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Jueves 14 de diciembre de 2023

Joel Soler

Actualizado: 15 dic 2023


Capítulo 289


Olivia da mucho miedo


“¿Novedad? Ninguna. Encima me encuentro mal.”



    Ya tardaba en ponerme malo en época de frío. Me pasa cada año, y no me había pasado todavía. Pensaba que me salvaría porque el calendario no ha dicho nada al respecto, pero me he despertado con la garganta fatal.

    Hoy había quedado con Estrella, que quería estar a mi lado en la predicción de Olivia, así que le he dicho que venga con mascarilla.

    Cuando llaman a la puerta y me asomo a la mirilla, veo a alguien con mascarilla, sí, pero… No es Estrella. Sé muy bien quién es.

    —Izan… Abre… Ya está aquí tu doctora… Ji, ji, ji…

    No, por favor, no… ¿Por qué viene así? ¿Por qué aquí?

    —Abre te digo. ¿No quieres tomarte una pócima mágica para recuperarte?

    —¡No! ¡Fuera! Ya me has asustado, ya se ha cumplido la predicción. Puedes irte.

    —Abre la puerta, no seas malo… Es muy frío hablar así…

    ¿Qué hago? ¿Intento que se marche? ¿Me espero en silencio a que venga Estrella? ¿Abro?

    No quiero abrir, pero, si la dejo ahí en el rellano… Es capaz de dar problemas al resto de los vecinos, y tampoco quiero eso.

    —¡Izan ya no quiere abrir ni a su propia abuela! —grita Olivia, con un tono teatral, para que la oiga todo el rellano—. ¡No sabe lo que me ha costado venir hasta aquí!

    Abro la puerta y le hago una señal con la cabeza para que pase.

    —¿Esperabas a otra persona? —pregunta—. Eso estaría muy feo, porque la protagonista de la predicción es una servidora.

    —Esperaba que te fueras sin armar jaleo. Supongo que es mucho pedir.

    —No te doy suficiente miedo, ¿o qué?

    —Me das miedo, pero me das más asco que miedo.

    —Ah, claro… Que tú hablas así a las personas que te dan asco. ¡Ji, ji, ji!

    —¿Cómo sabías que tenías que venir con mascarilla? —pregunto—. ¿También tienes una magia para eso?

    —No, nada de magia. No lo sabía. ¿Te digo por qué llevo mascarilla? ¿Te lo digo?

    —Haz lo que te salga de ahí abajo, como siempre.

    —Esta mascarilla la llevaba Estrella de camino hacia aquí. ¡Se la he quitado! ¡Ji, ji, ji!

    —¿Qué…? ¿Se la has quitado? ¿Qué dices?

    —Que Estrella tenía la mascarilla, yo se la he quitado, y ahora la tengo yo. Estrella ya no tiene. ¿Qué parte no has entendido?

    —¿Cómo se la has quitado? ¿Dónde está Estrella ahora?

    —¡Ah, eso! Pues te vas a reír. Lo de quitarle la mascarilla ha sido fácil, solo he tenido que aparecer por sorpresa y… ¡Pam! Se la he quitado a la fuerza. Y si no me ha seguido es… Porque tenía un pañuelito con cloroformo y se ha quedado dormidita, soñando con las estrellas… ¡Ji, ji, ji!

    —¡¿La has dormido con cloroformo, puta demente?! ¡¿Dónde está?!

    —Tranquilo, caballerete, que no cogerá frío… La he dejado ahí tumbada en el rellano del segundo piso. Los que la vean pensarán que es una drogadicta, ya verás.

    Sin escuchar ni una palabra más, corro hacia la puerta.

    —¡Quieto ahí! —grita Olivia—. Mucho estás corriendo tú. Si sales por esa puerta, me dejarás sola con tu gato. ¿Te parece bien eso?

    Me quedo paralizado. No puede ser que me acabe de amenazar con eso… Pero tiene razón. No puedo dejarla sola con Espino. La mejor opción que tengo es llevarme a Espino en brazos y buscar a Estrella.

