top of page

Martes 29 de agosto de 2023

  • Joel Soler
  • 29 ago 2023
  • 8 Min. de lectura

Actualizado: 30 ago 2023


Capítulo 182

Tengo que decidir

“La cosa ya es bastante complicada tal y como está.

Si ahora se interpone una decisión comprometida, y encima,

haga lo que haga, me voy a arrepentir… Hoy me espera un día muy malo.”



Hoy he soñado con Anna. No sé si es un simple sueño, o si es un recuerdo. Uno de estos recuerdos reprimidos que no paran de aparecer por culpa del olor.

Desde por la mañana, Lydia me atormenta con preguntas y acusaciones baratas.

—¡Eh! —grita Lydia—. ¡Tú te crees que Anna fue tu mayor amor en algún momento que no recuerdas! ¿Es eso?

—¿Mi gran amor? No lo sé… Pienso que hubo algo. Hay una historia ahí que involucra sentimientos que no son de amistad, es verdad… Pero, tanto como gran amor…

—Pero has defendido el olor como si fuera tu gran tesoro, y, además… Sabes que ese olor no te dejaba estar con Abril. ¿Lo entiendes? ¡No te dejaba estar con otra que no fuera Anna!

—Vale, espera, calma. Entonces no me digas que soy yo el que piensa eso. ¡Eres tú la que lo piensa!

—¡No! Bueno, ¡sí! Pero porque sé cómo piensas, y estás pensando eso. Y porque, si lo pienso yo, entonces tú también, porque sabes que tengo razón, y porque somos una mente.

—Seremos una mente, pero a ver qué tipo de mente somos…

—Una mente muy perspicaz cuando estamos motivados —dice, echando su coleta para atrás.

—Espera, que ahora hablaremos con Alex, y a ver si llegamos a algo entre los tres.


La llamada es a la una del mediodía. Alex se levanta a esa hora, que creo que son las siete de la mañana en el país donde está, y dice que le viene mejor hablar a esa hora que cuando empiece a moverse y a arrasar con el día, o algo así me escribió.

Ponemos el manos libres y le contamos todo lo que ha pasado en el viaje, poniendo especial énfasis en el olor y la revelación con Anna, claro, pero Lydia se ha empeñado en contarle también con todo lujo de detalles la parte de Abril. Dice que es para que Alex pueda comparar las dos historias, y que eso es lo importante.

—Izan —dice Alex—, me quito el sombrero ante lo fascinado y descolocado que me tiene todo lo que te pasa. Lo del olor no lo he visto venir ni de refilón, aunque es verdad que tampoco tenía a tu amiga la de los pasteles muy fichada.

—¡Izan se está pasando de ligón! —grita Lydia—. Hace poco rechazó a una por internet, vale, pero en realidad no para de engrosar su lista de pretendientas de las maneras más inesperadas.

—Por favor… Dadme tregua, lo suplico…

—Voy a tener que empezar a ir encorvado y con cara de sueño para ver si ligo más —dice Alex, y Lydia estalla en carcajadas.

—Tenemos que hablar de esto, por favor… Me tiene fatal de la cabeza —digo.

—Venga, vale —dice Alex—. Hablemos de esto. Comité de sabios. ¿Nos nombramos por colores como los VDLS?

Lydia se ríe. Yo hago huelga de silencio hasta que decidan tomárselo en serio, y al final lo hacen. Cuando estos dos se juntan, hay que hacer las cosas así.

Intentamos teorizar todo lo posible sobre el tema. Casi todo son palos de ciego y teorías que no tienen mucho sentido. Al final, intentamos ordenar las ideas separando todo lo que tenemos que decir en dos categorías. La primera, y tal vez la más fracasada por ahora, es entender qué hay detrás, por qué pasa, por qué existen los recuerdos reprimidos y todo lo demás. No somos capaces de dar con una idea buena que nos convenza a los tres. La otra categoría es qué voy a hacer al respecto y cómo me siento.

—Sin información, no creo que pueda entender cómo me siento… —digo.

—No. Deja, deja —dice Lydia—. Esa es tu parte racional. Tú tienes que pensar en cómo te sientes ahora.

—No te estamos pidiendo que nos digas si te quieres casar con la chica del olor o no —dice Alex—, pero sí que tendrías que pensar en cuál será tu siguiente movimiento.

—Pero… ¿Respecto a qué? —digo—. Todavía no sé sobre qué tengo que decidir.

