Capítulo 259
Estoy harto de hacer daño…
“Si es una predicción sobre mis “no relaciones”, ya estoy harto de hacerlo desde mucho antes, así que… Predicción cumplida.”
Llevo todo el día preparado mentalmente para tener una escena dolorosa con Abril, o puede que con Anna, con la que sigo pensando que estoy dándole falsas esperanzas.
Me creo muy listo por asumir que puedo anticiparme al calendario, o que ya veo venir por dónde va cada predicción… Y, sí, he acertado muchas, porque al final es mi vida y, por lo visto, también mi letra y mi forma de pensar. Pero, con una llamada que recibo por la noche… Comprendo que la predicción va por un lado completamente distinto.
—Izan…
Es Dana. Se oye muy flojo, y su tono es el de una persona abatida o destrozada por dentro. ¿Qué ha pasado…?
—¿Le ha llegado la foto a Frank?
—¿Qué?
Miro a Frank, que estaba viendo la tele tranquilamente hasta hace unos momentos. Él saca el móvil de su bolsillo y revisa.
—Qué es esto… —murmura, mirando la foto que Dana le ha enviado—. Dana, ¿qué cojones es esto?
Me asomo para ver la foto. La persona que la ha hecho está mostrando una pistola. Lo que se ve al fondo es el jardín de la casa de los padres de Frank.
—Me han pedido que te lo envíe —dice Dana.
—¡¿Por qué?! ¿Qué cojones es esto, Dana?
—Porque dicen que estás hablando con un topo.
—No me jodas…
—Izan —dice Dana—. Te he llamado a ti por un motivo.
—Sí, dime… —me retiro un poco hacia abajo el cuello de la camiseta. Siento que empiezo a ahogarme.
—Me han pedido que te avise a ti. Me han dicho que tienes que controlar a Frank y que tienes que hacer lo que te piden. También me han pedido que, si te llaman, asistas a donde te digan, sin rechistar, sin trampas…
—¿Qué…? ¿Quién te ha pedido eso…?
—No me lo han dicho. Pero es Víctor Abad o Salvador Santalla, eso seguro. O los dos. Asumiendo que Salvador no tiene problemas en personarse frente a ti… Creo que esto viene de Víctor.
—¡Hijo de puta! —grita Frank—. ¿Qué es esto? ¿A qué viene esto?
—Frank, por favor… Cálmate —dice Dana—. Creo que están moviéndose muy en serio…
—¿Qué dices? —pregunta Frank—. Habla, Dana, ¿qué pasa?
—Han secuestrado a Martí.
—¿Martí? —pregunta Frank—. ¿Tu novio?
—Sí… No ha vuelto a casa, y justo después… —Dana no puede ni hablar. Yo tampoco.
—¡¿Por qué?! —grita Frank.
—Dicen que lo más importante es que tú y yo nos quedemos al margen, Frank… Y que Izan colabore. Han puesto especial hincapié en que Izan colabore.
—¿Es por mí…? —pregunto.
—Por favor, haced lo que os digan… —suplica Dana. Frank aprieta los puños, y yo no puedo ni respirar.
—Lo siento mucho —dice Dana, y cuelga antes de que ninguno pueda contestar.
Frank se levanta de golpe y aprieta su boca contra su puño, con mucha rabia. Camina de un lado a otro, nervioso.
Yo estoy quieto, con los brazos caídos y la mirada al suelo. No soy capaz de pensar en nada.
—Es mi culpa… —digo.
—¿Qué dices?
—Es mi culpa, Frank… —lo miro—. Mi relación contigo, o con Dana, o con Lucas, o con los S… Algo he hecho para que quieran amenazaros a vosotros y me necesiten a mí. O es por el calendario, no lo sé. Pero, sea lo que sea, es mi culpa… Nos hemos metido donde no nos llaman. ¡Seguro que fue mi culpa por encubrir lo de Flora! Ella es la sobrina de Víctor, y… ¡Y seguro que han amenazado a Lydia también!
—Ahora la llamamos y lo confirmamos. Pero, primero, cálmate.
—¡Es mi culpa te digo! ¿No lo ves? Estoy metido en todos los putos sitios donde puede estar metido alguien conectado a esa gente, y no he ido con el cuidado que tendría que ir. ¡Ahora han secuestrado al novio de Dana por mi culpa! Joder, Frank… ¡Si ayer estaba hablando con ella y todo estaba tan normal!
—¡Izan, frena! Para. Lo del calendario no es tu culpa, y, si alguien ha hecho cosas para tocar los huevos a esa gente, habré sido yo en todo caso. He amenazado a Lucas y he… Bueno, ya lo has oído. Lo del topo. Joder, soy yo el puto imbécil que la ha cagado con esa gente… Antes podía hacer según qué cosas porque tenía a Dana y a Rojo cubriéndome, y, fíjate, todavía con eso acabé en la cárcel esa vez. Joder, Izan… Si uno tiene la culpa, soy yo. Ya te digo que soy yo.
—¿Por qué la tiene que tener solo uno? ¿Y si es culpa de todos? ¿O solo nuestra? Yo no lo sé. No sabemos nada, porque nos hemos metido donde no tenemos que meternos. Solo sé que yo ahora hubiese hecho muchas cosas diferentes, pero ya es tarde, ¡y eso es culpa mía!
—Vale, calma. No grites tanto, Izan. No grites.
Voy a seguir hablando, o gritando, pero entonces veo la mirada de Frank. Me pide que frene de una vez, y yo me callo de golpe. Me siento y me pongo las manos en la cara. No sé si estoy llorando o solo estoy teniendo un ataque. No puedo respirar ni pensar.
Han amenazado a Frank con la vida de sus padres, han secuestrado al novio de Dana… Y, diga lo que diga… Siento que es mi culpa.
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