    Corro a buscar a Espino, pero Olivia lo encuentra antes y lo coge ella en brazos. Como es un gato tan dócil, no opone la menor resistencia.

    —Parece un peluche… Ji, ji, ji…

    —Suéltalo.

    —Lo soltaré cuando me hayas contestado lo que he venido a preguntarte —dice, sin perder la sonrisa, pero ahora con una mirada mucho más seria.

    —Entonces no has venido solo a reírte de mí…

    —Pues no, no solo eso. Aunque tampoco cae mal una buena dosis de humillación a alguien tan divertido como tú, ¿no?

    —Dime qué quieres, y dímelo rápido.

    —Te lo diré rápido, pero porque soy una mujer ocupada, y el proyectito Esmeralda está a la vuelta de la esquina. Hay mucho que preparar… Ji, ji, ji…

    Me encantaría preguntarle de qué se trata, pero no me lo dirá ni de broma.

    —Pues venga —digo.

    —¿Cómo va la experiencia con la realidad? —pregunta. Y vaya pregunta…

    —Tendrás que ser más concreta. Háblame como si fuera un humano normal que no entiende de dimensiones alternativas y brujerías.

    —No serías digno de entrar en la familia, si ya sabía yo… Te estoy preguntando si has experimentado más a menudo recuerdos falsos o alguna información contradictoria en tu memoria.

    Recuerdos falsos, informaciones contradictorias… Cosas como lo de Saúl musculoso salvándome, o Saúl llorando en mi hombro…

    —Experimento cosas confusas así desde hace tiempo, empezando por un olor del cual tal vez sepas algo.

    —¿Olores de otra vida? Eso suena interesante… Cuéntame más sobre eso.

    ¿En serio Olivia no sabe nada sobre el olor y cómo funciona?

    —No sé si quiero profundizar mucho en algo que puedas usar en mi contra…

    Mierda. Ya no sé qué puedo decir y qué no.

    —Si no colaboras, me volcaré mucho más en joderte la vida. ¿Quieres eso?

    —Eres tan asquerosa…

    —Te falta un poco de miedo en el cuerpo, niñato. No me obligues a ser mucho más mala…

    —Vale, te lo contaré.

    Le hago un resumen abstracto de la situación del olor. También le cuento algunos de mis recuerdos más confusos, intentando no comprometer ningún nombre. A lo mejor incluso me da alguna pista para poder gestionar todo esto.

    —Esto me viene genial para los experimentos… —dice, acariciando a Espino—. Sí, claro, ahora toca averiguar si es cosa de tu sensibilidad a todo esto, o si es la cercanía al veintinueve de febrero. ¿Le pasará a cualquiera, o solo a ti? ¿Depende de la persona, o de la intensidad de sus experiencias?

    —No tengo ni idea de lo que hablas.

    —Tú no conoces mi otra faceta, jovencito. Me ves como una bruja divertida y peligrosa, pero lo que nace de mi ser es la investigación pura y dura. Me fascina y me excita conocer las verdades ocultas del mundo. No te haces a la idea —agarra a Espino de la cara y lo mira fijamente—. Y tú tampoco, gatito. Nadie lo sabe.

    —¿Algo más? —digo, sin disimular mis ganas de echarla a patadas.

    Ella deja de mirar a mi gato y me mira de reojo, sonriendo.

    —¿Has experimentado realidades que se rompen?

    …

    Eso que ha dicho ha resonado muy fuerte en mí. No es la primera vez que pienso en este tema, pero, desde hace poco… Noto como si eso estuviera muy presente en algún sitio de mi cabeza. No lo recuerdo ni sé a qué me refiero, pero no se me hace extraño lo que me ha dicho.

    Además, cuando pienso en ello… Me viene la imagen de Saúl a la cabeza. De Saúl llorando.

    —Me lo tomaré como un sí… Ji, ji, ji…

    —Puede que haya visto algo, pero no lo recuerdo. ¿Qué son esas realidades?