—A ver —dice Alex—. Te voy a dar mi punto de vista, y me decís si estáis de acuerdo, que seguro que así será, pero me lo decís igual. Yo creo que tú ahora estabas volviendo a tener una historia con Abril, que se supone que es la que te gusta, y puede que ella se haya dado cuenta de eso y quiera lo mismo. Si esto es así, es muy posible que tengas que darle una respuesta muy pronto. Si quieres seguir adelante con la chica de las muñequeras, vas a tener que mover ficha, pero ya.

—¿Ya de ya? —digo.

—Es lo más probable. A lo mejor no, pero yo creo que es más posible que sí. Escucha, Izan. Eso está por un lado, ¿vale? Abril, decisiones, pronto… Ya sabes. Vale. Ahora está lo de la chica de los pastelitos. No sabes lo que pasa, eso está claro, y todavía hay mucho que saber… Pero ella querrá una explicación, y creo que tendrá mucho que decir. A lo mejor ella tiene más claro cómo se ha sentido. A lo mejor ella te plantea otra forma de entender el tema, ¿me entiendes?

—Claro —dice Lydia—. Es crucial que Anna exprese su versión para entender un poco mejor cómo afrontar eso.

—Eso es lo que tenemos entre manos —dice Alex—. Te preguntas cuál es la decisión, ¿no? Yo te diría que es la siguiente. Opción 1: tener claro que quieres apostar por Abril y dejar lo de la chica de los pañuelos. Pensarás otro día, con calma, si le cuentas lo del calendario o si exploras el olor con ella o lo que sea, pero, ante todo, ignorarás lo que ese olor te quiera decir y apostarás todo por Abril. Porque, si ahora sigues haciendo el capullo con ella, creo que se cansará del todo de darte oportunidades.

—Tiene sentido —dice Lydia—. Y me parece una opción bastante razonable, salvo porque el olor seguirá dando por culo, o eso creo.

—Sí, y encima ahora sé con qué está relacionado y de dónde viene… —digo.

—Bueno, bueno —dice Alex—. Vamos a explorar la opción 2: dejas en pausa lo de Abril y le das largas, aunque eso sea perder tu última oportunidad. Dedicas ese tiempo a hablar con la otra, contarle todo lo que consideres, del calendario y demás… Y explorar junto a ella lo del olor. Ver hasta dónde te lleva, ver si lo que quieres es hacerle caso al olor y alejarte de Abril, o si, una vez lo entiendas todo mejor, poder ignorar al olor y a su dueña y centrarte en Abril de nuevo, solo si ella quiere seguir adelante.

Lydia y yo nos quedamos callados. Creo que esperamos que sea el otro el que conteste.

—No contestéis todos a la vez, que se solapan las voces —dice Alex.

—Estaba pensando si no hay más opciones —dice Lydia—. Pero, sinceramente, no se me ocurren más. Yo estoy de acuerdo con Alex.

—Ah, qué bien… ¿Y no hay una opción en que sigo adelante con las dos o con ninguna?

—¡No! —dicen los dos a la vez.

—No, Izan —dice Alex—. Si vas a por las dos, corres el riesgo de que empieces a dar falsas esperanzas o que no sepas gestionarlo y acabes haciendo daño sin que tú controles nada.

—Y la opción de no hacer nada con ninguna no sé ni por qué la dices —dice Lydia—. Te sobran motivos para querer hacer una cosa o la otra. No son compatibles, pero si puedes seguir una vía, síguela. ¡La que sea! Elige una y no te arrepien… Oh, mierda.

—Oh, es verdad, mierda —dice Alex.

—No lo estabais teniendo muy en cuenta, ¿no?

Me he sentido más listo de lo habitual al entender de qué se han dado cuenta los dos a la vez. Ellos están tan motivados dándome esos consejos porque quieren que elija cualquiera de las dos y que no me arrepienta… Y, claro, acaban de caer en lo que dice el calendario. Hoy tendré que elegir, supongo. O mañana. Pero, elija lo que elija, lo que es seguro es que mañana me arrepentiré de mi decisión. ¿Cómo voy a elegir así? Si esas son las dos opciones… ¿No debería escoger la que me haga arrepentirme menos? Porque sé que voy a elegir mal. Eso seguro. Así que, por lo menos, podría elegir la que menos daño me haga.

Alex se tiene que ir, así que no podemos hablar mucho más con él.

Cuando cuelga, Lydia y yo hablamos un poco más, pero ninguno de los dos se decanta por una opción.

—Olvídate de la predicción de mañana —dice Lydia—. ¿Qué dice tu corazón?

—Que piense en la predicción de mañana.

