Capítulo 290
Día de perdón
“Tendría que ser día de descanso, pero me toca ir a trabajar igual.”
El jefe, el de la cafetería, me ha dejado caer que, bueno, que si estoy muy malo, como para morirme, que no venga, pero que si no es el caso, pues mascarilla, medicamentos y para delante. En su cabeza seguro que ha sonado a que estaba siendo muy educado, comprensivo y sutil, pero sí, me ha dicho que solo falte al trabajo si me estoy muriendo. Como solo tengo algo de tos y me siento un poco débil, pues a trabajar.
La tarde se desarrolla normal, pero, como suele pasar desde que trabajo aquí, vienen caras conocidas como clientes. Lo que me ha sorprendido muchísimo es el lote de personas que han venido juntas, en especial por lo que pasó ayer mismo con una, y porque la otra no me ha avisado.
Estrella, Lydia y Jordi. Los tres juntos, hablando con una comodidad natural y agradable. ¿Quién soy yo para juzgar si eso tiene sentido o no? Aunque Lydia me tendrá que dar alguna explicación después.
Lo que yo recuerdo es que, cuando Lydia y Estrella salían juntas, en su etapa tóxica e inestable, apareció Jordi como alguien “demasiado amigo” de las dos, y procuró ser como una tercera parte fundamental en su relación, lo que hizo que todo se estropease más. Después de eso, las cosas entre los tres fueron incómodas y peligrosas, porque Estrella se supone que se portó mal con ellos, Lydia la acabó odiando, y Jordi se erigió como la víctima de todo aquello, aunque con una actitud que no me parecía la de una víctima para nada. Después de eso, Lydia y Jordi empezaron a salir (este mismo año), pero salió mal después de ver como Jordi se veía con Estrella en secreto, y Lydia se cansó de ese paripé. Es verdad que ahora Lydia y Estrella procuran llevarse mejor, y he llegado a pensar que podrían volver a estar juntas algún día, la verdad. Pero si ahora vuelven a relacionarse con Jordi… ¿No volverá a haber problemas si se combinan las mismas personas? ¿O es que han madurado lo suficiente como para no repetir la misma historia?
Durante su estancia aquí, lo que se percibe desde fuera es una charla amena y fuera de rencores. Conozco muy bien a Lydia y sé que está cómoda de verdad. Se está dejando llevar mucho.
Creo que tendré que cambiar mi percepción sobre Jordi, para bien.
Al volver a casa, pregunto a Lydia sobre esa reunión.
Su explicación es que Jordi les pidió de quedar hoy para arreglar las cosas ahora que tenían una perspectiva mucho más madura. Además, se ve que él se emocionó al saber que ellas se habían reconciliado, o algo así. Lydia se sorprendió mucho con eso. Cada uno se perdonó lo que se tenía que perdonar, y decidieron empezar de cero en sus relaciones, de una forma mucho más sana y amigable. Además, Jordi se ha ofrecido a ayudar económicamente a Lydia en caso de emergencia, y a mover algunos hilos para buscarle trabajo, a lo que Lydia se ha mostrado especialmente agradecida. Mi intuición ha sido pensar que esa es una técnica de Jordi para que Lydia dependa de él, pero tengo que intentar no pensar tan mal de todo el mundo solo por mis paranoias naturales (multiplicadas por culpa del calendario). Si Lydia y Estrella están felices con esto, entonces hay que saber perdonar y mirar hacia delante.
También intento sacar algo de lo que le pasó ayer a Estrella, pero en eso no tengo mucha suerte.
—¡Es verdad! —grita Lydia—. Ahora me he quedado con las ganas yo también.
—¿No te ha dado ni una pista?
—Es que no caí en preguntar nada de eso… Estábamos demasiado concentradas en las mierdas del pasado, ya te imaginas.
—Sí, ya me imagino.
—Ahora que me llevo mejor con ella, a lo mejor se lo puedo sacar la próxima vez que hablemos. Tampoco quiero presionar.
—No, no presiones. Si no es nada, no será importante. Y si es algo, seguro que me acabaré enterando. Tú disfruta de tu reconciliación.
Al decir eso, con la frase de la predicción en mente, se me ocurre llamar a Frank por teléfono. Mi intención es que, de alguna forma, arreglemos esta situación extraña en la que estamos. Pedirle que vuelva a casa.
Lo llamo y podemos hablar, pero… No siento que la conversación se encamine a donde me interesa. No sé si es que yo no he sabido ir al punto, o si él consigue evitarlo, pero estamos hablando de trivialidades, de cómo me han ido las predicciones recientes o de cómo está Lydia ahora que vive aquí, y en ningún momento hemos aclarado si las cosas están bien entre nosotros o no. Estoy confuso, porque Frank no está aquí, pero hay una predicción de más adelante que dice que se irá. ¿Se va todavía más de lo que ya se ha ido? ¿Cómo se entiende eso?
Antes de darme por vencido y colgar, Frank hace, por lo menos, una referencia a la frase de hoy.
—Izan. Me has llamado por la predicción de hoy, ¿no? Por el día de perdón.
—Sí. Suponía que se notaría.
—¿Eso es que perdonas lo que estoy haciendo?
—¿Crees que es algo que se tenga que perdonar? —no sé si la pregunta ha sonado todo lo bien y clara que yo pensaba.
—No lo sé… No sé si estoy haciendo bien las cosas. Si puedes perdonarme lo que estoy haciendo, yo me sentiré mejor.
—Entonces sí. Claro que te perdono. Esperaré pacientemente a que podamos hablar las cosas con libertad.
—También tienes que perdonarme por no poder estar ahí.
—Te perdono por eso. Pero no sé si perdonarte por lo de no contestarme a los mensajes desde la semana pasada. Desde que te escribí lo del vídeo.
Hace ya una semana que le conté a Frank lo del vídeo de Aaron. Ya sé que él fue el que me salvó de morir ahogado, pero en aquellas fechas, Frank estaba en la cárcel. No me ha querido contestar a eso, y creo que seguirá sin hacerlo.
—Sí… Tienes que perdonarme también por eso.
—No pasa nada. Al final, lo que hiciste fue salvarme la vida, ¿no? Supongo que no puedo ponerme exquisito con las condiciones.
—Ten muy clara una cosa, Izan. Tenla muy clara. Yo lo único por lo que voy a luchar es por que todo salga bien para ti. Para que este calendario de mierda deje de torturarte y para que los que te quieren joder no se salgan con la suya. Es todo lo que me mueve, que no te quepa la menor duda.
No sé qué contestar. Me ha aliviado muchísimo escuchar esas palabras.
Solo consigo darle las gracias con una voz casi afónica, y terminamos la conversación con una despedida tímida y genérica.
Ha sido un día de perdón, pero tengo la sensación de que tiene que ser Frank el que sepa perdonarme a mí por ser tan lento y no ver que él, sin ninguna duda, siempre ha estado de mi parte.

Comments