Capítulo 336 A
Nos sinceramos
“Siento que no estoy preparado… Siento que hoy, dentro de ese templo,
daremos uno de los pasos más complicados y decisivos.
Y… Siento mucho miedo al pensar en lo que me puedo encontrar en ese lugar.”
Nuestro primer paso fue contárselo todo a Saúl. Ahora somos cuatro para pensar en la mejor forma de entrar en ese lugar. Tras una charla breve, concluimos que lo mejor sería convencer a Nora, así que quedamos con ella después de mi salida del trabajo.
—No pienso ir a ese lugar tan horrible —dice Nora—. ¿Para eso me habéis dicho de quedar? Creo que estáis muy equivocados conmigo…
—Venga, Nora, no seas así —dice Alex—. Podemos compartir patinete si quieres, que ahora ya tienes uno nuevo, y no me has dicho si te gustó.
—No la provoques, por favor… —dice Frank.
—¿Qué tiene que ver el templo con la predicción? —pregunta Nora.
—Puede que nada —dice Saúl—, pero creo que, si llegamos a ese templo a las once de la noche, tendremos una gran ventaja el mes de febrero…
—Saúl —dice Nora—, como te digo siempre: tú céntrate en lo que te tienes que centrar. Reinicios y predicciones. Deja de meter las narices más allá, ¿quieres? Empiezas a ser cargante.
—¿No nos ayudarás? —pregunto—. ¿Lo haces para proteger a esa persona?
—¿Todavía no has adivinado mi lista? Pobrecito Izan…
—¡Nora! —grita Frank—. Tu ex es Jordi, ¿verdad? Y tiene a Lydia y a Estrella secuestradas. No sé si tú sabías eso o no, pero tenemos que hacer algo.
Nora agacha la cabeza. No contesta.
—Nora… —dice Saúl—. Tienes razón en que tengo que centrarme en las predicciones. Ya he pensado en formas de hacerlo, como que los cuatro aquí presentes nos contemos un secreto, y así cuente que nos sinceremos. Tal vez tú quieras decirle al otro grupo que hagan lo mismo, y así seguimos adelante. Pero eso no importa. Lo que importa es que esto tiene que terminar… Tú no quieres dar poder a Jordi, lo sé muy bien… Y a lo mejor, en ese templo, Jordi se vuelve mucho más peligroso.
—¿Por qué lo dices? —pregunta Nora.
—No tengo ni la más remota idea. Pero si tienen un plan tan concreto, y encima está involucrado el templo de tu abuela… Un sitio al que tú tienes pánico… No me fío ni un poco de lo que puede salir de ahí.
—Pues lo siento, pero no —dice Nora.
—Nora, por favor… —dice Saúl.
Nora vuelve a agachar la cabeza, y mira hacia un lado. No quiere contestar.
—Lo siento. No.
Tras decir eso, Nora da la vuelta y sale corriendo. Yo grito su nombre, pero me ignora.
—Qué cabrona —dice Alex—. ¿Plan B?
—Sería Estrella —dice Saúl—, pero si Jordi la tiene secuestrada…
—Oliver, entonces —dice Frank.
—Sí… Oliver. Yo también lo he pensado —digo—. Pero me jode muchísimo tener que pedirle un favor así…
Los cuatro nos dirigimos al centro de masajes donde trabaja Oliver. Dice que tiene un hueco a las siete, así que esperamos casi una hora hasta que nos puede atender.
Le sugiero que deje el móvil en la consulta y que hablemos en la calle, para evitar posibles escuchas.
Le contamos lo del templo. Como era de esperar, su reacción no es nada amigable…
—¿Me lo estáis diciendo en serio…? —pregunta, casi temblando.
—No hace falta que entres al templo —digo—. Tampoco nos tienes que llevar ni nada. Solo nos tienes que indicar dónde es. Lo sabes, ¿no?
—Sí… Sí que lo sé —dice Oliver—. Y no tenía pensado volver nunca más. Ahí es donde mi abuela me… Los experimentos. El Oni Sesa… La sala horrible…
—¿La sala horrible? —pregunto.
—Una sala donde mi abuela puede hacer los peores conjuros… No sé qué tiene, pero mandó a construir el templo en esa zona específica porque, según ella, era la zona con mejor energía de la ciudad. Creo que esa sala utiliza esa energía, o… No sé. Es un lugar horrible.
—Oliver… Solo dinos cómo ir. Iremos nosotros —digo.
—Pero… ¿Qué hay ahí? —pregunta—. No me digas que podría estar el… Bueno, el ex…
—Jordi, sí —dice Alex.
Al escuchar ese nombre, Oliver cierra los ojos y se tapa los oídos por instinto.
—¡Alex! —grito.
—Perdón, pero tenemos prisa —dice Alex—. Ya sabes lo que hay. Y que sepas que Lydia y Estrella están en peligro porque Jordi las ha secuestrado. ¿Cómo lo ves?
—Oliver, de verdad… No hace falta —digo.
—Izan —dice Frank—. A lo mejor Gris lo sabe. Él trabajó con Olivia en otro mundo, y si asumimos que ese templo ya existía…
—Buena idea —dice Saúl—. Siempre que el templo fuese construido antes de 2016 o que Olivia tuviera muy claro que lo iba a hacer…
—Es verdad —digo—. Oliver, ya nos apañaremos nosotros, ¿vale?
—Mi abuela construyó ese templo en 2019. Lo terminó justo antes de la pandemia… Me acuerdo por eso.
—Mierda. Entonces, no tenemos garantías… —dice Saúl.
—Izan —dice Oliver, sin dejar de mirar al suelo—. Salgo de trabajar a las nueve y media. Os llevaré en coche. Estaremos ahí en poco más de media hora. ¿Te parece bien?
—¿Estás seguro?
—No creo que entre —dice—, pero quiero ayudar en lo que sea posible… Porque podrían hacer daño a Lydia, a Estrella, a ti… Y también a Anna.
—Muchas gracias, Oliver… De verdad —digo.
Gracias a este ofrecimiento, los cinco vamos en el coche de Oliver hasta el templo Sallares. Hemos llegado a una zona del bosque que impide que el coche pueda seguir avanzando. Oliver dice que el templo está a cinco minutos a pie.
Estamos ahí, con el coche aparcado, haciendo tiempo hasta que sean las once.
No me gusta nada estar en un bosque así a estas horas de la noche… No se ve nada, y el ambiente se me hace insoportable. Y eso que todavía no nos hemos ni adentrado…
Para aprovechar este rato, todavía protegidos en el coche, intentamos hablar sobre la identidad de la persona que me hizo escribir el calendario.
—Una cosa sí que tengo clara —digo—. No es Liam.
—¿Liam? ¿A qué viene eso? —pregunta Saúl.
—Esto me da mucha vergüenza reconocerlo… —digo—. Jordi me dijo que tenía pruebas que indicaban que Liam era el ex de Nora, o como mínimo alguien que se veía en secreto con ella.
—¿Qué? —dicen Frank, Alex y Saúl a la vez.
—¿Por qué no nos dijiste nada? —pregunta Frank.
—Es lo mismo que pensaron Lydia y Estrella sobre Jordi… Nadie quiere acusar a un amigo sin estar del todo seguro, porque ahora somos todo un grupo, y todos podrían querer ir a por él… Ellas prefirieron estar seguras, y yo lo preferí también. Por culpa de eso, confié en Jordi…
—Seguro que Jordi calculó eso —dice Oliver—. No te imaginas lo peligroso que es… Es una persona rica, con poder, recursos, inteligencia superior al promedio… Y que se aburre mucho, y necesita sacar a pasear su crueldad. Todo eso es Jordi.
—Hace que Nora parezca buena… —dice Alex—. Ah, perdón si he ofendido a alguien. Soy el único que no ha tenido negocios o vínculos directos con Nora, así que todavía le tengo un poco de tirria, y más después de dejarnos tirados antes.
—¿Habéis intentado que mi hermana os traiga aquí? —pregunta Oliver, y nosotros asentimos—. Es normal que os diga que no… Ella le tiene más miedo que nadie a este sitio.
—Me está empezando a dar pánico esto… —dice Saúl—. Si veo que la cosa se pone complicada, que aquí no se sincere ni Dios, que con un reinicio lo haremos mejor.
—Preferiría no llegar a eso —digo—. A mí que me reinicien sin avisar, porque si no, me da muchísima angustia.
—Perdón… —dice Saúl.
—Bueno, volviendo a lo de la persona que te ofreció el calendario en el otro mundo —dice Frank—. No es Liam, supongo. ¿Qué más tenemos?
—Yo qué sé… —dice Alex—. Nos lo hemos preguntado tantas veces… ¡Tú! —dice Alex, mirando a Oliver—. A ti no te hemos preguntado opinión todavía. ¿Cuál es tu punto de vista?
