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Lunes 26 de febrero de 2024

Joel Soler

Actualizado: 27 feb 2024


Capítulo 363


Estrella consigue conectar


“No es la única. Yo todavía le doy vueltas a la conexión que tuve conmigo mismo.”



    Ayer fue un día muy duro. Solo podía esperar, impotente, a que el plan de Jordi terminase. A que engañara a Oliver para encerrarnos a los dos juntos. Vi su encuentro por la pantalla, y aluciné al ver llegar a todos mis amigos. Todos ellos me buscaron desesperadamente desde que desaparecí, y se llegó a unir muchísima gente…

    Fueron muy valientes por enfrentarse a Jordi, sabiendo que podía tener esbirros. Por suerte solo contaba con tres ese día, así que la situación fue manejable.

    Lo malo es que Jordi se escapó con las veinticuatro hojas del calendario, así que solo necesita matarnos a mí y a Oliver, romperlas y terminar su plan.

    Saúl nos ha explicado lo que intentó. Por lo visto, el día sí que se reinició varias veces, así que puedo asumir que mi plan de no escuchar el enfado de Oliver funcionó en varios intentos, y simplemente terminé fallando después de varios reinicios exitosos. Me siento un poco menos culpable por eso.

    Lo que no deja de dar vueltas en mi cabeza es mi encuentro con esa otra versión de mí. Empezó a desvanecerse muy rápido en cuanto le hice la pregunta, pero me pudo contestar justo antes de irse. Ese Izan estaba en una situación muy parecida a la mía… Era un Izan de esta tercera versión del mundo, y conectó conmigo para preguntarme si conocía la identidad del testigo del asesinato de Anna. Yo tenía esa información, y él no. A cambio, él sabía que Jordi era el asesino de Anna, pero yo no. ¿Cómo interpreto esto?

    He pasado toda la noche de ayer, y parte de la mañana de hoy, intentando conectar de nuevo. He intentado interpretar las palabras de aquel otro Izan, recuperar la misma sensación, conectar con los Voyat… Lo he intentado muchas veces, pero solo conseguí algún susurro. Alguna intuición leve. La sensación de que aquel Izan pudo decirle a Oliver que la prueba, para que lo creyera, era que recuperase los recuerdos de Nora, ya que ella era la testigo.

    Hoy hemos quedado con Estrella y el maestro Nero, así que lo comentaré con ellos.

    Otra cosa que puedo destacar es que, como fui secuestrado el viernes, y no volví hasta el domingo por la noche… Bueno, me salté todos los días de trabajo en la cafetería. Como, además, no es la primera vez, el jefe se ha hartado de mí y, por supuesto, me han despedido. Muchas gracias, Jordi. Soy un desempleado completo por tu culpa.

    Ahora mismo estamos muchas personas en mi casa. Queremos mantenernos juntos para hacernos fuertes frente a lo que pueda hacer Jordi, y para que todos podamos aportar ideas.

    Por el momento, junto a mí, están Frank, Lydia, Alex, Saúl, Nora, Liam, Hugo y Gris. También está Enzo, que es el que más me desconcierta. Estamos esperando a que vengan Estrella, el maestro Nero y Anna.

    Mientras esperamos, cada uno está desperdigado por la casa, unos hablando con otros. Yo solo doy vueltas y juego con mi gato. Estoy muy nervioso.

    En uno de mis paseos, con intención de ir a la cocina para prepararme una tila mezclada con haba Tonka, me encuentro que Alex y Nora están hablando “en secreto” en el cuarto de la lavadora. Con mi sigilo felino, intento escuchar a escondidas la conversación. Me dan muchísima curiosidad estos dos.

    —¿En serio no lo ves? —dice Nora—. ¿Te crees que no se va a preparar bien?

    —Pues lo mismo te digo. ¿En serio no ves que no voy a dejar que pase?

    —No lo estás enfocando bien… Escucha, Alex… Si Jordi quiere que yo colapse, hará que colapse.

    —Hoy hablaremos de cómo joder a Jordi…

    —No es el único que puede hacer que colapse. Mi abuela también tiene muchas ganas. Me odia.

