Capítulo 5
Me caigo al suelo
“¿Esto es todo lo que puedo decir de mi día?
¿Soy tan inútil que es lo único destacado que me pasa?”
Paso toda la mañana en el chat de juegos. Hay un grupo de personas que solo conozco por internet, con los que me hablo de tanto en tanto, pero que, al igual que yo, dedican los domingos a pasar mucho más tiempo en grupos y servidores donde estamos todos juntos. Allí hablamos, compartimos toda clase de cosas y, lo más importante: jugamos. Jugamos mucho.
El grupo se llama La cueva. A veces hablamos todos juntos, y a veces hablo por privado con los que tengo una mejor relación.
Liam, que es con quien mejor me llevo, está muy participativo hoy.
[Liam. 11:48]
Yo creo que puedes alargar la baja.
[Izan. 11:50]
Tú no tienes a un jefe como Ignazi.
De verdad, no apetece jugársela.
[Liam. 11:52]
A mí, tal y como me lo vendes, me parece que tu jefe es el típico que se quedará tranquilo si sabe que hay más posibilidades de que no le contagies.
Tu jefe es el típico que tú le dices
“Oye, estoy resfriado”
Y él lo que te oye decir es:
[Izan. 11:53]
Es verdad…
[Liam. 11:54]
“Oye, que tengo la variante más destructiva de Covid, y el lunes estaré listo para contagiarte a ti y de paso contagiar a unos cuantos compañeros y que la empresa se venga abajo”
[Izan. 11:55]
JAJAJA
¡Tal cual!
[Liam. 11:57]
Tú lo llamas
“Oye jefe, estoy mejor, pero el médico me ha dicho que para estar seguros de que EL VIRUS se va del todo, me reincorpore el martes o el miércoles.”
Tú no estás hablando del virus
O sea, del Covid
Pero has plantado la semilla ya
Y ahí es cuando toses
[Izan. 11:58]
JAJA
Me encanta.
Oye, pues sí.
[Liam. 11:58]
Que parezca que eres alguien comprometido con la empresa pese a que todavía acarreas EL VIRUS
No sé si lo dice para hacerme reír o si es un consejo de verdad, pero me estoy planteando hacer lo que dice.
Pasadas unas horas, y después de preguntarme si sería mejor mensaje de texto o llamar por teléfono, al final opto por el cada vez más recurrente punto medio: un audio.
No es fácil saber lo que hay que decirle a Ignacio, o en qué tono. Un mínimo error puede terminar siendo la perdición.
Doy vueltas de un lado a otro por el comedor, articulando el discurso en mi cabeza. De repente, noto que mi pie se choca con algo y que mi cuerpo se precipita. Mi percepción es que todo se mueve a cámara lenta, y al mismo tiempo soy consciente de que todo pasa en un segundo. Me caigo al suelo. De boca, nada menos. Pero en ese segundo eterno en que se ha parado el tiempo, solo he tenido una cosa en la cabeza: he bajado la guardia.
Si no hubiese pensado en el audio a mi jefe, podría haberme enfocado en no caer. En evitar la predicción. Es que, si voy a sospechar de cualquier persona que sea la causa de que una de las predicciones se cumpla… ¿No debería sospechar de mí mismo? ¿Alguien sabía que un domingo, todo el día en casa, estando malo, lo normal sería caerme al suelo?
Me levanto como puedo, me miro al espejo para ver que no sangro más de la cuenta, y voy a mi habitación a mirar el calendario. Miro todos los días, y pongo especial atención a mi letra.
—Que sí, que es mi letra… Es que la reconozco perfectamente…
Después de un rato mirando, me acuerdo del audio. Lo que le envío es tal cual lo que me dijo Liam. A fin de cuentas, lo he hecho teniendo la conversación abierta en el ordenador, y mirando para repasar. Espero que no me haya quedado un tono muy leído.
Después de una hora y poco, Ignacio me contesta.
[Ignazi, audio de voz. 19:53]
Vale, Izan. Si el martes ya estás bien, te vienes. Pregúntale al médico si ya estás curado del todo. Que ya no hay virus ni nada de eso, ¿vale? Oye… Que te voy a enviar al mail las tablas de la campaña de mañana, y así las vas empezando, y traes lo que puedas el martes o el miércoles.
—Recupérate pronto, nos vemos el martes, cuídate mucho —digo en voz alta, burlándome de la ausencia de esas frases.
Escribo a Liam para que conozca el éxito de su plan y que, en efecto, se le ha notado mucho lo de la preocupación por el virus. Después abro el mensaje de Ignacio con las tablas y todo el teletrabajo.
—Pues nada. Mañana, a teletrabajar —digo dejando el mensaje abierto pero poniendo el ordenador en modo reposo—. Por lo menos no tendré que ver la cara a algunas personas.
Me toco en la nariz. Todavía me duele por el golpe.
—Au…
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