top of page

Lunes 20 de marzo de 2023

Joel Soler

Actualizado: 5 oct 2023


Capítulo 20

Alguien me sigue por la calle

“Esa sensación la tengo ya todos los días, así que hoy

será espectacular. De verdad, qué ansiedad…”



Lo peor de la predicción de hoy es que no me he preparado mentalmente para volver a encontrarme con Hugo después de lo que pasó el viernes. No puedo pensar en tantas cosas que destrozan mi mente al mismo tiempo.

Lydia me ha escrito a primera hora para decirme que ayer no me habló porque quería que chatease tranquilo con Abril, pero que hoy quiere saber quién me sigue y si llego bien a casa. Aunque no lo admita, ya se cree del todo lo del calendario.

En el trabajo espero algún tipo de confrontación con Hugo, pero nos conseguimos ignorar de forma plena. Incluso diría que no me ha mirado en ningún momento, o al menos no nos hemos cruzado. El día no ha estado mal, porque Ignacio también debía de estar muy ocupado y no nos ha molestado más que una única vez. Eso es algo digno de celebrar. Raro es que Eric no me esté invitando a todas las coctelerías de lujo de la ciudad por esto.


Cuando salgo, empieza la paranoia. Miro para todos lados una y otra vez.

El problema de que el propio calendario me avise de esto es que ahora todo el mundo me parece sospechoso. Un señor mayor me ha mirado de reojo un solo instante, por ejemplo. Es posible que lo único que haya pensado es algo tipo “péinate” o “camina erguido, que todavía eres joven” o algo así. Pero en mi cabeza pienso que me mira porque me está siguiendo con fines peligrosos.

Otro encuentro que tengo que lamentar en mi camino de hoy es el de los niños del balonazo del primer día del calendario. Ellos también me miran. Han pasado casi tres semanas, pero por lo visto se acuerdan de mí por la forma en que me están mirando. Giro para otro lado de forma abrupta y me encuentro con una imagen lamentable: Lydia mal escondida detrás de un árbol, siguiéndome.

Me acerco a ella y la miro con una expresión seria pero cansada, y al mismo tiempo con la cabeza alta, denotando que estoy en posición de soltarle una buena charla.

—¡Hola, Izan! ¿Qué tal? Vaya buen día para pasear…

—Ni te estás esforzando en disimular.

—A ver. El calendario pone que te siguen, ¿no?

—Claro. Y has dicho: voy a ser yo quien le siga.

—¡No! Lo que estoy haciendo es intentar averiguar quién te sigue.

Suspiro antes de ponerme serio y explicativo.

—A ver, Lydia, novata en la materia de los calendarios predictivos… La predicción se cumplirá sí o sí, pero lo hará de cualquier forma siempre que encaje con la frase —ya me he vuelto un catedrático en este tema—. Si tú me estás siguiendo, la predicción ya tiene suficiente para cumplirse.

—Eso no tiene sentido, porque si yo no hubiese venido, sería otra persona la que te estuviera siguiendo. ¿Dónde está esa persona?

—Si esa persona desde el principio eras tú, entonces el calendario se encargará de que así sea. Es lo que siempre pasa. ¿No querías negar el calendario? Pues acabas de hacer que se cumpla una predicción.

Lydia agacha la cabeza y me mira con ojos de animalito abandonado. Ella siempre dice que es su cara del gato con botas. Yo solo le ofrezco que me acompañe a casa, y caminamos juntos lo que nos queda. La predicción ha sido una estafa al final.

O eso he querido pensar durante un rato. Pero estoy seguro de que lo he visto.

Alguien me está siguiendo.

—Lydia —digo susurrando—. No te gires de golpe, pero alguien nos sigue.

—¿Qué? —contesta ella imitando mi susurro—. Pero si me has dicho que conmigo ya se había cumplido la predicción.

—No, a ver. Es que es complicado. Con lo que tú has hecho ya se podía haber cumplido. Pero si al final había otra persona, eso también encaja con la predicción. De hecho, si lo pienso un poco mejor, encaja todavía más, porque si desde el principio la que me sigue eres tú, es posible que la predicción te nombrase. Si no nombra al responsable porque no lo conozco, me cuadra mejor.

—¿Ves? ¡Y tú dándotelas de listo y de experto echándome la culpa!

—¡Yo que sé! ¡No llevo ni tres semanas con esto! —todos estos gritos siguen siendo susurrados—. Pero céntrate. Tenemos que quedarnos con la cara del que nos sigue.

—Yo me encargo —dice ella—. Esperaremos al momento justo…

—¿Seguro?

—Que sí. Voy a girarme de forma abrupta para que esa persona no pueda escapar. Y el momento es… ¡Ahora!

Sin que me de tiempo a detenerla, Lydia cumple con lo prometido y en teoría ve a la persona. Sin embargo, su actitud cambia por completo después de hacerlo.

—Izan, una pregunta…

Antes de contestarle, me giro con poco disimulo hacia la persona misteriosa, pensando que se ha espantado después de las acciones de Lydia. Pero ahí sigue, y ahora puedo ver su cara. Es alguien muy alto, con el pelo corto y engominado en punta. Nos está mirando con la cara muy seria y las manos en los bolsillos.