—¿El mío…? —pregunta Oliver—. Yo no tengo ni idea. Hay muchas cosas de mi hermana que no sé. Izan me contó lo de la lista de las seis personas, y yo no sé nada de eso. No sé a quién más quiere Nora… Si es que de verdad quiere a alguien.
—Qué triste todo… —dice Alex.
—Si tuviera que pensar en cómo se ha dado todo lo del calendario… —dice Oliver, y se gira hacia Saúl—. ¿Qué cambios han sido los más destacados entre los dos mundos?
—Puf… —dice Saúl—. No sé ni por dónde empezar. Encima, me mareo solo de pensarlo, porque con los reinicios y todo, yo ya no sé de dónde es cada cosa.
—Hay relaciones que han cambiado, ¿no? —digo—. Eric con Iris, o… Lo que me pasó a mí con Abril, antes de conectar con el olor de los pasteles de Anna.
—Claro —dice Saúl—. No sabemos si los cambios de ese estilo son fruto del efecto mariposa, o si estaban calculados para que este tercer mundo funcionase así.
—¡Eh, chicos! —grita Alex—. Frank está poniendo su cara de pensar muy fuerte.
Frank está pensativo. Sufriendo. Casi gruñendo.
—Frank… —dice Saúl—. ¿Qué piensas?
—Exprésate, por favor —dice Alex.
—Izan… —dice Frank—. El olor… ¿No te gritaba que te alejases de Abril por todos los medios?
—Sí… Porque supongo que quería hacer prevalecer mis sentimientos por Anna, ¿no?
—Sí. Es muy posible que sí —dice Frank—. Solo digo que… Bueno, que el Izan del otro mundo sí que llegó a saber que la persona que le ofreció el calendario era la persona que está detrás de todo esto. Solo digo que es una posibilidad…
—¿Qué estás diciendo? —pregunto—. ¿Estás diciendo que Abril…?
—Solo digo que es una posibilidad —insiste Frank—. Estamos hablando de posibilidades, ¿no?
—No me parece raro —dice Oliver—. Yo… Bueno, no sé si Izan os lo ha contado, pero llevo ya unos días intentando aprender a comunicarme con mis recuerdos de la otra vida. Uso trucos, llaves y cosas. Y… No sé, hay cosas, como la cuenta esa que te dije, la de Rodi ART, que… Me provocaron un rechazo enorme. Bueno, supongo que es normal… Pero es verdad que noto que conectar con esos recuerdos equivale a muchas sensaciones y mensajes distintos.
Yo no me puedo creer lo que oigo.
—Saúl —digo—. ¿Tú qué opinas? ¿Te encaja con lo que viste de Abril en la anterior repetición?
—Yo nunca supe quién te dio el calendario, ya lo sabes —dice—. Pero… Abril era de las personas que más mierdas secretas sabía de ti. Tomó el rol de psicóloga, y tú le contabas cosas que ni te atrevías a contarle a los demás.
—A saber la de mierda que le soltarías… —dice Alex.
—No me digas eso… —digo.
—¿Y si Abril te lo propuso como un ejercicio psicológico? —dice Oliver—. Lo del calendario, digo.
—Hostia… —digo.
—A ver —dice Saúl—. Abril no era psicóloga como tal. Era como un juego de roles que tenía con Izan. No sé hasta qué punto eso sería así…
—Vale. La tenemos sobre la mesa como opción —dice Frank—. Izan, si te incomoda pensar que es ella, podemos pensar en otra cosa.
—Sí, por favor… —digo.
—Espera —dice Alex—. Es que, lo siento, pero que Abril acabase estando contigo en este mundo, y que ahora parezca que la persona misteriosa sea alguien que quiere joder a Anna, es algo que no me gusta nada. Además, le estoy dando vueltas, y Abril por ejemplo estaba en la fiesta de fin de año. Ella pudo poner el calendario.
—Claro… —dice Frank—. O sea, que pueden ser muchas otras personas que estaban ahí, pero… Que es algo que suma.
—No voy a acusar a Abril solo por eso… —digo—. Vosotros, excepto Saúl, también estabais. Y también estaban Iris, Eric, Julia, Liam, el grupo de Aaron… Y mucha otra gente.
—Lo sé, lo sé —dice Alex—. Perdón si voy muy a saco. Noto que mi cabeza me está pidiendo que suelte todo lo que pienso, y luego ya veré si rectifico o no. Es mi estilo.
—Ya, ya… —digo.
—Justo antes de que conectases con el olor de Anna… —dice Oliver, intentando hacer memoria—. Abril y tú avanzasteis más que nunca, ahí en el pueblo de Anna. No sé cómo fue, pero… Creo que ella pudo hacer lo posible por afianzar la relación contigo en ese preciso momento. O, bueno, así es como se vio desde fuera…
Mierda. Es verdad. Abril y yo pasamos una mala racha aquel verano, pero, de repente, decidió volverse mucho más cariñosa conmigo. Tuvimos aquel momento en que nos perdimos en el pueblo de Anna, y después se declaró de aquella forma tan bonita, y… Fue la vez que noté que Abril y yo nos queríamos más. De hecho, si no fuera por aquello, yo no hubiese dudado tanto entre Abril y Anna, ya que lo de Anna fue muy fuerte en cuanto conecté con los sentimientos del otro mundo. Pero lo de Abril fue tan fuerte al final que… Nunca pude terminar de olvidarla por culpa de eso.
Además… Hace poco, aquella llamada del domingo… No, no puede ser… Le dijeron a Anna que ella había hecho mucho daño. ¿Era por celos? No. No me lo creo…
—En el caso hipotético de que esto sea como decimos… —dice Frank—. ¿Abril es la persona de Nora? ¿La cuarta persona especial?
Todos miramos a Oliver para ver si sabe algo.
—Yo no conozco ninguna relación entre Abril y mi hermana. No me suena de nada. Creo que me acordaría, vaya. Lo único que pensé sobre ellas es que, cuando Izan estuvo primero con Abril y luego con Anna… Bueno, a lo mejor lo pensé de forma muy subjetiva, tirando hacia lo mío, pero… ¿No puede ser que Nora tratase mucho peor a Anna que a Abril?
Mierda, de nuevo. Eso también lo he pensado muchas veces. Abril casi nunca tuvo que sufrir a Nora, pero, en cambio, amenazó a Anna y se burló de ella en muchísimas ocasiones.
—Oye —dice Frank, mirando el móvil—. Las once menos cuarto. ¿Vamos tirando?
—Vamos tirando… —dice Saúl.
—Oliver, ¿te quedas aquí? —pregunta Alex.
Oliver titubea.
—Voy a entrar.
—¿Qué? —pregunto, saliendo de mi ensimismamiento—. ¿Estás seguro?
—Os quiero ayudar. Y quiero saber quién es. Y… Me da miedo que Anna esté ahí. Me ha dado ese miedo así, de repente… Y quiero estar. Lo siento si soy una molestia.
—No es listo ni nada —dice Alex—. Ha visto que vamos con semejante tiarrón como es Frank, y ya no tiene tanto miedo.
—Bueno… Eso ayuda —dice Oliver, con una risa tímida.
—No te pasará nada —dice Frank, sonriendo.
—Pues venga, vamos —dice Saúl—. ¡Izan! ¿Estás con nosotros?
—Sí… Sí, perdón.
Llegamos a la puerta. Oliver dice que no tiene llave, pero Alex, tras examinar el pomo, dice que la puerta está abierta.
—Suena a que ya contaban con que vendríamos… —dice Saúl—. No me ha gustado nada eso.
—Prepara los músculos, Frank —dice Alex—, que ya mismo vamos a tener problemas. Además… Ya nos deben de estar viendo, porque hay una cámara ahí arriba. Saludad con una sonrisa.
Todos entramos. Yo también, detrás de ellos.
No puedo dejar de pensar en lo de Abril.
No… Lo de Abril no puede ser. No me lo creo. Además… Hay algo que me falla.
Y, hay una cosa en la interacción que hemos tenido antes los cuatro con Nora, que… Tampoco me la puedo quitar de la cabeza. ¿Por qué no puedo parar de pensar en eso…?
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Capítulo 336 B
Nos sinceramos
Izan ya está dentro del templo. Seguro que se siente mucho más seguro por ir acompañado por tanta gente.
Si Jordi me ha dicho la verdad sobre lo que le espera al otro lado, podremos usar la sala secreta. Si le sacamos los recuerdos a Izan en esa sala, podremos disponer de muchísima información para encarar mejor el mes de febrero y terminar esto como es debido.