    —¡Pues haremos algo contra ella también!

    —Alex… No grites.

    Se han callado de golpe. Me asomo con sutileza, y veo que se están abrazando.

    Es una estampa difícil de asimilar para el ojo humano.

    —Nora. Deja de ser tan pesimista. Ya no estás sola. Tienes a mucha gente. Me tienes a mí.

    —Para de hacer eso —dice Nora—. Y para de abrazarme. ¿No ves que acabarás fatal? ¿No sabes lo que le harán Jordi o mi abuela a la gente de mi lista, ahora que pueden? Solo tienen que dejar que pase el día veintiocho… Estoy segura de que, entre los dos, querrán acabar con todos…

    —Estás así porque has visto el mundo anterior. Has visto la muerte de Anna. Pero en aquel mundo solo tenías a Anna, ¿verdad? Te lo repito y te lo repetiré las veces que haga falta: ya no estás sola.

    —Ellos os matarán… A alguno de vosotros… Incluso aunque acabemos con uno, el otro vendrá, y…

    Nora no puede ni hablar. Se abraza a Alex. Él corresponde con fuerza.

    Creo que me tengo que ir. Me estoy sintiendo fatal.

    Cuando vuelvo al salón, veo que Anna ya ha venido, y que me estaba buscando con la mirada para hablarme en privado. Nos apartamos a mi habitación.

    —¿Cómo estás? —pregunta.

    —Creo que se me saldrá el pecho por la boca. ¿Tú?

    —Algo parecido —dice.

    Me abraza. Se nota que está harta de todo.

    —Perdón por ignorarte el otro día… Cuando se fue Abril…

    —¿Por qué lo hiciste?

    —No estaba cómoda. Me sentía muy culpable por lo de Abril. No fui capaz de mirarla a la cara. Me di asco.

    —Anna, ya sabes lo que pienso sobre eso, y lo que pensaría Abril si te escuchara…

    —No fue el único motivo. Yo… Quería apoyar a Oliver.

    —Eso ya me cuadra más con lo que me esperaba… —digo, cabizbajo.

    Anna me sujeta de la barbilla y levanta mi cabeza con suavidad.

    —¿Crees que quiero que Oliver sea el que gane?

    —Pues… No lo sé. Él lo ha dado todo por ti… Y es el que mejor te conoce.

    —Sí, pero conozco las normas. Ese Oliver solo existirá si tú mueres. Yo no voy a aceptar eso, vamos.

    —Entonces… ¿Por qué quisiste apoyarlo?

    —Por todo lo que ha hecho por mí, y también porque recordé que llegué a sentir algo por él, al final de los otros dos mundos. Tanto en el primero, como en el segundo… Estas son las fechas en las que siempre me doy cuenta de que Oliver podría ser alguien que me haría feliz. Y creo que esos recuerdos… Pesan.

    —Puede que sea verdad…

    —Puede. Pero, el Oliver de ahora… Tiene que saber que yo aprecio de verdad todo lo que ha hecho por mí. Y que me da muchísima lástima. Por eso me cuesta separarme de él. Me quise quedar a su lado y hablar con él para demostrarle eso, pero también para que entendiera que yo no podría perdonarlo nunca, ni ser feliz, si te mata.

    —¿Cómo te fue con eso…?

    —Lloró. Me dijo que no quería desaparecer. Que luchó mucho para llegar hasta este momento. No quiso prometerme que te dejaría vivir.

    —¿Crees que me matará?

    —Creo que preferirá reiniciar el mundo. Poner a prueba su calendario personal… Y enamorar a la siguiente versión de mí.

    —Entiendo… Es lo más posible. Este mundo está roto si Oliver quiere tener una opción de ganar.

    —La tiene.

    —¿Qué? ¿No acabas de decir que no lo perdonarías si me mata? O me mata y sobrevive, o vivo y él desaparece. El resto de opciones son letales para los dos…

    —Oliver me habló del pañuelo caoba, y de su significado…

    —Ah… ¿Qué significado?