    —Creo que tu amiguito Saúl sabe mucho más que yo del tema. A ese lo pillaré yo, aprovechando que no sale más en el calendario. Me tiene que dar muchísima información valiosa que lo acelerará todo muchísimo… ¡Qué ilusión! ¡Estoy emocionadísima con este mes!

    —¿Puedes irte ya? —digo.

    —¿Te doy miedo? ¿Te da miedo lo que le haga a este gatito?

    —¡Suéltalo ya y sal de mi casa!

    Olivia suelta a Espino y se ríe a carcajadas.

    —Oye, una pregunta más… —dice—. ¿Qué tal está el inútil de Hugo?

    … No. No me jodas… Todavía tiene a Hugo en el punto de mira.

    —Mira que eres pesada —digo.

    —Me tratas muy mal, ¡maleducado! Seguro que el vejete de Gris no me trataría así, ni con toda la historia que tenemos. Es un señor triste, pero educado.

    —Pues aplaudo mi futura templanza, pero ahora solo tengo ganas de mandarte a la mierda. Sal de aquí, ya.

    —Me voy porque empiezo a pensar que no quieres que esté aquí de cháchara contigo… Ji, ji, ji…

    Sin decir nada más, le abro la puerta y espero a que se marche. Ella pasa por mi lado y me pellizca la mejilla. Yo me aparto en cuanto puedo.

    —Pobrecito Izan… —dice—. Qué grande que te queda esto.

    Al hablarme así, recuerdo que el alma de una Nora fallecida también está con ella. Es demasiado peligrosa para mí…

    Cuando sale, yo salgo detrás de ella (y me aseguro de cerrar para que nadie haga daño a Espino).

    —¿Ahora me sigues? —dice, mirándome de reojo y riéndose.

    —Voy a ver si Estrella sigue ahí. Como le haya pasado algo…

    —¡Anda! ¡Que me había olvidado de Estrellita! —se ríe a carcajada limpia, sin ninguna clase de control. Es horrible…

    Bajamos al rellano del segundo piso, pero no hay nadie.

    —¿Dónde está? —pregunto.

    —Yo la dejé por aquí —dice, como si hablara de una bicicleta.

    Le mando un mensaje a Estrella para preguntar dónde está. De primeras, no contesta.

    Es muy raro. Si venía hacia aquí, y Olivia la ha dormido, lo normal es que viniera corriendo a mi casa al despertarse. Si no está aquí es porque se la han tenido que llevar al hospital o algo así. Me está entrando muchísima ansiedad…

    Olivia se despide de mí y me desea suerte. Yo le deseo la muerte.

    Durante algunas horas, Estrella no da señales de vida.

    Le pregunto a Lydia, que viene poco después de traer algunas cosas de su casa, y tampoco sabe nada.


    Por la noche, por fin, contesta a los mensajes.

[Estrella. 23:27]

Perdón por no haberte contestado.

Olivia me atrapó.

Seguro que ya te lo ha contado y se ha mofado bastante de mí.

Luego de eso me desperté en otro sitio.

Fue raro.

Pero estoy bien.

He supuesto que Olivia ya se ha ido, por tu mensaje.

¿Cómo ha ido?

Siento no haber podido llegar a tiempo.

[Izan. 23:32]

¡Menos mal!

No te preocupes.

¿Cómo que has despertado en otro sitio?

¿Cómo ha sido eso?

[Estrella. 23:35]

No sé, cosas raras.

No te preocupes, ya está todo bien.

Alguien se confundiría.

Ya hablaremos, que me encuentro todavía aturdida, y voy a ver si duermo en condiciones.

 

    Bueno, me alegro de que esté bien… Pero la respuesta ha sido muy, muy sospechosa. Y mis fuerzas para sonsacarle algo son nulas.

    Otro en mi lugar diría que hoy ha sido un día complicado y lleno de amenazas y respuestas extrañas. Para mí, en cambio, podríamos decir que ha sido lo que podríamos llamar “un jueves cualquiera”.







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