Capítulo 224
Mudanza
“La mudanza empezó ayer, pero supongo que hoy es el día fuerte.
Llevo medio día y ya estoy atacado.”
Menos mal que no me he llevado los muebles. No me puedo creer que con el resto de mis cosas ya esté harto de todo este procedimiento tedioso y sangrante. ¿Cómo de pesada puede ser una mudanza si no tienes un camión en el que ponerlo casi todo? Encima, otra vez, vivo en un tercero, y resulta que el ascensor es minúsculo, de esos que pone que entran tres personas, pero que es mentira, así que nos pasamos todo el día subiendo y bajando escaleras. Encima, siendo realistas, Hugo y Rafael son bastante mayores, así que me toca a mí hacer casi todos los viajes. A ver, es lo suyo, teniendo en cuenta que soy el principal interesado, pero… Joder.
Durante un rato se nos unen Lydia y Oliver, que nos ayudan un poco. Eso la verdad es que salva bastante la mudanza, porque además vienen con bastantes energías al principio. Luego Oliver empieza a tener uno de sus mareos, así que no ayuda hasta el final. Lydia en cambio sí. Ella quiere demostrar todo el tiempo que es la más poderosa de los presentes. Tampoco era tan difícil, si te fijas en la estampa.
El edificio no está ni bien ni mal. Es un edificio bastante soso, de esos que existen por pura funcionalidad, para llenar la calle y optimizar el sitio. Son cuatro plantas sin contar la del portal, y hay cuatro viviendas por rellano. Vengo de un edificio donde solo contábamos con seis viviendas, y ahora estaré en uno en el que hay dieciséis. Como para aprenderme a los vecinos y las cosas que pasan aquí dentro…
Por ahora solo conozco a Daria, que es la hermana de mi casero misterioso, y que, por lo visto, también será mi vecina de abajo. Bueno, el que vive justo debajo es mi casero, que vivirá en el segundo B. Yo vivo en el tercero B, que vendría a ser lo mismo que en mi anterior edificio, solo que ahora estoy a la izquierda y no a la derecha. Al lado de mi casero, en el segundo A, vive su hermana. Los tendré a los dos bien cerca. Por lo demás, no me he quedado con las caras de los vecinos con los que me he ido encontrando, salvo un señor con la barriga enorme y un bigote increíble. Me ha saludado haciéndome la pelota, muy ruidoso él. Ni idea de qué tipo de persona es.
En cuanto a la zona, pues parece una zona aceptable, con ni mucha ni poca gente, ni muchas ni pocas tiendas… Es la típica calle que está en paralelo a la que está en paralelo a la calle principal. Tengo el mercado a cinco minutos, así que no me puedo quejar. O sí, porque ahora no tengo excusa para cuando no quiera ir.
Para la noche, la mudanza se podría decir que queda completa del todo. Antes de irme la última vez de mi edificio (el antiguo), me despido de Ángela, de Santiago, de Liam… Y, por supuesto, de mis nuevos alquilados, que ahora tendrán que tratarme bien si quieren que estemos en buenos términos. Me fascina ver a Aaron siendo tan cauteloso conmigo.
Me despido de todos los que me han ayudado. Después, Lydia me trae a Espino. ¡Por fin lo tengo de vuelta conmigo! Lo está mirando y tocando todo. Está fascinado con el sitio nuevo. Yo estoy fascinado por tenerlo de vuelta. Dice Lydia que se ha portado muy bien. No tenía la menor duda de eso.
Pues nada, ya estoy instalado. Me falta ordenar un poco todo, aprender algún detalle sobre el lugar, sobre enchufes, persianas, normas de la comunidad o lo que sea… Tal vez tenga que instalar bastantes cosas también. Pero poco a poco, ¿no? Mañana me dedicaré a pasear por la zona y a ordenar con calma. Bastante cansado estoy por hoy.
El resto del día lo paso, como no podría ser de otra manera, jugando con Espino.
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