top of page

Domingo 29 de octubre de 2023

Joel Soler

Actualizado: 30 oct 2023


Capítulo 243

No entiendo a Saúl

“Me suele pasar, y eso que en teoría lo acabo de conocer. En teoría…”



[Nora. 8:03]

Después del 22 de diciembre ya no hay más predicciones que hagan referencia necesariamente a mi abuela.

Alguna podría encajar, pero podría ser cualquier otra persona, así que no es obligatorio.

Es después del 10 de diciembre, así que no sé cómo evitará eso lo de Hugo.

Supongo que por lo menos sabes cuánto tiempo lo tienes que esconder.

O tú sabrás.

Yo no quiero saber nada más, como tampoco quiero que me preguntes por más predicciones.

Salvo que seas un niño muy bueno, que a lo mejor te regalo algún otro día <3

Ah, y por cierto.

Lucía seguro que sería peor clienta que yo.

Con lo que te odia, con cómo es ella, y si encima se acuerda de tu gato…

¿No sería mucho peor? A lo mejor le habla mal de ti a las otras camareras y todo.

Yo nunca haría eso.

¿Sabes por qué?

Porque yo prefiero hablar contigo antes que con otras.


Y se queda tan ancha. Ese es el mensaje con el que amanezco.

Dejando de lado todas las tonterías habituales, por lo menos tengo una confirmación. Olivia no vuelve a aparecer en el calendario después del veintidós de diciembre. El tema es que no sé si sentirme aliviado, ya que no saldrá más dentro de menos de dos meses, o si sentirme nervioso, porque ya tengo el dato que necesitaba para… Bueno, para matarla. Si es que me atrevo a hacerlo, o si es que encuentro la ocasión… Creo que tengo que pensar más a fondo en ello. Tal vez Estrella conozca algún punto débil de su exmaestra.

Al empezar la jornada en la cafetería, veo que Estrella entra por la puerta. Me acerco a atenderla.

—No puede ser… Acabo de pensar en ti hace un rato.

—¿Sí? Tal vez he venido por eso —dice, fingiendo un tono misterioso y teatral—. Tal vez me lo han dicho tus energías…

—Eso no me extrañaría —digo—. Bueno… Ni eso, ni nada. No me extrañaría nada de nada a día de hoy…

—Tienes razón, mejor no bromeamos con eso.

Estrella toma algo rápido y se va, pero dice que vendrá a la hora de cerrar para acompañarme a casa y para comentarme algunas cosas rápidas. Esto de trabajar en un lugar público hace que la gente sepa dónde encontrarme, como si el propio calendario o lo poco que me gusta salir de casa no fuese suficiente material para dar conmigo.

Durante el paseo, me comenta que ha estado investigando por su cuenta.

—La verdad es que he sido bastante inútil como compañero de investigación, ¿no?

—No pasa nada —dice, haciendo alarde de asertividad—. Sé que tienes mil cosas con las que lidiar con el calendario y demás. Yo tengo ya mucho recorrido con esto, así que pensé que iría más rápido haciéndolo por mi cuenta. He estado obsesionada con eso todo el mes. Más de seis horas al día investigando, Izan. No he hecho más porque también tengo mi trabajo y mis responsabilidades, que si no…

—¿En serio? ¿Tanto tiempo le has dedicado?

—He tenido un montón de charlas con gente que ha tenido experiencias. Algunos sonaban a fraude y otros a cosas que no nos interesan… Pero con algunos he visto cosas que me han dado buenas vibraciones. Podría tirar de algún hilo. No lo sé, no lo sé.

—Increíble. Me tienes que pasar mucha de esa información cuando sea el momento. Cuando yo esté más despejado o cuando creas que tienes algo concreto, tal vez…

—En parte vengo para avisarte. Mañana hablaré con una persona que podría conocer un hechizo que me encaja con el calendario.

—¿En serio?

—Sí… Es un poco complejo. Si mañana sale bien, pasado mañana quedamos y te lo cuento, si puedes.

—Creo que encontrarás lo que buscas —digo.

—Lo dices por la predicción, ¿verdad? ¿Cómo era?

—Estrella lo encuentra.

—Pues es el momento ideal para investigar más que nunca, porque si lo dice el calendario, entonces lo encontraré. Pasado mañana tendremos información nueva. Quiero creer que sí.

—Yo también. Muchísimas gracias por todo, de verdad.

Antes de terminar mi frase, veo que ella empieza a aminorar el ritmo poco a poco. Su vista está puesta en un punto fijo. Cuando sigo a su mirada, veo que está mirando con mucha atención a Saúl, que está entrando en el portal. Camina raro, como tambaleándose.

—¿Lo conoces? —preguntamos los dos al mismo tiempo.

—Es mi casero —digo—. Y, por encima de eso, es el Saúl ese que alguna vez ha sido un misterio para los calendarios.

