Capítulo 217
Anna me hace compañía
“Lo agradezco mucho, aunque hoy quiero hacer una cosa muy concreta, con o sin ella. Si quiere venir conmigo, adelante.”
No me quito de la cabeza a mi tío. La predicción de mañana creo que es lo que me temo, y, aunque Lydia me propuso intentar algún tipo de estrategia para cambiarla a nuestro favor, yo rechacé la idea. No me fío. Acabaremos haciendo algo peor y encima me sentiré culpable por eso. Ya he tenido bastante…
Sea como sea, hoy quiero pasar todo el día entero con mi tío. Ese tiene que ser mi único plan.
De camino a la residencia, Anna me llama por teléfono. Dice que quiere hablar conmigo y que le cuente sobre el calendario de este mes.
Cerca de la residencia es donde me encuentro con Anna. Me da un abrazo muy fuerte porque intuye que las cosas están muy complicadas para mí. Y eso que ni le he contado todo lo peor…
Hoy lleva el pañuelo de cuadros rojos y verdes. Alguna vez se lo he visto, pero no recuerdo nada que me pueda dar una pista sobre su significado.
Mientras caminamos hacia la residencia, hablamos de alguna de las predicciones. Aunque tiene muchas preguntas, entiende que hoy nos tenemos que enfocar solo en el problema con mi tío.
—El día que fui a verte cuando te pasó lo de las quemaduras… —dice, con la cabeza agachada—, tu tío me dio muchísima pena. Estaba llorando tanto…
—Se me hace muy difícil imaginarme a mi tío llorando de la manera que dices. Conmigo prefiere mostrar una faceta bastante más seca.
—Hay mucha gente así, y más siendo un hombre de esa edad… Pero ya te tendrías que haber dado cuenta de que tu tío te quiere mucho. ¡Eres el único de su familia con el que tiene contacto! O eso dijo Lydia.
—Sí, la verdad es que así es. Mis padres y mi hermano son… Bueno, qué te voy a contar. Son lo que son.
—Pasan de la familia y de todo, ¿verdad?
—Sí, es una buena manera de resumirlo.
—Bueno… Mira, Izan. Hoy voy a hacerte compañía todo el día. No porque lo diga el calendario, sino porque quiero hacerte compañía. Quiero acompañarte en momentos tan malos como este. ¡Y más te vale aceptarlo!
—Claro… Cómo podría decir que no.
—Pues venga, vamos rápido con tu tío. A ver qué le ha contado el Rafael ese.
Al llegar a la residencia, vemos que mi tío está mirando por la ventana, y que, aunque sabe que acaba de recibir visita, no tiene previsto hablar. Nos está dando la espalda y es muy consciente de ello.
Rafael, como de costumbre, está sentado al lado, también intentando que mi tío reaccione, pero sin ningún éxito.
—Ya se lo he contado todo —dice—, y lleva desde ayer por la noche así. No quiere hablar con nadie le digan lo que le digan.
Pese a que no habla, la cara de mi tío denota que está muy cuerdo y despierto. Está conteniendo la rabia, o la pena, no lo tengo muy claro. Respira fuerte, frunce el ceño, aprieta los labios… Pero, le digan lo que le digan, no nos quiere hablar.
—¿Cuánto le has contado? —pregunto.
Rafael mira a Anna. La mira con nostalgia. Eso genera un momento incómodo para ella, ya que Anna todo lo que sabe de este hombre es que es un VDLS, pero no sabe que es una versión de mí de un futuro alternativo. Como para contarle eso…
—Izan —dice Rafael por fin—. ¿Podemos hablar un momento en el pasillo?
—Ah, claro…
—Perdona —dice mirando a Anna—. ¿Podrías quedarte con el señor Mateo a ver si a ti te habla cuando salgamos? Ya que el problema lo tiene con nosotros…
—Sí, claro… —dice Anna, mirando con sospecha a mi versión futura.
Al salir al pasillo, Rafael sigue mirando hacia Anna.
—La estás incomodando —digo—. Anna se entera de todo.
—Ya, ya lo sé… No he podido evitarlo. Hacía tanto tiempo que no la veía…
—¿Estuviste con Anna en tu mundo también?
—Nunca llegué a estar con ella, pero casi ocurre. Entre la ruptura con Nora y el momento en que me enteré del suicidio… Hubo una época en que pensaba que Anna y yo estaríamos juntos. Nunca pudo ser, y siempre me arrepentí de eso…
—Vaya… Parece que es la historia de mi vida. Siempre parece que voy a estar con alguien que no es Nora, pero al final nunca pasa nada, incluso si hay interés por las dos partes…
—Sí, a mí me lo vas a contar… —sigue mirando a Anna, pese a lo que le he dicho—. Lleva el pañuelo de cuadros rojos y verdes… Ese pañuelo se lo pone cuando se siente mucho más servicial y quiere cuidar de sus seres queridos.