Ya sé que me la han jugado, y que ninguno de mis compañeros buscaba lo mismo que yo… Es muy posible que Jordi me abandone, pero, por ahora, tenemos que seguir en el mismo barco. Solo un poco más, y luego será solo cosa mía. No me importa. No necesito a alguien tan impredecible como él. Es que, en primer lugar, Jordi nunca tuvo que formar parte de esto. Tuvo mucha suerte… El lugar perfecto en el momento perfecto…
Por lo menos está de acuerdo conmigo en meter a Izan en esa sala. Si sale bien, Izan parecerá un zombi durante todo febrero, y será mucho más fácil actuar. Para que las predicciones se sigan cumpliendo, asumiré que personas como Frank o Saúl seguirán trabajando en ello en lugar de Izan, que no podrá dar más de sí el mes que viene.
Bueno… Saúl ya lo veremos. No depende de mí, pero, a lo mejor hoy se lo quieren quitar de encima.
El problema es Nora. Jordi ya me ha dicho que Nora ha venido. Me molesta lo que pueda hacer, porque no querrá que le hagamos nada a Izan, y menos si tiene que ver con aquella sala.
Espero que la idea que se le ha ocurrido a Jordi funcione para tener controlada la situación. Aunque me ha dicho que jugará un poco y que le dará oportunidades a Izan. Eso no me ha convencido nada. Por eso odio trabajar con él…
Frank será otro problema, pero creo que también tenemos algo muy bueno para mantenerlo inestable. Hoy nos tiene que salir todo bien…
Me molesta que todas esas personas que dicen apoyarme se crean que tienen el control sobre el calendario. No debí dejar que nadie se metiera en esto. Hice mal en acudir a Nora. Esta es mi historia. Mi historia con Izan.
No te imaginas cuánto te estoy vigilando, Izan… Pero me molesta que estés tan distraído. ¿No te pones nervioso por lo que pasará? Eres especialista en destrozar mis nervios…
Vuelves a quitarme importancia. Te vuelve a dar igual todo. No te importo. Ni en esta, ni en ninguna otra realidad. Eres así de hipócrita. Pero ya no podrás ignorarme más… Seré tu obsesión durante todo el mes de febrero. El olor de tu arrepentimiento es el único olor que yo necesito…
Venga. Vamos a sincerarnos.
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Capítulo 336 A (Parte 2)
Estamos dentro del templo.
Lo primero que vemos es un pasillo oscuro y húmedo. Hace muchísimo frío aquí dentro.
Me duele el estómago.
Alguien pone una mano en mi espalda, y yo pego un bote.
—Izan, calma —dice Alex, con una sonrisa tranquila.
—Alex, por favor… Que estoy muy tenso.
—Pues por eso te toco la espalda. Para recordarte que estamos aquí contigo. No te pongas tan nervioso.
—Ah… Gracias. Muchas gracias.
—Oye, Oliver —dice Alex—. Si salimos bien de aquí, le tienes que dar un masaje de los tuyos a Izan para destensarlo, pobrecito mío.
—Sí, por favor… —digo.
—Hecho —dice Oliver—. Solo tienes que pedírmelo.
—Gracias. Gracias a todos —digo.
—¿Cuánto dura este pasillo de mierda? —dice Saúl—. Me está poniendo de los nervios.
—Ya ha terminado —dice Oliver—. Es esa sala…
Vemos el final del pasillo. Hay una puerta entreabierta, y vemos pasar un poco de luz por una línea muy fina.
Abrimos la puerta. Hay una sala enorme, pero con una iluminación tenue y algunas lámparas rotas que no nos permite ver bien quién está ahí.
Antes de poner un pie dentro, alguien corre hacia nosotros y nos empuja.
Es Nora.
—¡Fuera! —grita ella—. ¡Fuera de aquí, rápido!
—Nora… Tenemos que pasar —digo.
—No. No tenéis que pasar. Fuera, por favor.
—Nora, cariño, estate quietecita, ¿quieres? —dice una voz al fondo de la sala.
Nora aprieta los dientes y da dos pasos hacia atrás.
Con el eco no estoy seguro, pero… Creo que era la voz de Jordi.
Entramos poco a poco en la sala. Sí… Es Jordi.
—No hagáis caso a Nora —dice Jordi, acercándose un poco a nosotros—. Ya que estáis aquí, vamos a divertirnos. Qué mala que es Nora, que nos quiere quitar eso, ¿verdad?
—Tú… ¿Cómo eres tan…? ¿Cómo puedes ser así…? —pregunto—. Te has divertido a mi costa, eso seguro.
—Uf… No te lo imaginas, Izan. No te lo imaginas. ¿Qué tal Liam? ¿Ya le has dejado claro que eres un amigo de mierda que sospecha de él a la primera de cambio? Anda que…
—Vete a la mierda… —dice Frank.
—Frank y Alex, me sobráis. Saúl… Ya veremos. No te quedes muy lejos, que ahora vemos qué hacer contigo. Pero solo necesito a Izan. Y tú… —señala a Oliver—. El que está un poco más apartado, esperando el momento para salir corriendo… Tú también vas a quedarte, por rata chivata. Así que, salvo mi buen amigo Izan y la ratita de mi excuñado, los demás os podéis ir. Pero sois tres machotes que van de guardianes de Izan, y no me haréis ni caso, ¿verdad?
—Izan —dice Saúl—. Recuerda que solo necesitamos salir corriendo y esperar a que la predicción no se cumpla. Con algún reinicio, puedo trazar un buen plan…
—No —digo—. Eso será el último recurso.
—Oye —dice Alex—. Hay otra persona ahí atrás. Detrás del capullo de la gorra.
Me pongo en guardia. No veo bien a la persona, porque está en la zona más lejana y oscura de la sala. Está sentada en un sillón. Creo que es alguien con el pelo largo, pero no distingo quién es…
Se acaba de levantar. Se acerca.
—¿Qué? —dice Frank—. ¿Qué haces tú aquí?
Se acerca un poco más.
No.
No puede ser.
¿Qué hace ella aquí…?
—Sorpresa —dice, sonriendo.
Es Dana.
Es ella la que está aquí, y nos mira con una expresión que ni reconozco.
No lo entiendo… ¿Qué hace Dana aquí…?
—¿Dana…? —pregunto—. ¿Estás ayudando a Jordi…? ¿Tú eres la persona que…?
—¿Yo? —dice Dana—. Pues a ver, cómo te lo cuento…
De repente, escuchamos a Oliver gritar a nuestra espalda. Al girarnos, vemos que Jordi lo ha agarrado del pelo y lo está apuntando con una pistola.
—¡Eh! —grito.
—Hijo de puta… —dice Frank, y corre hacia Oliver.
—Eh, eh, eh —dice Jordi, apuntando con la pistola a Frank—. Quietecito.
—¡No! —grita Nora, y corre hacia la pistola—. Para. Baja eso.
—Nora… Estate quietecita, anda… —dice Jordi—. Que no soy de gatillo fácil, pero si me ponen nervioso, no te prometo nada…
—No apuntes a nadie… —dice Nora.
—Pues dile al musculitos que se retire unos pasitos, ¿quieres? —dice Jordi.
—¡Suelta a Oliver! —grito.
—Oye, Izan… No te metas —dice Jordi—. Esto son riñas de familia. Es mi cuñadito, ¿sabías?
—Izan… ¿Estás pasando de mí? —dice Dana.
Yo empiezo a ponerme muy nervioso. No entiendo nada.
—Somos más… —dice Alex—. Podemos hacer algo…
—¿Seguro que sois más? —dice Jordi—. ¡Martí!
De la puerta trasera, aparece Martí, y se pone al lado de Dana. También saca una pistola.
—¿Dana…? —digo—. ¿Me puedes explicar qué está pasando…? ¿Qué haces trabajando con Martí después de lo que te hizo? No puede ser que seas tú. Tú no… ¿Eres la persona que hizo lo del calendario…?
—Sí. Soy la persona que hizo lo del calendario —dice—. Ah, pero, espera. Creo que no la persona que te piensas. O sea… ¡Claro! Ya, ya. Vale. Tú me estás preguntando por la persona que te hizo escribir el calendario en el mundo anterior, ¿verdad?
—Sí…
—Yo no soy esa. Yo te estoy diciendo que hice el calendario.
—¿Qué…?
—¿No me entiendes, jovencito? Que yo… ¡Hice el hechizo del calendario! ¡Ji, ji, ji!
…
Escuchar esa risa eriza todos mis nervios. Se acaba de congelar mi respiración. No puede ser…
—¿Qué acabas de decir…? —pregunto—. Es una broma… ¿Verdad?
—Qué va, niño. Qué va. Controlar el cuerpo de tu amiga Dana me ha llevado más de un mes. Es una mujer feroz, la abogaducha… Ji, ji, ji… Pero ya estoy aquí. ¿No tenías ganas de volver a verme? Tú estabas durmiendo cuando la abogada asesina me clavó el cuchillo.