    —Aceptar el pañuelo caoba es aceptar, con sinceridad, que dejaré que él me cuide. Que no tendré que seguir ocultando muchas cosas… Y que aceptaré irme con él. Oliver siempre ha querido darme ese pañuelo caoba, en cada mundo… Pero nunca lo he podido tener de verdad.

    —Pero… ¿Si yo muero?

    —Le dije que era casi imposible, pero que, si tú morías por mano de Jordi o de Olivia, y él luchaba contra ellos, y ganaba… Tal vez, solo tal vez, y dependiendo de cómo se desarrolle todo… Aceptaría el pañuelo.

    —Un poco peligroso, ¿no? ¿Y si prepara con ellos mi muerte?

    —Oliver y yo tenemos una forma de hacer una promesa contra la que no podemos luchar. Está arraigada en nosotros. Él me ha prometido que, si terminamos así, no será porque él lo busque. Yo le he prometido que, si acepto el pañuelo caoba, no será una mentira para terminar el calendario con la predicción cumplida. Los dos sabemos que no podríamos vivir en paz si fallamos en esa promesa.

    —Comprenderás que yo no me fie… Y más si mi vida está en juego.

    —No necesitas fiarte de Oliver. Solo tienes que confiar en mí.

    —Bueno… Eso puedo hacerlo.

    —No lo hagas solo porque te lo pido. Quiero que me entiendas.

    —Eso intento…

    —Para Oliver y para mí, romper ese tipo de promesa, tiene el mismo peso que si yo dejo de llevar pañuelo durante varios días seguidos. ¿Entiendes lo que eso significa?

    —Sí. Eso lo entiendo a la perfección.

    Anna sonríe, un poco más aliviada.

    —Gracias, Izan… Gracias por conocerme tan bien.

    Nos volvemos a abrazar.

    “Aunque no tan bien como Oliver”, es lo que he estado a punto de decirle…

    Mientras estoy abrazando a Anna, veo que Nora nos mira desde lejos.

    No, mejor dicho… Está mirando a Anna.

    Claro. Nora y Anna eran muy importantes la una para la otra en el anterior mundo, y las dos tienen recuerdos de eso.

    Pero, tal y como está la situación, creo que no se atreven a hablar.

    Me acerco a Nora, que sigue mirando a Anna.

    —¿Por qué no te acercas a hablar con ella? —pregunto.

    Nora me mira, y sonríe con tristeza.

    —¿Para que vuelva a morir por mi culpa? No… Gracias por la idea.

    —Mañana es el día en el que viste morir a Anna… ¿Crees que volverá a pasar?

    —Yo no dejaré que pase —dice Nora—. Si puede ser, quiero colapsar yo sola, sin que ninguno de vosotros esté cerca. ¿Es mucho pedir?

    —Puede que sí, porque ahora somos un equipo —digo—. Y porque mucha gente está empezando a apreciarte, algunos a tolerarte, y otros a quererte.

 

    Unos minutos después, me siento con Frank y Gris.

    —Oye —digo, mirando a Gris—. Lo siento.

    —¿Por qué?

    —¿No te lo hemos contado? Sospeché de ti por un momento.

    —Anda, pues claro. ¿Por qué no ibas a hacerlo?

    —¿Eh? Ah… Bueno, no está bonito…

    —Izan —dice, con una serenidad de la que tengo que aprender—, si tú creías que habías sido tú, y creías que tenían tus huellas, y luego descubriste que no eras tú… Lo más normal era pensar que fui yo. O Rojo, si seguía vivo en ese mundo. Tú fuiste muy diferente, y mucho peor, en la primera versión del mundo, y no podías saber cómo era yo en la segunda versión. Pude haber sido mucha peor persona.

    —¿Crees que somos capaces de ser tan miserables…? —digo.

    —No vuelvas otra vez con eso, Izan —dice Frank—. No empieces.

    —Lo estás enfocando mal, joven yo —dice Gris—. A nosotros nos puede pasar, pero a muchísima otra gente le puede pasar también. ¿Cuánta gente crees que aguantaría la influencia de los S durante tanto tiempo? Demasiado bien has salido tú, con todo lo que has pasado…

    —Es lo que le digo siempre —dice Frank—. Todo lo que ha construido ahora es suficiente para que confíe en que es la mejor versión de sí mismo. Con perdón por ti, Izan del futuro.

