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Lunes 17 de abril de 2023

Joel Soler

Actualizado: 11 oct 2023


Capítulo 48

Hugo rompe una impresora

“¡Pero bueno! Que poco saber estar tiene este hombre, de verdad…”



Estoy preparado para que me lancen una impresora a la cabeza. Para que Hugo la rompa en mi cara. Después de la paliza que me pegó el otro día, me lo espero todo. Y seguro que, aunque eso pase delante de Ignacio, le dará igual. Él no quiere que la empresa vaya bien, él lo que quiere es reírse de nosotros.

Cuando llego, veo que Eric no está. Le mando un mensaje para preguntarle por qué no ha venido y me dice que se encuentra mal, pero que no me preocupe.

En un descanso para tomar un café, Elías viene conmigo.

—Ya que no ha venido Eric, tú serás el que escuchará todas mis quejas del mierdas de Hugo —me dice.

—¿Perdona? Para criticar a Hugo, yo soy mucho mejor que Eric. ¿Cómo voy a ser el suplente?

Elías y yo nos miramos serios y nos damos la mano con firmeza como si hubiésemos formado la asociación anti-Hugo ahí mismo.

—Escucha, Izan… Ese cabrón me quiere matar, te lo juro. Hace tiempo que no me daba miedo la amenaza de nadie, pero la de ese sí. Tú estás avisado.

Me gustaría poder decirle que Hugo ladra mucho y no muerde pero, entre la paliza del otro día y lo de la impresora de hoy, no creo que suene convincente.

Cuando volvemos del descanso, vemos que Hugo ya se está peleando con alguien. Para nuestro regocijo, es contra Ignacio.

—Madre mía… ¿Se pelea contra el Ignazi ahora? —murmura Elías.

—Aunque los dos sean los villanos de esta oficina, se odian entre sí —digo yo, también en voz baja.

La pelea de esos dos no la he podido captar entera porque ya hemos llegado con esta empezada, pero tiene pinta de que Hugo ha explotado porque siempre aguanta mucho las cosas que el jefe le dice, y hoy Hugo clama que no piensa aguantar más. Hugo le ha dicho en la cara a Ignacio que lo único que hace es salir del despacho, decir mierdas a los trabajadores para que se enfaden, volver a su mesa y esperar a que los demás se maten. Es exactamente lo que yo pienso del jefe, pero no pensaba que nadie se atrevería a decírselo en voz alta, salvo, como mucho, Victoria.

—Si eso es lo que piensas, Fernández —me acabo de enterar de que Hugo tiene apellido. Pensaba que era un ser sin familia que había brotado de la oscuridad de los corazones de los amargados para venir a atormentar a la humanidad—, voy a tener que hablar con la oficina central para ver si de verdad debes seguir en este trabajo. ¿Seguro que te puedes permitir perder un trabajo fijo a tu edad?

—Jefe —interviene Victoria—, eso ha sonado a una amenaza personal, y no a una decisión empresarial que tomaría siguiendo los procedimientos legales.

Ignacio sonríe.

—Victoria, siéntate, bonita. Esto no va contigo.

La mirada de Victoria es de puro odio, pero, para su desgracia, se sienta.

—Fernández, ¿qué hacemos?

—Haz lo que te de la gana —contesta Hugo—. Despídeme. Me da igual.

—Vamos, no te pongas así. No es propio del temperamento que se espera de alguien de tu edad.

Hugo no contesta y empieza a recoger sus cosas. Durante todo el proceso, Ignacio no se calla ni un segundo. Le pregunta por qué se va, le recita frases hechas, amenazas encubiertas… Es insoportable. Cuando Hugo termina, se va lo más rápido que puede y, por el camino, le pega una patada a la mesa de la impresora. Con ese único golpe, consigue que la máquina caiga al suelo y quede destrozada. Al salir se cruza con Elías y le pega un empujón. Se ha ido y nadie se ha atrevido a decirle nada.

—Todos a trabajar —dice Ignacio dando unas palmadas insoportables—. Ya hemos perdido mucho tiempo.

El ambiente continúa siendo asfixiante.

La escena ha sido dura de ver. Lo peor de todo es que, si me hubiesen dicho que hoy vería una pelea entre Hugo e Ignacio, hubiese pensado que la disfrutaría como un niño al verlos despedazarse el uno al otro. Pero, contra todo pronóstico… He sentido mucha lástima por Hugo. No me puedo quitar de la cabeza su cara llorando el otro día. La misma cara de hoy mientras recogía, aunque haya conseguido contener las lágrimas. No sé lo que le pasa, y no es que haya dejado de odiarle, pero… Hoy, solo hoy, sin que sirva de precedente, me ha dado pena. Y siendo Ignacio su enemigo y viendo como ha sido la pelea, por supuesto, estoy de su parte.

Pero ese pensamiento no debe salir de mi cabeza.

Madre mía el día que se ha perdido Eric. Le he contado un poco por encima por mensaje, aunque no me responde. Espero que se encuentre bien.









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