No. No. No. Olivia no puede estar aquí… No. En el cuerpo de Dana. No…
—He tenido muy pocos momentos de control —dice Olivia—. Dana no se dejaba. Qué mal que lo pasó, y sin entender nada… Solo sabía que se tenía que resistir y no perder la cabeza. Menos mal que pude hacer que escondiera el tercer tomo dorado en un compartimento secreto de mi despachito secreto al que os llevó la fracasada de mi nieta. ¡Qué bueno! Dana no se dio ni cuenta de que ella misma lo lanzó por el hueco de la trampilla. ¡Qué miedo pasé cuando preguntaste por el tomo, Izan!
—¿Por qué está ella en el cuerpo de Dana…? —pregunta Frank, con la voz temblorosa.
—Cállate, que estoy hablando con Izan —dice Olivia—. ¿Sabes? ¿Sabes? Esto es gracioso. El otro día, cuando fuiste a casa de Dana a rememorar batallitas del Izan Rojo, hay un momento que Estrellita dijo, delante de todos, que yo era una hechicera increíble, o con mucho talento, o algo así, ¿verdad? Bueno, no sé qué palabras utilizó, pero me dejó muy bien como bruja. Y yo, tonta de mí, le dije que gracias. ¡Con el cuerpo de Dana, y yo dándole las gracias por el cumplido! Ji, ji, ji. Menos mal que más o menos supe hacerme la tonta y Dana siguió la frase como si hubiese agradecido otra cosa que venía a cuento en la conversación. ¡Qué adrenalina!
—Pero… ¿Por qué estás en el cuerpo de Dana? —pregunto.
—¿Tú qué crees? —dice Olivia—. Yo sé cómo sacar el alma de mi cuerpo cuando está muriendo. ¿Tú no atiendes o qué? Lo hice una, y otra, y otra vez para entrar en el cuerpo de otras versiones de mí a la fuerza. Para mí no es nada nuevo. Solo vale si sacas el alma justo cuando vas a morir, y si entras rapidísimo en la persona más cercana. Así es como me parasité a mí misma durante tantas líneas temporales. Y… ¡Vaya! Al ver que Dana me mataba, entré. ¿Quién desaprovecharía esa oportunidad? Yo siempre he tenido claro que, si me mataban, entraría en el cuerpo de mi asesino. ¡Que se joda! ¡Ji, ji, ji! Ah, pero… Vaya con Dana, ¿eh? No es lo mismo que entrar en otra versión de mí, no señor. Dana me lo ha puesto difícil.
—Sal del cuerpo de Dana… —dice Frank—. Sal de ese cuerpo ahora mismo…
—¡No me da la gana! ¡Maleducado! —grita Olivia, sonriendo—. Despídete de tu abogada.
—Pero Dana me habló ayer… Me envió a Victoria…
—¡Qué va! ¡Esa fui yo! ¡Ji, ji, ji! Fue idea de Jordi. Él ayudó a la tal Victoria a que encontrase las pruebas contra el jefe ese. ¡Ella se pensó que fue mérito suyo! Todo salió como habíamos pensado. Fue la aportación de Jordi para cumplir un par de predicciones. ¡Eh, Saúl! Dale las gracias al chico guapo de la gorra por ayudarte a cumplir rápido las predicciones, anda. No sé qué harías sin él.
—Olivia —dice Jordi—. ¿No tendríamos que ir empezando? Ya mismo serán las doce.
—Claro, cariño —dice Olivia—. Te cedo los honores.
—Izan —dice Jordi, todavía agarrando a Oliver del pelo—. Tenemos un poco de prisa. Si quieres que cumplamos la predicción, lo vas a hacer a nuestra manera. Te voy a pedir que entres en esa sala de ahí atrás, y que te asegures de que ni Frank, ni Alex, ni Saúl te siguen.
—¿La sala de atrás…? —pregunto.
—Mi cámara especial —dice Olivia.
—¡No! ¡Ahí no! —grita Nora—. Ni se os ocurra meter ahí a Izan.
—Nora… Cállate —dice Olivia—. Desagradecida traidora… Tú vas a hacer todo lo que te digamos, o nos cargamos a más de la mitad de tu lista. Incluidas las dos personas que añadiste después… Que Jordi tiene una teoría muy buena de quién son.
—¿Jordi tiene…? —Nora mira a Jordi, asustada, y cede completamente.
—Sí, la verdad —dice Jordi—. Así que mejor que te portes bien y dejes de molestar. Tú te quedarás por aquí sin hacer ruido, y luego, pasadas las doce, tienes una charlita honesta con lo que quede de Izan después de pasar por la sala. Así, de paso, cumplimos la predicción de mañana. De nada otra vez, Saúl —dice, guiñándole el ojo.
—Izan, vámonos —dice Saúl—. Si nos vamos ahora, no se cumplirá la predicción. Usaré la información que tenemos para replantear las cosas. Sabremos de antemano lo de Dana y lo de la sala, y tampoco hará falta traer a Oliver.
—Eso sería un inconveniente —dice Jordi—. Pero yo sé que Izan no está nada convencido con tu solución. Eres muy egoísta, ¿lo sabías, Saúl? Propones eso porque eres el único que recordará lo de hoy. Los demás seremos una versión distinta… Una que parte desde el inicio de este día. Según como se mire, sería como si nos mataras a todos.
—Pues lo siento —dice Saúl—. Habéis muerto miles de veces, entonces.
—Si no nos enteramos está bien —dice Jordi—. El problema es si quieres que Izan y compañía te apoyen en eso voluntariamente. Creo que no. ¡Pero! Por si Izan todavía duda… Le voy a proponer un juego.
Jordi suelta un poco a Oliver, pero lo mantiene cerca, amenazándolo con la pistola igual.
—Cómo le gustan los juegos a mi Jordi… —dice Olivia.
—Te voy a dar una oportunidad de oro —dice Jordi—. Me tienes que decir quién es la persona que te hizo escribir las frases del calendario en el anterior mundo. Quién es la persona que todavía no sabes que ha estado trabajando con Olivia y conmigo para amargarte todo este año.
—¿Qué pasa si no contesto?
—Que eres un soso —dice Olivia—. ¡Aburrido!
—Te lo voy a dejar más claro. Si aciertas a la primera, nadie entra en la cámara mágica de Olivia. Si fallas, entras en la cámara por tu propio pie. Si no contestas o no obedeces, meteremos a Oliver a la fuerza en la cámara. Olivia ya me ha dado su permiso para hacerlo.
—¿A Oliver? ¿Para qué? —pregunto.
—Porque él también tiene montones de recuerdos del pasado —dice Jordi—. Mientras tú no te quieras meter ahí dentro, iremos tirando con él. Aunque tengo la sensación de que preferirás sacrificarte tú, ¿a que sí?
—Vale. Acepto —digo—. Si acierto, nadie entra. Si no acierto, entro yo. Deja que Oliver venga aquí conmigo.
—Izan… —dice Oliver, temblando.
—Tú, quieto —dice Jordi, mirando a Oliver—. Me parece valiente lo que dices, Izan. Pero Oliver no se mueve de mi lado hasta que aciertes a la persona, o hasta que entres en esa sala.
—Izan, no entres ahí… —dice Oliver—. No te preocupes por mí. No será muy diferente a cuando mi abuela me aplicaba el Oni Sesa…
Olivia se ríe muchísimo. Es una asquerosa…
—Lo voy a intentar adivinar, entonces… ¿Puedo pensar con calma?
—Te doy, como mucho, diez minutos —dice Jordi.
—¡Hala! ¡Qué generoso! —grita Olivia—. Dale cinco y va que se mata.
Jordi resopla un poco.
—Ocho minutos, Izan —dice Jordi—. No tenemos mucho tiempo, pero quiero que tengas la oportunidad de pensarlo con calma. No me gusta jugar a juegos amañados. Prefiero perder antes que ganar con trampas, aunque no te lo creas.
Dicen que, si lo adivino, nadie entra en esa sala… Una sala que le da pánico a Nora…
¿Será verdad? No creo que me pueda fiar de ellos, pero… Incluso aunque me estén mintiendo, sí que me gustaría saber quién es la persona que falta.
Pero no tengo ni idea. He pensado tantas cosas estos días…
Antes hemos hablado de Abril, pero… No voy a caer en esa trampa. No es Abril.
