Capítulo 208
Lydia y Estrella
“Mira, calendario…
Hoy no tengo ganas de jugar a la predicción ambigua contigo, de verdad.”
Lydia se ha quedado a dormir. Ahora mismo estamos hablando de una cosa que empezó a explicarme en el hospital, pero yo no me enteré mucho. Lo del chico rubio que me visitó. Hoy me he despertado con esa curiosidad y le he preguntado, pero, por lo que sea, ahora no me lo quiere contar.
—Pero, a ver —digo—. Tú antes de ayer me lo querías contar. Antes de ayer fue, ¿no?
—Sí, sí. Es que ahí no sabía quién era.
—Ahora sí que lo sabes.
—Más o menos.
—Lydia, por favor…
—¡No es nada de lo que te tengas que preocupar! No es nadie peligroso.
—¿Entonces por qué no me lo cuentas?
—Porque me pidió que no dijera nada para que te lo diga él llegado el momento. Lo siento.
—Ya. Pero es que estoy ahora como para…
—¿Te doy una pista? —dice, como ilusionada.
—No.
—Vale, atiende.
—He dicho que no.
Ella tose un poco para aclararse la garganta y empieza a recitar:
—“Si un nombre falso quieres crear, con otras partes de tu identidad puedes jugar.”
—¿Qué?
—No sé si lo he puesto muy fácil o muy difícil… —dice mientras se rasca la barbilla.
—Yo paso.
Poco después de eso llaman a la puerta de casa.
Tengo la sensación de que cada vez que llamen, será porque vienen a amenazarme, a matarme o a entregarme notas con diferentes letras. A lo mejor también empiezan a robarme y cosas así.
Lydia se acerca a la puerta y lo hace con un spray de pimienta. Dice que si por ejemplo el que aparece es Lucas, no tendrá piedad. Yo insisto en que no haga nada raro, pero es como hablarle a un obelisco.
Al abrir, aparece alguien que no nos sorprende gracias al calendario. Lydia afirma que estaba preparada, pero no parece que le guste ni un pelo la visita.
—Hola…—dice Estrella, que ha retrocedido un paso al ver a Lydia abrir la puerta.
—Mira —dice Lydia, dándose la vuelta hacia mí—, parece que sí nos hará falta el spray de pimienta.
Estrella no contesta. Sus ojos están vidriosos. Me mira como si me debiese una disculpa.
—¿Estrella…? —digo, y entonces caigo en que no sé cuánto sabe ni desde cuándo—. ¿Te han contado ya lo de…?
—Sí —dice, con una voz un poquito más aguda y rota—. Dana me lo contó ayer por la noche.
—¿Te ha dicho lo que me dijo Rojo antes de…?
Estrella niega con la cabeza.
—Dana solo me ha dicho que tenía que hablar contigo. Que los VDLS dependen de nosotros dos, porque el resto del grupo ya no podrá seguir adelante. No sin Rojo.
—Entiendo… ¿Quieres tomar algo?
—¿Qué te dijo Rojo?
Yo suspiro antes de contestar.
—Que me apoye en ti. Que investigue contigo. Que me fíe de ti.
Miro la reacción de las dos al escuchar eso. Lydia no lo sabía, ya que omití esa parte al explicar la historia. Al enterarse de esto, abre mucho los ojos y adelante un poco su cabeza. Su expresión es seria. Creo que no le ha gustado demasiado.
Estrella, por el contrario, ya no puede contener más las ganas de llorar.
—Rojo era… —empieza Estrella—. Rojo era una de las personas en las que más podía confiar. Yo le ayudaba en lo que me pidiera. Era una de las personas por las que me iba tan de repente muchas veces, ¿te acuerdas? —asiento—. Lo hacía convencida de que se lo merecía. De que merecía la pena ayudar a esa persona en todos sus objetivos. En muy pocas personas se podía confiar tanto como en él.
Pese a lo que dice, tengo serias dudas de si ella sabe la verdadera identidad de Rojo. Ellos me dijeron que solo lo sabía Dana, y que el resto de los VDLS no lo sabía. Creo que seré paciente y esperaré a ver si me entero con alguna frase suya, por sutil que sea, para decantarme por si lo sabe o no.
—Tú sabes que Rojo es Izan del futuro, ¿no? —dice Lydia, mirando a Estrella con los brazos cruzados. A tomar por culo la sutileza y la espera paciente.
—También me enteré ayer —dice Estrella, y yo suspiro de alivio—. Aunque no me sorprendió tanto. Me sorprendió un poco saber que Gris también lo era, pero en Rojo podía llegar a ver a Izan. Creo que por eso me llamó tanto la atención… —dice mirándome de una forma demasiado directa. Me da muchísima vergüenza.
