Pues nada, mañana a ver quién me sigue y por qué me doy cuenta, que eso también tiene su mérito. Pero hoy ha sido un día muy bonito y eso no me lo quitará nadie.










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