Estoy casi seguro de que la persona del chubasquero es la persona a la que estoy buscando. Tengo esa corazonada. Abril habló con esa persona. Además… Hay cosas que hemos dicho que no tienen mucho sentido. Por ejemplo, hemos dicho que Nora trataba mejor a Anna que a Abril, pero eso no es ninguna prueba. Más bien es lo contrario. Nora trata mal a las personas a las que quiere. Ha insultado muchas veces a su madre, ha tratado mal muchas veces a Oliver… Y, por supuesto, me ha tratado fatal a mí tantas, tantísimas veces…
Nora trata mal a las personas que quiere, y creo que, además de porque tiene ese problema con su personalidad… También es muy posible que se vea muy motivada por hacerle creer a su familia, o a Jordi, que no quiere a nadie. Es su forma de protegernos…
Además, hay un motivo de peso para pensar que Abril no es la culpable… Y es que Jordi intentó meterme mierda sobre ella. No me tengo que creer a Jordi. Si Liam está descartado, Abril también lo está. Ella no es, y me siento horrible por haber sospechado de ella. Me da igual lo demás.
De repente, un grito de Nora me saca de mis pensamientos.
—¡No! ¡Baja ya la pistola!
Nora está frente a Jordi otra vez. En esta ocasión, estaba apuntando a Saúl.
Por lo visto, Saúl ha intentado salvar a Oliver en un despiste, pero Jordi lo ha detectado a tiempo.
—Ya me estás cansando… —dice Frank, y empieza a acercarse hacia Jordi.
—¡Frank, ayuda! —grita Olivia. O, bueno… ¿Dana?
Frank se gira hacia ella. El cuerpo de Dana se está retorciendo de dolor.
—¿Dana…? —dice Frank, nervioso, sin saber cómo ayudar.
—Ya no —dice Olivia—. Has llegado tarde. ¡Ji, ji, ji!
—¡Joder! —grita Frank—. ¡Parad ya, joder! ¿Por qué nos hacéis esto?
Frank no puede más. Corre hacia Jordi. Alex lo intenta detener, pero no llega a tiempo.
—¡Mierda! —grita Alex—. ¡Frank, estate quieto de una vez, que tienen armas!
Jordi apunta, pero tanto Saúl como Nora se ponen en medio.
—¡Eh, eh! —dice Olivia—. No mates a Saúl.
—¿Qué? —dice Jordi—. ¿A qué viene eso? Dijimos que la opción de matar a Saúl estaba sobre la mesa, ¿no? Si ya no sale en el calendario ni nada.
—Ya, ya. Si yo también quiero que el de los bucles, si no nos va a ayudar, se muera de una vez, pero es que he desarrollado una teoría en estos últimos diez segundos. ¿Qué pasa si se muere y luego entramos en un tercer bucle?
—No sé. ¿Qué pasa? —pregunta Jordi.
—¡Pues no sé! Pero si Saúl se reinicia muerto, conservando sus recuerdos, a lo mejor eso repercute en la salud mental del Saúl del uno de marzo del siguiente mundo. ¡Imagina que Saúl no está funcional o que su cerebro quede muerto en el siguiente reinicio! No podríamos hacer nada. Todo líneas rotas.
—¿Eso tiene sentido? —dice Jordi.
—¡No lo sé! Son teorías, y las voy lanzando al aire —dice Olivia—. Sígueme un poco el ritmo, cariño.
—Bueno… —dice Jordi—. Oye, Frank. ¿Podrías confiar un poco más en tu amigo Izan? Está pensando. Igual descubre quién es la persona que le está jodiendo la vida y todo. Además de Olivia y de mí, claro.
Olivia y Jordi se ríen.
Pero a mí me da igual, porque, en este rato… Con lo que acabo de ver… Me acabo de dar cuenta de algo.
Y sí. Ella tenía razón.
Nora tenía toda la razón.
He sido idiota… Por no conocerla.
Ahora lo sé todo.
Ahora lo entiendo todo.
Todo empieza a encajarme. Pocas veces he procesado las cosas tan rápido…
Todo se pone en su sitio.
—¿Izan…? —dice Alex—. ¿Estás llorando?
—Perdón… —digo, intentando contener las lágrimas y haciéndome el fuerte. No quiero llorar… Quiero expresarme bien—. Jordi. Ya tengo una respuesta.
—¿Sí? ¿En serio? —dice Jordi, con una sonrisa acompañada de sorpresa—. ¿Estás tan seguro que lloras y todo porque crees que tienes razón?
—Nora… —digo—. Lo siento mucho. Perdón por no haber sido capaz hasta ahora de adivinar la lista completa. Ya sé quiénes son las otras tres personas…
Nora mira para otro lado. No quiere formar parte de esto, pero tampoco me quiere detener.
La lista de Nora. Las únicas seis personas a las que ella quiere. Nora sería capaz de hacer cualquier cosa por esas personas. Siempre fueron cuatro, contándome a mí, a su hermano y a su madre. Había una cuarta que nunca quiso revelar, le pregunte quien le pregunte. Ahora, como añadido de esta versión de la historia, se han añadido dos más.
—Creo que no tiene mucho mérito por mi parte —digo—. Tal vez, adivinar la cuarta persona que lleva un tiempo en tu lista, era algo un poco más complicado. Pero, en cambio, adivinar a los dos de incorporación más reciente… Bueno, digamos que Nora no ha sido muy buena ocultándolo.
—Te doy la razón en eso —dice Jordi—. Yo también lo saqué rápido. Pero continúa, por favor, que me tienes fascinado.
Sí… Sé que no me estoy equivocando. Hoy ha quedado clarísimo.
Me giro hacia Saúl y Frank.
—Sois vosotros dos. La quinta y la sexta persona sois vosotros.
Saúl y Frank se miran entre ellos, me miran a mí, y miran también a Nora. No esperaban que me girase hacia ellos para decir eso.
—¿Qué…? —dice Frank—. ¿Por qué dices eso, Izan? ¿Es por lo de Salamander? Porque si es por eso, una cosa es que nos llevásemos mucho mejor con Nora de lo que esperábamos, pero otra muy distinta es que ella quiera dar la vida por nosotros, o esas cosas que dice sobre su lista de personas queridas.
—¿No es lo que acaba de hacer? —pregunto—. ¿No acaba de interponerse entre una pistola y vosotros siempre que os han apuntado?
Frank mira a Nora con los ojos muy abiertos. Creo que no es capaz de procesarlo. Le tiemblan las manos.
—Saúl —digo—. ¿No dices nada?
—Digo que… Lo pensé más de una vez, pero me costaba creerlo. Con Nora es muy difícil llegar a ese tipo de conclusiones. Al menos, para mí, lo es…
—¿Y tú, Nora? —digo—. ¿He acertado?
Nora separa poco a poco la mirada del suelo, y me mira.
—Sí. ¿Qué pasa? Tal y como has dicho, no tiene mérito que lo sepas si acabo de interponerme entre una pistola y ellos…
—¿Tendría mérito si adivino entonces a la persona que falta? —pregunto.
—Pues sí. Me sorprendería, viniendo de ti —dice.
—La persona que falta… —digo, pero me cuesta hablar, porque estoy conteniendo las ganas de llorar—. Es una persona que hace poco, teorizando con mis amigos, llegamos a adivinarla… Pero pensamos que la habías añadido hace poco. Y no… No fue hace poco.
—Espera… —dice Saúl—. ¿Te refieres a…?
—Sí.
Como no está aquí, estoy menos seguro de esta respuesta. Pero mi instinto me lo dice. Ese instinto en el que Nora confía, y que me dice que yo conozco a Nora mejor que nadie. Una vez he caído en la cuenta de quién es, ya no me puedo quitar esa idea de la cabeza.
—Es Hugo —digo—. Hugo es la cuarta persona. La que ha estado en la lista de Nora desde hace mucho, muchísimo tiempo.
—¿Qué…? —dice Oliver.
—¿Hugo? ¿El padre biológico? —dice Alex—. Pero ese es tu amigo en los VDLS, ¿no?
—Sí.
Todos miramos a Nora, pero ella no quiere mirar a nadie.
—Quieres a Hugo desde siempre. Así eres tú. Tratas mal a las personas a las que más amas, para que tus abuelos, o Jordi, no se crean que los quieres. Hugo estaba mucho más seguro si no se mezclaba con sus hijos… Y por eso siempre lo quisiste separar de tu hermano y de ti. Pero, cuando ayudé a Oliver a reunirse con su padre… Poco a poco, empezaste a ceder. Tú también querías hablar con él. Sabías que Hugo te quería de manera incondicional, y sé que tú eres de las que más valoras ese tipo de amor. Por eso, cuando se ofreció a llevarte en coche en el funeral de mi tío, o el día del Proyecto Esmeralda… Dijiste que sí sin pensártelo dos veces. Sin burlas, sin tonterías. Era lo que querías. Siempre has querido a Hugo.
—No sigas… Ya has dicho demasiado —dice Nora.