—¿Ese es Saúl? —dice, sin quitarle ojo.

—¿Qué pasa con él? ¿De qué lo conoces?

—No lo he visto nunca. Estoy fijándome en su energía. Es… No sé cómo explicarte. Es muy parecida a la tuya, pero mucho más bestia.

—¿Mi energía…?

—¿No te acuerdas? Cuando nos conocimos, te dije que tu energía llamaba mucho la atención. La de Saúl es similar, pero mucho más sobrecargada.

—Hostia… ¿No será aquella energía que notaste un día en el mercado? ¿La que desapareció de repente? Saúl vive cerca del mercado.

—No creo que sea la misma. La que tú dices… Sí, ya me acuerdo. Esa me inspiraba… Rencor, frustración… Muchísimo odio. Esta no sé qué me transmite. Él está… Cansado, sobrecargado. Creo que eso es lo que me transmite. No estoy nada segura.

—Cansado… Le pega. Sus ojeras dan pistas de lo mal que duerme.

Me despido de Estrella y subo por las escaleras detrás de Saúl. Con lo lento que caminaba, todavía me puedo cruzar con él.

Al llegar al rellano del segundo, en el que se encuentra su casa, me lo encuentro sentado en las escaleras, mirando al suelo. Está balanceándose.

—Saúl —digo, y él mira hacia arriba para ver quién soy. Está demacrado y cansado—. ¿Puedo pasar a tu casa? Quiero hablar contigo.

Sin decir nada, se levanta y abre su puerta. Me hace una señal para que pase yo primero.

Él se sienta en su sofá y yo me quedo de pie con los brazos cruzados.

—Dime… ¿Qué pasa? —pregunta.

—Eso es precisamente lo que quería preguntar —digo—. ¿Qué pasa? ¿Qué te pasa?

—Un mal día… ¿Era eso lo que me querías comentar?

—Te comportas raro. Y no digo solo hoy, no. Te comportas raro en general.

—Pues lo siento… —dice, echando la cabeza hacia atrás en el sofá.

—Miras mal a Frank, niegas que nos conociésemos de antes, te quedas mirando al vacío, no duermes, te balanceas… ¿Sigo?

—Muchas de esas cosas me pasan desde pequeño. No me juzgues por eso, anda…

—Pero no todas, ¿verdad? Está pasando algo raro, y no se te hace extraño que te pregunte todo esto, porque sabes de qué va la cosa.

Saúl se levanta del sofá de una forma tan abrupta, que por acto reflejo doy un paso hacia atrás.

De repente, va y se pega una bofetada en la cara. Pero no una como para despejarse, no. Una que, como mínimo, tenía como objetivo romperse la cara entera.

—¡¿Qué haces?! —grito.

—Hay cosas que están muy mal. En mi vida y en mí. No me juzgues por eso, por favor.

—Saúl… Necesito que me lo digas. Seguro que sabes cosas que yo necesito saber. Por favor, si es así, dímelo…

Escucho el sonido de unas llaves abriendo la puerta de esta casa. Es su hermana Daria.

—Saúl —dice, y me mira nada más entrar—. Ah, hola, Izan —vuelve a mirar a su hermano—. Saúl, he oído gritos.

Él mira a su hermana como pidiendo ayuda. Tengo miedo de que ahora me peguen una paliza entre los dos o algo.

—¿Te has tomado la medicación? —dice ella—. No te la has tomado, ¿verdad que no? ¿Otra vez? —saca de un cajón un pastillero—. No voy a estar así siempre, que lo sepas.

—No quiero tomármela… —dice Saúl. Está fatal.

—Izan, te pediría que te vayas —dice Daria—. Tengo que tener una charla con mi hermano. ¿Necesitabas algo?

—Ah… No, tranquila. Ya estoy. Gracias.

Me voy. No entiendo nada. No sé qué ha pasado. No entiendo el problema de Saúl, ni su energía, ni entiendo nada. No sé qué pasa. Me supera.

No me ocurre nada más reseñable a lo largo del día, salvo un mensaje de Elías que dice que mañana vaya “cagando leches” a la empresa de la cual me ha mandado ubicación, que tengo que ser el primero en aparecer cuando abran las entrevistas de trabajo. Al parecer, la persona que se tenía que ir, lo ha hecho sin dar el aviso pertinente, y están desesperados.

Eso de la entrevista repentina llega a pasarme en mi vida normal y ahora estaría muriéndome por dentro debido a lo abrupto de la situación. Pero gracias al calendario, tengo la ropa lista y todo. Lo que me jode es que Elías me recomienda que esté ahí antes de las nueve de la mañana, así que toca madrugar. Está solo a seis paradas de autobús, pero… Joder.









38 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

コメント


bottom of page