—¿Es posible que esa predicción hiciese referencia a alguien que me sigue a mí? —continúa ella.

—No lo creo —digo sin apartar la mirada de esa persona—. Pone que me siguen a mí. ¿Quién es ese? ¿Por qué se nos queda mirando?

La persona que nos sigue se acerca sin ningún problema. Lydia no le quiere mirar a la cara.

—¡Lydia! —dice él con una sonrisa abierta y simpática—. No estaba seguro de si eras tú. Cuanto tiempo, ¿verdad? ¿No me das un abrazo?

Lydia le da un abrazo a esta persona, pero obligada, sin ganas de querer hacerlo.

—¿Quién es? —pregunta el chico misterioso, señalándome—. ¿Tu nueva conquista?

—Es mi amigo Izan.

—Izan —repite él mientras se acerca a mí, me mira a los ojos y me tiende la mano—. Encantado, Izan. Me llamo Jordi.

—Ah, encantado…

—Como tú, soy un amigo de Lydia. Te estaba mirando de lejos porque no estaba seguro de si era ella. Me hacía mucha ilusión volver a saludarla. Perdón si he causado alguna confusión.

—Ah, no, tranquilo…

Es palpable que Lydia no se encuentra bien delante de esta persona, así que, incluso con él delante, pregunto.

—Lydia, ¿estás bien?

—¿Qué? Sí, sí. No te preocupes. Creo que estoy un poco mareada, pero será porque todavía no he comido. Hoy había mucha faena en el trabajo.

—Si quieres te invito a comer —le dice Jordi—, el restaurante de mi tío está a cinco minutos en moto, y la tengo ahí mismo.

—No, no te preocupes…

—Es que creo que tendrías que venir. Hace tiempo que no nos ponemos al día. No me gusta perder el contacto con una amiga tan querida. ¿A ti no te pasa?

—Vale, si me sale gratis puedo ir… —dice Lydia con la cabeza agachada.

—Lydia, ¿estás segura? —le pregunto.

—Sí, no te preocupes.

Sí que me preocupo. Aquí pasa algo raro.

—Pero Lydia —insisto—. Hoy hemos quedado con Abril para que nos cuente su problema con Hugo —los dos primeros nombres que me han venido a la cabeza—. Además, no te lo he dicho, pero me dejó caer que traería las galletas que hace especialmente para ti.

Lydia me mira con los ojos muy abiertos.

—Las galletas… Es verdad… Oye, Jordi. ¿Lo podemos dejar para otro día? Tengo una amiga que necesita mi ayuda, y además creo que me traerá unas galletas, y bueno…

—Claro, no te preocupes. Hablamos otro día. Ha sido bonito verte otra vez —después de decir eso, me vuelve a acercar su mano—. Y un placer conocerte, Izan. Asegúrate de ser bueno con los que te rodean. Con todos. ¿Vale?

—¿Eh? Ah, sí… —¿qué clase de despedida es esa?

Sin decir nada más, Jordi da media vuelta y se va con su despreocupada forma de caminar con las manos en los bolsillos. Yo miro a Lydia, que sigue con la cabeza agachada.

—¿Qué ha sido eso?

—Gracias por quitármelo de encima, Izan.

—¿Pero quien es? Parecía que podía dominar tu voluntad.

—Es… No sé explicarte lo que es. Es una historia compleja. Pero tranquilo, no es alguien que me haría daño.

—¿No es un ex? ¿O tal vez un antiguo acosador? Porque me ha dado esa sensación.

—No, no es nada de eso. Solo es alguien que me recuerda a uno de mis peores momentos…

—Oye, Lydia. Sabes que soy tolerante con el hecho de que no me cuentes ciertas cosas de tu vida, pero si se van a empezar a mezclar con mis cosas, igual me interesa saber más. La predicción todavía me hace dudar de si el Jordi ese me seguía a mí y no a ti, aunque es a ti a quien conozca.

—No creo… —se queda callada un momento, reflexionando—. Lo siento. Otro día, ¿vale? Hoy quiero volver a casa.

—Lo que tú digas. Nos vemos en otro momento, entonces.

—Sí. Gracias otra vez.

Lydia me da un abrazo rápido y luego se marcha a toda velocidad. Me aseguro de que no se va detrás de esa persona y, al ver que no es así y que en principio sí se dirige a su casa, me quedo más tranquilo.

Jordi es la persona que me seguiría hoy. Tenía la esperanza de que fuese algo relacionado con Saul, ya que es lo que más me cuadra con los eventos más recientes. Pero parece ser que los asuntos de Lydia también pueden mezclarse en mis propias predicciones.

Al llegar a casa, me encuentro con un cartel que pone que mañana habrá reunión de vecinos a las nueve de la noche. No es ninguna sorpresa, ya lo pone en el calendario, pero no deja de darme mucha pereza.

El resto del día lo paso chateando con Abril, intentando sacarle alguna cosa más a Lydia, y preguntándome qué tipo de persona debe ser ese Jordi que nos estaba siguiendo por la calle. Cada vez tengo más preguntas y por culpa de eso cada vez duermo peor. Mañana, en la junta de vecinos, me verán con unas ojeras tan descomunales que terminarán siendo uno de los puntos del día. Espero que no.













50 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

Comments


bottom of page