—Lo siento —digo—. He asumido que ya no era ningún secreto.
—Ya. No lo es. Pero cállate.
—Izan, frena… —dice Frank—. ¿Estás diciendo que Hugo es la persona que estamos buscando?
—No. Eso no encaja —dice Saúl—. Hugo no estuvo en la fiesta de fin de año. Si Hugo fuera la persona a la que buscamos, querría decir que hay otro cómplice más que sí que estaba en la fiesta, y que ya no sabemos ni cuántos enemigos tenemos. Como sea eso yo me rindo…
—Pero… ¿Entonces? —dice Frank—. ¿Lo hemos estado planteando mal?
Aquí se termina todo. No quiero decirlo en voz alta, pero tengo que hacerlo…
—No puede ser… —dice Saúl, tapándose la boca. Él ya se ha dado cuenta.
—Sí… —digo—. De las seis personas de la lista de Nora, solo tres hemos estado en esa fiesta.
—¿Qué dices…? —dice Alex—. No me digas que lo hemos tenido delante todo este tiempo, por favor…
—Yo era una de esas personas —digo—. Tú también, Frank. Pero sé que no eres tú. O, mejor dicho… Sé que es la otra persona.
—No me jodas… —dice Frank.
Todos miramos en una misma dirección. A una única persona.
Jordi se retira un poco y deja solo a Oliver.
Él nos mira a todos, mostrando una expresión confusa.
—¿Qué…? —dice—. ¿Qué pasa? ¿Por qué me miráis así…?
Ya no puedo contener las lágrimas. Me muerdo el labio para evitar llorar más de la cuenta. Me da mucha pena…
Siempre pensé que me enfadaría… Pero solo tengo ganas de llorar.
—Oye, en serio… Me estáis asustando… —dice Oliver—. ¿Me estáis mirando así porque salgo en la lista de Nora? No es ningún misterio eso… Soy su hermano…
—Oliver… Por favor… Deja de burlarte de mí —digo.
—¡Izan! —grita Oliver—. ¡No te dejes engañar por lo que te metan en la cabeza Jordi o mi abuela! Antes hemos hablado, por ejemplo, de Abril… ¿Qué pasa con eso? A lo mejor os equivocasteis con la teoría de la lista de Nora, y ella está protegiendo a la persona que buscas por otros motivos.
—Oliver… —digo—. En esa conversación de antes… Tú eres el que ha guiado las sospechas hacia Abril.
—¡¿Qué?! —grita Oliver—. Venga ya… Qué fuerte…
—Eres tú el que ha hecho que pensemos en los cambios principales respecto al mundo anterior. El primer cambio que puede venir a la mente es mi relación con Abril. Si, además, lo sumamos con la llamada que recibimos el domingo, por parte de alguien con voz distorsionada, que asumo que era Jordi… Esa llamada fue para garantizar que se cumpliera la predicción, y de paso para meter en mi cabeza que la persona misteriosa podría estar celosa de Anna.
—Eso que dices no tiene ningún sentido… —dice Oliver—. Dices cosas así para que todo te encaje, pero no le veo sentido. Por favor, Izan…
—Pero es que tú llevas tiempo haciendo esto, ¿no? ¿O no te acuerdas? Fuiste tú el que le comió la cabeza a Abril para que se fijase en mí en esta versión de la historia.
—¿De qué hablas…?
—A lo mejor no te acuerdas. El día en el que quedamos solos Iris, tú y yo, en la predicción que me refiero a nosotros como el trío introvertido… Ahí pasó una cosa extraña. Tú mismo me dijiste que Abril te contó que empezó a fijarse en mí por algo que tú le dijiste. Fuiste tú el que dijo las palabras adecuadas para que Abril quisiera conocerme mucho más. Lo mejor de todo es que me lo contaste de una forma inocente, sin recordar que tú le dijeras tal cosa a Abril. ¿Sabes por qué creo que no lo recordabas? ¿Y por qué lo hablaste conmigo de una forma tan inocente? Porque el Oliver que recuerda todo lo del mundo anterior le dijo eso a Abril. Luego, meses después, Abril se lo contó todo al Oliver que no sabe nada de todo esto que está pasando. Ese Oliver me lo contó a mí. Y ahora vuelves a ser el Oliver que tiene los recuerdos del anterior mundo. ¿Me equivoco?
—Izan… No sé ni de qué hablas —dice Oliver, poniendo una mano en su frente.
—Tú cambiaste el significado de las predicciones del enamoramiento en marzo… —digo—. Y, después de eso, aprovechaste para ir con Anna al teatro, a la obra de la hermana de Alex. Tres personas, dos sombreros y una copa. Tú fuiste con Anna, y yo con Abril. En el anterior mundo, Anna iba a la obra conmigo.
—¡Fui con Anna porque es mi mejor amiga! ¡Me invitó ella! ¡Y le hablaría bien de ti a Abril porque me parecías alguien genial, y seguro que salió el tema!
—Además de la fiesta de fin de año… —digo—. Hay otro calendario que llevaba un tiempo preocupándome. El calendario de septiembre. Ese apareció dentro de mi maleta. Siempre asumí que alguien había entrado en mi casa, pero… Qué curioso que, con todos los sitios que hay en mi casa para esconder una hoja, escogieran el compartimento secreto de la maleta. Confieso que, hace un rato, he pensado que Abril pudo haber sido la responsable de eso también, ya que conectó muchísimo conmigo y se acercó mucho a mí en el pueblo de Anna. Pero hay una persona que tuvo más oportunidades que nadie… Y esa es la persona con la que compartí habitación.
—Es verdad… —dice Saúl—. Dormiste con Oliver, lo recuerdo. ¿Cómo no había caído en esa forma de hacerte llegar el calendario de septiembre…?
—Es más —digo—. Dormí con Oliver porque él mismo hizo ver que se sentía incómodo durmiendo con alguna chica. Lydia se burló de ti porque le parecía un pensamiento anticuado, pero no iba por ahí la cosa, ¿verdad? Tú querías tenerlo fácil para esconder la hoja de septiembre en ese compartimento de la maleta, que sabes que no uso para nada.
—Vaya repaso te está dando… —dice Jordi.
—También están los mareos —digo—. Estoy casi seguro de que esos mareos eran los gritos de una de tus identidades luchando contra la otra. Tú no tienes los poderes de Saúl, pero sí que hay una forma de pasar de la anterior versión del mundo a este, ¿verdad? A veces has sido el Oliver que lo sabía todo, y a veces uno que no sabía nada de todo esto. Creo que es así, porque yo también he vivido esos mareos, cuando el otro Izan ha estado intentando recuperar el cuerpo. Si Jordi no hubiese hecho lo que sea que hizo, yo ahora no estaría aquí, y sería el otro Izan el que tomaría el control. En tu caso debió de ser lo mismo, solo que es el Oliver que sabe toda la verdad el que ha conseguido prevalecer. De hecho, es que estoy seguro de que, al principio, cambiabas entre uno y otro… Pero aquel día que gritaste y terminaste en el hospital, allá por octubre, fue el día que te estabilizaste del todo. Ese día dijiste que los mareos ya habían terminado para siempre. Eso es porque sabías que por fin habías tomado el control de tu cuerpo…
—Izan… —dice Oliver—. Ya te dije por qué eran los mareos…
—Ya. Por Oni Sesa, ¿no? —digo—. A lo mejor eran culpa de Rodi ART, ¿no?
A Jordi se le escapa la risa. Olivia se ríe a carcajadas, directamente.
—Te confieso que he estado pensando mucho en esos nombres —digo—, y me sorprendió ver que tenían una cosa en común. Una de muy mal gusto. Y lo peor es que, aun dándome cuenta, no quise pensar mal de ti. Pensé que eran mensajes ocultos que otras personas se estaban mandando entre sí, y que tú solo te los encontraste de la forma más inocente.
—¿De qué hablas? —pregunta Oliver.
—No existe el Oni Sesa o el Rodi ART. Eso solo fueron reproches que me hiciste de forma encubierta… Porque me odias. Porque necesitabas insultarme y burlarte de mí. Porque hice algo imperdonable en el otro mundo, ¿verdad?
—¿Reproches? —pregunta Frank.
—Lo sabía… —dice Alex—. También lo pensé. Al revés, ¿no?
—Sí. Al revés —digo.
—No puede ser… —dice Saúl—. Nos lo ha restregado por la maldita cara…
Intento estabilizarme. Las lágrimas no paran de caer, pero yo hago lo posible por mantenerme estoico, así que sigo hablando con la poca entereza que me queda.
—Oni Sesa, leído al revés: asesino; Rodi ART, leído al revés: traidor.
—Buenísimo —dice Jordi.