    —No te preocupes. Estoy de acuerdo. Estamos frente al mejor Izan.

    —¿En serio…? —digo—. ¿Tú también lo piensas, Gris?

    —No tengo ninguna duda —dice, sonriendo.

    Pese a lo bien que se llevan ahora Gris y Frank, creo que Frank sigue pensando que yo soy el mejor Izan. Eso es un orgullo inmenso para mí.

 

    Por fin llegan Estrella y el maestro Nero. Empezamos a hablar de las diferentes cuestiones.

    Para tener un plan en contra de Jordi, ponemos muchas ideas sobre la mesa, pero no conseguimos nada muy concreto. No sabemos por dónde va a salir, pero Enzo nos dice por qué está aquí.

    —Si lo he entendido bien, mañana, la señora Sallares o Jordi irán a por Nora, ¿es correcto?

    —Seguro que sí… —dice Nora.

    —Yo seré su guardaespaldas —dice Enzo, mirando a Nora.

    —¿Estás seguro? ¿Por qué de repente quieres ayudarnos? —pregunta Nora—. Y lo que es peor… ¿Por qué me quieres ayudar a mí?

    —Porque Abril me lo encargó. Me dijo que, durante los últimos días del calendario de Izan, yo fuese la fuerza que necesitan. Y porque odio a la señora Sallares, y tampoco soporto al otro chico. A su ex, Nora.

    —Es un principio —digo—. Enzo es un arma de destrucción masiva. Lo he podido ver.

    Empezamos a calcular muchas posibilidades. Por dónde podría atacar cada uno, qué hacer en cada situación… Pero no tenemos ni idea de qué plan seguiremos. Supongo que, con todo sobre la mesa, y sabiendo lo que puede y lo que no puede hacer cada uno, no nos queda otra que adaptarnos a lo que venga.

    Intentamos averiguar de quién es la letra de la predicción de “Adiós. Lo siento.”, pero no lo hemos conseguido. Si es de alguno de nosotros, se lo está callando.

    Nuestro objetivo es que Olivia y Jordi terminen fuera de juego. Estamos todos de acuerdo en que tienen que morir, si es necesario. Lo más importante es recuperar las hojas y que yo rompa el calendario en cuanto las tenga.

    Después, el maestro Nero y Estrella empiezan a explicarnos todas las cosas que han descubierto o deducido sobre diferentes temas.

    En primer lugar, comparten sus teorías sobre lo que me pasó con el otro Izan misterioso.

    Nos recuerdan que los Voyat no solo reinician días y abren líneas, y que, en la teoría, también son capaces de abrir varias líneas al mismo tiempo para tener más posibilidades de éxito. Si las líneas van fallando, las van destruyendo, pero si no, se mantienen. Con esa norma, es muy posible que existan varias líneas en paralelo a esta que se abriesen en algún momento, y que siguieran su propio camino. Ese Izan, por lo tanto, podría ser el Izan de una de esas líneas exitosas que tal vez se separó de la nuestra en enero, o en diciembre, o hace apenas un par de semanas, y que sigue en pie. Estaría siguiendo las predicciones con éxito, pero con matices diferentes. Uno de esos matices sería que mi yo de esa línea paralela pudo descubrir que Jordi era el asesino, pero necesitaba información o pruebas que solo podría sacar si encontraba la identidad del testigo. Si ese Izan intentó pedir la respuesta a los Voyat, al mismo tiempo que yo quise saber quién era el asesino, y asumiendo que estamos a finales del febrero bisiesto, con tantos Voyat, y con los recuerdos emergiendo… Es posible que los Voyat nos permitieran esa conexión momentánea para que nos resolviéramos las dudas el uno al otro. Tengo que seguir entrenando todo lo posible para volver a conseguir esa habilidad. No sé si la necesitaré durante estos últimos días.