—Yo todavía lo intento procesar —dice Lydia—. No entiendo, por ejemplo, por qué matan a un Izan de cincuenta, pero el Izan de setenta no desaparece o algo así —Lydia nos mira a los dos y recula un poco—. Aunque bueno, si no queréis, no hablamos de estas cosas… Si lo preferís me voy…
—No. No importa —dice Estrella—. El Izan Gris no desaparece porque, en el momento en el que viajó y creó al Izan Rojo con el aviso, lo que hizo fue crear una línea temporal completamente nueva y separada. Lo que le pase a Rojo no afecta a Gris, porque todas las vivencias que Rojo ha tenido desde entonces no tienen nada que ver con las que vivió Gris a su misma edad. No están conectados. Rojo no se iba a convertir en esta versión de Gris igualmente.
—Ah… Qué lío —contesta Lydia.
—Yo tampoco estoy muy puesto en el tema —digo.
—Para mí también es un poco nuevo —dice Estrella—, pero creo que Dana lo explica muy bien. Se le podría preguntar, pero… Ahora mismo está… No lo sé. Parece muerta en vida.
—Entonces, Estrella te tiene que ayudar, ¿no? —dice Lydia, mirándome. Está poco contenta con esto, claro.
Yo solo asiento.
—Lydia… —dice Estrella.
Pero, contra todo pronóstico, Lydia sonríe. Se nota comprensiva. Mi tensión se relaja en un momento al ver su cara.
—La verdad es que lo entiendo —dice—. No estoy contenta con esto, pero no quiero complicaros más la vida después de lo que os acaba de pasar…
—¿No crees que le haré algo malo a Izan si confía en mí? —dice Estrella.
—A lo mejor en un futuro, pero no con esto. La última vez que hiciste daño a Izan fue, precisamente, para conseguir que Rojo y él se acercasen más y pudieran colaborar e impedir estas cosas, ¿no? Así lo he entendido yo, vaya.
—Sí… Pero ya ves cómo ha salido —dice, apretando el puño.
—En todo lo que tenga que ver con esos cabrones asesinos… —empieza Lydia— ¡Que se haga lo que se tenga que hacer! Ojalá os pueda ayudar yo también, si hace falta.
Estoy aliviado. Lydia entiende eso, pese a la situación…
—Pero no te animes mucho tampoco —dice Lydia mirando a su ex—. Sigo sin fiarme de ti. Que fueses “de los buenos” en todo este tema no quita todo lo que ya sabemos. Esto es una excepción.
—Sí… Lo entiendo —contesta Estrella.
Yo sonrío. Lydia todavía no se fía de ella, pero esto ha sido un principio. Un primer paso necesario para que las cosas funcionen. Lydia y Estrella. Creo que, si las tengo a las dos conmigo, podré dar el siguiente paso adelante. Y el siguiente, y el siguiente…
Pasamos algo más de tiempo en mi casa. No nos atrevemos a empezar nada, porque no tenemos cabeza para eso, pero sí que comentamos las siguientes predicciones y pensamos que pasado mañana es un buen día para que Estrella y yo quedemos, debido a que la predicción pone que me protege, aunque no sabemos de qué.
Estrella se marcha antes de comer. Después de comer es mi tío Mateo el que viene de visita.
Se hace el fuerte, el que no ha llorado ni se ha preocupado, y me interroga sobre lo que ha pasado. Le cuento la patraña que pensé ayer con Gris. Por supuesto, no le convence, pero no puedo hacer otra cosa.
Cuando mi tío dice que se vuelve ya para la residencia, levanto la voz sin pensar.
—Espera.
Mi tío y Lydia me miran, expectantes.
—¿Espera a qué? —dice mi tío.
—O sea… No sé, has estado aquí menos de una hora. Ya que has venido… ¿No? —soy demasiado torpe para esto—. ¿Quieres tomar algo?
Mi tío me mira serio. O se hace el serio, no sé.
—¿Tienes una tónica? —dice.
—¿Una qué? —digo yo.
—¿Eso se bebe? —añade Lydia.
—A vosotros os sacan de las bebidas azucaradas y de las alcohólicas y no tenéis ni idea de nada, ¿no? Pues saca una cerveza, o un zumo, me da igual.
—Marchando una cerveza —digo—. ¿Frutos secos? ¿Patatas?
—Déjate de frutos secos —dice mi tío—, hace tres años casi me atraganto y me mato con uno. Se rieron de mí porque me iba a morir por un fruto seco en plena pandemia mundial. ¿Tú te crees? Pues ya no como más.
—Razones de peso —dice Lydia—. ¡Saca las campesinas, Izan! ¡No seas rata!
—¡Voy!
Pasamos el resto de la tarde con mi tío, quejándose, criticando, repitiéndose…
Una buena tarde. De verdad, una muy buena tarde.

Comentarios