—No sé qué te hice en el otro mundo… Pero esas palabras van hacia mí, ¿verdad? —digo.
Oliver se mantiene callado.
—Además… —sigo—. Por mucho que me hicieras creer que le tenías miedo a Jordi… Si tan comprometido estabas con mi causa, hubieses encontrado la forma de decirme su nombre. Se me hizo muy raro que evitaras por todos los medios nombrarlo, o incluso apuntarlo en un papel.
Oliver sigue callado. Ya no quiere decir nada más. Pero me mantiene la mirada. Yo sigo hablando.
—Pero… ¿Sabes qué es lo que me ha hecho darme cuenta de todo? ¿Lo que me hace estar más seguro de todo? Que Nora, cuando Jordi me ha dicho que entre en la sala de Olivia, ha gritado que no lo hiciera. Y cuando ha apuntado con una pistola a Frank y a Saúl, ha reaccionado como hemos dicho antes, gritando e interponiéndose con su propio cuerpo, para salvar sus vidas.
—¿Y qué? —pregunta Oliver.
—Que a ti también te han dicho que entres en la sala de Olivia. Además, te han tirado del pelo, te han amenazado, te han apuntado con una pistola… Y con nada de eso han podido hacer reaccionar a Nora. ¿Sabes por qué?
—Porque la famosa lista de mi hermana es mentira. Por eso —dice Oliver—. Porque ella no sabe querer a nadie.
—No —digo—. Porque la mentira es lo que tienes aquí montado con Jordi, y ella lo sabe. Si tú hubieses estado en verdadero peligro, te aseguro que Nora se hubiese interpuesto entre Jordi y tú. Pero no ha hecho nada parecido. No ha movido ni un músculo. Ni siquiera le ha cambiado la cara. No ha hecho nada de eso porque sabía perfectamente que tú, Oliver… No estabas en peligro.
Oliver me sigue manteniendo la mirada, hasta que, al final… Suspira.
—Qué rabia… —dice—. Cuando Jordi me dijo que a lo mejor te proponía un juego para adivinar mi identidad bajo presión, yo ni me lo tomé en serio, porque estaba seguro de que no pensarías en mí. Pensaba que solo podrías si usabas el truquito de Saúl con los reinicios, pero, por lo que he oído, es vuestro primer intento.
Jordi se ríe con muchas ganas.
—¡Por fin! —dice, aplaudiendo y riendo—. Oliver, cabrón. Llevo aguantándome la risa por lo de Oni Sesa y Rodi ART desde que me lo contaste. ¿Cómo se te ocurre decirle eso? Casi me descojono aquí mismo cuando lo has vuelto a mencionar antes haciéndote el niño bueno. Tu abuela no se ha podido resistir.
—¡Qué va! Ji, ji, ji… Es que es muy bueno.
—Eh —dice Oliver, mirándome, muy serio—. ¿Por qué pones esa cara? ¿Por qué lloras?
—Oliver… No sé lo que te hice… No sé si tienes razón cuando dices que fui un asesino o un traidor… Pero me siento muy mal al pensar que te pude hacer tanto daño…
—No te burles de mí, anda… —dice Oliver.
—Saúl me contó que yo dije que eras como un hermano pequeño para mí. Estoy seguro de que, si yo dije eso, es que lo sentía de verdad. No me puedo creer que lo hiciera tan mal como para que te ganases mi odio de esa manera… Así que, si es así… Te pido perdón. Perdón por haberte fallado.
Oliver aprieta los dientes. Me mira con muchísimo odio. No puedo verlo así…
—Deja de hacer eso, puto traidor… Para. ¿Por qué haces eso? ¿Por qué eres tan diferente en cada realidad? ¿Por qué tienes una personalidad tan moldeable según la situación?
—¿Qué…?
—Que no tienes personalidad propia, Izan —dice Olivia, todavía riendo—. ¿Has visto lo diferentes que son Rojo y Gris entre ellos? ¿Y tú? Pues espérate a que te hablen de las otras dos versiones de este mundo que mi nieto conoció. No hay manera contigo. Ahora te pones a llorar porque te sientes culpable. ¿Qué es eso? ¡Pusilánime!
No puedo contestar a eso. Solo puedo contener la frustración como puedo.
—Bueno —dice Oliver, mirando a Jordi—. ¿Ahora qué? Hemos perdido tu juego absurdo.
—¿Y lo bien que lo hemos pasado? —dice Jordi.
—Yo no —dice Oliver—. Yo no me lo paso bien con esto, aunque no te lo creas.
—¿Podríamos secuestrar a Saúl? —dice Olivia—. ¡Si lo secuestramos a las doce en punto, con el cambio de día, todos sus reinicios empezarán con él secuestrado, y ya será nuestro! ¿Vamos? Somos cuatro contra cuatro, pero nosotros tenemos pistolas. Mientras no me lo matéis…
—No son cuatro —dice Oliver—. Son cinco. Tienen al escudo humano de mi hermana, que no dejará que te lleves a su querido Saúl.
—Ah, es verdad… —dice Olivia—. Es que pensaba que Nora ya no me podía decepcionar más, después de la puñalada que me dio el día que la ayudé a matar a su abuelo.
—Pues nada… Ya hemos acabado aquí —dice Jordi—. Izan ha dicho todo lo que piensa, nosotros hemos confesado nuestros pecados… Predicción cumplida, ¿no? Pues venga, a casa. Voy a contarle todo el cotilleo a Lydia y a Estrella, que tienen que estar amargaditas. Mañana las libero, no os preocupéis.
—Sí, vámonos —dice Oliver.
—Ah, Izan… —dice Jordi, pasando por mi lado—. Bien adivinado. Cuando vi que te afectó tanto lo de Liam, de verdad me creí que eras bastante deficiente. Pero me has impresionado. Consuélate con eso.
—Cállate, enfermo… —digo.
Jordi, Olivia y Martí se van primero.
—Devuelve el cuerpo de Dana —dice Frank, saliendo al paso de Olivia.
—Quítamelo tú —dice Olivia—. Esto le queda grande a un musculito sin cerebro. Sal de mi vista, o el cuerpo de Dana terminará muy malito.
—Más te vale no hacerle daño a Lydia —dice Alex, mirando a Jordi—. No te imaginas lo vengativo que puedo llegar a ser… Y ya me has puesto al límite después de lo que le has hecho a Izan.
—Perdona… ¿Tú eras? —dice Jordi, y sigue caminando.
—Oliver —dice Saúl—. ¿De verdad recuerdas los dos anteriores mundos?
—Sí. ¿Qué pasa? ¿Quieres ser mi amigo ahora que sabes que tú y yo somos los únicos que quedamos que recuerden aquellos mundos borrados?
—No me hagas vomitar —dice Saúl—. Nadie podría ser amigo de un traidor como tú.
Oliver niega con la cabeza y empieza a caminar.
—Oye, Izan… —dice Oliver—. Hace unas semanas me dijiste que no se me ocurriera pensar que soy uno de ellos. Un S. Esa frase me tocó mucho, si te soy sincero. Sentí mucha pena por ti ese día, y también por mí mismo. Pero ya lo ves: soy un S hecho y derecho. Mucho más que ella.
Oliver señala a su hermana. Está en el suelo, sentada, con la cabeza hundida en sus brazos, apoyada en las rodillas.
—Ya casi son las doce —dice Oliver—. Todavía queda un día entero para que termine enero, pero… Toma. No me apetece ir a buscarte mañana para entregártelo.
Oliver me acerca una hoja. No me hace falta ni ver lo que es. Me acaba de dar el calendario de febrero. El último calendario.
—Los veintinueve días de febrero, y el que queda de enero. Nos quedan treinta días juntos, ¿sí? Después de eso, se acabó. No sé si ganarás tú, ganaré yo, o no ganará ninguno de los dos. No sé si, al terminar esto, nos reiniciaremos de nuevo o no. Si lo hacemos, solo Saúl y yo nos acordaremos de todo, pero ese será el último bucle de todos, porque en ese ya no habrá forma de que pierda. Si tienes preguntas, te las contestaré el día cuatro. Hasta entonces… Espero que lo puedas procesar con salud, supuesto hermano mayor.
Oliver se va. Frank y Alex le cortan el paso. Oliver los mira a los dos y no dice nada. Solo sigue caminando.
Se ha ido.
Me acerco a Nora. No puedo ni caminar.
Me siento a su lado y apoyo mi cabeza en la suya.
—Nos has descubierto —dice Nora—. Y todo gracias a que me conoces mejor que nadie.
—Es lo que querías, ¿no? —digo, mirando al techo.
—Sí… Me ha hecho muy feliz.
—¿Siempre supiste que tu hermano estaba haciendo esto?