—Espera… ¿Conoces el significado de sus pañuelos?
—No recuerdo bien casi ninguno, y muchos se me mezclan. Hace muchísimo tiempo… Pero de ese me acuerdo, porque era el más diferente. Me pasé mucho tiempo descifrando esos significados… Y tú, si también estás interesado en ella, deberías hacer lo mismo. Lo valora muchísimo.
—Sí… Pero me cuesta mucho, y más con todo lo que tengo encima.
—Ya. No te voy a juzgar… —Rafael sacude la cabeza como si eso fuese un paso necesario para poder cambiar de tema—. Bueno, al lío. Escucha: el tío Mateo lo sabe casi todo. Lo que no le he querido contar es lo de que soy un Izan. Creo que eso sería demasiado para él. Pero todo lo demás, lo de los Santalla y los Sallares, los VDLS, Rojo, el calendario, lo que has estado pasando… Me sonsacó como nunca me hubiera imaginado. Cuando quiere es muy persuasivo.
—Lo sabe todo…
—Sí. Cuando ya se quedó satisfecho con la información, me hizo una señal con la mano para que me callara y se quedó mirando a la ventana sin decir nada más. Desde entonces no me ha vuelto a dirigir la palabra.
—No me puedo creer que el tío lo sepa todo… Oye, Gris, las predicciones de esta semana… —le enseño una foto del calendario—. ¿Crees que son…?
Él mira la foto con atención, ajustándose las gafas. Luego agacha la cabeza y adelanta un poco el labio inferior. Creo que no hace falta decir mucho más.
—En mi mundo fue a finales de octubre… Porque no tomaba las pastillas, por más que se le pedía lo contrario. Parece que aquí se adelantará…
—Lydia me ha sugerido que hagamos algún truco para trampear el calendario, para aprovechar las predicciones ambiguas… Yo le he dicho que no, pero viendo a mi tío así, me gustaría tener algo más de tiempo para poder hablar con él y…
Gris me frena con la mano y niega con la cabeza.
—El tío morirá pronto de todas formas. En este mundo sigue igual de irresponsable con las pastillas, incluso aunque yo he hecho todo lo posible para que cambie de idea. Un día me dijo que prefería morir pronto antes que seguir tomando una medicación que le dejaba atontado. Al final, después de discutirlo muchas veces, acabé cediendo…
—¿Entonces…?
—Si ahora trampeas el calendario, morirá otra persona, y el tío Mateo morirá poco después de todas maneras. ¿Lo entiendes? Si haces algo, morirán dos personas… El tío, y otra que te importe lo suficiente como para decirle adiós y luego ir a su funeral.
Lo pienso unos segundos, pero está todo claro. Agacho la cabeza y aprieto el puño. Sin decir nada más, volvemos a la habitación.
Intento hablar una y otra vez con mi tío, pero no hay manera. No dice nada.
Al final decidimos irnos. Mañana por la mañana a primera hora lo volveré a intentar… Puede que sea mi última oportunidad.
Cuando salimos, Anna me explica qué ha pasado en ese rato que han tenido a solas.
—A mí sí que me ha hablado —dice, y parece que le dé un poco de vergüenza admitir eso.
—No me extraña del todo… El conflicto lo tiene con Rafael y conmigo. ¿Qué te ha dicho?
—Me ha dicho que vas a necesitar mucha ayuda y mucha guía. Que tú solo no podrás cargar con todo. Yo le he preguntado que a qué se refería… Pero no me ha dicho nada más.
—Ah… —contengo las ganas de llorar—. Vale. Gracias por informarme…
Anna me abraza. Es imposible esconderle cómo me siento. Lloro en su hombro y ella me acaricia la espalda. Lloro tanto que me duele la cabeza. Sin embargo, termino sintiéndome mejor.
Al volver a casa, paso el día contándole las novedades a Alex, hasta que soy interrumpido por una llamada a las once de la noche.
Han tenido que llevar de urgencia a mi tío al hospital. Es urgente. Corro a coger el último autobús que me llevará hasta ahí.
Cuando una persona recibe una noticia así, se sobresalta, tiene miedo y, para mantenerse cuerdo, se aferra a la esperanza de que todo acabará saliendo bien. Yo no me he sobresaltado, pero tampoco tengo ningún tipo de esperanza. Sé que voy solo para despedirme. Sé que empieza uno de los peores días de mi vida.
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