Capítulo 251
CASI ME MATAN
“¿Tú te crees que se puede vivir tranquilo así? Menos mal que me quedo con el “casi”, pero el susto no me lo quitará nadie, con o sin predicción.”
[Salamander. 8:01]
Izan, quisiera hablar contigo.
[Izan. 8:10]
Mira por dónde, la persona que me agrega y aparece cada 2000 años.
¿Qué tienes para ofrecerme hoy?
Sabes que solo conservo tu contacto porque,
de tanto en tanto, dices algo medio revelador, ¿no?
Porque si fuera por mí, te habría borrado.
Estoy harto de gente tan críptica.
Dime ya quién eres.
[Salamander. 8:14]
Pronto.
Te lo prometo.
Cuando sea el momento te lo diré.
Y te aseguro que entenderás por qué he tenido que hacer esto.
[Izan. 8:16]
Bueno, venga
Si te vas a poner así…
Chateo un poco con Salamander mientras pongo rumbo a la empresa. Estar tan pendiente del móvil mientras camino no sé si es buena idea. A lo mejor me matan así, casi atropellándome. Me sentiría muy idiota durante todo el día si esa es la predicción de hoy.
[Salamander. 8:19]
Escucha.
Como sabrás, tengo algo de contacto con las predicciones de tu calendario.
Pero todavía no puedo hacer, para ayudarte, tanto como me gustaría.
Lo que sí puedo hacer es ayudarte a tener el control en algunas.
[Izan. 8:25]
Te escucho.
Cuando bajo las escaleras, me encuentro con Saúl mirando las cartas del buzón.
No sé si me ha visto, así que lo miro a escondidas por si lo pillo haciendo algo raro.
Solo tiene cara de tener mucho sueño. Está leyendo cartas del banco o algo así, y está muy absorto en eso. Mientras tanto, Salamander sigue escribiendo.
[Salamander. 8:27]
La predicción de hoy es que casi te matan.
No quiero que sufras ningún daño o que esto te pueda traer problemas futuros.
[Izan. 8:30]
Pone “casi”.
Estoy tranquilo.
[Salamander. 8:31]
¿Y qué pasará si te lesionas?
¿O si casi te mata alguien que quiere rematar la faena más adelante?
Sabes que el calendario funciona así.
Necesitas aprovechar, siempre puedas, la ambigüedad de las predicciones.
Para poder controlar alguna de ellas.
¿Lo entiendes?
[Izan. 8:34]
Razón no te falta.
Pero creo que hoy estás siendo más severo conmigo que habitualmente.
¿Cómo es eso?
[Salamander. 8:36]
Porque veo que no te preocupa tu seguridad.
No entiendo a Salamander. Ya no se hace el místico o el bueno. Ahora se hace el protector. ¿Qué hago con él? ¿Le hago caso?
[Salamander. 8:38]
Cuando salgas del trabajo.
Necesito que vuelvas a pie.
Y lo hagas por la calle de la posada.
¿Sabes cuál te digo?
La que recorre la plaza de la churrería por detrás.
Donde el árbol.
[Izan. 8:41]
Sí, sí.
¿Por qué por ahí?
Me da un poco de pereza usar ese camino.
No es de las mejores opciones.
[Salamander. 8:45]
Ve por ahí, por favor.
Puede que descubras algo.
Y ya tengo toda la jornada laboral distraída por culpa del misticismo del raro este. ¿Es sensato hacerle caso? ¿Tiene algún sentido? Me gustaría preguntar a alguno de mis amigos, pero me siento muy idiota haciéndolo.
Cuando acaba la jornada, hago lo que me dice y tomo esa ruta nada apetecible.
La peor parte de esa ruta es un callejón que pasa por debajo de un puente, y que siempre me ha dado mucho mal rollo. Casi nunca paso por aquí, aunque esta plaza sea uno de los puntos de encuentro habituales de la zona.
Cuando llego al callejón, veo de lejos a una chica que me está mirando. No me suena haberla visto nunca. Su pelo es largo y rizado, color castaño. Es una chica bajita de unos veintimuchos. Me está mirando a mí, ¿no? Yo creo que sí.
Está caminando por el callejón, sonriendo y mirándome, esperando a que la siga. Lo haré con prudencia.
Durante el trayecto, la chica se detiene en seco y saca algo de su bolso. Lo que sea que saca, lo está usando como máscara. Ah, no, es que es una máscara. Es… Espera. Esa máscara es el avatar de Salamander. Una máscara verde y roja, sin boca, pero con unos ojos cansados. ¿Esa chica es Salamander? ¿Qué hace aquí? ¿Qué quiere de mí? No, no se me escapará.
Corro detrás de ella, y la enmascarada guarda su máscara y se pone a correr también.
—¡Ayuda, por favor! —grita de repente, mientras corre—. ¡Me está persiguiendo!
—¿Qué? ¿Pero qué dices? —digo yo, frenando un poco.
—¡Me ha hecho daño! —dice.
No sé si frenar o terminar de atraparla para que me aclare las cosas. Tampoco quiero dejar pasar esta oportunidad.
No puedo pensar mucho más después de eso, porque alguien me agarra por la parte trasera del cuello de la chaqueta y me empuja hacia atrás. Tira de mí con una fuerza colosal. Alguien muy fuerte se ha creído los gritos de esa chica… Mierda, mierda. ¿Esto era una trampa de Salamander o qué? No lo sé. No sé quién es nadie. No sé nada.
La persona que me ha agarrado por detrás no me suelta. Me está agarrando por la boca y el cuello.
Me tiene retenido hasta que la chica desaparece. Me está asfixiando. Yo no sé si esta persona es consciente de que no puedo respirar. No sé si sabe que, si sigo así, me moriré en sus manos. Me intento resistir, pero es muy fuerte. No puedo hacer nada.
Golpeo sus manos para que me suelte, pero no lo hace. Después, me empuja contra el suelo.
Toso e intento recuperar el aliento. Casi me mata este hijo de puta.
Me giro para ver su cara, pero ya no hay nadie.
—¿Hola…?
No sé para qué digo nada. No sé qué acaba de pasar, pero casi me muero asfixiado.
[Izan. 15:19]
Oye, miserable.
¿Qué ha sido eso?
¿Me haces perseguirte para que me peguen una paliza?
¿Al forzudo me lo has mandado tú también, o eso ha sido casualidad?
Porque casi me muero asfixiado.
Cuando quieras contestas, ¿eh?
Y tarda. Tarda mucho. Pero, al final, lo hace.
[Salamander. 23:48]
La predicción se ha cumplido, ¿no?
Y estás entero.
[Izan. 23:51]
De milagro.
No me fío de ti.
No sé a qué ha venido eso.
Pero no me fío de ti.
[Salamander. 23:54]
No puedo hacer nada más.
Hoy he hecho lo que tenía que hacer.
[Izan. 23:55]
Ya…
Esa chica del callejón
¿Eres tú?
[Salamander. 23:57]
No.
No lo soy.
[Izan. 23:58]
Ya.
Y no me dirás nada, ¿no?
No vuelve a contestar.
No entiendo nada de nada…
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