—Sí… Desde el uno de marzo. Desde que volvió a empezar el bucle. Lo primero que hizo Oliver en este mundo fue venir a contármelo todo a mí para pedirme consejo sobre cómo manejar la situación con nuestra abuela… Pero él no sabía que Jordi estaba conmigo ese día, y al final se enteró él también.
—Jordi se enteró de casualidad, entonces… —digo—. Pues menuda mierda.
—Con razón Jordi nunca sale en el calendario… —dice Saúl—. No pintaba nada en tu vida hasta que se encontró con esto.
—Sí… —dice Nora, y me quita la hoja de febrero para mirarla—. ¿Ya has echado un ojo a las últimas predicciones?
—No —digo—. No quiero tanta información nueva. Primero tengo que asimilar todo lo que acaba de pasar. ¿Podemos quedarnos un rato aquí, en silencio?
—Claro… —dice Nora.
Miro a Alex, Frank y Saúl. Los tres asienten y se sientan en el suelo con nosotros.
Nadie dice nada.
Ya empieza el último día de enero.
Archivo secreto 8: Las doce entregas del calendario
Todas las hojas del calendario han sido ya entregadas a Izan, y por fin tiene los 366 días con sus predicciones en sus manos.
Cada mes, el calendario ha llegado a la vida de Izan de formas distintas. Algunas un poco más ocultas, otras de forma más directa. ¿Quién y cómo entregó cada entrega? Vamos a repasar las doce entregas que componen el calendario completo de Izan.
Marzo
Después de que Oliver explicase todo a Jordi, Nora y Olivia, le dejaron claro que el primer paso era que Izan tuviera disponible el calendario de cada mes al principio del mismo. Ni una hoja más, ni una menos. Izan tenía que ser conocedor de cada predicción, para que los Voyat empezaran a funcionar. Pero no querían que tuviera toda la información de antemano, porque así conservarían la ventaja. A las cuatro de la madrugada, Oliver fue a casa de Izan y le puso la hoja debajo de la puerta.
Abril
Para garantizar que no pillaban a Oliver, fue Jordi quien se ofreció a llevar el calendario de abril. Aprovechando la predicción de la pelea entre Lucas y Frank, sabía que Izan estaría distraído viendo la escena, y que Lucas lo estaría peleando con Frank. Si esperaba a que Lucía saliera a buscar a su marido, tendría sola a Flora. Se puso su gorra, un abrigo y una mascarilla, y se fue a entregárselo a Flora, diciéndole que era muy urgente que Izan recibiera esto ese mismo día o, como muy tarde, al día siguiente. Flora preguntó por qué iba tan tapado, y Jordi solo dijo que había pillado algún virus y que no quería contagiar a nadie. Flora, por lo tanto, fue la que entregó el calendario de abril a Izan, primero pasándolo por debajo de la puerta, pero Izan la interceptó, y ella le contó lo que vio, generando la primera paranoia sobre el tipo de la gorra y la mascarilla que volvería loco a Izan durante meses.
Mayo
El último día de Abril, Estrella todavía estaba en casa de Jordi. Gracias a eso, él pudo ver cómo chateaba con los VDLS e Izan, y la espió sin que se diera cuenta. Con esa información, Jordi envió a Nora con el calendario de mayo, y la avisó de los momentos en que sabía que Izan estaría ocupado hablando con los VDLS, para subir a su rellano y dejar por ahí el calendario. Nora lo puso debajo de la puerta del profesor Rafael como una especie de broma interna hacia sí misma, ya que era la casa en la que viviría a finales de mayo.
Junio
El día en el que Izan se fue con Espino a la calle y se puso a pensar en su historia con Nora, al mismo tiempo que se escondía de ella, Nora lo siguió y, sigilosamente, apareciendo por detrás, dejó el calendario de junio debajo del trasportín de Espino. En el caso de que Izan la hubiese descubierto, hubiese intentado jugar con su cabeza y crear confusión, pero fue hábil y pudo poner el calendario en su sitio mientras Izan estaba ocupado explicándole a su gato toda la historia con Nora. Antes de irse, Nora se quedó escuchando un trozo de la historia, mirando con una sonrisa compasiva a Izan.
Julio
No tuvo ningún misterio, ya que Nora sacó el calendario de su bolso después de acostarse con Izan. Jordi y Olivia consideraron que Izan ya podía saber que Nora era parte del juego, ya que se avecinaba un mes depresivo, y eso podía ser la forma perfecta de terminar de hundir a Izan. Por eso Nora, siguiendo las instrucciones de su abuela y de su exnovio, confesó todo a Izan, le entregó el calendario, y le dijo que pronto dejaría de vivir delante de su casa.
Agosto
Jordi sabía que Izan estaría tomando algo con Hugo, así que tenía vía libre para volver al edificio con la gorra y la mascarilla, y entregar ahí el calendario de agosto. Sin embargo, eso le pareció aburrido, y como ya tenía en mente crear confusión sobre la identidad del chico de la mascarilla, decidió hacer ruidos para ver si Flora salía de casa. Jordi ya calculó la posibilidad de que Flora quisiera hacerle una foto al misterioso chico de la mascarilla, momento que Jordi aprovechó para asustarla con lo de su desaparición. Así, Izan mostraría mucha más desesperación y paranoia sobre ese tema. Después, el calendario lo entregó de forma regular, pasándolo por debajo de la puerta.
Septiembre
Oliver compartió habitación con Izan en el pueblo de Anna. Por lo tanto, tuvo muchísimas oportunidades de dejar el calendario de septiembre en la maleta de Izan, en un compartimento escondido que ya comprobó que nunca era utilizado. Después de eso, Oliver supuso que Izan no encontraría el calendario a tiempo, así que le envió un mail anónimo para decirle que mirase en la maleta, lo que hizo que Izan se pensara que alguien había entrado en su casa, sintiéndose más expuesto, ya que podrían hacer daño a su gato. Eso ayudaría mucho a la decisión próxima de Izan de mudarse del lugar.
Octubre
El último día de septiembre fue el único de final de mes que Izan no consiguió su ración mensual de predicciones. Esto es porque Olivia consideró mucho más divertido que Izan tomase las dos decisiones importantes del final de septiembre sin apoyarse en el calendario de octubre. También le gustó mucho imaginarse a Izan sufriendo porque se iría a dormir sin predicciones nuevas. Además, para redondear su jugada, Olivia consideró el momento perfecto la predicción del día siguiente, en la que el tío Mateo se entera de todo. Aunque en el mundo anterior esa frase se escribió porque Mateo se enteró de todo el tema de Gris y los VDLS, Olivia lo usó a su favor para fastidiar a Mateo y a Izan, y de paso para dar un empujón extra a la condición delicada del tío. De esta forma, lo esperó en el edificio y le entregó el calendario, diciendo cosas confusas sobre Izan y obligándolo a leer las predicciones para que el tío no pudiera soportarlo.
Noviembre
Sabiendo que el último día de octubre era un día en el que Izan y Estrella tenían plan, a Olivia le hizo muchísima ilusión presentarse ahí para aterrorizarlos a los dos juntos. Aprovechó el viaje para entregar el calendario en mano y burlarse de alguna de las predicciones de noviembre.
Diciembre
Olivia se moría de ganas de entregar en mano el calendario de diciembre, ya que era el mes que esperaba con más ganas. Se escondió cerca del portal y esperó a que tuviese lugar la confrontación entre Lydia y Saúl del último día de noviembre. Después los interrumpió y se burló de ellos, entregando el calendario en ese momento. Saúl le dijo a Olivia que se la estaba jugando mucho, ya que, si Olivia iba tan fuerte con las interacciones, y más si involucraba al propio Saúl, había muchas posibilidades de que todo terminase en una línea rota. Ella solo contestó que ya se las apañará para arreglarlo, que es inteligente, haciendo referencia a que, si Saúl tenía algún plan para controlar cuándo es digno de confianza y cuándo no en la vida de Izan, lo podría llevar a cabo pese a la interrupción de Olivia.
Enero
Oliver se ofreció a entregar él el calendario, y no informó ni a Jordi ni a Nora de cómo lo haría. En la fiesta de fin de año, Oliver se planteó hasta el último momento si entregarlo en un contexto más íntimo, o si dejarlo en el suelo para que todo el mundo lo viera. Después de observar a Izan durante casi toda la noche, viendo sus interacciones con Anna, decidió hacer la peor opción de todas para Izan. Después solo tuvo que fingir ser uno más de los que estaban sorprendidos, ya que su nombre aparecía en el calendario, así que no podía ignorarlo, de cara a la galería…
Febrero
Ya no hay secretos. Oliver entrega el último calendario en mano antes de que Izan abandone el templo Sallares. Todos los calendarios ya han sido mostrados, y comienzan las veintinueve últimas predicciones…
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