    También teorizan sobre que las líneas abiertas en esta misma versión de la historia, podrían tocarse con mucha facilidad, porque están conectadas bajo el mismo hechizo. Podríamos estar casi solapados. Para los Voyat, podría ser fácil abrir esa conexión.

    No sé si es como dicen, pero merece la pena intentarlo de nuevo.

    El segundo tema del que nos hablan es sobre cómo curar a Dana. Si queremos eliminar a Olivia, tenemos que sacarla del cuerpo de Dana. Dicen que, para eso, llevan semanas rebuscando entre todos los apuntes de aquella sala secreta de Olivia que descubrimos durante el Proyecto Esmeralda. Que, uniendo varios fragmentos de muchísimos apuntes desordenados, pudieron empezar a cimentar algunas teorías. Olivia solo puede pasar su alma de un cuerpo a otro si tiene a la persona muy, muy cerca. Si tarda más de dos segundos (según los apuntes de Olivia), es muy posible que el alma pierda esa capacidad, porque rompa su vínculo con ese plano del todo. También señala que Olivia tiene la capacidad de salir de un cuerpo cuando quiera, y que lo hará si sabe que podrá meterse en otro cuerpo (o en el mismo) al cabo de un segundo, máximo dos.

    La clave, entonces, sería encontrar la forma de que Olivia abandone el cuerpo de Dana por voluntad propia, pero que no consiga entrar en otro pasados uno o dos segundos.

    Dicho así, nos parece factible… Pero no tenemos ni idea de cómo hacer eso. No se nos ocurre una manera creíble de que Olivia abandone el cuerpo de Dana sin que haya nadie cerca en el que meterse. Es demasiado inteligente y sabría que podríamos tenderle una trampa.

    La solución ideal sería que Olivia abandone el cuerpo de Dana y entre en el cuerpo de Jordi. Y, entonces, matar a Jordi desde lejos. Pero es casi imposible reunir todas esas condiciones.

    Lo tenemos tan cerca… Tiene que haber formas de conseguirlo…

    El tercer tema del que nos quieren hablar, es el de los muertos. Estrella lleva tiempo aprendiendo a comunicarse con los muertos y, por lo visto, el maestro Nero tiene algo de experiencia con eso también.

    Nos ha explicado que hace unos días que consiguió controlar la lectura de emociones de los espíritus, pero que, de repente, los Voyat han podido intervenir en que, de alguna forma, esas habilidades hayan sido potenciadas.

    —Hemos encontrado una posible conexión entre los Voyat y este tipo de habilidades —dice Estrella—. Cada día que pasa, y sin que yo haga nada, mi percepción con los muertos avanza. Estoy segura de que es por la cercanía al veintinueve de febrero.

    —Está todo en apuntes que Olivia todavía no quiere poner en sus tomos dorados, pero que son teorías suyas con bastante fundamento —dice el maestro Nero.

    —Al principio pensamos en pedir ayuda a los Voyat con el papel en el que se podían escribir frases para que los Voyat las hagan realidad —dice Estrella—, pero no quisimos arriesgarnos a quedarnos atrapados en un bucle por culpa de eso.

    —Muchas gracias por eso… —dice Saúl.

    —Hay muchos espíritus. Nos observan —dice Estrella—. He aprendido tantísimo de ellos estos días… Pueden observarnos, y pueden conservar su conciencia si están motivados, y si no atraviesan rápido un cristal o un muro muy gruesos. Si no consiguen cumplir ciertas normas, se pueden ir desvaneciendo, pero si lo hacen bien, pueden pasarse muchísimos años así. También sé que no les gusta estar en zonas pobladas, y prefieren vivir lejos, en las afueras. Pero hay algunos que buscan energías… Brillos que desprenden los vivos… —a Estrella se le escapa la risa—. Hay un espíritu muy gracioso que no paraba de explicármelo una y otra vez. Era hiperactivo, y estaba feliz… Me sorprendió ver a un espíritu así.

    Todos escuchamos a Estrella con atención. No me puedo creer que nos esté diciendo qué hay después de la muerte.

    —Todavía puedo llegar incluso más lejos —continúa Estrella—. Hay cosas que no puedo hacer o controlar, pero… He conseguido comunicarme con una persona fallecida a la que conozco. Y la he podido entender.

