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Miércoles 13 de diciembre de 2023

Joel Soler

Actualizado: 14 dic 2023


Capítulo 288


Un pañuelo de flores


“Con un significado especial.”



    Cuando me entregan un calendario nuevo, suelo enseñárselo a las personas que saben mi secreto. Lo comentamos, o les mando una foto, y ya dependiendo del tiempo y la implicación de cada uno, profundizamos más o menos. En el caso de Anna, cuando le pasé la foto a principios de mes, le tapé la predicción de hoy. Le dije una y otra vez que era una tontería y que se la diría el día indicado.

    Hoy hemos quedado. Tengo preparado un pañuelo azul con flores de dos colores muy concretos: rosa y turquesa.

    Lo busqué por todas partes, y también lo consulté con Oliver para ver si era una elección adecuada, a lo que él me contestó afirmativamente.

    Estamos comiendo en un restaurante italiano. La he vuelto a invitar yo.

    —¡Dime la predicción de hoy! Me tienes en un sinvivir.

    —Antes que nada, una pregunta. ¿Por qué tienes tanta paciencia?

    —¿Qué?

    —Conmigo. ¿Por qué tanta paciencia? Ya sé que hay una historia extraña entre nosotros. Algo que nos conecta. El olor y las visiones no paran de recordármelo… —digo, intentando ordenar mis palabras—. Pero no puedo estar por esto. Sigo sin tener nada claro, y toda mi atención se va a mis problemas con el calendario.

    —Esperaré a que termine —dice—. No me importa. Yo quiero que te encargues de solucionar todo esto, y que le pegues una paliza a los que te estén haciendo esto, vamos.

    La miro con admiración, y también con alivio. Todavía me gustaría entender qué hay en nuestra historia, y también me gustaría conocerla mucho mejor, fuera de olores y recuerdos reprimidos… Pero, mientras tanto, me otorga muchísima paz que se lo tome de esta manera.

    Queda poco. En solo dos meses y medio se habrá terminado… Y podré mirar hacia delante y ver qué pasa.

    Pero, mientras tanto…

    —Te he traído un regalo —digo.

    —¿Un regalo? Pero, vamos a ver. ¿No ha sido suficiente con invitarme al restaurante? ¡No te pases, por favor!

    —Te lo mereces. Por cómo eres.

    —¿Qué dices? —sonríe, nerviosa—. ¡Anda, calla! No me merezco nada de eso, no seas tontísimo, por favor.

    —Cierra los ojos —digo.

    —Me estás poniendo nerviosísima, te aviso —dice, con una sonrisa muy tímida y descontrolada.

    Le voy a colocar el pañuelo en el pelo. Lo he estado ensayando con la cabeza de Lydia, así que creo que sé cómo ponerlo de forma rápida y sin estropear la escena. Lo primero que hago es quitarle el pañuelo rosa que lleva puesto.

    Bueno, me pongo un poco nervioso y voy más lento de lo que tenía pensado, pero nada del otro mundo. Le pongo el pañuelo y le hago una foto.

    Le entrego el móvil y ella abre los ojos poco a poco hasta poder ver el resultado. Primero lo mira en silencio con los ojos muy abiertos.

    —Es precioso… —dice—. ¿Me has comprado un pañuelo…?

    —Espero haber acertado. Si te digo la verdad, es lo que ponía en el calendario. Quiero pensar que, en algún lugar, enterrado en nuestros recuerdos, salió de mí esa idea. Como no quería replicar lo que dice la predicción y ya, me he esforzado en darle un significado yo mismo.

    —¿Le has dado significado? ¿En serio? —dice, acercando su cara a la mía con los ojos muy abiertos, como si le hubiese revelado algo muy impactante.

    —Sí… ¿O prefieres dárselo tú?

    —¡No! Dime qué es.

    —Tú tienes dos pañuelos azules, y los dos son diferentes formas de tristeza. O sea, tú identificas el color azul con la tristeza, ¿verdad?

    Anna sonríe. He acertado de lleno.

    —Sí. Este pañuelo también tiene un fondo azul. Creo que es un azul intermedio entre los dos que yo tengo, ¿verdad?

    —Exacto —digo, señalando con el dedo hacia su cara, no sé muy bien por qué—. Pero, ¿de qué colores son las flores?

    Anna se quita el pañuelo y lo mira.

    —Turquesa y rosa…

    —El turquesa lo relacionas con el amor. El rosa con el optimismo y la ilusión, ¿verdad? Y los dos los relacionas con la felicidad. No me equivoco, ¿no?

   Se queda callada unos segundos, mirándome.

    —No… —se le escapa una lágrima, y eso me ha movido muchísimo el corazón a mí también—. No te equivocas.

    —Esas flores son el primer paso para salir de la tristeza cuando lo necesites. Esa es la interpretación que le doy. Ponte tus pañuelos azules cuando estés triste, y ponte el turquesa o el rosa cuando estés feliz. Pero, entre esos dos puntos, si estás en esa transición, y si tu deseo es el de ponerte bien, o quieres manifestar el poder hacerlo pronto… Entonces, espero que este pañuelo sea tu mejor aliado.

    Anna no puede dejar de mirar el pañuelo. Está llorando un poquito, en silencio, y con una sonrisa en los labios.

    En un movimiento rápido, saca el pañuelo turquesa del bolso y se lo pone en la cabeza. Es el pañuelo del amor. Después de colocárselo, se levanta de la silla y corre a abrazarme.

    Estoy orgulloso de cómo ha salido. Y me siento feliz. Casi puedo olvidar que la mayoría de las siguientes predicciones dan muchísimo miedo, empezando por la de mañana.

    Lo feliz que está Anna gracias a mi pequeño gesto… Y, claro, gracias al calendario… Hace que pueda verlo todo de una manera mucho más optimista.

    Creo que ahora mismo podría ponerme el pañuelo azul con flores rosas y turquesas.






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