—Eso lo has dicho para hacerte el graciosillo. No me la cuelas.

—¡No! De verdad que pienso en eso. Pienso que, si decido con el corazón, entonces tengo que elegir lo contrario. Así me arrepentiré de haber elegido la opción menos sincera, y, por eliminación, podré centrarme en la otra. En la que quiero de verdad, sea cual sea.

—A lo mejor lo estás planteando mal. A lo mejor, Izan, Izancín, te arrepientes de haber pensado eso. ¿Entiendes?

—No sé, no me dará tiempo a procesar lo que has dicho antes de que me lo expliques, así que… ¿Para qué intentarlo?

—¡A ver, malandrín! Atiende. Si tu decisión sincera es escoger A, pero escoges B por ese pensamiento que has tenido contra el calendario… Al día siguiente, al darte cuenta de lo que has hecho, de lo que te arrepentirás es de eso. De haber elegido B. De no haber elegido lo que querías de verdad, que es A. El arrepentimiento vendría por elegir mal expresamente, ¿entiendes?

—Ah, ya…

—¿Cómo que “ah, ya…”? Te acabo de revelar el mundo, Izan.

—No. No me sorprende tanto como crees. ¿Sabes por qué? Porque eso también da igual. Haga lo que haga, me voy a arrepentir. Si elijo mal expresamente, me arrepentiré de no haber elegido A. Si elijo A porque es lo que quiero, mañana pasará lo que sea que me hará darme cuenta de que lo que quiero es B. ¿Lo entiendes? Haga lo que haga será malo. Elija lo que elija, estará mal elegido.

—Joder, vaya mierda de predicciones has escrito, Izan…

—¡Que yo no las escribo! O, por lo menos, no recuerdo haberlas escrito… Aunque…

—¿Aunque…?

—Aunque siento que, si exploro más lo de Anna… Podría indagar mucho mejor en todo lo que pasa con el calendario. En esa especie de recuerdos reprimidos que aparecen de tanto en tanto, y que podrían estar conectados con toda esta historia.

—Sí, eso creo…

—A lo mejor me arrepiento desde el punto de vista emocional. A lo mejor lo que quiero es estar con Abril, y siento que elegir la opción de Anna me hará perder a Abril. Pero entonces estaría escogiendo acercarme un poco a la verdad del calendario, y eso podría ir por otro lado. ¿Entiendes? Me arrepiento de no haber elegido a Abril, se me rompe el corazón por eso… Pero doy un paso adelante para solucionar esto del calendario.

—Veo lo que dices, y tiene sentido… Pero me da miedito, sinceramente.

—No hay una opción buena, pero, a lo mejor estoy pensando en la que tiene más beneficios, independientemente de lo que ocurra mañana que me haga arrepentirme.

—Pero, Izan… ¿Estás dispuesto a apartar a Abril de tu vida por todo eso? ¿Aunque sepas que te vas a arrepentir?

No puedo contestar rápido a eso, pero, aunque intente pensar en algo más… Siento que no podría llegar a otra conclusión. Siento que mi teoría es lo único que hace clic ahora mismo.

Me arrepentiré de no seguir adelante con Abril, pero… ¿Qué sentido tiene seguir adelante? El olor me lo impide, y mis mierdas con el calendario me lo impiden. Solucionar eso sería el paso adecuado para pensar en si tener una oportunidad con Abril o no. Ahora tengo que ser responsable y solucionar todo lo que me pasa, sin que Abril tenga que sufrirlo por el camino…

Esa es mi respuesta. Esa será la decisión que tomaré.

Si Abril quiere algo más… Le pararé los pies. Y, en cuanto pueda, lo más pronto posible, intentaré hablar con Anna y entenderme con ella lo mejor que pueda.

Me dolerá y me arrepentiré por el daño que me hará decirle que no a Abril, pero… Es la mejor opción, ¿no?







Entradas recientes

Ver todo
Epílogo y texto final

Epílogo: Más allá del calendario Este es el final de la historia. La historia que Izan ha vivido durante todo un año. La historia de doce...

 
 
 
Jueves 29 de febrero de 2024

Capítulo 366 Todos miramos a Oliver. Su frase se ha quedado a medias. —¿Oliver…? —pregunta Anna. —¿Qué? —pregunta él, con una expresión...

 
 
 
Miércoles 28 de febrero de 2024

Capítulo 365 A (Parte 1) CDLS al completo en el templo “Eso no ocurrirá. Y ya no importa de quién sea la otra letra. Acabaremos hoy, pase...

 
 
 

Comments


bottom of page