    Estrella lo ha dicho con dificultad. Se ha emocionado.

    —¡¿Con quién?! —pregunta Lydia.

    Yo me levanto.

    —Rojo…

    —Sí. Rojo —dice Estrella, sonriendo.

    Hugo se sobresalta.

    —¿En serio…? ¿Qué es lo que te ha dicho?

    Estrella se gira hacia mí.

    —Dice que puedes estar orgulloso de la versión en la que te has convertido, y de cómo has llevado un calendario tan monstruoso. Que te ha observado, y que… —Estrella contiene las ganas de llorar—, que mientras te observaba… Ha conocido a tu profesor, y a tu tío… Y también están muy orgullosos de ti. Que te han visto muchas veces, y que te quieren apoyar hasta el final. Que saben lo increíble que es todo lo que has hecho este año.

    …

    ¿Qué…?

    No puedo ni abrir la boca.

    Solo me tapo la cara.

    Estoy llorando. Varias personas me están abrazando, aunque no sé ni quiénes son.

    Siento como si se hubiese liberado un gran peso en mi alma.

    —¿Esto es en serio? —dice Frank—. Con estas cosas no se juega, ¿eh?

    —Lo dice en serio —dice Lydia—. Te juro que la conozco mejor que nadie. Lo dice muy en serio.

    —También me ha pedido una cosa, para todos… —dice Estrella—. Que, por favor, pase lo que pase… Salvemos la vida de Dana.

 

    La charla termina, y todos estamos más convencidos y preparados que nunca para cumplir nuestros objetivos.

    Nos quedamos un rato más por la casa, de forma dispersa, de nuevo, unos hablando con otros. Algunos, como Hugo o Enzo, se han ido primero, y otros se han quedado porque hemos pedido pizzas.

    Veo, de reojo, que Frank se ha retirado a hablar con el maestro Nero. ¿De qué estarán hablando?

    Tanto Gris como yo intentamos escuchar a escondidas su conversación, pero Nora me distrae al acercarse a hablar conmigo.

    —¿Has visto todo lo que has montado? —pregunta.

    —¿Lo de las pizzas? —digo—. Las ha pagado Saúl.

    —Sabes a lo que me refiero… Todo esto, Izan. Toda esta gente, esta entrega, esos mensajes de apoyo, de orgullo…

    —Sí. La verdad es que sí. Todavía no me lo creo.

    —Te voy a decir una cosa, y quiero que sepas que no estoy cómoda diciéndote esto… Tú, Izan… No tienes que abrazar tu oscuridad. Tú tienes que abrazar tu luz.

    —¿En serio…? Tú, Nora… ¿Me estás diciendo esto?

    —Pocas veces una luz ha sido tan sorprendente. Las luces son bonitas… Las personas que irradian luz son preciosas… Pero me aburren. Son predecibles. La tuya no. La tuya es una de las luces más emocionantes que he visto nunca. Me hace plantearme si podría encontrar cosas interesantes si miro más a la luz…

    —Pues no soy tan experto como tú en luces y sombras… Pero tendrías que probarlo.

    —Es posible que lo haga… Si me recupero del colapso.

    —Ojalá podamos romper las hojas antes de ningún colapso… —digo.

    —Quién sabe. Pero estoy preparada. Pobrecita Nora, ¿no? —dice, con una de sus sonrisas más tristes.

 

    Un rato después, Alex viene corriendo hacia mí.

    —Izan. ¿Sabes si Nora se ha despedido, ha dicho que se iba, o algo?

    —¿Nora? No, que yo sepa. He hablado con ella hará como diez minutos…

    —Se ha ido. Pero es que Frank tampoco está. Y Frank no tendría que irse.

    —¿Frank no está? —pregunta Gris.

    —¡No! Frank y Nora se han ido. No los encuentro por ningún lado.

    Preguntamos a los demás. Nadie ha visto nada.

    Buscamos, llamamos, escribimos mensajes, esperamos… Pero nada.

    El día termina, y Nora y Frank han desaparecido.






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